El Directorio de la firma Editora Correntina SA quiere por primera, y ultima vez, dirigirse a la opinión pública ante la catarata de agravios, mentiras y decisiones judiciales a todas luces arbitrarias, que en las últimas se conocieron públicamente y que turbaron de manera sensible el funcionamiento normal de la empresa.

La historia negra de Editora Correntina SA, comenzó allá por 1993, cuando Julio Romero, haciendo uso de un poder caduco que le había otorgado su esposa Emma Tacta de Romero, vendió de manera fraudulenta el edificio propiedad de Editora Correntina SA a la firma El Cambacito SA, una empresa creada por él. Julio Romero incurrió en el delito de una venta fraudulenta de la propiedad, porque esta ya había sido vendida en 1973 por su esposa a la sociedad Editora Correntina SA, una empresa con la que ninguno de los dos tenía más ninguna relación desde meses después de su fundación en la década del 70. Julio Romero con su empresa El Cambacito fue llevado a la justicia planteando la nulidad de la escrituración fraudulenta que había realizado el escribano Alejandrino Maidana. Se generó así una causa judicial caratulada “Editora Correntina SA contra El Cambacito SA su acción de nulidad”. Corrían los tiempos del gobierno de Raúl Rolando “Tato” Romero Feris. Tiempos de abusos, de atropellos, de arbitrariedades de toda naturaleza con tal de conseguir que todos los medios de comunicación de la provincia endiosaran una gestión que ya mostraba, para quienes no estaban ciegos, los primeros síntomas de una corrupción y desmanejo que terminaría en ser la causante de la revuelta popular de 1999. Se conformó entonces la sociedad Julio Romero, (junto a su hijo Roberto Daniel que por aquel entonces hacía jugosos y turbios negocios con el gobierno de turno), Raúl Rolando Romero Feris. El primero con ansias de quedarse con lo que no le pertenecía, el segundo con el enceguecido deseo de manejar a su antojo y capricho el diario “época”. Fue entonces la juez Gladis Abad de Martínez, juez civil por aquellos tiempos, la que recibió la orden directa de ejecutar el plan jurídico armado por un equipo de abogados ligados al gobierno, para encaramar en la conducción del diario a Julio Romero. Abad de Martínez, con el desparpajo que la caracterizó para adoptar medidas irregulares, decidió entonces, en aquel expediente “Editora Correntina SA contra El Cambacito SA su acción de nulidad”, intervenir la sociedad Editora Correntina colocando como interventor al demandado: Julio Romero, un escándalo sin precedentes en la historia judicial de la Argentina. Eso sucedía en los primeros días de diciembre de 1994. Con las actitudes patoteriles y violentas que caracterizaron los oscuros tiempos del gobierno de Romero Feris, la conducción de la firma fue desplazada y expulsada del edificio propiedad de Editora Correntina. Julio Romero, pese a la prohibición judicial, en su calidad de interventor judicial convocó a asamblea de accionistas, dijo ser el tenedor mayoritario de las acciones y se auto designó presidente de un directorio “trucho”, integrado además por dos de sus sirvientes Daniel Almirón y Esteban Navarrete, y dio por propia decisión por terminada la intervención judicial. En la justicia, sus decisiones jamás quedaron firmes ni consentidas. Pero Raúl Romero Feris, con tal de consolidar su manejo discrecional del diario al que su tío accedía de manera complaciente, por decreto convalidó sus decisiones. En los estrados judiciales comenzó entonces la discusión acerca de quienes eran los accionistas de Editora Correntina SA. En mayo de 1995, la Cámara Civil declaró nula la intervención a Editora Correntina SA y concluyó que Julio Romero no era accionista de la firma. Calificó entonces con duros términos la medida cautelar de la juez Abad de Martínez, quien a la larga terminaría siendo expulsada juicio político mediante. La discusión llegó entonces al Superior Tribunal de Justicia de la provincia, un órgano donde mientras Romero