Con relación al comunicado enviado a la prensa por el Ing. Manuel Alberto Vassallo, en respuesta a las denuncias de la Asociación Esteros Hesai sobre la problemática ocasionada por la actividad arrocera realizada en las inmediaciones de Pellegrini; desde la asociación Esteros Hesai,

La Cámara de Turismo del Iberá y el municipio de Colonia Carlos Pellegrini nos vemos en la obligación de aclarar que nuestra comunidad ha trabajado durante más de diez años con grandes esfuerzos e importantes inversiones, en el desarrollo planificado de la actividad eco-turística, como una alternativa productiva acorde al ambiente que la sustenta y las leyes que lo protegen, que permite detener la migración de jóvenes y que provee de una fuente de trabajo digna a los habitantes de la localidad. La actividad eco-turística de Colonia Carlos Pellegrini es una actividad que depende íntimamente de la conservación de los paisajes prístinos y de la vida silvestre del Iberá. En este sentido, invitamos al Ing. Vassallo a que investigue sobre la situación de la región en décadas pasadas y la realidad actual. Con seguridad descubrirá que en las últimas décadas, la presencia de guardaparques junto al vuelco de la colonia a la producción eco-turística, han colaborado a que hoy la zona de la laguna Iberá posea ambientes con grandes concentraciones de fauna silvestre que no huye ante la presencia humana. Esto lo puede comprobar cualquiera que visite la región. Esto es justamente lo que queremos proteger del avance de las arroceras: los paisajes y su fauna asociada; recursos no sólo valiosos en términos conservacionistas, sino también indispensables para la producción ecoturística que brinda sustento a más del 80% de los hogares de Colonia Carlos Pellegrini. La actividad ecoturística de la Colonia se realiza con todos los recaudos posibles para minimizar su impacto en el ambiente. Los turistas que nos visitan lo hacen con reservación previa, impidiendo cualquier posibilidad de desborde. Por otra parte, las posadas existentes en la localidad no poseen más de 10 o 12 habitaciones, lo que impide la presencia de gran cantidad de turistas en un mismo momento. Todo lo referido al manejo de la laguna, en cuanto a la circulación de lanchas para hacer avistajes, está muy bien controlado por el cuerpo de guardaparques; quienes supervisan la cantidad de embarcaciones que entran a la laguna al mismo tiempo, los recorridos que hacen, etc. En este contexto, resulta inadmisible que las denuncias que distintos sectores de la comunidad de Pellegrini han manifestado en relación a la actividad arrocera, se intenten volcar sobre el eco-turismo, ya que a nivel mundial se reconoce que el eco-turismo – correctamente planificado de acuerdo a las posibilidades del ambiente que lo sustenta – es una de las actividades que mayores posibilidades de mitigación de daños ambientales posee y, por ende, menos perjuicio ocasiona sobre la naturaleza. Con respecto a las acusaciones del Ing. Vassallo sobre la carencia de un sistema cloacal en Colonia Pellegrini, aplaudimos que el Ingeniero comparta nuestra preocupación al respecto, y le informamos que el municipio de Pellegrini ha trabajado arduamente en un proyecto en este sentido, proyecto que en la actualidad está aprobado y espera que el gobierno de la Provincia de Corrientes lo ejecute. Pero vale aclarar que esta situación no es exclusiva de Carlos Pellegrini, ya que se repite en la gran mayoría de las localidades pequeñas el interior provincial. Por otra parte, y aunque estamos de acuerdo con la urgencia de revertir la situación, es evidente que el nivel de contaminación que pudieran provocar los desechos biológicos arrojados a los pozos negros de una población de 700 habitantes, que alcanza la cifra de aproximadamente 1000 personas (entre residentes y turistas) en los momentos de mayor ocupación hotelera, no se comparan con los daños que pueden causar los químicos arrojados desde el aire sobre 2.000 has de arroz,.regadas con millones de litros de agua de las lagunas Iberá y Merceditas. Por otra parte, es importante aclararle al Ing Vassallo que la información sobre el consumo de agua de las arroceras, manifestado por la asociación Esteros Hesai, coincide con las cifras vertidas en el trabajo realizado por Héctor Currie y Laura Fedun (Cátedra de Hidrología Agrícola de la Facultad de Ciencias Agrarias de la UNNE), titulado “Los indicadores de eficiencia, herramienta de gestión y decisión para el riego en arroz”, publicado en la página web de la Asociación de Plantadores de Arroz de Corrientes. Con respecto a las argumentaciones del ingeniero sobre que las plantaciones de arroz disminuyen la evapotranspiración del agua, nos vemos en la obligación de recordarle que, en los alrededores de la laguna Iberá, el arroz se planta en tierras altas donde la cobertura de la vegetación era del 100% y, por ende, la evapotranspiración era ínfima. El arroz en el entorno de la laguna Iberá no se planta en tierras inundables, por lo cual con las plantaciones se crean nuevas áreas inundadas donde, a pesar de cobertura brindada por el cereal, el agua pasa a evapotranspirarse con valores superiores a los 100 milímetros por hectáreas. Es decir, se suman superficies inundadas nuevas con mayor índice de evapotranspiración que el que poseía el pastizal original. En ningún caso los arrozales amortiguan la evapotranspiración de los esteros y lagunas porque no es allí donde se planta arroz, sino que se siembra en áreas nuevas que antes no se inundaban. La cobertura de arroz podrá mitigar el efecto de evapotranspiración sobre las nuevas áreas inundables creadas por los sembradíos, pero estas son superficies que aumentan la evapotranspiración general de la cuenca. En otro sentido, cabe señalar que las arroceras asentadas en las inmediaciones de la laguna Iberá no han cumplimentado en tiempo y forma con los requisitos legales para realizar esta actividad. Ante esta realidad, es evidente la total falta de fiscalización por parte del organismo responsable de aplicar la legislación, el Instituto Correntino del agua y del ambiente (ICAA), ya que si los controles oficiales existieran, estas arroceras hubiesen sido clausuradas por el ICAA por no cumplimentar con requisitos básicos para plantar arroz en cualquier campo de la provincia. Hecho agravado por tratarse de plantaciones ubicadas dentro de una reserva natural protegida, que toman agua de una laguna que integra la Red Internacional de Humedales Protegidos por la Convención Ramsar (tratado intergubernamental aprobado en 1971 en la ciudad iraní de Ramsar, que promueve la conservación y el uso racional de los humedales). Cuando los organismos contralores no cumplen con su responsabilidad aplicando la normativa legal general, no pueden esperar generar confianza en sus dictámenes de presencia de agroquímicos en las aguas del sistema Iberá, y mucho menos cuando los controles lo realizan asociados con las empresas a las que deben controlar. Es ingenuo pensar que empresas privadas dejen en manos de un resultado de laboratorio sus intereses económicos. Por otra parte, ¿Es admisible que el destino de las aguas del Iberá y la salud de nuestra comunidad, dependan de estudios realizados por las mismas empresas inspeccionadas, que además, realizan su actividad inobservando requerimientos legales? Nuestro planteo de ninguna manera pretende desprestigiar la actividad arrocera de la provincia, importante fuente de ingresos. Pero el avance de las arroceras pertenecientes a un reducido número de empresas, dentro de un área natural protegida de la fragilidad del Iberá, con sus desmontes, fumigaciones y tomas de agua ilegales, nos obliga a denunciar la amenaza que esto implica para la sanidad de la naturaleza del Iberá, así como para la salud y la principal fuente de ingresos de las 700 personas que habitan Colonia Carlos Pellegrini.