Hasta hace no muchos años, ser madre era motivo de alegría, de Felicidad, de orgullo; amar al esposo era algo natural, y el amor del esposo llevaba además la carga del respeto a todos y cada uno de los integrantes de su familia ¿Eran todos felices?.

La vida de las personas, como en todas las épocas, no está excenta de dificultades de toda índole; pero la diferencia no se encuentra en que haya o no problemas, sino en la forma de afrontarlos. CAMBIOS SOCIALES Antes no había motivos para que una mujer se sintiera mal por haber dado a luz y haber criado, educado y formado a sus hijos e hijas para que sean prósperos hombres y mujeres de bien íntegros en todo sentido: en su salud, en su intelectualidad, en su libertad y en su espiritualidad. La madre compartía todos y cada uno de los momentos del crecimiento de sus hijos, disfrutando cada uno de sus avances, y era ella, junto al padre, quienes imprimían los modelos de personalidad en sus hijos, transmitiendo su propia historia familiar, de los abuelos, bisabuelos, y si fuese posible de anteriores generaciones a ellos. La mujer, además de realizar las tareas básicas del hogar, sabía coser, bordar, a veces sabía tocar algún instrumento musical, y de ese modo enseñaba a sus hijos e hijas un modelo de vida. Claro que esa generación de madres no dejaron un “manual” por escrito, pero sabían hacer las mejores comidas con sus recetas “caseras”, realizar el más pulcro aseo del hogar y de las prendas, cuidar la imagen y presencia de su esposo y de sus hijos en el vestir… ¿Acaso eran todas unas frustradas por el solo hecho de haber vivido tal realidad? DISTANCIAMIENTO Gracias al feminismo, eso ya es parte del pasado. El sueño de las ultrafeministas es ser un macho, y que el hombre (cuyo modelo es el “metrosexual” cargado de amaneramientos) atienda las tareas del hogar, reprimiendo el anhelo de maternidad para sustituírlo por otro proyecto de vida diverso. No hay opción en la mujer para estar en dos lugares al mismo tiempo: o está con su esposo y sus hijos en el hogar, o está afuera trabajando como profesional o como administrativa o en cualquier otra labor intelectual o manual; y en este último caso de la mujer que trabaja, no tendrá tiempo para ver crecer en forma continua a sus hijos, sino de a ratos. El éxito profesional exige entregarse íntegramente a su trabajo, y la mujer que trabaja ha de buscar tal éxito porque considera que esa es la realización de su verdadera vocación, mientras que la familia y el hogar vendrán a ser secundarios. Si la mujer es soltera y adopta esta actitud, muy probablemente corra el riesgo de permanecer así durante toda su vida, soltera, porque estará persiguiendo el éxito laboral y no el éxito como esposa y madre. “Yo puedo hacer las dos cosas perfectamente, y no con tiempo sino con calidad”, dirán las feministas, pero es evidente que no pueden estar en dos lugares a la vez… Es indudable que la presencia de manera permanente con los hijos no existirá jamás, salvo en el período anterior y posterior al parto, por las noches y los feriados: ese será el tiempo dedicado a su familia. ¿Acompañar a los hijos para verlos dar el primer paso? ¿Ser testigo cuando logran pronunciar las primeras palabras? ¿Acompañar a los hijos para hacer las tareas? Bueno, para eso trabaja: para darles “calidad” a sus hijos, para poder contratar a una sirvienta o a una institutriz que los eduque… “Yo no les doy tiempo, como hacen muchas; yo les doy “calidad””, afirman. Estas mujeres, que priorizan el éxito profesional ¿son en verdad “liberadas”? ¿O acaso pueden ser tanto o más frustradas que quienes elegían el hogar para realizarse? Este es el principal análisis del artículo, en el cual pondremos en cuestionamiento tales postulados casi “dogmáticos” para romper esos dogmas y ver realidades ocultas de las mujeres que ellas mismas desprecian y discriminan injustamente, porque este tema acaba siendo “tabú”: de eso, no se habla. LAS DIFERENCIAS ¿Cuáles pueden ser los motivos de necesidad, que hacen que una mujer trabaje aunque no desee hacerlo, aunque prefiera su hogar a un ambiente laboral? Uno de tales motivos puede ser que no alcanza el sueldo del marido para sostener un mínimo plan de vida que