Opinión
30 años después las heridas duelen a todos pero urge perdonar
LUZ GARCÍA HAMILTON (*)
Cuando ya la clase dirigente se había acostumbrado a vapulear a las FFAA hasta humillarlas, cuando se sentía dueña de la situación mostrando orgullosa a ex guerrilleros ostentando cargos públicos y ofendiendo a los ciudadanos, cuando decidieron sancionar injustamente a quienes honraran a “sus muertos” por la Patria, hacer callar a las máximas autoridades de la Iglesia, pisotear las Instituciones, cuando Bonafini viaja en 1º clase con los dineros de todos nosotros mientras los generales que en aquellos tiempos nos defendieron cumpliendo órdenes de una presidente democrática – nada menos que de la señora de Perón -, ya viejos y enfermos pelean con el último aliento que les queda para no ser mandados a una cárcel común como pretende la despótica Garré, miles de personas que permanecían en el más oscuro de los silencios y acaso olvidados, despertaron del letargo y del miedo y decidieron hacerse sentir y respetar.
Vaya dolor de cabeza inesperado para el Presidente y sus súbitos que creían que 30 años después, habían “aniquilado al enemigo”. Lamentablemente quienes formaron parte de las filas guerrilleras en la terrible década del 70, están convencidos de que todo aquel que no comparta su ideología, su manera de pensar y proceder, es su enemigo. Y como si el tiempo se hubiera detenido – quizás por el mismo odio que siembran desde las altas esferas – están concentrados en dividir, en revolver todo un pasado temible del que muchos jamás van a poder cicatrizar porque el dolor dejó huellas profundas, porque perdieron a sus seres más queridos, porque se libró una guerra sucia y cruel, como en toda guerra al menos que yo sepa. Lo que no puede entender esta gente, es que se cometieron atrocidades – sería absurdo negarlo – de ambas partes, que en los dos lados murieron inocentes, padres de familia, hijos, parientes, amigos. Que la sociedad entera sufrió y padeció y que quiénes vivimos en la década del 70 no vamos a olvidarnos nunca de la sensación de inseguridad, de desconfianza, de tristeza y de pánico que nos envolvía porque era común despertarse cada noche con los tiros, las bombas o el ulular de las sirenas que parecían parte de una cruel pesadilla. En Tucumán la violencia golpeaba en la puerta de las casas Los que vivimos en Tucumán en donde se libró la batalla y en la que por ser una provincia muy chiquita no podíamos evadirnos, lo sufrimos en carne propia y lo padecimos día y noche rogando a Dios que nos trajera paz. Era normal por las noches refugiarse bajo la almohada y taparse con fuerza la cabeza porque el ruido ensordecedor de la guerra nos sonaba a espanto. Era común no tener amigos porque de todos se sospechaba, el ejemplo más cruel era saber que una “íntima amiga” de la hija del General Cardozo, le había puesto una bomba debajo del colchón a sus padres. Todo podía ser un engaño, el miedo nos había invadido. Eran tiempos de guerra, sí, en Tucumán nadie quedó exento, todos conocíamos al Capitán Viola y a su hijita, todos lloramos al ver a María Cristina casi a punto de dar a luz llevando en brazos a su otra hija con la cabeza vendada y el corazón partido ante el asesinato de su marido y su pequeña hija delante de sus propios ojos cuando llegaban a almorzar un domingo a la casa de sus suegros Todos nos sacudimos cuando en una emboscada quisieron secuestrar al empresario azucarero José María Paz quién venia de Buenos Aires y a quién supuestamente “entregaron”, un hombre recto como pocos, con unos valores de hierro. El ingeniero Paz se resistió, lo balearon y pensaron que había muerto. Durante 20 días luchó para salvarse, pero las balas habían hecho estragos en su cuerpo. La sirena del Ingenio Concepción retumbaban en la ciudad, sus miles de obreros lo despedían acongojados, su madre, su viuda, sus hijos, sólo pedían “perdón” para los asesinos pese a que sus vidas cambiarían para siempre. ¿Y qué decirles de Larrabure?, recuerdo que estábamos en el colegio cuando nos avisaron de su muerte, después de más de un año en el que las 1.600 alumnas pedíamos cada día por su vida, por su familia, en el que acompañábamos silenciosamente a sus sobrinas, nos parecía una noticia terrible, todas explotamos en llanto aún sin haberlo conocido personalmente. Sí, en Tucumán las calles tenían olor a pólvora y a muerte. La gente caminaba cabizbaja pero nerviosa, siempre en contra del tráfico, siempre con bajo perfil, evitando cualquier tipo de problemas, asustada, sabiendo que cualquiera podía ser la próxima víctima de esa insensata situación. Quizás por eso la plaza se llenó de gente y de banderas Claro, hoy 30 años después nadie puede explicarse que la plaza se haya colmado de gente que vitoreaba a los militares cuando por fin decidieron poner fin a ésta locura y salvarnos de un régimen muy cercano al comunismo. Nadie hoy aprobaría un golpe que interrumpa un proceso democrático ni querría nada que se parezca a la violencia. Pero a las cosas hay que analizarlas en su contexto, lo cual en la Argentina no sucede y ver porque entonces pedíamos a gritos que alguien dijera basta. Acá se enseñó solo una parte de la historia y a la otra se la borró vaya a saber porque, en una muestra de total falta de respeto, porque a la historia la componen todos los protagonistas, todos los que la vivieron, todos los que de alguna manera fueron protagonistas, nos guste ó no nos guste. A la historia de ésa década que reitero, todos quisiéramos olvidar o al menos