Opinión
La Política Estatal no da una solución integral al problema
DESEMPLEO JUVENIL
El licenciado Pablo Barbetti, investigador de la UNNE, analiza en un trabajo la baja efectividad de la política pública estatal destinada a paliar la desocupación entre los jóvenes. Sugiere que llegó el momento de cambiar los objetivos de los Programas Sociales.
El modelo económico de la década del 90 que derivó en la última crisis político-social de la Argentina, dejó sembrado diferentes fenómenos de carácter macroeconómicos. Se configuró un nuevo tipo de mercado laboral heterogéneo y fragmentado, con un desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo. Variables como desocupación y precarización laboral aparecen como manifestaciones más evidentes del descalabro. Si bien estos fenómenos representan un problema común para un importante segmento de la población, son los jóvenes quienes se ven más afectados. A modo de contención de un tejido social que ya mostraba evidencias de un resquebrajamiento, el Estado echó mano a un remedio inmediato: los programas de inserción social. Evaluaciones realizadas desde los organismos que ejecutaron y financiaron tales programas, demostraron su escasa efectividad. También desde el ámbito académico se analizó el tema. En un trabajo que lleva por título “Empleo Juvenil y Políticas Públicas. Una aproximación al marco interpretativo y teórico en el que se sustentan algunas intervenciones del Estado”, el licenciado Pablo Barbetti concluye que los programas sociales no son completos e integrales y no aseguran una inserción laboral inmediata a los jóvenes desocupados. En una entrevista concedida a EL Universitario por este investigador del Centro de Estudios Sociales de la UNNE, habla sobre la necesidad de buscar propuestas alternativas que tengan en cuenta las particularidades y las necesidades que el segmento de los jóvenes presenta. Uno de sus trabajos de investigación realizados hace un par de años, plantean que a partir de los fenómenos macroeconómicos se produjo un marcado desajuste entre la oferta y la demanda de trabajo. ¿Este estado de situación aún se mantiene? -Los últimos datos oficiales que aparecen en las estadísticas del INDEC muestran algunos indicadores que demuestran cambios positivos. Tanto a nivel regional como en el nacional en el indicador desocupación hay avances. El tema está en como se lee y analiza esa información. De acuerdo a los últimos trabajos que hay con respecto al tema, se sostiene que hay un mejoramiento cuantitativo de las tasas de desocupación, pero hay problemas evidentes de precarización laboral. Como usted lo señaló, esto se advertía en años anteriores pero ahora está mucho más pronunciado. Las condiciones laborales no se modificaron para nada, al contrario. Esto se ve mucho más en mercados del NEA. -El problema del desempleo en la región ¿tiene características para ser analizadas? -El NEA presenta tasas de desocupación que comparativamente con otras regiones no son tan elevadas. Sin embargo tiene los peores índices de pobreza e indigencia. Esto demuestra que hay un desajuste evidente entre ambas informaciones. Una explicación que hay con respecto a este tema es que en las mediciones están incluidos como ocupados, los beneficiarios de los Planes Jefas y Jefes de Hogar. Por otra parte, hay que analizar que las tasas de actividad en la región son bajas, en algún punto podría estar indicando que mucha gente no busca trabajo porque sabe que no va a conseguir. -En su trabajo también señala que el segmento más vulnerable a la precarización laboral y a la desocupación son los jóvenes. ¿Cuáles son los motivos? -Cuando estudiamos el mercado laboral lo que aparecía como evidente dentro de los distintos grupos etáreos más afectados es el que va desde los 14 a 24 años. En la región las cifras de desocupación en este segmento triplican al de otros grupos de edades. Trabajar con el grupo de jóvenes es bastante complejo, por la idea de que no se puede realizar un diagnóstico colectivo y uniforme. Se dan diferencias de acuerdo a los diferentes grupos socioculturales de pertenencia. Vimos algunas particularidades interesantes. -¿Qué características pudo observar? -En principio se repite esta cuestión que da pie al fundamento para la realización de Políticas Públicas. Las características socioculturales, hay un circuito de reproducción de determinadas condiciones: un joven de familia de bajos recursos no siempre accede a las mejores condiciones educativas. El nivel de formación aparece como una variable que juega al momento de poder obtener un trabajo. Pero tampoco es determinante. Un trabajo de investigación que realizamos a fines del “98 comprobamos que los jóvenes con mayor formación no tenían garantizado el acceso a un empleo de calidad. En una situación