Estudiantes de la Escuela Técnica de Corrientes, luego de estudiar las cualidades de este vegetal y las posibilidades de producción, idearon una máquina para hacer el trabajo mucho más efectivo. Menos tiempo y costo serían dos de los beneficios de este proyecto estudiantil.

El tártago o Ricino es un vegetal considerado en esta región como una maleza. Como tal se la combate para eliminarlo. Inclusive está considerado de la misma manera por el Banco de la Nación Argentina, que otorga créditos para combatirlo. Los alumnos de la Escuela Técnica Nº 2 abocados al estudio de este vegetal dijeron que ésta es una conducta que demuestra el total desconocimiento de algunas propiedades que este vegetal tiene como cultivo. “El cultivo del tártago no es nuevo en el mundo, es nuevo en nuestra región”, explicaron. Una realidad que en países como Brasil es totalmente diferente dado que no sólo conocen a la perfección las cualidades de esta planta sino que además incentivan su producción para incrementar la producción de aceite de ricino y de biocombustible. Hoy, y luego de estudiar detalladamente esta realidad, un grupo de alumnos de este establecimiento educativo, guiados por el profesor Ramón Oscar Fernández, buscan la manera de mecanizar la siembra de este vegetal. Para ello, uno de los alumnos que participan de este proyecto, Adolfo Sebastián Sabala, ideó una máquina que permitiría optimizar la cosecha del cultivo. Esta idea fue presentada por Fernández en la II Palestra Nacional del Tártago que tuvo lugar en septiembre pasado en la provincia de Salta, y que cautivó la atención de los representantes de las empresas de Oilfox y de Pretrobras. En este sentido, los alumnos explicaron que el hecho por el cual el tártago es considerado un yuyo millonario es porque sus semillas contienen entre el 48 y 58% de aceite de ricino, cotizado a un valor muy interesante en el mercado internacional, mientras que en Corrientes es considerado una maleza y no es explotado. Cabe destacar que el trabajo realizado por los alumnos es un aporte del trabajo de la educación pública y en especial de las escuelas técnicas a modificaciones culturales de alto impacto en la economía sobre todo de los pequeños y medianos productores en situación de pobreza o de vulnerabilidad social. “Actualmente, los pequeños productores, con menos de 25 hectáreas, se encuentran empobrecidos debido a un conjunto de factores que confluyen, como la falta de herramientas adecuadas, falta de capacidad técnica en el análisis de posibilidades y oportunidades, cultura agrícola tradicional de bajo impacto, deficiencias en la cría y engorde de ganado, entre otras”, explicaron. Con este proyecto, el objetivo de los alumnos y profesores a cargo es realizar un aporte sustancial y altamente significativo a las modificaciones culturales que tiendan a mejorar las condiciones de vida de las familias en situación de riesgo social, “pero también pensamos en los medianos y grandes productores, porque si bien es necesaria la solución a los problemas de las familias, no debemos olvidar que la riqueza de una región se basa en un esfuerzo conjunto de todas las fuerzas productivas y el uso adecuado de los recursos disponibles”, dijeron. También comentaron que el desarrollo de la máquina ideada desde un principio por Sabala va teniendo mejoras, porque la idea es ir simplificando y abaratando los costos. Para el desarrollo de la máquina, cabe destacar que concurrieron a la Escuela Regional de Agroindustria de la Unne (Eragia) para asesorarse y lograr orientación, como también antecedentes en la zona, y así lograron un modelo de máquina que permitirá abaratar los costos del trabajo al productor y, a su vez, lograr una mayor rentabilidad de su cosecha. La concreción de esta máquina permitiría a los productores realizar un cultivo más extensivo y a su vez, la disminución en el tiempo de la cosecha. En este sentido, Fernández hizo una comparación entre las posibilidades de una provincia como Corrientes y Misiones. Al respecto dijo que para los misioneros es más dificultoso un cultivo extensivo del tártago porque tiene terreno en declive, mientras que en Corrientes esto no se da, lo que permitiría un desarrollo más interesante de este cultivo que además, para su beneficio y a diferencia de la soja, es un abono natural para el suelo. Por otro lado, la cosechadora tendría una ventaja sustancial con respecto a la cosecha manual, dado que esta última impediría el contacto de las personas con la venenosa leche del tártago que tanto daño hace a la piel, y además no se cortaría la planta de raíz, sino que, por el contrario se le permitiría un segundo brote, lo que redoblaría la producción que actualmente tiene la mayoría de los productores de tártago. “Algo muy discutido pero que, después de la experiencia de campo que realizamos podemos afirmar que el rebrote de la planta de tártago es una realidad”, dijeron. De todas maneras, los chicos tienen la maqueta, pero ahora necesitan el financiamiento para la realización del prototipo de la máquina. PROFESOR DE LA UBA ASESORA A LOS ALUMNOS Uno de los asesores de este grupo de estudiantes encabezado por Sebastián Sabala y complementado por Miguel Alejandro Pinto, Gabriel Pinto Ruiz, José Peralta, Cristian Daniel, Darío Aranda, Mario Correa, Lucas Cardozo, Gerardo Romero, Mauro Ojeda y Guillermo Lugo, es nada más y nada menos que Daniel Wassmer. Daniel Wassmer es un investigador ingeniero, director de la cátedra de Cultivos Industriales de la UBA, que realizó un prolijo trabajo de investigación para una tesis de grado relacionada al tártago. Específicamente, fue Wassmer quien estudió la densidad de plantas por unidad de superficie, cantidad de cachos (racimos) por plantas, cantidad de semillas por cacho, cantidad de aceite por cada variedad genética de semillas y la influencia de los primeros y segundos y terceros cachos en la producción aceitera. Con él y de manera conjunta con profesores locales, como Ramón Oscar Fernández, Ricardo Espósito y Federico Fernández, los alumnos de la escuela técnica llevaron adelante este proyecto. Sobre este trabajo, estos alumnos realizaron un aporte original a través del cual buscan modificar algunos trabajos culturales para la región. También buscan mecanizar la siembra, la necesidad de producir el rebrote, incrementar el número de los primeros cachos, incrementar la densificación, poda sostén de los primeros cachos exclusivamente, mecanizar la cosecha de semillas. Cada uno de estos pasos representa innovaciones tecnológicas en modificaciones culturales del manejo tradicional de este cultivo en el mundo. En una segunda etapa, se debería considerar el descascarado de la fruta para obtener la semilla limpia, mientras que una tercera etapa es necesario reflexionar sobre la producción aceitera, tipo de extracción del aceite para obtener el máximo valor posible, y una cuarta etapa debería incluir en el análisis los productos y subproductos de origen químico de alto valor en el mercado internacional.