Opinión
Malvinas: el crimen, la guerra y el simulacro, 25 años después
CARLOS ABEL SUÁREZ (*)
Los 25 años transcurridos desde aquel 2 de abril de 1982 no han sido suficientes para hacer un balance compartido por la mayoría de los argentinos sobre la guerra de Malvinas. Más todavía: no hay un consenso para examinar, a la distancia, las posiciones y las actitudes del progresismo frente al acontecimiento. Guerra absurda, guerra inútil. Aventura criminal. Todos, calificativos posibles.
Con su aguda ironía, no siempre feliz en los temas políticos, decía Jorge Luis Borges pocos meses después de la capitulación de las tropas argentinas que “la de Malvinas fue una guerra entre dos calvos que se disputaban un peine”. Y agregaba: “los militares argentinos que gobiernan actualmente son ignorantes e incompetentes, y mucho más peligrosos para sus compatriotas que para el enemigo”. Sin disputa, Malvinas fue un crimen, como toda guerra, y una aventura criminal, según quedó demostrado en todos los procesos abiertos posteriormente. Las consecuencias de Malvinas fueron numerosas y tuvieron réplicas como las de un terremoto durante los últimos 25 años. La primera fue el rápido desmoronamiento de la dictadura genocida y un apresurado retorno a la vigencia de la Constitución con las elecciones que consagraron a Raúl Alfonsín -contra todo pronóstico- en las elecciones de 1983. Las Fuerzas Armadas, responsables primeras pero no únicas de la guerra absurda y criminal, comenzaron un acelerado proceso de desgaste, divisiones internas y búsquedas de chivos expiatorios, limitadas a defender con ahínco el secreto (el pacto mafioso) de las acciones aberrantes y de las desapariciones de miles de personas. En realidad, en los años noventa culmina un ciclo de la historia del Ejército, y por arrastre, de la de sus colegas de la Marina y la Fuerza Aérea. El Ejército argentino moderno nació en dos guerras infames: la de la Triple Alianza, que descuartizó el Paraguay -último sobreviviente del antiguo Virreinato de la Plata, que había buscado un camino independiente de los imperios- y la de la mal llamada “conquista del Desierto”, que no fue otra cosa que la extinción sistemáticamente planificada de los pueblos originarios. En los dos casos se buscaba la extensión territorial, a fin de repartir las tierras entre los dueños del poder. Este fue el Ejército real, y no aquel de las leyendas escolares, que habría nacido del pueblo en la verdadera gesta de lucha contra las invasiones Inglesas, y luego, en las guerras por la Independencia. Ése, el de la epopeya, murió en los años 20, cuando se dejó a San Martín abandonado en Guayaquil, renunciando a la Patria Grande, mientras el resto se exterminaba en las guerras civiles. El Ejército moderno, que tuvo su bautismo de fuego en el exterminio de paraguayos e indios, se forjó en la represión de los primeros de Mayo a comienzos del siglo pasado, en la Semana Trágica; en la Patagonia Rebelde -fusilando a los peones laneros-; en la matanza de los quebrachales, para proteger los intereses de la Forestal; en los golpes de Estado, los fusilamientos de anarquistas, de obreros, en los bombardeos aéreos a los civiles en Plaza de Mayo, en Trelew, en la Triple A. Y como broche de esa sangrienta trayectoria, en la masacre sistemática, planificada hasta en sus mínimos detalles, que comenzó en la madrugada del 24 de marzo de 1976. Allí transformaron a la Nación en su propio botín de guerra. Secuestrar, torturar, violar, robar los bebés a sus madres en cautiverio, para después asesinarlas. Finalmente, el fango de las peleas internas (cara blancas y caras pintadas) en diciembre de 1990, y su adicción incurable al contrabando de armas y otros ilícitos menores a lo largo de un cuarto de siglo. Todo fue posible. Pero también hay que decir que fue posible porque esas Fuerzas tenían mandantes. Autonomizadas por momentos, siempre respondieron cuando