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Signos Literarios

Isletas voladas por el agua

JOAQUÍN E. MEABE

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La identidad cultural siempre ha sido problemática, al punto que no son pocos los que imaginan que el conflicto está en la base de todo lo que el hombre edifica.


En un extremo la perspectiva de la sociedad ofrece una extensa gama de asuntos cuya tematización induce a interesantes averiguaciones acerca de la posición desigual de los distintos miembros del género humano y sus lazos o compromisos recíprocos; y de otra parte, en las antípodas siempre encontramos al individuo con toda su carga de embrolladas y poco transitivas ansiedades y expectativas. Si, de cara al problema de la identidad cultural, consideramos el primer extremo como la base o punto de partida el debate queda, en cierta manera, encerrado dentro de un dispositivo factores y determinaciones globales donde la impresión particular o el sentimiento tienen poca o ninguna cabida. En los conflictos de clase, por ejemplo, la impronta de los intereses, las modalidades desiguales distribución y participación en el conjunto de los bienes materiales o el desequilibro entre asignaciones y necesidades impone un desplazamiento de los sujetos que no puede sino redundar en una total despersonalización del asunto. En el otro extremo la singularidad de lo inmediato no es más que una anécdota y sirve, en todo caso, de excusa para la memoria, el mito o la literatura. Habituado a racionalizar, bajo el imperio de esa irresistible pulsión cartesiana, el hombre de nuestro convulsionado fin de siglo enfrenta las posibilidades de identidad como el navegante de una frágil embarcación en medio de un río caudaloso que de improviso desemboca en una especie de laberíntico estuario que se abre a un territorio poco conocido e inseguro. Una cartografía adecuada quizá pueda ayudar a resolver el itinerario. Ahora bien, si nuestro explorador – conforme a la imaginaria fábula propuesta – quisiera aventurarse en alguna parte de ese delta no registrada en sus cartas de navegación todo va a depender de su propio ingenio y, por que no, también de su instinto. En ese estado primario los recursos actuales no son demasiado diferentes a los de nuestros antepasados. Tanto en la naturaleza como en la sociedad la aventura hacia lo desconocido no escapa a las restricciones del ficticio navegante que bosquejamos más arriba; pero todo se complica cuando la inspección viene impuesta por algún oscuro sentido de pertenencia respecto de lo que se quiere explorar. ¿Que podemos decir cuando todo es inseguro o desconocido? y, asimismo ¿qué podemos hacer cuando nuestro dispositivo de conocimientos se muestra decididamente inadecuado? Si el asunto no afecta a nuestras preocupaciones o a nuestras expectativas la tarea bien puede quedar de momento interrumpida o desplazada hasta encontrar una técnica adecuada. En la conquista de la naturaleza o en el control de la sociedad muchos asuntos están a la espera, aun donde el debate es más intenso y apasionado. Y ese extrañamiento ha sido fecundo, aunque no siempre pueda sostenerse. En la medida en que aparecemos involucrados en la trama de la vida social puede incluso resultar inapropiado. Entonces ¿qué decir? Y ¿qué hacer? El viejo Heráclito nos ha dejado en este punto un consejo ( DK, 22B55) que ha provocado más de un dolor de cabeza a los expertos no obstante su notable claridad: PREFIERO LO QUE PUEDO VER, OÍR Y SENTIR El consejo apunta a nuestra disposición primaria; y en orden a esta nadie parece haber definido mejor el horizonte de la propia incertidumbre social que Francisco Madariaga en ese breve poema, incluido en Los Terrores de la suerte, que sostiene: Yo no tengo país, Tengo isletas voladas por el agua Enfrentados al dilema que opone la incertidumbre a la pertenencia y cuando los recursos del imaginario cartesiano nos han dejado abandonados a la suerte de tal modo que no parece posible contar con la ciencia o con cualquier otro fideísmo racional, nuestra alternativa a la negación de todas las isletas voladas por el agua empieza como deber, en la forma que lo entendió la filosofía clásica: una exigencia derivada de nuestra propia naturaleza humana y respecto de nuestro propio entorno, un poco al modo de aquel irresuelto problema de la autoconservación que tanto dolores de cabeza ocasionó al derecho natural moderno. Ese programa inusual para una era decididamente técnica hoy es menos complicado de lo que se supone. Los medios de comunicación de masas exponen hasta el hartazgo toda una suma de fragmentos de nuestro entorno que reclaman atenciones que están más allá del relato de la ciencia o de la fábula de la literatura. El dolor, el hambre, la violencia, el fanatismo, la droga, la frivolidad o la transnacionalización pueden ser datos y pueden, asimismo servir a la fantasía literaria y al mito pero, al mismo tiempo, lo rebasan y en esa excedencia lo concreto se transforma en territorio desconocido y en reclamo contradictorio de uno mismo que posee una humanidad común con los desconocidos habitantes de esas isletas voladas por el agua. Puede que todo esto sea demasiado nuevo para la luminosa conciencia cartesiana -representada en nuestra época por Wittgenstein y su batallón de acomodados epígonos -, que no imagina sino derechos y determinaciones donde la lógica o la razón toma la forma de desafíos deductivos, como ha ocurrido con los llamados derechos humanos, que no han podido avanzar más allá de los tribunales – y allí mismo con una muy baja perfomance – en la tarea de preservación de la vida ciudadana. Sea nuevo o no, poca duda cabe que reconocer un derecho, enunciarlo e incorporarlo a la preceptiva del llamado orden jurídico positivo dice poco o nada sobre los consecuentes deberes de cara a las contingencias de lo inmediato en lo que, por ejemplo, hace a la violencia, a la droga o al hambre. Es esta otra cara de nuestro entorno la que convoca como un dilema irresuelto de identidad y la que hace que nuestro horizonte social en principio solo contenga, como sostiene Madariaga, isletas voladas por el agua.

