Signos Literarios
José Geraldo Neres
POESÍA BRASILEÑA (*)
Quien se fije en el alfabeto hebreo descubrirá que la decimosexta letra, ´ayin, significa -en su traducción al castellano- tanto ojo como fuente y/o manantial. Lo que, de un modo u otro, nos hace suponer que aquel viejo sentido tracendentalista de lo real, eso que fluye y permanece más allá de los velos interpretativos que arrojamos sobre el mundo, se encuentra en la visión de lo profundo de donde mana una serie de prácticas provenientes del afuera para ser pensadas como condición de la escritura misma.
O sea, esa gramática que permite la apuntuación final y la insistente no-linealidad de cada uno de los textos que constituyen el corpus poético de Neres parece haber contraído prontamente un pacto con aquello que todavía no adquiere una hechura definitiva, haciéndole merodear permanentemente en los confines del sentido. Desde esta perspectiva, la impronta del autor sobre la percepción del que lee no estará del lado de la verdad pura ni sometida a algún poder que exija de la escritura una subordinación a la eficacia, sino que irá orientada hacia la llegada del acontecimiento como un tiempo que divide constantemente el instante presente, sin pasado ni futuro (es decir, ese tiempo en el otro margen, que fluye por el cuerpo como un sol rasgado preso en la vidriera). Claro está que la naturaleza del acontecimiento suele consignarse cuando todo parece darse de manera pacífica y, en virtud de una contienda, procede a discurrir a través del trazo que, ante la cotidianeidad, se vuelca hacia su excedente, hacia aquella fascinación inasible de contactos espasmódicos. La poética de Neres llega a ser no sólo la imposibilidad de una locación establecida, transfigurada en la travesía de los espejos que corre a la orilla del abismo: constituye la huella afirmativa del devenir -consumiéndose a sí mismo- en una grafía que busca recuperarse de su fragmentariedad situada fuera del todo, sea porque el todo ya está realizado, sea porque junto a las formas de lenguaje donde el todo se construye y se habla es el presentimiento de una palabra totalmente otra: una palabra que libera al pensamiento de ser sólo pensamiento con vistas a la unidad o, que, dicho de otro modo, exige una discontinuidad esencial, ya sea bajo la forma de ojos arañados, pedazos de vidrio o, de una forma más nítida, el silencio casi absoluto, licuefacto a desparramarse por el suelo. En este sentido, podríase pensar que toda literatura, sea breve o infinita, es el fragmento con tal de que libere un espacio de lenguaje en el que cada momento tendría por sentido y por función hacer indeterminados todos los otros, o bien donde está en juego alguna afirmación irreductible a todo proceso unificador. Si bien es difícil de precisar esta aseveración porque corresponde a una atmósfera que impregna la textualidad imperante de Neres, podemos detectarlo en el tratamiento que el autor otorga a tres imágenes que muestran una extraña trabazón devenida máquina discursiva: el espejo, el ángel, y la sombra. El espejo implica un quiebre en cuanto escena de escritura: no entra en juego el reflejo autobiográfico o fenoménico, sino una especie de advenimiento refractario del sí mismo devenido otro o, más terriblemente, una representación de representaciones, una mera resonancia apariencial (en el espejo/ el lenguaje de la caída, aclararía Neres). Incluso podríase plantear como la culminación de un proceso identitario que oscila entre lo des-figurado (la sombra) y lo trans-figurado (el ángel). Recordemos que un espejo -al igual que todo trazo- no sólo implica el acto de descubrirse (reconocerse) en lo otro sino el descubrirse como otro (la inversión del reflejo acentúa la extrañeza del doble al que nos enfrentamos). He de enajenarme para encontrarme, para constituir mi mismidad. Pero, correlativamente, el encuentro conmigo me enajena. En la relación especular yo soy ese y ese soy yo. Cada uno de los lados (yo y ese) pone y presupone a su opuesto: no hay ese sin yo y no hay yo sin ese. Yo soy yo porque soy ese. Soy, por lo tanto, el reflejo de mi reflejo, la plena disolución que hasta incluso en la victrola hace que los punteros se disuelvan y se incendien. Como escribe Octavio Paz: “el espejo que soy me deshabita”, me disocia o, de forma más precisa, me transforma en una “puerta para la disociación”, aspecto que lo vincula a la imagen del ángel. Figura de intermediación, el ángel es el emblema del pasaje, deslizándose hacia o desde un medio que está en el medio, observa los límites y habilita de ese modo una suerte de zona franca, la