la dominación del poder hegemónico se veía amenazada. MALVINAS FUE UNA AVENTURA, PERO NO UNA IMPROVISACIÓN. Entre 1977 y 1982, la Argentina compró armas por unos 2.000 millones de dólares. Aviones Dagger (versión israelí del Mirage 5), tanques Kurassier, 6 fragatas misilísticas a Alemania. Helicópteros. Aviones franceses y misiles de Estados Unidos. En 1982, los bombarderos Super Etendard a Francia. Y durante la misma guerra de Malvinas -cuando estaba vigente el bloqueo a la venta de armas dispuesto por los aliados de Gran Bretaña- se gastaron centenares de millones de dólares en la compra de armas a Israel, mediante una operación de triangulación con el Banco Ambrosiano (del cardenal Marzincus) como intermediario. “No había mejor opción que el uso de la Fuerza para llevar a la Gran Bretaña a la mesa de negociaciones”, aseguró el ex comandante de la Armada y ex Almirante Jorge Isaac Anaya, ante el Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas que juzgó a los jefes de Malvinas. Y agregó: “En el año 1978 el almirante Massera propuso a los comandantes del Ejército y la Fuerza Aérea la ocupación de Malvinas. Tenía conocimiento de que el Comando de Operaciones Navales tenía planes secretos sobre cómo había que hacer para ocuparlas”. En la estrategia misma de supervivencia de la dictadura estaba, desde el inicio, algún conflicto territorial. Estuvieron a punto de llegar al enfrentamiento bélico con Chile, que hubiese significado pérdidas materiales en vidas humanas muy superiores a las de la guerra de Malvinas. No se trataba, pues, de la ocurrencia de un general borracho, a quien en un delirio alcohólico viniera la idea de ocupar las Islas. A Churchill le gustaba tanto el whisky como a Fortunato Galtieri, y ésa no fue la causa de la segunda Guerra Mundial, como no lo fue la “locura” de Hitler. El sociólogo e historiador Vicente Palermo acaba de publicar el libro Sal en las heridas (Sudamericana, Buenos Aires, 2007), en donde desarrolla una interesante y necesaria polémica sobre Las Malvinas. No es un mero ensayo académico sobre la guerra, sino una verdadera provocación, en el mejor sentido del término: busca el significado de Malvinas en relación con la cultura de los argentinos. (Una entrevista a Palermo realizada por Mario Wainfeld reproducimos en esta misma entrega.) Palermo no solamente echa sal en las partes de la herida de Malvinas aún abiertas, sino que reabre cicatrices ya cauterizadas para aumentar el escociente efecto de su sal. Compartiendo buena parte de su eficaz empeño desmitificador, me permitiré apuntar aquí algunas discrepancias. Diría que Palermo subestima el paro y la movilización del 30 de marzo de 1982. Ciertamente, como él señala, eran unos pocos miles. Pero el carácter simbólico de ser el primer paro general de una central obrera apenas reconstituida tras la mayor masacre y derrota de la historia de los trabajadores argentinos -la de 1976-, no puede ser ignorado. Se manifestó en varias provincias, y hubo dos muertos. En la Capital, la columna que marchó con la bandera de Paz, Pan y Trabajo fue reprimida en una notable operación de la policía Federal, con empleo de gases de última generación. Los mismos, para quienes puedan haber olfateado sus efectos, que se tiraron la noche del 19 de diciembre, cuando comenzó la implosión del gobierno de Fernando de la Rúa. La consigna de Paz, ese 30 de marzo, no fue casual: estaba en el ambiente que se preparaba una operación, la que se concretó el 2 de abril. Ya en febrero, un columnista de La Prensa, muy enterado de los entretelones de las operaciones de “inteligencia”, lo adelantó sin eufemismos. RESISTENCIAS A LA GUERRA Palermo considera también irrelevante el rechazo a la guerra, en esos días, por una minoría de la sociedad argentina. Pero esa resistencia existió, silenciosa y silenciada, y produjo trabajos, documentos, testimonios importantes a la hora de un