Opinión
Los colaboracionistas de la dictadura
DE BUCHONES, PLUTÓCRATAS Y OBISPOS (*)
Qué papel jugaron los civiles en la represión del Proceso. Generalmente se recuerda el golpe de Estado de 1976 a partir de la brutal represión que desataron los militares. Pero de los civiles que colaboraron no se habla tanto.
Posiblemente los argentinos no nos hemos dado cuenta todavía de la trascendencia de la etapa que estamos viviendo; resulta difícil percibir la importancia de un período cuando la historia está pasando por nuestro lado. Me refiero a la relevancia que le hemos dado de un tiempo a esta parte a la política sobre derechos humanos, considerando el aval que le ha brindado buena parte de la sociedad a la búsqueda de verdad y justicia en los sucesos ocurridos durante el septenio nefasto. Toda la historia de América Latina ha estado teñida de hechos de sangre, sin embargo en ningún caso ha existido un intento de llegar hasta el hueso de la infamia como está sucediendo en nuestro país, pues se está juzgando a cientos de militares y miembros de la fuerza de seguridad, responsables del genocidio. Pero si queremos llegar hasta el fondo del horror, llegar a las últimas verdades para que las circunstancias jamás retornen, considero que se impone una profunda y dolorosa reflexión sobre el papel que jugó buena parte de la sociedad civil en la génesis y desarrollo de los sucesos. Pensemos por un instante: treinta mil desaparecidos, varios miles de presos y cientos de miles de exiliados. Fuimos muchos para que los nombres y paraderos de las víctimas sean rastreados exclusivamente por los servicios de información de las fuerzas armadas. Celos entre las diferentes armas, compartimentación, burocratización, hacían imposible que todo el sistema represivo hubiera sido soportado de manera exclusiva por las tres armas. No, el armado de la cadena infernal tuvo que contar con la generosa colaboración de una parte de la sociedad civil. LAS LISTAS NEGRAS La confección de listas fue el primer nivel de la complicidad: buchones colaboradores de los más diversos colores; en fábricas y oficinas: soplones camuflados, directores de empresas, patrones de Pymes, confeccionaron el listado de trabajadores díscolos, de gremialistas que no transaban con la patronal. En cada empresa la comunidad de información estableció sus tentáculos; también terminaron en las listas gente que no tenía ningún matiz de izquierda, mi compañero de la celda vecina en la Cárcel Modelo de San Nicolás votaba regularmente al partido de Alsogaray; un altercado sostenido por una cuestión de mujeres con un subteniente fue el motivo de su triste destino. También hubo casos de mujeres que no aceptaban los requerimientos amorosos de un gerente. Una vez que se ingresaba a una lista, el puro azar quería que se terminara en el fondo del río, una tumba NN, un campo de concentración o una cárcel. Volvamos a reflexionar: de los cientos de miles de argentinos tocados por la represión, ¿cuántos pertenecieron de manera directa o indirecta a los grupos armados? Treinta mil desaparecidos, ¿todos pertenecieron a los grupos armados de la izquierda? Si ese hubiera sido el caso, probablemente la historia del país hubiese sido otra. ¿Y si le sumamos los miles de encarcelados?. De los que formaban parte de la guerrilla, probablemente los militares tenían ya información mucho antes del golpe, ¿pero cuántos fueron? La gran mayoría creíamos en una revolución sin sangre, democrática, también hubieron militantes o simpatizantes de partidos que no podían calificarse de izquierda; hasta radicales cayeron en la volteada. LA COMPLICIDAD CIVIL Del sistema estatal puedo dar referencia directa porque me tocó. Allí las listas las hicieron los jefes de secciones, directores de diferentes reparticiones; en el sector de educación los rectores de escuelas secundarias, decanos-interventores de facultades. Cientos, miles de estudiantes y también docentes fueron desaparecidos gracias a las listas pergeñadas en los recintos universitarios. Pero no solo cayeron