de crisis como el de esos momentos, el título universitario los posicionaba mejor en una situación de competencia. POLÍTICAS PÚBLICAS -¿Qué análisis hace de las políticas públicas para atacar este problema de la desocupación en los jóvenes? -Vimos que estos programas (trabajaron con los planes sociales “Proyecto Joven”, “Capacitar” e “Incluir”) identifican al problema de determinada manera y lo abordan de manera incompleta. Para los grupos más vulnerables las políticas del Estado proponen solucionar el desempleo de los jóvenes a través de programas de capacitación. Pero el problema es mucho más complejo. Hay una variedad de situaciones. Por otro lado, la única respuesta no pasa por incrementar el saber. Ese discurso de decir, “no vas a conseguir trabajo porque no contás con la competencia necesaria, es culpabilizar y responsabilizar a la persona y no ampliar la mirada para ver cuales son los otros factores que deberían intervenir intentando dar respuesta más integrales. Con esto no quiero decir que los espacios de capacitación no sirvan. Son sumamente valorados, porque además representan un espacio de socialización y de encuentro muy importante. Digo sí que no son completos e integrales y no aseguran una inserción laboral inmediata y que le sirva a un joven desocupado. -¿Qué otros actores deberían intervenir para modificar esta situación? -En principio vemos que no aparece muy vinculado el sector empresarial. Tampoco en el Estado existe una legislación o una política que promueva o garantice su ingreso. El problema de la inserción laboral de los jóvenes está asignado a las ONG y organizaciones civiles. Lo que representa además todo un tema. Porque si bien las ONG tienen conocimiento del problema laboral juvenil, conforman un colectivo de organizaciones muy heterogéneas y a muchas les faltan capacidades, recursos para abordarlo integralmente. Hay mayor necesidad de que intervenga el Estado. Por otra parte y como producto de las transformaciones que se dieron en la década anterior, muchos autores no hablan de un proceso de transición entre la escuela y el trabajo de manera lineal. Hablan de trayectorias mucho más complejas y reversibles en algunos casos: períodos de estudio, trabajo; volver a estudiar y así sucesivamente. Cada trayectoria tiene particularidades que deberían ser atendidas particularmente. Es decir no abordar propuestas de inclusión social generales, sino concentrarse en las particularidades y las necesidades en función del contexto. REFORMULACIÓN -Usted señala la necesidad de una mayor intervención del Estado. Lo que parece suceder es que el Estado interviene mal o no aborda el problema con las políticas sociales actualmente vigentes. ¿Esto significa que hay que reformular los planes de inclusión al mercado? -Sí. Para la gente que está trabajando dentro de estos programas encuentran intereses que los movilizan a participar y encuentran algunos beneficios. Hay una valoración muy alta de estos espacios de capacitación. Pero si uno remite o analiza si efectivamente cumplen el objetivo de mejorar la inserción laboral, terminantemente no. A algunos los posiciona en un mejor lugar para competir. Pero no se resuelve. Hay que ampliar las estrategias. -La falta de precisión en los objetivos, ¿también se repite en otras acciones de políticas públicas que atienden la pobreza? -Efectivamente. Son fragmentadas, aisladas. La tasa de desocupación está bajando en el NEA, pero la pobreza y la indigencia sigue siendo elevada, significa que las políticas sociales en los últimos 10 años tampoco sirvieron. -Seguramente fueron soluciones para una situación de crisis, pero a nivel social estamos en otra instancia. -Habría que entrar a pensar en estrategias que tengan que ver con la redistribución del ingreso. Ahora hay una discusión importante sobre el salario mínimo. La cuestión de que en esta región los indicadores de pobreza e indigencia sigan siendo tan altos tienen que ver con que la brecha entre ricos y pobres, se ensancha o por lo menos se mantiene igual. Trasladando esto a la situación de los jóvenes pobres, quiero decir, si continúan viviendo en un contexto de pobreza la situación laboral tampoco variará. -¿Tiene conocimiento de que se esté trabajando con nuevas orientaciones en el diseño de políticas sociales? -Sí, por supuesto. Hay mucho esfuerzo que se está realizando entre escuelas, ONG, empresas y Estado. Son articulaciones que se realizan en el marco de los procesos de desarrollo local, son de hecho espacios importantes que están abocados a la búsqueda de soluciones. Pero no se termina ahí, y volvemos al principio. El tema está en cómo se promueven y mejoran estos espacios en los que se deben discutir los problemas sociales estructurales.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.