sombra de un ejército estéril, un discurso de franqueza o de transparencias en una clara vía desde donde transmiten una verdad distinta porque no pasa por la palabra, no interrumpen el silencio y ahí se desvanecen. El ángel, ante la poética como una forma de territorialización del ser, es la superación de la poética por la que se supera el ser. Por eso el discurso impregnado de toda esta figuración mística se configura en cuanto una invitación al silencio, sinónimo de esa muerte a quien le trae la jeringa/ & viajan con otros dioses en aquella prisión de vidrio/ juntos descubren el útero del tiempo/ & encuentran al poeta que habita el abismo: a partir de ese momento, el ser pierde su territorio y se sumerge en lo sublime, que es una forma terrible de pensar la totalidad. Aquí vale la observación de Cragnolini respecto a que “el ángel ha sido siempre el mediador entre el Dios-gramática y los hombres, la expresión de la voz por excelencia. Pero el ángel contemporáneo permanece mudo, como en las elegías de Rilke o en las tesis de Benjamin: ha perdido el mensaje porque ya no existe la voz que lo legitime o emita. El ángel se transforma así en el guardián del límite: indica lo que puede ser dicho”. Ahora bien, si el espejo y el ángel indican una escena de escritura poblada de transicionalidad, es porque en este caso la lírica de Neres se da permanentemente al filo de la esencia y la existencia (El corazón de la tierra), del no-ser y la presencia (La muerte usaba vendas en los ojos), del recuerdo y del olvido, de la carencia y el ansia (Episodio), de lo dicho y lo no-dicho (Claroscuro). En otros términos, nos encontramos frente a un conjunto de textualidades signadas por el acontecimiento que a su vez se vuelven formas concretas de emergencia: pulsión, tránsito, secretas circulaciones de sentido que advienen al vocablo ser en el trabajo textual concreto de la palabra. Además, ser y decir se equiparan por su esencia y su experiencia: ambos fenómenos comparten el movimiento de la errancia sin fin; ambos son flujo, fuga y desplazamiento en la dialéctica de la presencia y la ausencia – húmedo desierto en la desnudez del viento/ memoria líquida de la ausencia/ piel de laberinto en el abandono de los sueños. Como el significado del signo (en el terreno verbal), toda vivencia “original” (en el dominio del ser) sólo se hace captable como vestigio que queda de ella en la repetición o en su simulacro. De allí la culminación de la tríada de Neres con el topos de la sombra: en ella se configura la grafía que oculta la rostridad del ser o, en todo caso, la representación de la interpretación del ser. Con la sombra se descubre que el ser no es posible sino como representación interpretante. Con la sombra se descubre que la escritura no es posible sino como fantasmagorización que sólo deja paso al hecho de que en ella no hablamos nosotros sino aquello que no somos, en la garganta/ más allá de las dos láminas. (*) Recibido por Corrientes al Día. Nota crítica de Martín Palacio Gamboa para la antología de poesía brasileña. “Los trazos de Pandora” (en preparación).
En honor a los 120 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado entre Argentina y Japón el 3 de Febrero de 1898, se lanzará el jueves próximo desde el Jardín Japonés (Buenos Aires) el primer concurso internacional de Poesía Japonesa “Tierra de Haikus”. La iniciativa es impulsada por la Fundación E Jendú Arte y Cultura, Imagen Diplomática, la Fundación “Andresito de las Misiones” y el Observatorio Social por la Paz y cuenta con el auspicio de la Embajada Japonesa en Argentina.
Las organizaciones que impulsan el certamen desarrollan sus actividades con miras a la reafirmación y expansión en todo el mundo de la Cultura de paz, con especial atención a la filosofía y los objetivos de Naciones Unidas, representados en sus distintos estamentos y agencias, como así también en sus diversos Programas, Fondos y Organismos, que tienen por principal causa el derecho de todos los pueblos del universo a la paz duradera y definitiva.
Este Primer Concurso Internacional tiene como objetivo principal la exaltación de la poesía en general y de la poesía japonesa en particular; al mismo tiempo que busca reafirmar el espíritu de confraternidad y amistad entre el Japón y la Argentina, en Honor y Homenaje a los 120 años del Tratado de Amistad, Comercio y Navegación firmado entre ambos países el 3 de Febrero de 1898
Vale señalar que el milenario Haiku, es una composición poética japonesa que consta consecutivamente de tres versos de cinco, siete y cinco sílabas (diecisiete en total).