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Signos Literarios

Primer concurso internacional de Poesía Japonesa “Tierra de Haikus”

LITERATURA

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En honor a los 120 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado entre Argentina y Japón el 3 de Febrero de 1898, se lanzará el jueves próximo desde el Jardín Japonés (Buenos Aires) el primer concurso internacional de Poesía Japonesa “Tierra de Haikus”. La iniciativa es impulsada por la Fundación E Jendú Arte y Cultura, Imagen Diplomática, la Fundación “Andresito de las Misiones” y el Observatorio Social por la Paz y cuenta con el auspicio de la Embajada Japonesa en Argentina.


Las organizaciones que impulsan el certamen desarrollan sus actividades con miras a la reafirmación y expansión en todo el mundo de la Cultura de paz, con especial atención a la filosofía y los objetivos de Naciones Unidas, representados en sus distintos estamentos y agencias, como así también en sus diversos Programas, Fondos y Organismos, que tienen por principal causa el derecho de todos los pueblos del universo a la paz duradera y definitiva.

 

Este Primer Concurso Internacional tiene como objetivo principal la exaltación de la poesía en general y de la poesía japonesa en particular; al mismo tiempo que busca reafirmar el espíritu de confraternidad y amistad entre el Japón y la Argentina, en Honor y Homenaje a los 120 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado entre ambos países el 3 de Febrero de 1898

 

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Vale señalar que el milenario Haiku, es una composición poética japonesa que consta consecutivamente de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas (diecisiete en total).

 

 

 

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Otra publicación en revista internacional para teórico correntino

FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS

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La propuesta de reforma democrática, “El voto anticipado” del autor Francisco Tomás González Cabañas fue publicada por la prestigiosa  Revista española de la transparencia, ISSN-e 2444-2607, Nº. 6,  del año 2018, en las págs. 102-104. Para el creador del índice democrático, herramienta que mide las prácticas democráticas en los distintos poderes de los distritos auditados, se trata de la publicación número quince por parte de revistas internacionales que imponen estándares de exigencia y de calidad para publicar desarrollos teóricos, que como en otras elaboraciones de González Cabañas  (voto compensatorio, gabinete ciudadano, cámara de dipunadores) sostienen novedosos criterios o categorías para remozar la democracia como la experiencia que puede, o debe, seguir siendo mejorada para representar, palmariamente, el gobierno del pueblo o de los ciudadanos.


