Nacionales
Viaje a Tartagal, la tierra olvidada
SALTA
En el departamento salteño de San Martín viven 200.000 personas entre el desempleo, la falta de agua, medicinas y sanidad. Es un mundo de pobreza donde hace diez años nacieron los piquetes cortando rutas y que vuelve a la actualidad por la caída del puente que se llevó el río Seco.
El colectivo de la Veloz del Norte avanza a los tumbos hasta su nueva parada rumbo a Tartagal. Los pasajeros deberán hacer trasbordo en un viejo carro ferroviario. Así cruzarán el camino cortado, que se convierte en una nueva frontera, la que separa al resto del país de la región del olvido. El olvido, rechazado en pos de los derechos humanos violados en el pasado, se puede ver y escuchar con feroz actualidad en el departamento de General San Martín, donde 200 mil personas han pasado el último mes aisladas por el corte del puente sobre el río Seco. Hubo unas horas en que los camiones y las camionetas de doble tracción podían vadearlo por una especie de huella en el agua: un badén de piedras acomodadas a punta de pala mecánica en el torrente que baja de las serranías. La endeblez de la vía es tal que nadie en Ballivián, Tartagal, Aguaray o Pocitos cree en realidad que con el sol de ayer se pueda volver a usarla. La desocupación, el hambre, la represión, la falta de agua, de medicamentos para las urgencias, las necesidades de todo tipo, flotan sobre el agua del puente cortado, como cuerpos que nadie quiere ver. Allí donde comenzaron los piquetes hace casi diez años, comienza esta crónica. Una camioneta del sesenta, azul, medio destartalada pero fuerte, va con la caja llena de gente por el difícil camino de tierra de la misión indígena “Kilómetro 6”. El hombre que por pedido del intendente acompañaba al cronista a un recorrido por la zona había sido involuntario testigo del drama de esta familia de wichís y chorotes. Lo habían contratado para trasladar el cuerpo muerto de una niña de dos años. El cadáver había quedado varado en Salta capital por el corte del camino. Como el sábado el río se calmó, entonces pudo irse tarde por la noche. Cuando llegamos salían de la reserva rumbo al entierro. Al asomarme a hablar con el cacique, se asomaba entre las piernas de los deudos la imagen de una mujer que lloraba arrodillada junto al pequeño cajón. Los seguimos rumbo al campo, en primera. Al kilómetro entraron por un sendero abierto en el monte, hasta un descampado. Entonces caminamos, en fila india. Llegamos al cementerio y allí la enterraron, después del sermón de un pastor de Asamblea de Dios, la iglesia evangélica en la que creen. NIÑOS MUERTOS El intendente Darío Valenzuela había hablado el día anterior de la misma tragedia en números: la mortalidad en el área es de 22 por mil, casi el cincuenta por ciento más que el promedio del país en 2004, y mucho más que los 16,4 por mil de la provincia de Salta durante el 2003. Acompañada de una cifra que se hizo noticia cuando los piquetes salteños inauguraran una forma de protesta que marcó la década y que no se revierte, la desocupación asciende al 45 por ciento, con picos mayores en zonas como Aguaray. Nunca los salteños que vivieron la dorada época de YPF y luego su privatización se recuperaron del golpe. La política del gobierno de Juan Carlos Romero, acusan, ha sido segregarlos. Por eso pasó tanto tiempo sin que el puente fuera mantenido. Por eso las rutas y los caminos del departamento son a veces peores que los de un campo inundado en la provincia de Buenos Aires. Y fue por los caminos cortados que se fue desmejorando Leonor, la niña wichí-chorote, muerta finalmente el jueves por una desnutrición grave al no haberle parado la enterocolitis. “Comenzó el 25 de diciembre, cuando le agarró diarrea y vómitos –cuenta su padre, Cornelio Soroco, hijo del cacique Esteban Soroco. La llevamos por consultorio tres veces, pero los tratamientos se interrumpían porque la lluvia cortó el camino y no llegábamos a Tartagal. Como los esfuerzos de las máquinas están en el corte del río Seco, acá recién esta semana dicen que van a venir las máquinas”. Cornelio insiste en la cantidad de veces que llevaron a su hija hasta el hospital zonal de Tartagal, y luego a la salita que hay en la misión. “No es como me quiso decir una doctora, que nosotros la llevamos al estado de la desnutrición. Pero nos daban seis inyecciones, y un día entraban los enfermeros, y al otro, ya no, por el corte. Así