balance histórico. A fines de abril comenzó a circular un pequeño folleto, ¿La verdad o la mística nacional?, firmado por el Círculo Espacio Independiente. Finaliza así: “analice esta declaración, critíquela, hágala circular, reprodúzcala por cualquier medio. En algún lugar de nuestro país tal vez nos encontremos”. El trabajo, que había sido escrito por Carlos Alberto Brocato, poeta, intelectual de larga trayectoria en la lucha sindical y política, fue reproducido por el semanario judío Nueva Presencia. En ese número del semanario se expresaban muchas de las ideas del progresismo de la época sobre el conflicto. El editorial, firmado con las iniciales del director, HS, propone “Ganar la guerra y retornar a la democracia”. En sus páginas interiores, Raúl Alfonsín: “antes que nada hay que poner de manifiesto el resultado de una acción que se inscribe en la vieja aspiración de los argentinos. Las Fuerzas Armadas han producido un episodio que contó con el aval del pueblo. Se trata, en esencia, de un hecho que puede significar un arranque para terminar definitivamente con la decadencia” (Nueva Presencia, Nº 258) Página seguida, el trabajo del Círculo Independiente (Brocato) denuncia que la mistificación de la “causa” Malvinas se montó sobre tres falacias. La falacia de una soberanía nacional, que escondía la evidencia de que el pueblo había sido despojado del ejercicio soberano del poder. Se llamaba soberanía a una cuestión territorial. Aquellos que no se inmutaban ante el remate del verdadero patrimonio nacional, y que habían llegado al poder matando y sometiendo a todo aquel que se les oponía, se constituían en los intérpretes y representantes de la soberanía. Una segunda falacia se montaba en relación al colonialismo. Aquí encontraba un argumento la izquierda malvinera. Se trata de la dictadura de un país oprimido que enfrenta a un imperio colonial, ergo una guerra justa; hay que aliarse a los hasta ayer genocidas torturadores. Aquí no se establece diferencia alguna, indica el documento, entre una usurpación de la soberanía nacional al estilo de la practicada por Francia en Argelia, por Bélgica en el Congo, por Inglaterra en la India, con una dominación como la de Gran Bretaña en el peñón de Gibraltar o la de los Estados Unidos en Guantánamo. Esto último es Malvinas. Y la tercera falacia es “que se nos acabó la paciencia”. Que ya se habían agotado los tiempos de la negociación. “Hace ciento cuarenta años que los ingleses no quieren entregarnos las islas; hace sólo catorce años que le vienen dando largas a la resolución de las Naciones Unidas. ¿Por qué el 2 de abril de 1982 se ‘agotó la paciencia argentina’? Es una patraña. Una patraña en la que, a conciencia, entra toda la dirigencia política argentina” A partir de la difusión de esta declaración se organizan una serie de reuniones donde participan activistas que comenzaban a organizar centros estudiantiles -particularmente de Ciencias Económicas y Ciencias Exactas-, junto a viejos militantes sindicales y políticos de izquierda (como José Lungarzo, Oscar “Miguel” Posse, Ignacio Moiragui, entre muchos otros), Madres de Plaza de Mayo, movimientos vecinales. Una actividad que confluye con el pronunciamiento pacifista de sectores cristianos, como el Servicio de Paz y Justicia, y los obispos Novack, de Quilmes, y Jaime de Nevares, de Neuquén, que van organizando reuniones en la línea de denunciar el engaño y la manipulación. UNA PEQUEÑA PERO EFECTIVA RED DE ESCLARECIMIENTO Y DEBATE. En paralelo, el 7 de mayo de 1982, se publica en Le Monde una declaración que firman Julio Cortázar, Osvaldo Bayer, Osvaldo Soriano, entre los más conocidos de cientos de exiliados políticos argentinos residentes en París, Madrid y México, pronunciándose en términos similares a los de la resistencia interior. Dos trabajos, entre muchos, publicados al calor de los acontecimientos dan cuenta de estas posiciones entre