La Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agrícola, informó a Corrientes al Día mediante un comunicado, que las perspectivas económicas para 2005 dependen en gran medida, de la evolución de la reestructuración de la deuda que impulsa el Gobierno y del acuerdo con el FMI.

Si las negociaciones prosperan, la Argentina se encaminaría a un escenario en el cual se consolidaría el crecimiento que mostró la economía en el primer semestre de este año. De lo contrario, se presentan dos escenarios posibles: el Gobierno podría romper con el Fondo. Entonces sería necesario cambiar la política económica y hasta, probablemente, el ministro Lavagna. O bien se podría continuar trabajando para obtener un apoyo mayor. Sería la prolongación de la situación actual, que no significa un caos pero genera incertidumbre en el mediano plazo. Mientras tanto, la falta de inversión en el sector de la industria pone algunos escollos en el camino de la recuperación y podría complicar el crecimiento de la Argentina. También, el tipo de cambio alto mantiene en alerta los fantasmas de inflación. Un dólar equilibrado se ubicaría un 15% por debajo el actual. Estas son las principales conclusiones de una charla desarrollada por Juan Pablo Cabrera y Rodrigo Park, economistas del Banco Río, durante el reciente Sexto Seminario de Comercialización de Granos organizado por el área de Economía de Aacrea en General Pico, La Pampa. TODAS LAS FICHAS EN LA REESTRUCTURACIÓN El Gobierno ha lanzado una propuesta de reestructuración de la deuda. Por cada dólar de deuda argentina defaulteada en manos de acreedores, propone pagar 30 centavos, lo que representa una quita equivalente al 70% en valor presente. Pero si en el futuro no se quiere caer en una nueva crisis, ¿cuál es la capacidad de repago que tiene el país? ¿Qué valor se podría pagarse sin poner en riego la sustentabilidad económica de la Argentina? “El Gobierno dice que ofrece lo máximo que se puede pagar pero, según nuestros cálculos, se podría llegar hasta los 35 y 40 centavos de dólar sin poner en riego el programa económico”, afirmó Cabrera. El grado de aceptación que logre la propuesta dependerá, entonces, de la mejora que se haga sobre la oferta actual. De lo contrario, el Gobierno podría no alcanzar el 66% de conformidad que se considera razonable para avanzar en la reestructuración. “Vemos que el crecimiento de 2005 tiene mucho que ver con cómo se resuelva esta larga novela de default y FMI”, señaló el economista. La evolución de las negociaciones representará para el país la posibilidad de vivir distintos escenarios, que van desde una situación de ruptura con los organismos financieros internacionales, hasta la consolidación de un crecimiento sostenido y casi asegurado para el próximo año. Si no se logra alcanzar un nivel de aceptación razonable, Cabrera consideró que existen dos escenarios posibles. El Gobierno podría continuar inflexible. Con esto el FMI no renovaría el acuerdo que hoy está suspendido y no quedaría otra alternativa que cambiar la política económica y hasta, probablemente, el ministro Lavagna. Si, en cambio, el Gobierno pide un tiempo y sigue trabajando para obtener un apoyo mayor, el acuerdo con el FMI continuaría suspendido, pero seguiría habiendo negociaciones por la reestructuración de la deuda. Sería la prolongación de la situación actual, que no significa un caos pero genera incertidumbre en el mediano plazo. Si se mejorar la propuesta, probablemente haya un acuerdo con el FMI y un crecimiento de la economía casi asegurado en 2005, de alrededor de un 5%, según el técnico. “A esto llamamos un escenario rosa, porque al buen momento que pasa hoy la Argentina se sumaría un clima de confianza que destrabaría muchas inversiones que hoy están estancadas”, alentó. “El escenario donde se mejora la propuesta y se consigue un canje exitoso tiene una probabilidad de 40% para nosotros. Otro tanto le asignamos a la situación en la que no se alcanza un nivel de aceptación razonable y hay fricciones con el FMI, pero se pide más tiempo y no se patea el tablero. El caso de ruptura sería el menos probable de los tres, aunque no podemos descartarlo de plano”, concluyó. LA