“Al establecer la posibilidad de un voto anticipado, se conseguirían modificaciones sustanciales, giros copernicanos en la política cotidiana, que al constituirse en concomitantes, complementarias o en paralelo, con el voto o sufragio clásico y tradicional, de ningún modo significara una ruptura conflictiva, una instancia revolucionaria traumática, sino simple y llanamente la consolidación de la democracia misma, resignificando, desde lo electoral su definición histórica como etimológica.

 

El voto anticipado, permitirá que el ciudadano, en los tiempos actuales en donde considera un valor positivo el compartir sus gustos, preferencias y elecciones, ante sus semejantes, por intermedio de plataformas virtuales o de redes, haga lo propio con su preferencia electoral o política. El voto o sufragio clásico, que en varias aldeas occidentales, sigue amparado por ley, para que se lo respete en su condición secreta, fungió con utilidad hace décadas atrás, cuando las realidades sociales y existenciales no habían sido gravitadas por la explosión del mundo digital y de la cada vez más influyente inteligencia artificial. Sería más que una falta de tino el señalar, como se vio modificada la vida diaria del occidental promedio, de dos décadas a esta parte, más bien, es incomprensible como aún no se haya generado, hasta esta oportunidad, la posibilidad para que el ciudadano moderno, pueda hacer visible, pueda exteriorizar sus elecciones políticas, y en el caso de que lo decida que lo comparte y difunda, tal como lo hace con todos los otros (al menos tiene tal posibilidad) aspectos de su vida que no solo son considerados públicos, sino también áreas o zonas privadas”.

 

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Estos párrafos que hacen mención al desarrollo teórico de Francisco Tomás González Cabañas, publicados por la revista internacional de marras, evidencian el grado de audacia teórica, de arriesgada creatividad, sostenidas en giros arguméntales y en razonamientos acendrados en la historia del pensamiento que lo preceden al correntino, construyendo para sus consideraciones y categorías un sendero en donde seguramente tantos más que vengan con él o detrás suyo, erigirán bajo estos pilares una nueva consideración de lo político como de lo democrático.

 

 

 

 

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Publican obra de intelectual Correntino en revista de Literatura Peruana

FILOSOFIA

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El texto “Crónicas de Bosque” de Francisco Tomás González Cabañas, fue publicado en la Revista editada en el Perú “Dúnamis”, en su número  8 del año 9, correspondiente a Septiembre del año en curso.


Con la presente el autor suma 8 publicaciones en revistas internacionales (la mayoría de ellas especializadas en filosofía) en menos de un año, como dos libros de filosofía política publicados, uno de ellos (El Voto Compensatorio) editado en Alemania, y la aceptación a más de una veintena de diferentes congresos internacionales de diversas ponencias oportunamente enviadas y aceptadas.

 

Crónicas de Bosque, es un relato ficcional, que vislumbra una crítica social que encierran al autor en sinuosos laberintos de persecución e indiferencia por parte de quienes pretenden una sociedad sesgada, en donde las decisiones son tomadas por facciones con poder circunstancial y por tanto el ejercicio ciudadano y la vida democrática, pasan también a ser literatura o filosofía ficcional.

 

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CRÓNICAS DE BOSQUE

Se estima que tiempo antes de la existencia de los guaraníes nuestras tierras fueron habitadas por una civilización que ha dejado muy pocos rastros de su existencia. Alcanzando el grado de mito, como la célebre Atlantis, daremos cuenta, de la información que contamos acerca de la cultura que podríamos dar en llamar como de los “Gentereí”.

 

En un tiempo no precisado de la historia, en lo que actualmente se conoce como el litoral argentino, una cultura de peculiares características, tuvo su apogeo y extinción, bajo sinuosidades sociales y políticas, que en la actualidad nos pueden parecer, casi familiares y cotidianas, por lo que no es demasiado arriesgado suponer, que pese a los siglos transcurridos y por más que las evidencias materiales no sean contundentes, tenemos una carga genética o arrastramos signos de quiénes serían nuestros antepasados directos; los Gentereí.

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http://dunamitarte.com/2015/11/29/cronicas-del-bosque/

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