se han planteado como matrimonio, debido a las condiciones socioeconómicas del país o al magro ingreso del esposo. ¿Qué sucede cuando se busca un “escape” de la familia? Hay mujeres que acaban por no apreciarse como mujer, así como el desempeño de sus actividades como madre y esposa. Tales mujeres buscan por algún motivo salir del hogar y de las responsabilidades, ya sea buscando un trabajo, asistiendo a “talleres de poesía”, “laboratorios artísticos”, cursos de todo tipo… Y cuando esto es un mero escape, hemos de acabar afirmando que está indicando un problema psicológico que puede afectar la unión e integridad en la familia. La naturaleza, gracias a Dios, ha dado a la mujer la potencialidad de ser madre desde su misma concepción, dotándola biológicamente y psicológicamente con la sensibilidad adecuada para cuando efectivamente lo sea en el caso de que se den las condiciones adecuadas. La misma naturaleza ha dado al varón la capacidad de engendrar hijos, dotándolo de cualidades biológicas y psicológicas diversas y complementarias, con rasgos viriles. Así, la primera decisión es el discernimiento de la vocación como persona, que es más general y vital que la decisión que se adopta sobre seguir tal o cual carrera o curso. ¿Qué es más importante: ser esposa y madre o ser profesional y trabajar? ENVIDIABLE ¿Es más envidiable la vida de la alta ejecutiva empresarial que trabaja bajo presión 60 horas semanales por dinero, que la de la esposa que puede educar a sus hijos, rodeada de su amor y del de su marido, y que tiene tiempo para cuidar del hogar, para leer, estudiar lo que le interese en las horas que le convengan, para hacer trabajo voluntario y tiempo para las cosas que hacen que la vida merezca la pena vivirse? Hoy gran parte de la sociedad, bajo la acción de los medios de comunicación, acaban disvalorando y discriminando injustamente a la mujer que decide tomar las riendas del hogar en vez de salir a trabajar. Germaine Creer, una líder de la “liberación femenina”, dijo: “el trabajo de una ama de casa carece de resultados, cada vez tiene que volver a hacerse. Educar a los hijos no constituye una “verdadera ocupación”, porque los niños crecen “de todos modos”, tanto si se les educa como si no”. LIBERACIÓN… ¿O DEPENDENCIA? ¿De qué se ha “liberado” la mujer actual? Pues del Amor: del de su esposo, del amor de sus hijos, e incluso del Amor de Dios. Y donde no hay amor… Pero vale preguntarse ante las palabras de Germaine Creer: ¿cuáles son los resultados de una “verdadera ocupación”? o ¿cuál es ese trabajo que no tiene que volver a hacerse? Pensemos en una empleada jerárquica de un Tribunal, o en una Jueza, con toda su profesionalidad y prestigio social: ¿no tiene que escribir una sentencia tras otra, una y otra vez, todos los días en su horario de labor? Y además, ¿crece igual un niño bien atendido que uno a quien se lo ha abandonado durante el día? ¿hay alguna madre que piense que su hijo crecería feliz y capacitado para enfrentarse a la vida, sin la ayuda de sus cuidados y de su amor? Los niños felices no “crecen de todos modos”, aunque tal vez sí lo hagan los desgraciados. EL DÍA DE LA MUJER ¿Qué tiene que envidiar a la mujer que trabaja, esa mujer que es la “reina del hogar”? ¿Dónde está la diferencia?¿Por qué no se le otorga el reconocimiento legal adecuado a la mujer que opta por su hogar, su familia, por su esposo y por sus hijos? ¿Por qué no se desarrollan políticas integrales que brinden protección a la familia, tal como lo dispone la Constitución? El 8 de marzo es el día de la Mujer. Pero es necesario consignar que no todas las mujeres están en su casa “porque no tienen más remedio”, o porque son unas “pobrecitas”, o mujeres que “no se han desarrollado”. No todas las mujeres son “feministas” o “ultrafeministas”, ni son abortistas o promocionan el uso de anticonceptivos antinaturales. Dedicaremos este artículo a las mujeres discriminadas por las ultrafeministas, e incluso por las simples feministas: aquéllas que adoptan una actitud activa y militante para acabar despreciando a la mujer que asume su vida y su vocación como esposa y madre. A éstas, a las mujeres discriminadas por las mismas mujeres, dedicamos este artículo.