Opinión
25 años no fueron suficientes
ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)
Han transcurrido 25 años desde aquel emotivo regreso a la democracia. Ha pasado bastante tiempo desde ese entonces. Ese derrotero reconoce diferentes hitos en su trayecto. Algunos éxitos, otros tantos fracasos. Hemos tenido que tropezar demasiado para llegar hasta acá.
Tal vez sea tiempo de reflexionar sobre lo pasado, valorar lo logrado y enfocarnos en las asignaturas pendientes que son muchas por cierto. No hay dudas de que hemos avanzado. Haber superado una etapa de quiebres institucionales, sin recurrir al amparo de las fuerzas armadas para resolver los conflictos, ha sido todo un logro. Mucho más aún si tenemos en cuenta la frondosa historia que ostentamos en la materia. Y no es que no hayamos enfrentado escollos. Los tuvimos y muy serios. Pero algo cambio entre nosotros y pudimos sostener esta continuidad democrática. Al menos la convicción de no repetir aquella lista de errores del pasado pudo superar a la inercia simplista de golpear las puertas de los cuarteles. Tampoco debemos engañarnos. Solo hemos dado algunos pasos. Podemos hablar hoy de esta incipiente democracia, de una joven republica pero debemos saber que aun gatea buscando su destino pretendiendo consolidarse año a año. No pudimos, en este tiempo, comprender definitivamente el concepto de República y la esencia de la división de poderes. Mucho menos aun supimos interpretar el federalismo. Por ahora solo hemos aceptado cambiar de “patrón”. De la sumisión al poder que imponían las armas, pasamos a una nueva forma de esclavismo político. Esta vez los ciudadanos solo pudimos subordinarnos a la dictadura de la partidocracia electoral. Esta claro que nos falta mucho. Pero el camino que nos toca recorrer no tiene que ver como afirman algunos, con el paso del tiempo. Es que la madurez política no es la consecuencia del mero transcurso de los años. La madurez implica aprender de los errores, y los argentinos aun no hemos logrado hacer doblar esa curva que tanto tiempo nos viene llevando. Es cierto, hemos avanzado. Esta renga y débil democracia es mucho mejor que aquellas aventuras despóticas del pasado. Pero aún no hemos comprendido como ejercer con tolerancia el poder. Todavía nos ciegan ciertas prácticas autoritarias y la crítica no se asume como parte del proceso de intercambio de ideas. Los intentos violentos que transcurrieron en los primeros años de la recuperada democracia, tuvieron protagonistas de uno y otro lado. Los intolerantes de la década más despreciable de la historia argentina aparecieron en diferentes momentos para intentar nuevamente alzarse con el poder. En estos años incurrimos en una interminable secuencia de errores. Así dimos paso a supuestos recursos que apuntaban a lograr la tan mentada pacificación nacional. Solo dejaron heridas abiertas y permitieron que sigamos en estos días, discutiendo cuestiones que ya deberíamos haber resuelto, pero que por esquivarlas y no enfrentarlas con coraje, solo supimos prolongar la agonía para que nos reboten sus consecuencias muchos años después. Tal vez el aprendizaje haya sido que a los problemas se debe enfrentarlos, y no esquivarlos. Las enseñanzas de aquellos errores están demasiado a la vista. El clientelismo, la prebenda, la corrupción no solo no han disminuido, sino que se han perfeccionado con nuevas variantes en este tiempo. Es tal vez la cuestión en la que mas hemos retrocedido. Lamentablemente no parece que hayamos encontrado aun el rumbo para vencer a estos flagelos enquistados en nuestra cultura y tradición de poder. Nos falta bastante por madurar. Nos queda por aprobar varias materias pendientes. Aprender a convivir, asumir el pleno ejercicio de las libertades y entender que la democracia no supone imponer a los otros nuestra visión, ni sacar cuentas para ver quien tiene más votos, arrodillando luego al derrotado. Nos falta mucho aun. Pero no nos falta tiempo, sino madurez. Somos una sociedad que tiene sus años. Llevamos un par de generaciones que nacieron con esta nueva versión de la democracia local. Ellos tienen poco que endilgarle a los años oscuros de la Argentina. En esa época convivieron los intolerantes. Eligieron ese camino para tomar el poder y hacerse de la patria sin importarles las minorías, concepto central de una Republica democrática. Pero la mayor de las deudas que la sociedad tiene para con esta historia es no haber asumido con claridad que el centro del poder esta en la gente. Aun buscamos el Mesías. No entendimos todavía que la democracia y la República suponen institutos en los que la gente detenta el poder, asume su libertad y derechos. Es el pueblo el que, circunstancialmente, DELEGA parte de esos atributos para que meros ADMINISTRADORES asuman responsabilidades cedidas, solo en forma provisoria, para ejercer con mayor eficacia aquello que los individuos no pueden o no desean resolver aisladamente. Cuando comprendamos que nuestros padres fundadores no superaron sus diferencias, sino que solo las dejaron de lado, tal vez aprendamos que la democracia no es un sistema donde todos pensamos de idéntica manera, sino que es la imperfecta fórmula que las sociedades civilizadas encontraron para vivir en comunidad respetando las decisiones ajenas, tolerando las diferencias, para abandonar definitivamente la idea de imponer recetas al resto de la sociedad. Los padres de la patria nos dejaron muchas enseñanzas. Solo tenemos que repasar la lección y superar la compulsión tribal de querer doblegar a nuestros semejantes. Es tiempo de comprender que la democracia, la República y el federalismo, es el legado más importante que el primer artículo de nuestra Constitución Nacional nos indica con tanta claridad. Esa es la fuente de sabiduría que debemos seguir para recuperar nuestra libertad, esa que no debimos perder nunca, y por la cual jamás debemos resignarnos. De lo contrario las nuevas formas que asumen los pretendidos dictadores contemporáneos, seguirán intentando arrebatárnosla a nosotros y a nuestros hijos. La lucha por la libertad, por la democracia y la República ha dado algunos pasos. Nos resta entender que aun tenemos asignaturas pendientes. Cuando seamos capaces de asumir nuestro rol activo de ciudadanos de la patria podremos decir con orgullo que estamos haciendo un país para todos. Por ahora, solo han pasado 25 años, pero no fueron suficientes. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@gmail.com 03783 – 15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.