se fue empeorando. Al final ya tenía convulsiones, por la fiebre.” En los días en que Leonor se enfermó de lo que lleva a la muerte a la mayoría de los niños fallecidos en la zona, algo crucial se complotó con el corte de ruta: se cortó el agua. De hecho las ciudades del partido pasaron Año Nuevo sin agua, sin luz y sin teléfono. Claro que el agua, coinciden todos los entrevistados, es el más viejo y peor de los karmas. Con esa agua que no se puede tomar y que llega de a ratos es que se alcanzan los records de pobreza que se ven en la zona. Según las visitadoras que de Salta llegaron el viernes a ver a los otros niños de la comunidad, sólo en ese paraje hay 15 menores de seis años desnutridos. LA FRONTERA En el peor momento los camiones hacían una fila que llegaba más allá de donde los ojos de doña Angélica y su nuera Nelly podían ver. Doscientos a un lado de la ruta, doscientos del otro. Ellas, las mujeres que hace diez años manejan ese puesto de madera antes del cruce del ex puente, vieron cómo se fue “partiendo” hasta que la correntada del 31 de diciembre se lo llevó. Y a los viajeros llegar a su rancho embarrados, mojados por la lluvia, cansados de haber atravesado el río caminando con el agua en la cintura, o desafiando la altura del puente ferroviario, quinientos metros más abajo, donde un niño, un hombre y una mujer mayor cayeron los cinco metros que hay entre el sendero y el río. “Acá les prestábamos ollas a los que se cocinaban. Y no aumentamos los precios. El sandwich de milanesa completo a dos pesos, porque la carne subió un cien por ciento. En las vías se instalaron otros que pusieron sus propios precios más caros para aprovecharse de los desesperados, pero los bagayeros y los changarines se venían a comer acá”, dice Angélica. Los changarines son los hombres y las mujeres que se alquilaban para transportar los pertrechos de los varados por un camino de tablas endebles en el puente ferroviario, un costado de la vía por el que se avanza sin mirar a los costados. Los bagayeros son los que bajan ropa barata de Bolivia para revender en otras zonas del norte argentino. Como ya no hay tours de compras para los de las provincias vecinas por el corte, pelean vendiendo por las calles de Tartagal el sustento diario que escasea. Gracias a sus contactos con algunos “que pasan la frontera monteando por caminos secretos”, Angélica se hizo de cebollas, azúcar, y otros productos que empezaron a escasear con el corte. “Acá uno ve cómo persiguen a la gente, y el abandono de este gobierno de Salta que no nos considera argentinos. Todos sabemos que Romero dice que de Embarcación para acá no somos de Salta, que somos kollas”, dice la nuera, doña Nelly. La mujer de cara redonda y ojos rasgados no se reconoce indígena, y no quiere rastrear en su pasado de dónde vienen sus rasgos, pero a la teoría del gobierno la retruca con una simple frase: “Nos quieren joder, pero en realidad todos somos iguales”. EMPRESAS Y POBREZA El monopolio mediático de la familia Romero, a través del diario El Tribuno, creó una particular crónica de los hechos durante el mes de corte. Tal como los procedimientos de Defensa Civil de la provincia que ahora se ven en el cruce, carpas con agua y hasta un vocero de prensa en la zona, la gravedad de la situación fue reconocida recién hace una semana, sin que jamás la realidad social de la zona aislada se reflejara. En su editorial de ayer, el director Roberto Romero coloca a su hermano el gobernador en el lugar que le tocó jugar a Aníbal Ibarra tras Cromañón. “Ante una tragedia –dice–, los resortes de la politiquería se activan lanzando a sus militantes a una carrera en la que buscan salvar el propio pellejo o causar el mayor daño posible al adversario.” En la práctica, Romero ha sido consecuente. En la semana, cuando en Tartagal aterrizó el vicegobernador Wayar, lo hizo acompañar de 300 policías. Unos 150 piqueteros rodearon el hotel en el que se recluyó y le pidieron una audiencia. Les respondió con palos y tiros. En el barrio más alejado del centro de Tartagal, frente al basurero municipal en el que se revuelcan los chanchos y come un burro gris y flaco, doña Clotilde Azuyares no tiene la menor idea de las versiones políticas del corte. Lo único que vino a enfrentarla a una falta más en la enorme lista de faltas a sus 68 años, es que cuando fue a la despensa se encontró que ni azúcar, ni cebolla, ni velas. En el fondo se ve