docentes y estudiantes universitarios, también se ensañaron con estudiantes secundarios. Mi caso podría calificarse de paradigmático de cómo funcionó el sistema. Hacia marzo del “76 trabajaba en la Estación Experimental de Pergamino del INTA. Pocos días después del golpe, la patota recaló en mi casa y partí con destino incierto. Primera etapa: la cárcel de San Nicolás, pero no tuve la suerte de entrar en ella, allí me encapucharon y continué camino en compañía de otro compañero tan “pesado” como yo. En algún momento el micro se detuvo y fuimos arrojados al camino. Pasado un tiempo, imposible de mensurar, ambos fuimos cargados en el baúl de un automóvil y partimos hacia otro destino. Allí en ese lugar -cuartel, comisaría o chacra- durante la tortura, tuve la evidencia de que mi culpa era ser un militante gremial. Cuando la picana se detenía, escuchaba la voz del que me interrogaba: la precisión de los detalles sobre la Estación Experimental que manejaba, sólo podría venir de informantes de la misma institución. Nuestras sospechas -fuimos seis los trabajadores que caímos- recayeron en el director. Mucho tiempo después, viviendo ya en Santa Rosa, establecí una relación de amistad con una persona de gran valor, quien había sido director de la Experimental de Anguil en ocasión del golpe. En una de las tantas conversaciones que manteníamos me hizo un comentario que ratificó plenamente estas sospechas acerca del que había sido nuestro entregador: “Mire Golberg, cuando me pidieron la lista de los subversivos de Anguil, yo contesté que en la Estación no había ningún subversivo”. EL PODER ECONÓMICO Existieron otros niveles de co-responsabilidad: ¿Podríamos llamar plutocracia al conglomerado formado por la oligarquía terrateniente, el poder financiero, grandes industriales, todo un sistema de poder económico asociado al capital transnacional. Fue el verdadero motor del golpe, la represión de los movimientos populares se inscribió en la arquitectura económica trazada en 1976 durante el ministerio Martínez de Hoz y continuada con muy breves paréntesis hasta su estallido final en diciembre del 2001. También tuvieron una porción importante de responsabilidad algunos personeros civiles. Figuras notables de partidos políticos tradicionales de la derecha y del centro le prestaron el toque de civilidad, participaron de los gobiernos procesistas ya sea como embajadores, secretarios de Estado, asesores y la mayor parte del Poder Judicial; bueno es recordar aquellos jueces que rechazaban los habeas corpus in limine, o los que se prestaron a realizar simulacros de juicios. OCCIDENTALES Y CRISTIANOS La Iglesia Católica tuvo una responsabilidad mayor; fue aliada ideológica y soporte espiritual de los militares, en este sentido hubieron sacerdotes que prestaron asistencia a los verdugos, encargados de los trámites de desaparición, colaboraron en los campos de concentración en la tarea de obtener información de los torturados y candidatos a la desaparición, actuaron de placebo ante los familiares de los desaparecidos prometiéndoles ocuparse del caso, hecho que nunca ocurría. Su complicidad fue tan grande que ni siquiera actuaron cuando la represión cercenó las vidas de personalidades principales de la Iglesia como los obispos Angeleli y Ponce de León. Obviamente tampoco lo hicieron con los de menor jerarquía pues hubieron cientos de religiosos que padecieron la represión, sobre todo aquellos que pertenecían al sector progresista denominado del “Tercer Mundo”. ¿Y qué decir de los miles, tal vez millones de los que decían: “por algo será”, “no vimos nada”? Los que no se enteraron ni cuando la patota reventaba la casa del vecino, de aquellos que pegaban en el parabrisa de su auto “Los argentinos somos derechos y humanos”. Bueno es que recordemos todo esto, transcurridos ya casi 31 años del inicio de aquella época nefasta sin ánimo de venganza y sin rencor. Para que nunca más. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Daniel Golberg
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.