INDUSTRIA PIDE INVERSIONES El desempeño de la economía fue satisfactorio durante el primer semestre del año, con tasas de crecimiento superiores al 11% en los primeros tres meses y mayores al 7% en los restantes. Este estado de la economía global se repite en distintos sectores. En el caso de la industria, la construcción y los servicios públicos, todo el año se registraron tasas de crecimiento mayores a los dos dígitos. De los 14 sectores básicos que supervisa el Gobierno, sólo cinco mostraron una contracción en el primer semestre, ellos son agro, minería, pesca, bancos y hoteles y restaurantes. Comercio y transporte aportaron un 30% del crecimiento del primer semestre del año, debido a un aumento de los salarios en el comercio. El sector industrial también tuvo una fuerte suba, de 23,4%, originado en el aumento de las exportaciones y la sustitución de las importaciones. Esto, a la vez, generó un efecto derrame en otros sectores, entre los que se beneficiaron los sistemas de transporte. La construcción, por su parte, aportó un crecimiento de 12%, ya que se registro un cambio de portafolio, de los dólares que muchos guardaban en el colchón a ladrillos. Además hubo un estímulo hacia las obras públicas, básicamente de infraestructura. “Pero lo que más nos sorprende es el desempeño del sector primario (minería, agro y pesca), que mostró una contribución negativa al crecimiento de 4,5%, porque, entre otros factores, la cosecha gruesa resultó afectada por factores climáticos”, dijo Park. “Hacia el futuro –agregó– nos preocupa el comportamiento del sector industrial. Hay muchos sectores que hoy trabajan al máximo de capacidad instalada y no vemos inversiones. Esto podría limitar el crecimiento de mediano plazo de la economía argentina”. Mientras la capacidad instalada en la industria se mantuvo casi en el mismo nivel desde el primer trimestre del 2002, la producción mostró un rápido crecimiento (Ver Gráfico 1). En los primeros tres meses de 2002, la brecha entre ambos actores superaba el 61%. En el segundo trimestre de 2003 esa distancia se acortaba al 27%. “Actualmente se encuentra alrededor de 13% y creemos que en futuro va a seguir achicándose”, advirtió el economista de Banco Río. Esto denota una escasez de inversiones, que si bien crecen en el último tiempo, se destinan a otros sectores y no la industria. Existe un fuerte aumento en la inversión de la construcción residencial, en el agro –sobre todo en maquinaria– y en telefonía celular, que también mostró un fuerte incremento en la primera mitad del año. “Pero la industria –dijo Park– recién recibiría un aumento en el nivel de inversiones cuando el tipo de cambio alto se perciba como permanente. Las nuevas inversiones orientarán hacia los sectores vinculados con las exportaciones o a la sustitución de las importaciones”. Hoy el total de la industria trabaja al 72% de su capacidad instalada, mientras el 60% de los sectores trabaja a más del 80%, un punto sobre la mayor utilización histórica de la capacidad instalada. “Si no aumentan las inversiones en los sectores industriales –siderurgia, químicos, textiles y petróleo, entre otros–, en los próximos años van a contribuir marginalmente al crecimiento de la Argentina”, subrayó. EL FUTURO DEL DÓLAR “La propuesta cambiaria que tiene el Gobierno es algo inédito en los últimos 30 años en el país. Un tipo de cambio alto y estable –una moneda local competitiva– no tiene antecedentes y genera algunas preocupaciones con respecto a su sustentabilidad en el tiempo”, alertó Cabrera. “Históricamente, la economía argentina se movió en un dilema en el cual no podía tener un tipo de cambio alto y estable. Generalmente, los períodos en los que el peso fue competitivo o el dólar alto, generaron inestabilidad, mientras las épocas de calma se relacionaron con un tipo de cambio muy bajo”, agregó. En los últimos 30 años, el valor del dólar en la Argentina fue anormalmente alto o bajo (Ver Gráfico 2). En la década del ´60 sería de 2,55 pesos, expresado a precios de hoy. En la primera mitad de los ´70 el dólar fue equivalente a 3,53 de hoy, producto de desequilibrios macroeconómicos importantes en la parte fiscal. Y los ´80, existió un tipo de cambio que a valores actuales sería 3,71, en un contexto de alta inestabilidad. Durante la hiperinflación, hubiese sido de unos 10 pesos. Como contrapartida, la experiencia cambiaria de fines de la década de los 70 (con la tablita del gobierno militar) generó un tipo de cambio que en la actualidad sería de 1,57. Y en el período de la Convertibilidad, el precio fue aún más bajo, de 1,27 pesos. “Vemos al Gobierno muy comprometido con este esquema de peso competitivo y un tipo de cambio alto, y pensamos que deberían pasar cosas importantes para que cambie esa política”, señaló Cabrera. “No obstante –añadió– de acuerdo con nuestras estimaciones, un nivel de dólar normal o equilibrado (en el cual el Banco Central no interviene en el mercado de cambio, como lo hace actualmente) sería entre un 10 y un 15% más bajo: un dólar de 2,6 pesos. Hoy el mercado tiende a ir hacia ese valor, pero la acción del Gobierno es impedir que eso ocurra”. El hecho de que sistemáticamente el Banco Central esté comprando dólares en el mercado implica que se preserve la rentabilidad de los sectores exportadores y los que sustituyen las importaciones. Pero, como contrapartida, los pesos que se imprimen para comprar dólares podrían provocar un crecimiento demasiado rápido del circulante. Esto fomentaría las intenciones de gasto en el sector privado y, si la capacidad productiva del país no crece en forma similar, el riego es un aumento en la tasa de inflación. Según explicó Cabrera, “la experiencia histórica de la Argentina en los últimos 30 años indica que este esquema de dólar alto no funciona porque tiende a ser licuado por el aumento de la inflación en el mediano plazo, gracias a esta sostenida intervención del Banco Central”. ¿Qué condiciones tienen que haber para que el dólar se mantenga alto y estable, sin una tasa de inflación demasiado elevada? “Básicamente que el Gobierno compre dólares con superávit, y no con emisión monetaria”, respondió el técnico. El superávit hoy está en un máximo histórico, pero existe un gran signo de interrogación respecto de si se puede mantener en el tiempo, al menos cinco años, ya que todavía quedan muchos desafíos por delante. “Por estas razones –dijo Cabrera– pensamos que de aquí a fin de año el precio del dólar fluctuará entre 2,90 y 3,10, con una inflación en alza, que en el 2004 terminará en 6% y 2005 entre 8 y 9%”. Según las estimaciones de los economistas del Banco Río, el dólar estará más cerca de 2,90 en la medida en que la reestructuración de la deuda se resuelva favorablemente y eso estimule el ingreso de capitales de corto plazo. En tanto, estará más cerca de 3,10 si existen problemas de competitividad en la economía. Si el Gobierno percibe que hay problemas de rentabilidad en el sector exportador o que compiten con las importaciones, es probable que haya algún intento para hacer una pequeña devaluación inducida, llevando el tipo de cambio hasta 3,10 de aquí hasta fin de año. RETENCIONES POR UNA AÑO MÁS “Existe un mensaje contradictorio por parte del Gobierno, en el sentido de que promueve las exportaciones y al mismo tiempo le pone un impuesto del 20% al agro. Este no es un mensaje demasiado consistente en el mediano plazo”, dijo Cabrera y consiguió la aprobación de los productores presentes en el encuentro de Aacrea. Ahora, ¿podría bajar las retenciones si se mantiene esta situación de holgura fiscal? “Nuestra sensación es que no”, lamentó. A fines de 2003 el superávit primario sin las retenciones arrojó como resultado cero. Es decir que el superávit primario que tenía el Gobierno (unos dos puntos del PBI) era producto de las retenciones a las exportaciones. En 2004 el superávit sin retenciones aumentó significativamente, a casi dos puntos del PBI, debido a una mejora de la recaudación por IVA y por el impuesto a las ganancias. Pero el Gobierno considera que existe un nivel crítico de superávit primario en torno del 3% del PBI. Por lo que recién podría iniciarse un debate para bajar parcialmente las retenciones el día en que, sin retenciones, el superávit esté cerca de ese nivel. “Con viento a favor, esto pasaría sólo a fines de 2005”, pronosticó Cabrera.