a su marido, enfermo de próstata. Junto al chiquero, a su hija ya grande, ensimismada y rabiosa desde que no le paran los ataques de epilepsia. Ella no se queja. “Nos han dejado olvidados. Antes trabajaba de lavandera y la plata daba. Ahora a veces necesito para comer y mato un chancho”, dice en el portón. A lo lejos se ve cómo cruza lo que parece un puente pero es el caño que saca el gas de la provincia. “Acá hace años que vivimos así, nada de lo que ve usted es nuevo”, murmura y se acuerda de cuando ella tenía trece años y “La Evita” vino al pueblo, la vio vestida de blanco, bajar del tren y caminar por una alfombra roja hacia la iglesia. “¡Qué linda mujer era! ¡Cómo la lloraron! Dicen que trajo mucha ropa para dar, pero a mi no me tocó nada”, recuerda, aferrada a un gran tambor en el que los de la municipalidad le dejan agua, cuando vienen en el carro. Los del municipio de Tartagal, 70 mil habitantes, corren en varios sentidos. “Cuando la empresa de agua no entrega agua, nosotros la llevamos. Vivimos haciendo lo que otros no hacen”, dice el intendente Darío Valenzuela, un joven arquitecto, del Partido Renovador de Salta (PRS). El hombre tiene una cuadrilla todo terreno que incluso paseó a este cronista por sitios claves. Son los mismos que cuando nadie quiso entrar al río intentaron contenerlo con plásticos antes de que el agua se llevara el puente. Pero es evidente que no alcanzan los recursos ni las manos. “Todo arrancó en los noventa, cuando cierra YPF. Lo primero que reventó fue lo social y económico, el trabajo, y entonces tuvimos piquetes. Hoy se derrumba la infraestructura. Aquí los arreglos de éstos los hacía YPF. Durante diez años no los ha hecho nadie, el abandono nos ha llevado al límite”, dice Valenzuela. En el límite entre un lado del río y otro, sobre el carro ferroviario, un grupo de amigos, hijos de “ypefianos”, entre los 25 y los 30, se dan el lujo de irse a Salta para ver jugar a Boca. Ellos bajan de un poco más al norte de Tartagal, el pueblo de Aguaray, de unos 11 mil habitantes. Allí, dicen, la desocupación es la peor de la zona: supera el 50 por ciento. Casi todos los que fueron de YPF cobraron sus indemnizaciones, las malgastaron en comercios que saturaron rápidamente el ya chico mercado y ahora sobreviven en la indigencia y el abandono. “Vemos cómo la gente que antes tuvo su auto ahora deambula borracha por las calles. Vemos la injusticia de que cuando la refinería que le da gas a Bolivia, Chile y a buena parte de la Argentina está en Aguaray, ¡nosotros no tenemos gas!, se queja Silvio Faur, 26 años. Se refiere a Refinor, la destilería de Campo Durán y al resto de las empresas privadas que se quedaron con los recursos minerales de la zona: Tecpetrol, Panamerican Energy, Pluspetrol y Compañía General de Combustibles. “Nosotros tenemos el dique que le da agua a la provincia y no tenemos agua y vemos a los terratenientes que desmontan y pelan para sembrar soja y poroto para exportarlo. Nada queda acá y no emplean a nuestra gente”, dice Rojas, que sacó adelante el negocio de su padre, la soda. “No hay industria al punto de que para cargar el gas tenemos que llevar las garrafas a Salta capital cuando el gas lo tenemos al lado, se lamenta. El corte es una alarma que suena hace mucho pero nadie escucha.” Fuente: Pagina /12
El presidente chino Xi Jinping visitó la Rosada. Se anunció un mecanismo para reforzar las reservas del BCRA. También habrá créditos para represas y el Belgrano Cargas. China quiere ganar peso comercial y financiero en la región. Acuerdos que generan deudas.
(www.clarin.com) Fueron palabras del presidente Xi Jinping: este es el año del Caballo, y la Argentina es conocida -dijo- como el país de los caballos. Por eso, formuló sus deseos de que sea un “caballo galopante” la profundizada relación estratégica con la Argentina.
De estilo muy sobrio, con esta gráfica alusión al calendario chino sorprendió Xi a la hora de los discursos, tras encabezar con Cristina Kirchner el acto de firma de acuerdos bilaterales por más de US$ 7 mil millones, que aportarán los chinos para financiar obras de infraestructura.
Estos aportes eran muy ansiados por el Gobierno, con problemas para financiarse, caída de reservas y el fallo adverso de la Justicia de EE.UU. que obliga a pagarle a los fondos buitre y al menos demoró el plan oficial de “regreso al mundo” para buscar fondos en los mercados internacionales de crédito.