rogar que nunca se repita, la hicieron los militares y los guerrilleros, los de izquierda y los de derecha, los ciudadanos inocentes, los niños que quedaron huérfanos, también aquellos que horriblemente desaparecieron. Nos guste ó no nos guste, es noble decir la verdad y reconocer que hubieron ideales diferentes, equivocaciones a montones, quizás gente llena de buenas intenciones, sí, es probable, que también en ambos lados hubiera gente que luchaba convencida de que era lo mejor y otros que se habrán aprovechado. Pero hay que verlo en ésa época, en la que presas del pánico y de la incertidumbre, todos o la mayoría, avalaron y festejaron que las FFAA vinieran para poner orden porque así lo mandaba la presidente de la Nación, porque Argentina, nuestra Patria, ya no daba para más. Porque estábamos frente a una guerra civil que podía terminar con nuestra independencia, con nuestros derechos, con nuestro país entero. Y entonces fueron cientos de oficiales que salieron a dar sus vidas por mandato, por convencimiento, porque se prepararon para eso, pero que seguramente jamás habrán imaginado ellos tampoco, que degeneraría en una etapa tan cruel. LA DEMOCRACIA Y LAS FFAA Estos oficiales o lo que quedaron de ellos – léase sus familias, sus discípulos, sus amigos – fueron hostigados y desprestigiados, de a poco se los fue anulando, hasta pretender hacernos creer que eran gente despreciable. Llegó un momento en que nuestros hijos creían que tener algún familiar en las FFAA era hasta una deshonra. Dios!! ¿es qué nos habíamos vuelto todos locos?. Los familiares de los guerrilleros fueron indemnizados en muchísimos casos, se los ayudó, se los reivindicó. Y a aquellos mismos que lucharon en el monte tucumano ametralladora en mano, se los fue rescatando de la clandestinidad para ir de a poquito haciéndolos sentir mártires, ídolos, próceres. Sin embargo ningún gobierno les dio el protagonismo de ahora, donde haber pertenecido a los grupos que desestabilizaron el país sembrando odio y violencia, parecería ser sinónimo de gloria, de venganza, de poderío. Muchos ex militantes ocupan importantes cargos y no conformes con eso hacen gala de todo aquello, instando a los argentinos a dividirse, teniendo a los pocos sobrevivientes de las FFAA de entonces en el olvido cuando no en el encierro, sometiéndolos ya viejos y enfermos a vivir angustiados y a ser considerados la peor especie de la raza humana. Abucheados, humillados, repudiados por una sociedad que no fue testigo de todo aquello y que fue creciendo en un mundo de mentiras, los militares parecían destinados a desaparecer en silencio, sin que nadie se animara a pedir por ellos bajo amenaza cierta de ser despedido de sus trabajos, sancionados y hasta privados de su libertad. Pero los unió el dolor y el espanto. Los hijos y familiares de las víctimas del terrorismo surgieron desde las sombras para rogar que haya reconciliación, para invitar al perdón, para salvar a Argentina. No nos corresponde ya buscar culpables ni responsables, tampoco son los ciudadanos ni muchísimo menos los periodistas, los indicados para hacerlo. En cambio a todos nos une la necesidad de acortar diferencias y de, como lo señaló el Arzobispo Villalba el día de Corpus Christie, empezar a unirnos para buscar el bien común de todos los argentinos a través del diálogo, del respeto, de la tolerancia mutua. Los oficiales jóvenes se cansaron de permanecer impávidos, ya no tienen miedo o prefieren dar la cara. Los familiares y los hijos de quienes perdieron la vida en manos de la guerrilla, también se pararon firmes y no van a permitir más atropellos. Ahora honrarán a sus muertos, recordarán a sus familiares y se vestirán de celeste y blanco no sólo para ver un partido de fútbol sino para defender a su Patria. Pero en un admirable gesto de grandeza, no quieren más revanchas e invitan a TODOS LOS ARGENTINOS a unirse y a usar palomas blancas en sus solapas como un signo de paz. Ellos están dispuestos a guardar su dolor y su pena – que es enorme – en lo más profundo de sus corazones para estrecharse en un abrazo. NO permitirán atropellos, lo que inquieta sobremanera al “poderoso señor Kirchner” y no darán marcha atrás en su actitud de reivindicar a sus muertos, pero lo harán sin violencia, con madurez, con la seguridad de que si no se da un paso adelante ahora mismo, mañana puede ser demasiado tarde. Esperemos que quienes hoy nos gobiernan recapaciten, que se den cuenta que no pueden censurar ni una vez más a los oficiales que pacíficamente asistan a un acto o a una misa, que no pueden quitarle el trabajo a un militar porque su mujer tuvo el coraje de escribir una carta a un medio defendiendo a la Iglesia, que dejen de jactarse de ser democráticos, de decir que se respetan las libertades de cada uno, que defienden la democracia. Porque la libertad es el bien más preciado de todos, porque queremos un país democrático en donde se respeten las leyes y la Constitución, un país en el que se pueda pensar, informar, circular y expresar con absoluta libertad. Señor presidente, Ministra Garré, funcionarios todos: en sus manos está la posibilidad de enderezar el rumbo de este sufrido país que tiene el privilegio de contar con hombres notables, con la riqueza de sus tierras, que está con viento a favor económicamente. No lo dejen pasar, mañana puede ser demasiado tarde. (*) Recibido por Corrientes al Día de Luz García Hamilton; Periodista, Licencianda en Comunicación Social
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.