Signos Literarios
Otra publicación en revista internacional para teórico correntino
FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS
La propuesta de reforma democrática, “El voto anticipado” del autor Francisco Tomás González Cabañas fue publicada por la prestigiosa Revista española de la transparencia, ISSN-e 2444-2607, Nº. 6, del año 2018, en las págs. 102-104. Para el creador del índice democrático, herramienta que mide las prácticas democráticas en los distintos poderes de los distritos auditados, se trata de la publicación número quince por parte de revistas internacionales que imponen estándares de exigencia y de calidad para publicar desarrollos teóricos, que como en otras elaboraciones de González Cabañas (voto compensatorio, gabinete ciudadano, cámara de dipunadores) sostienen novedosos criterios o categorías para remozar la democracia como la experiencia que puede, o debe, seguir siendo mejorada para representar, palmariamente, el gobierno del pueblo o de los ciudadanos.
“Al establecer la posibilidad de un voto anticipado, se conseguirían modificaciones sustanciales, giros copernicanos en la política cotidiana, que al constituirse en concomitantes, complementarias o en paralelo, con el voto o sufragio clásico y tradicional, de ningún modo significara una ruptura conflictiva, una instancia revolucionaria traumática, sino simple y llanamente la consolidación de la democracia misma, resignificando, desde lo electoral su definición histórica como etimológica.
El voto anticipado, permitirá que el ciudadano, en los tiempos actuales en donde considera un valor positivo el compartir sus gustos, preferencias y elecciones, ante sus semejantes, por intermedio de plataformas virtuales o de redes, haga lo propio con su preferencia electoral o política. El voto o sufragio clásico, que en varias aldeas occidentales, sigue amparado por ley, para que se lo respete en su condición secreta, fungió con utilidad hace décadas atrás, cuando las realidades sociales y existenciales no habían sido gravitadas por la explosión del mundo digital y de la cada vez más influyente inteligencia artificial. Sería más que una falta de tino el señalar, como se vio modificada la vida diaria del occidental promedio, de dos décadas a esta parte, más bien, es incomprensible como aún no se haya generado, hasta esta oportunidad, la posibilidad para que el ciudadano moderno, pueda hacer visible, pueda exteriorizar sus elecciones políticas, y en el caso de que lo decida que lo comparte y difunda, tal como lo hace con todos los otros (al menos tiene tal posibilidad) aspectos de su vida que no solo son considerados públicos, sino también áreas o zonas privadas”.
Estos párrafos que hacen mención al desarrollo teórico de Francisco Tomás González Cabañas, publicados por la revista internacional de marras, evidencian el grado de audacia teórica, de arriesgada creatividad, sostenidas en giros arguméntales y en razonamientos acendrados en la historia del pensamiento que lo preceden al correntino, construyendo para sus consideraciones y categorías un sendero en donde seguramente tantos más que vengan con él o detrás suyo, erigirán bajo estos pilares una nueva consideración de lo político como de lo democrático.
El texto “Crónicas de Bosque” de Francisco Tomás González Cabañas, fue publicado en la Revista editada en el Perú “Dúnamis”, en su número 8 del año 9, correspondiente a Septiembre del año en curso.
Con la presente el autor suma 8 publicaciones en revistas internacionales (la mayoría de ellas especializadas en filosofía) en menos de un año, como dos libros de filosofía política publicados, uno de ellos (El Voto Compensatorio) editado en Alemania, y la aceptación a más de una veintena de diferentes congresos internacionales de diversas ponencias oportunamente enviadas y aceptadas.
Crónicas de Bosque, es un relato ficcional, que vislumbra una crítica social que encierran al autor en sinuosos laberintos de persecución e indiferencia por parte de quienes pretenden una sociedad sesgada, en donde las decisiones son tomadas por facciones con poder circunstancial y por tanto el ejercicio ciudadano y la vida democrática, pasan también a ser literatura o filosofía ficcional.
CRÓNICAS DE BOSQUE
Se estima que tiempo antes de la existencia de los guaraníes nuestras tierras fueron habitadas por una civilización que ha dejado muy pocos rastros de su existencia. Alcanzando el grado de mito, como la célebre Atlantis, daremos cuenta, de la información que contamos acerca de la cultura que podríamos dar en llamar como de los “Gentereí”.
En un tiempo no precisado de la historia, en lo que actualmente se conoce como el litoral argentino, una cultura de peculiares características, tuvo su apogeo y extinción, bajo sinuosidades sociales y políticas, que en la actualidad nos pueden parecer, casi familiares y cotidianas, por lo que no es demasiado arriesgado suponer, que pese a los siglos transcurridos y por más que las evidencias materiales no sean contundentes, tenemos una carga genética o arrastramos signos de quiénes serían nuestros antepasados directos; los Gentereí.