Los acuerdos con China incluyen, tal como se había anticipado, US$ 2.099 millones para revitalizar el Belgrano Cargas (el Estado nacional aportará otros US$ 370 millones); y US$ 4.714 millones para la construcción de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic en Santa Cruz, obras largamente postergadas y acaso último megaproyecto de la era kirchnerista. El otro acuerdo con números a la vista es el aporte chino para la compra de 11 buques de dragado, por 423 millones de dólares.
En total se suscribieron una veintena de acuerdos, y una declaración conjunta que elevó el vínculo bilateral a “asociación estratégica integral”, un estatus que China sólo tenía en América latina con Brasil, México y Perú, y supone la decisión de profundizar la cooperación mutua.
A estos acuerdos se sumó más temprano –sin presencia de los presidentes– la firma de un segundo swap (el primero fue en 2009), un intercambio de yuanes y pesos por US$ 11 mil millones que podrán usarse para reforzar las reservas del Banco Central. Cristina celebró este punto en un momento de “ataques especulativos” de los fondos buitre.
Xi Jinping llegó a las 17.20 a la Casa Rosada, donde fue recibido con honores militares por los Granaderos. Caminó por la alfombra roja y en el Salón Blanco lo aguardaba Cristina para el saludo, los himnos nacionales y la presentación de delegaciones. Luego pasaron al despacho presidencial, donde estuvieron reunidos a solas y luego sumaron a sus ministros, durante una hora.
La última visita de un presidente chino fue la de Hu Jintao, en 2004. Allí se estableció una asociación estratégica, se firmaron memorándums de entendimiento y el gobierno kirchnerista había generado un singular clima de furor previo al propalar la versión de que llegarían US$ 20 mil millones, que nunca se concretaron.
Ayer, el presidente Xi tuvo su inmersión en el estilo de los actos K: hubo una videoconferencia con El Calafate, por las represas santacruceñas, con el gobernador Daniel Peralta; y otra con Maciel, Santa Fe, donde el secretario de Transporte Alejandro Ramos y Wang Hong, vicepresidenta de la empresa estatal china que canalizará los créditos, hablaron de las obras del Belgrano Cargas.
La jornada terminó con una cena en el Museo del Bicentenario. A la hora de los regalos volvieron los caballos. Cristina mostró las fotos –“No podíamos traerlos acá”, se excusó– de los que regaló. A la primera dama china, un caballo de silla, y a Xi, uno de polo. “Ambos son reproductores, sementales”, enfatizó. “Ahora sí, brindo por el año del Caballo de Madera, a brindar por la Argentina, por la amistad con China”, cerró la Presidenta antes de chocar copas con Xi.
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Municipio de la Costa. Otra denuncia contra Boudou de sus días como funcionario municipal
CASAS QUE NUNCA SE REALIZARON
La denuncia tomó nuevo impulso cuando en las últimas semanas la oposición del Concejo Deliberante de la Municipalidad de la Costa impulsó una denuncia contra Amado Boudou (secretario de Hacienda local en 2005), Juan de Jesús (por entonces intendente y actual diputado provincial) y su hijo Juan Pablo (ahora a cargo de la comuna) por presunta “defraudación al Estado nacional”.
(www.perfil.com) Según reseña la publicación La Tecla, en 2005 se firmó un convenio para la construcción de viviendas con Nación, el cual fue firmado por los funcionarios mencionados, entre ellos vicepresidente procesado en la actualidad por la causa Ciccone.
La licitación la ganó la firma Cantera FC y debía terminar la obra en 2006; pero para agosto de 2007 se había abonado más de dos tercios del monto total y más de la mitad de las casas estaba sin terminar, según consigna la revista.
Proveedores de Cantera FC denunciaron haber recibido cheques sin fondos. Tras esto, la empresa entró en convocatoria de acreedores pese a presuntamente haber cobrado hasta ese momento unos 24 millones de pesos.
Cantera cedió los créditos al Banco Hipotecario, y éste emprendió una causa judicial contra el municipio para cobrar la supuesta deuda de 1.930.000 pesos” por las casas que nunca se terminaron”, dicen desde la oposición. Y éste fue el puntapié para su tratamiento y denuncia la cual fue impulsada por Marcos García, concejal del bloque A toda Costa.