Feris ejerció poder en la provincia, la causa durmió largos años, dándole tiempo a Julio Romero a producir una escandalosa maniobra de vaciamiento y su hijo Roberto Daniel, alias “Nelo”, una larga serie de fraudes que sólo apuntaban a secar la empresa exitosa de la que se habían apoderado ilegalmente. Un diario convertido en vocero de la máxima corrupción de la historia de Corrientes, manejado por un grupo de personas sin los más mínimos escrúpulos ni conocimientos en el manejo de una empresa seria y con todas las intenciones de vaciarla, terminó como la sociedad de Corrientes conoce en agosto del 2002: envuelto en un escándalo social y en una huelga de 11 días por el no pago de haberes desde hacía 17 meses. La intervención de la justicia volvió a traer la calma y la posibilidad de una salida. La juez civil y comercial número 9 María Eugenia Sierra de Desimoni, decidió entonces el reemplazo del interventor Julio Romero, auto consagrado accionista mayoritario, por el periodista Agustín Alfredo Zacarías, comenzándose una lenta, dolorosa y sacrificada etapa de reconstrucción en la que el directorio desplazado y los verdaderos accionistas de la firma decidieron colaborar de manera inmediata. En setiembre del 2004, después de 8 años, el Superior Tribunal de Justicia de la provincia llegó a un fallo definitivo: Julio Romero no fue nunca accionista de Editora Correntina SA, y los únicos reales accionistas eran Humberto Antonio Romero y la firma Tecnonea SA. Julio Romero reclamó entonces ir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación. El Superior Tribunal, rechazó tal posibilidad por considerar inamisible todo reclamo de su parte. Igualmente el desplazado interventor judicial decidió ir en queja al máximo órgano judicial de la Nación buscando un guiño a sus delirantes historias de propiedad y de derechos que nunca los había tenido. Alrededor de un mes atrás, la Suprema Corte de Justicia falló a su queja, desechándola de manera terminante y dejando firme el falló del Superior Tribunal de Justicia de la Provincia y de la Cámara Civil y Comercial de Corrientes en el sentido de que Julio NO TENIA NINGUNA RELACIÓN SOCIETARIA CON EDITORA CORRENTINA SA. Es claro, la historia está terminada. Sólo en una mente enferma y delirante se puede admitir seguir discutiendo quien es el dueño de Editora Correntina SA. LA NUEVA HISTORIA Pero a esta historia de terror que debió padecer Editora Correntina SA durante los últimos diez años, se le suma ahora la decisión de una juez de dudosa conducta, Silvia Garicoche, que decide, con el mismo desparpajo de Abad de Martínez en 1994, abrirle la puerta a Julio Romero y su hijo “Nelo”, convertido con el paso de los años en un famoso estafador internacional con condenas y causas abiertas en su haber, para que intenten una vez apropiarse del diario “época” para ponerlo al servicio del pasado de Corrientes, de Raúl Rolando Romero Feris, quien ve de manera irreversible como la escasa cuota de poder que le quedaba se le escapa como agua entre los dedos. Es así que volvieron el último domingo a la carga con un mandamiento viciado de nulidad y a todas luces ilegal para hacerse cargo y usar a su libre antojo el 99 por ciento del edificio propiedad de Editora Correntina SA violando así otras decisiones judiciales en el sentido de mantener clausurados dos pisos de la propiedad. Utilizaron las mismas viejas maniobras delictivas del 94: matones armados, delincuentes de la peor calaña convertidos en fuerza de choque, oficiales de justicia curiosamente interesados en concretar hasta el más mínimo de sus deseos y el respaldo incondicional del hoy dos veces condenado ex gobernador Romero Feris y sus mas leales servidores, entre ellos la juez Silvia Garicoche, quien se burló de los fallos de los máximos órganos judiciales de la Nación, y algún locutor radial de poca monta y dudosa moralidad que les abrió los micrófonos graciosamente en una cruzada rayana con la apología del delito. Pero esta vez