los exiliados argentinos. En Cuadernos Políticos, de México, Adolfo Gilly publica “La guerra del capital”, un ensayo en donde se señala la confluencia de dos crisis, la de los militares y la de Thatcher, como desencadenante de la guerra de Malvinas: “En términos precisos lo dijo, desde el lado de la minoría británica que se opuso a la guerra colonial, el historiador Edward Thompson: ‘La guerra de las Falkland no es sobre los habitantes de las islas. Es sobre “no perder la cara”. Es sobre la política interna. Es sobre lo que sucede cuando uno le tuerce la cola a un león… es un momento de atavismo imperial, mezclado con las nostalgias de quienes hoy llegan al final de su edad madura”. Como era fácilmente previsible para cualquiera menos inepto e ignorante que los militares que gobiernan Buenos Aires, Thatcher no iba a dejar pasar esta oportunidad de hacer una guerra, posiblemente costosa pero seguramente ganada desde un comienzo, para unificar en su apoyo a la opinión pública británica y subordinar a su política imperial a la oposición laborista, jamás reacia a apoyar tales empresas”. (Gilly) Tony Blair acaba de decir que él hubiese actuado igual que la dama de hierro. ¡Luego de la invasión a Irak, qué duda cabe! En los documentos, ahora desclasificados, encontramos la prueba de esos análisis. Apenas unas horas antes del desembarco de las tropas argentinas en Malvinas, se registra la siguiente comunicación telefónica, entre el presidente norteamericano Ronald Reagan y Galtieri: Reagan … “estimo imprescindible continuar con las negociaciones y buscar una alternativa al uso de la fuerza. Créame, señor presidente, que tengo buenas razones para afirmar que Gran Bretaña respondería con la fuerza a una acción militar argentina”. Galtieri se niega a aceptar las indicaciones del jefe de occidente. Alejandro Dabat y Luis Lorenzano escriben “Conflicto malvinense y crisis nacional” (Libros de Teoría y Política, México, 1982), en donde realizan una exhaustivo análisis y una documentada investigación sobre la crisis de la dictadura y de la sociedad argentina que desembocó en Malvinas. Quedaron en desamparo, como bien lo señala Palermo, los ex combatientes. No pudieron entender la parte que les tocó en esta trágica opereta. El capitán de infantería y paracaidista Carlos Arroyo describió al tribunal de las FFAA que juzgó los hechos las marchas y contramarchas del alto mando: “Las raciones frías llegaban no a todas las posiciones. Pero inconsumibles porque los alimentos se congelaban a temperaturas de 10 y 12 grados bajo cero y no contaban con calentadores para descongelarlas. Inservibles. Falta de alimentación y de ropas adecuadas al frío. La movilidad del enemigo superó todo lo esperado. El 50 por ciento de los soldados a su mando (150) o eran conscriptos con solo dos meses de instrucción o reincorporados de la clase anterior que habían hecho la colimba como cocineros, mozos, talabarteros, peluqueros, etc.” (Página 12) A la hora de hacer su balance, el ex comandante del Ejército en tiempos de Carlos Menem, el teniente general Martín Balsa, admitió que “fuimos a un conflicto para el que no estábamos preparados…Se planificó sobre dos supuestos: que Gran Bretaña no iba a reaccionar y que Estados Unidos permanecería neutral. Ninguno de lo dos supuestos se dio”. A 25 años de la guerra, las Fuerzas Armadas no han dado todavía a conocer oficialmente el informe de la comisión por ellos mismos designada, presidida por el teniente general retirado Benjamín Rattembach, para estudiar por qué perdieron la guerra. Sí se sabe que la comisión Rattembach pidió la pena de muerte para todos los jefes militares que dirigieron la guerra de las Malvinas. (*) Recibido por Corrientes al Día por gentileza Sin Permiso, especial para Causa Popular. Carlos Abel Suárez es miembro del Consejo de Redacción de SINPERMISO.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.