Signos Literarios
A propósito de los intereses y las servidumbre ejercidas en nombre de la filosofía
SIGNOS LITERARIOS
La inteligente nota de Horacio González acerca de los intereses de la filosofía ofrece una excelente oportunidad para reconsiderar el asunto de cara a la cuestión crucial de la problemática genuina a la que esta debería responder.
Aunque la nota ha sido escrita a propósito del Congreso de Filosofía que por estos días se realiza en la ciudad de San Juan, no voy a examinar aquí su asunto ni tampoco todo lo que el evento implica como actividad que junta a eruditos, profesores y expertos para difundir las novedades de la especialidad. Horacio González ha hecho observaciones muy pertinentes en este punto de modo que bien vale remitirse a lo ya dicho. Hay, sin embargo una cuestión, con la que se cierra su nota que vale la pena reexaminar. Dice González que el tema verdadero de un Congreso de filosofía es uno solo: indagar sobre sí mismo para poder hablar de las circunstancias históricas que, como siempre, nos abruman. En verdad no se si es esa es la preocupación de este Congreso y por mi parte creo que es mejor explorar el tema tratando de ir un poco más allá de este o de cualquier otro evento ocasional, porque el asunto constituye hoy para nosotros una cuestión crucial y un inocultable dilema de la anatréptika filosófica inaugurada por Sócrates. Por cierto, el rasgo anatréptiko que los filólogos alejandrinos ya advirtieron a propósito de algunos diálogos de Platón es más que un epíteto. Justamente en los diálogos anatréptikos como el Hipias menor o el Gorgias se pone de manifiesto ese rasgo que caracteriza desde Sócrates a la filosofía: la función de desmantelamiento que genera siempre la genuina autoinspección ejecutada para efectivizar el trato apropiado con lo que está más allá de cada uno y con lo que se interactúa. Frente al mundo, o a la naturaleza o, también porque no, a la historia, el asombro y la incertidumbre son rasgos primarios que imponen a cualquier persona inteligente toda una secuela de interrogantes no siempre asumidos. Por cierto, desde Sócrates – o si se quiere desde el Sócrates platónico para los que se colocan en la perspectiva de Eugene Durpéel – la cultura intelectual se ha visto enfrentada al dilema anatréptiko de la filosofía que para satisfacción de algunos, por vía de la epokhé escéptica, se ha transformado en erudición y parloteo. Aunque no alcanzó a suprimir su anatréptika, la reconversión escéptica ha desmantelado su tensión esencial, abriendo el camino para que la filosofía pasara a ser primero ancilla theologiae y, a partir de Kant y del iluminismo, ancilla scientiae. El indecoroso resultado de semejantes servidumbres ha llevado curiosamente a la filosofía a un retorno a la sophía sofística, donde expertos y eruditos hablan o parlotean sin transmitir nada porque la información y el saber, como tal, de ordinario no trasmite nada porque solo informa y lo que informa nada agrega que pueda interiorizarse como adquisición relativa a la posición de cada sujeto histórico que debe enfrentar sus incertidumbres y las de la sociedad en la que vive. Habría que preguntarse si ese eternretorno a la sofística es un eterno retorno a lo igual pues aun falta allí el componente específico de la propia humanidad tal como se ilustra en las tres transformaciones del Zaratustra de Nietzsche. No voy a hacer de esto una cuestión hermenéutica porque mi propósito en esta nota es más sencillo y tiene la forma de un interrogante más o menos socrático que se orienta a determinar el tipo de pregunta pertinente para la genuina filosofía y que bien podrían simplemente formularse de este modo: ¿Cuáles son nuestros problemas? ¿Qué tengo que decir de ellos? ¿Debo hablar o debo callar? ¿Debo temer las consecuencias o debo asumirlas? ¿Correré la misma suerte de Sócrates o simplemente perderé mi empleo y mi acervo material? La anatréptika como ejercicio estricto de autoinspección del propio horizonte de ignorancia tiene aquí mucho que decirle a cada uno. Después se puede, o no, optar por la erudición, la ciencia o la teología, de una parte, o en sus antípodas uno puede inclinarse por a autoinspección inteligente de si mismo y el examen de la sociedad que lo contiene, lo seduce o lo degrada. Seguramente siempre va ha haber oportunidades para el misarquismo y las eventuales servidumbres de la inteligencia y siempre también va a persistir el ofrecimiento de una eventual y anatréptika terapia de la filosofía. Por el Dr. Joaquín E. Meabe
En honor a los 120 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado entre Argentina y Japón el 3 de Febrero de 1898, se lanzará el jueves próximo desde el Jardín Japonés (Buenos Aires) el primer concurso internacional de Poesía Japonesa “Tierra de Haikus”. La iniciativa es impulsada por la Fundación E Jendú Arte y Cultura, Imagen Diplomática, la Fundación “Andresito de las Misiones” y el Observatorio Social por la Paz y cuenta con el auspicio de la Embajada Japonesa en Argentina.
Las organizaciones que impulsan el certamen desarrollan sus actividades con miras a la reafirmación y expansión en todo el mundo de la Cultura de paz, con especial atención a la filosofía y los objetivos de Naciones Unidas, representados en sus distintos estamentos y agencias, como así también en sus diversos Programas, Fondos y Organismos, que tienen por principal causa el derecho de todos los pueblos del universo a la paz duradera y definitiva.