no pudieron llevar adelante sus objetivos. No contaron con que en la provincia cambiaron muchas cosas. Hoy la policía ya no es la policía represora y violenta del 94; hoy los correntinos saben salir a defender sus fuentes de trabajo porque aprendieron a decirle no a los corruptos y ladrones, y hoy, la justicia está plagada de hombres probos, de jueces justos y honestos que saben poner límites a los escasos corruptos que aún sobreviven, pero que no nos queda la menor duda pronto dejaran de estar. Para el directorio de Editora Correntina SA, el intento de copamiento del edificio y posterior apoderamiento del diario “época” por la banda armada que encabezaron Julio Romero y su hijo “Nelo”, constituye el último manotazo de ahogado de un poder corrupto que agoniza. Roberto Romero, alias “Nelo”, le vendió al paradigma de la corrupción de Corrientes que estaba en condiciones de tomar por asalto el diario y ponerlo a su disposición para los últimos 15 de campaña convencido del poder del medio por la penetración que los otros diarios no alcanzaron, ni alcanzarán jamás, en la sociedad correntina. Fue nada más que una nueva estafa de “Nelo” Romero, que buenos dineros habrá hecho el pasado fin de semana, cobrando por su fracasado intento de robarse una propiedad y una empresa para ponerla al servicio de sus contratantes. Fue así como quisieron apoderarse de un edificio cuya propiedad es de Editora Correntina SA desde 1973, año desde el cual mantiene además la posesión y el uso de manera ininterrumpida. Esta es la verdadera historia de Editora Correntina SA, una historia que consideramos necesario contarles por primera y única vez a la sociedad de Corrientes para que no se vea sorprendida en su buena fe por una banda de estafadores que lo único que pretenden es volver al pasado y quedarse con el producto del esfuerzo y sacrificio de los demás. Es una historia plasmada en documentaciones, en fallos judiciales concretos de los máximos órganos de justicia de la provincia y de la Nación. Lo otro, lo que algunos delincuentes de diferente monta cuentan en micrófonos que se alquilan al mejor postor y en páginas de diarios de escasa circulación que sueñan con que Julio Romero vuelva al “época” para tener así una competencia fácil, es nada mas que los últimos estertores de un pasado doloroso que los correntinos no queremos volver a vivir nunca mas. A Julio Romero, su esposa Emma Tacta de Romero y su hijo “Nelo”, les queremos decir que no sueñen más con volver a apoderarse de lo que no les pertenece, porque nunca mas volverán a pisar la sede de la empresa que saquearon. Esa es una decisión tomada por quienes estamos dispuestos a defender cualquier precio el verdadero derecho a la propiedad y al trabajo con libertad. A la juez Silvia Garicoche, queremos pedirle que renuncie, porque, evidentemente los antecedentes lo demuestran, no están en condiciones de ejercer tan importante cargo y porque los nuevos tiempos que vive la provincia de Corrientes no admite jueces como ella, que se burlan de los fallos de los órganos superiores, de la Constitución y de las leyes. La sociedad no la necesita. Es parte de una “justicia” que tiene que terminar. A los grotescos personajes del pasado que intentan volver a encaramarse en el poder, o retener las pequeñas cuotas que le quedan aún, sólo nos queda decirle que han llegado al final de su camino. Es el fin. Corrientes ha cambiado, Corrientes seguirá cambiando, y ustedes ya no tienen lugar. No estamos dispuestos a aceptar nada que sea violatorio de la Constitución Nacional y provincial, de las leyes y de los fallos judiciales existentes. Esta es una posición tomada y que sabremos defender a cualquier precio. Queríamos hoy salir por única vez a la opinión pública a hacer conocer la verdad y a llevar la tranquilidad de que no cederemos ni un milímetro en nuestra lucha, porque entendemos que esta, es una historia terminada. (*) Recibido por Corrientes al Día del Directorio de Editora Correntina SA