Según García, Boudou “fue quien firmó los cheques, que además no estaban a la orden, cuando los cheques en la administración pública deben estar cruzados” y porque “él firmó eso y firmó los cheques por 24 millones de pesos”, sostuvo García. Los denunciantes buscan investigar hasta qué punto llegaba la relación entre Cantera FC y el vice.
Familiares acusaron al canciller por negociar en secreto con Irán y dijeron que “nuestros muertos piden justicia, no acuerdos”. Del piquetero K aseguraron que “debería ocupar un banquillo ante la Justicia”. Y criticaron que tenga espacios en TV y radio.
(www.clarin.com) El vicepresidente de la AMIA, Thomas Saiegh, exigió hoy al Gobierno nacional “medidas concretas” para conseguir la captura de los iraníes acusados del atentado contra la mutual judía AMIA y que “sean sometidos a juicio en Argentina”.
También reclamó al Congreso de la Nación “la derogación expresa” de la ley que habilitó el memorándum con Irán, que fue declarado inconstitucional por la Cámara Federal. Fue el primer orador de un acto que incluyó duras críticas al canciller Héctor Timerman y al piquetero oficialista Luis D’Elía.
Luego de Saiegh habló el periodista Alfredo Leuco, quien comenzó diciendo que “los muertos no tienen ni paz ni justicia”. El conductor de Radio Mitre recordó diferentes historias de víctimas del atentado, como la de Sebastián, un niño de 5 años y repasó la evocación de sus compañeros en el colegio.
“La impunidad no es producto de un fenómeno natural sino producto de la ineficacia de ocho presidentes que pasaron y pasaron”, dijo Leuco. Y acusó al ministro Timerman por el memorándum con Irán.
“Será recordado como el canciller responsable del delito de lesa impunidad. Quedará grabado en la historia por esta traición al pueblo hebreo y argentino”. Y también le apuntó a Luis D’Elía, a quien acusó de antisemita.
Finalmente, habló el familiar Luis Czyzewski, quien perdió a su hija en la masacre. Czyzewski dijo que, “En cada una de nuestras casas hay una silla vacía”. Luego, criticó el acuerdo del Gobierno nacional con Irán y calificó de “mal gusto” al denominar ese arreglo como un memorándum de entendimiento.
“Señor ministro Timerman, si el memorándum fuera tan bueno ¿por qué lo negoció en secreto? Usted parece que no tuvo en cuenta que negociaba con un gobierno repudiado por la comunidad internacional”, fustigó el familiar. “Parece que para usted, señor canciller, esto no era trascendente. El gravísimo error diplomático de acordar con Irán no es gratuito”, indicó.
Czyzewski agregó que, “Nuestros muertos piden justicia, no acuerdos”. Y se preguntó: “¿Por qué nunca se denunció a Irán como un país terrorista?”. También criticó al gobierno menemista y dijo que “´¿Cómo la Justicia no pudo encontrar pruebas contra Corach?”, en referencia al ex ministro del Interior de Carlos Menem, bajo cuyo mandato sucedió el atentado.
Y criticó que Luis D’Elía tenga espacios en radio y televisión para difundir su pensamiento antisemita. “D’Elia debería ocupar un banquillo ante la Justicia”. Y también dijo que en el programa “Fútbol para Todos” no mostró un homenaje hecho por las víctimas de la AMIA y agradeció, por el contrario, a los clubes Boca y Estudiantes.
Además, Czyzewski pidió a Julio Schlosser (presidente de la DAIA) que aclare los contactos que tuvo con Timerman antes de la firma del memorándum de entendimiento con Irán. Y también añadió que, “Apoyamos la creación de una CONADEP para la causa AMIA”.
Minutos antes de las 11, se emitió un mensaje en video grabado del Papa Francisco.
El año pasado los cuestionamientos pasaron por el memorándum firmado por el Gobierno con Irán, que prometía poder tomarles declaración a los funcionarios iraníes sospechosos de ser autores intelectuales de la masacre pero a cambio de hacer caer las circulares rojas de Interpol. El pacto fue declarado inconstitucional por la Cámara Federal y el Gobierno apeló a la Corte empantanando la polémica idea de Cristina.
Con el sonar de la sirena, comenzó a las 9.53 el acto central para recordar a las víctimas del atentado que en 1994 destruyó la sede de la AMIA, provocando la muerte de 85 personas y más de 300 heridos.
Bajo el lema “Ni un día de olvido”, se recordó a las víctimas del ataque perpetrado hace 20 años en la mutual judía ubicada en Pasteur 633, en pleno barrio de Once. Mario Pergolini fue el maestro de ceremonias.