Este Primer Concurso Internacional tiene como objetivo principal la exaltación de la poesía en general y de la poesía japonesa en particular; al mismo tiempo que busca reafirmar el espíritu de confraternidad y amistad entre el Japón y la Argentina, en Honor y Homenaje a los 120 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado entre ambos países el 3 de Febrero de 1898
Vale señalar que el milenario Haiku, es una composición poética japonesa que consta consecutivamente de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas (diecisiete en total).
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Otra publicación en revista internacional para teórico correntino
FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS
La propuesta de reforma democrática, “El voto anticipado” del autor Francisco Tomás González Cabañas fue publicada por la prestigiosa Revista española de la transparencia, ISSN-e 2444-2607, Nº. 6, del año 2018, en las págs. 102-104. Para el creador del índice democrático, herramienta que mide las prácticas democráticas en los distintos poderes de los distritos auditados, se trata de la publicación número quince por parte de revistas internacionales que imponen estándares de exigencia y de calidad para publicar desarrollos teóricos, que como en otras elaboraciones de González Cabañas (voto compensatorio, gabinete ciudadano, cámara de dipunadores) sostienen novedosos criterios o categorías para remozar la democracia como la experiencia que puede, o debe, seguir siendo mejorada para representar, palmariamente, el gobierno del pueblo o de los ciudadanos.
“Al establecer la posibilidad de un voto anticipado, se conseguirían modificaciones sustanciales, giros copernicanos en la política cotidiana, que al constituirse en concomitantes, complementarias o en paralelo, con el voto o sufragio clásico y tradicional, de ningún modo significara una ruptura conflictiva, una instancia revolucionaria traumática, sino simple y llanamente la consolidación de la democracia misma, resignificando, desde lo electoral su definición histórica como etimológica.
El voto anticipado, permitirá que el ciudadano, en los tiempos actuales en donde considera un valor positivo el compartir sus gustos, preferencias y elecciones, ante sus semejantes, por intermedio de plataformas virtuales o de redes, haga lo propio con su preferencia electoral o política. El voto o sufragio clásico, que en varias aldeas occidentales, sigue amparado por ley, para que se lo respete en su condición secreta, fungió con utilidad hace décadas atrás, cuando las realidades sociales y existenciales no habían sido gravitadas por la explosión del mundo digital y de la cada vez más influyente inteligencia artificial. Sería más que una falta de tino el señalar, como se vio modificada la vida diaria del occidental promedio, de dos décadas a esta parte, más bien, es incomprensible como aún no se haya generado, hasta esta oportunidad, la posibilidad para que el ciudadano moderno, pueda hacer visible, pueda exteriorizar sus elecciones políticas, y en el caso de que lo decida que lo comparte y difunda, tal como lo hace con todos los otros (al menos tiene tal posibilidad) aspectos de su vida que no solo son considerados públicos, sino también áreas o zonas privadas”.
Estos párrafos que hacen mención al desarrollo teórico de Francisco Tomás González Cabañas, publicados por la revista internacional de marras, evidencian el grado de audacia teórica, de arriesgada creatividad, sostenidas en giros arguméntales y en razonamientos acendrados en la historia del pensamiento que lo preceden al correntino, construyendo para sus consideraciones y categorías un sendero en donde seguramente tantos más que vengan con él o detrás suyo, erigirán bajo estos pilares una nueva consideración de lo político como de lo democrático.
El texto “Crónicas de Bosque” de Francisco Tomás González Cabañas, fue publicado en la Revista editada en el Perú “Dúnamis”, en su número 8 del año 9, correspondiente a Septiembre del año en curso.
Con la presente el autor suma 8 publicaciones en revistas internacionales (la mayoría de ellas especializadas en filosofía) en menos de un año, como dos libros de filosofía política publicados, uno de ellos (El Voto Compensatorio) editado en Alemania, y la aceptación a más de una veintena de diferentes congresos internacionales de diversas ponencias oportunamente enviadas y aceptadas.
Crónicas de Bosque, es un relato ficcional, que vislumbra una crítica social que encierran al autor en sinuosos laberintos de persecución e indiferencia por parte de quienes pretenden una sociedad sesgada, en donde las decisiones son tomadas por facciones con poder circunstancial y por tanto el ejercicio ciudadano y la vida democrática, pasan también a ser literatura o filosofía ficcional.
CRÓNICAS DE BOSQUE
Se estima que tiempo antes de la existencia de los guaraníes nuestras tierras fueron habitadas por una civilización que ha dejado muy pocos rastros de su existencia. Alcanzando el grado de mito, como la célebre Atlantis, daremos cuenta, de la información que contamos acerca de la cultura que podríamos dar en llamar como de los “Gentereí”.
En un tiempo no precisado de la historia, en lo que actualmente se conoce como el litoral argentino, una cultura de peculiares características, tuvo su apogeo y extinción, bajo sinuosidades sociales y políticas, que en la actualidad nos pueden parecer, casi familiares y cotidianas, por lo que no es demasiado arriesgado suponer, que pese a los siglos transcurridos y por más que las evidencias materiales no sean contundentes, tenemos una carga genética o arrastramos signos de quiénes serían nuestros antepasados directos; los Gentereí.