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Desdoblamiento. Un abuso de la estadística

ALBERTO MEDINA MÉNDEZ (*)

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La especulación política está al rojo vivo. Corrientes, empieza a recorrer el camino electoral del segundo semestre del año. Ya hemos tenido nuestro febrero de urnas con la Constituyente, pero ahora se juegan asuntos diferentes.


En la construcción de estructuras políticas capaces de configurar roles de oposición y oficialismo vale casi todo. El desdoblamiento se ha convertido ahora en la vedette. Solo otra muestra de como razona la clase dirigente local. Esta claro que en nuestra provincia el debate por el desdoblamiento electoral es solo un recurso especulativo para sacar una ventaja circunstancial de la mano de una herramienta táctica. No se ha pretendido darle un sustento moral, ni argumentación federal alguna a la cuestión. Solo la siempre presente discusión de hacer lo más conveniente. No se habla de hacer lo que corresponde, sino simplemente de actuar según convenga. Vivimos tiempos donde se está de un lado o de otro según aquello que sea mas funcional para sostener estrategias de poder. Eso que se ha dado en llamar política es hoy el escenario ideal para desplegar el arte de la picardía criolla. No es demasiado relevante saber que piensa el aliado. Eso explica como se construyen alianzas entre gente que tiene poco que ver desde lo ideológico, y ni hablar desde las afinidades personales. Mucha gente piensa que los dirigentes se pueden aliar hoy a sus adversarios del pasado, y la verdad es que las pruebas están a la vista. No podríamos ofendernos frente a esa visión siendo que la historia política reciente abona esa teoría con creces. El foco de la atención política está puesta en construir poder, en sostener estructuras electorales capaces de conformar frentes tanto oficialistas, como opositores. El desdoblamiento no es mas que una señal de como deciden nuestros dirigentes. Establecen reglas de juego según mezquinas conveniencias. No están dispuestos a transparentar las normas propias de cualquier contienda legítima, sino que las evalúan permanentemente y sacan tajada de las ventajas que ciertos cambios les darán frente a las circunstancias electorales del presente. Un conjunto de analistas, consultores y encuestadores se ocupan de vender inteligentemente teorías que demuestran con cifras, casi científicamente, que esta táctica propuesta brindará más dividendos que otra. Lo cierto es que, más allá de las inevitables formas de decidir acerca de los futuros individuales y partidarios de la dirigencia, preocupa la escala de valores con las que son capaces de tomar posiciones. Desdoblar las elecciones no tiene en si mismo demasiado significado. Solo debemos estar mas alertas, porque los hombres nos manejamos con ciertos códigos, que se expresan como valores que trascienden en una forma de ver la vida. Aquellos que son capaces de modificar las reglas de juego para mejorar sus chances están mostrando claramente su escala de valores. Si a ello se agrega el hecho de que no sienten la necesidad de esgrimir argumentos que expliquen la decisión, creo que se suma entonces la cuestión de la impunidad. Tomar decisiones arbitrarias, haciendo abuso de atribuciones, que permiten cambiar las reglas, y hacerlo sin dar justificaciones, cuando de asuntos públicos se trata, es una forma, al menos opinable, de ejercer el poder. A no equivocarse. No se trata de una práctica novedosa, ni es patrimonio exclusivo de los circunstanciales protagonistas del presente político correntino. Esto es lo que en realidad preocupa. Lamentablemente, esta forma de hacer las cosas, se ha convertido en la rutina electoral de estos tiempos. Cada uno de nosotros, aporta su mirada ciudadana, y desde ese lugar es inevitable sentir que se intenta arrear, casi como ganado, las voluntades de los votantes para dar cumplimiento a la democracia formal que nos invita solo a votar cada dos años. Jorge Luis Borges, ese escritor magistral del que supimos disfrutar los argentinos, desde su mirada anarquista, solía decir con algún rasgo de fina ironía, que “la democracia es una superstición muy difundida, un abuso de la estadística” Sería bueno que sea solo una visión escéptica de la cuestión. Es importante entender que para no caer en la resignación de comportarnos como rebaño, los ciudadanos deberemos trabajar fuertemente en comprender que la democracia no se trata solo de la actual concepción de los dirigentes políticos que deciden como los vamos a elegir. El ciudadano es el protagonista de la democracia. Los dirigentes son solo representantes de una población que sigue delegando en exceso su verdadero poder popular a manos de gente que, evidentemente, tiene una escala de valores que merece ser revisada. La democracia hay que defenderla, y no es cierto de manera alguna que la única forma correcta sea la de ir a depositar el voto cada vez que nos convoquen. La democracia merece otra atención por parte de quienes somos los electores. Debemos explorar un poco mas para encontrar nuevas formas de hacernos escuchar civilizadamente, sin violencia, sin prepotencia, y fundamentalmente de opinar para la construcción de consensos. La democracia representativa tiene muchas virtudes, pero no es el único camino. Es solo un recurso operativo de la democracia. No debemos convertirnos en fundamentalistas de un sistema que merece ser revisado en tanto no cumple con la consigna de representarnos siempre. La gente, la sociedad, la comunidad toda merece la oportunidad de gobernar sus propias vidas para escapar de las garras de la política chica que nos propone cierta dirigencia contemporánea. Para merecerlo, hay que hacer también un esfuerzo. La democracia amerita ser ganada, y la legitimidad de su existencia se trabaja en el día a día. Se requiere para ello de ciudadanos comprometidos, con ganas de sumar, haciendo frente al pensamiento único que dice que los partidos políticos constituyen la forma monopólica de participar en la vida cívica. Los argentinos estamos frente a este dilema desde hace algún tiempo. Debemos sortear el escollo que nos propone la dirigencia clásica, para recuperar el sentido mismo de la democracia. El gobierno de todos supone algo más de lo que tenemos. El desdoblamiento es solo parte de un arsenal de recursos que muestran una manera de hacer las cosas en la política actual. Los correntinos tenemos por delante un desafío mucho más interesante. Tomar las riendas de las decisiones públicas para que estas “chicanas” propias de un cristal con el que se puede ver la vida y la política, sean solo parte del anecdotario irrelevante de una democracia que merece ser construida de otra manera, con otros códigos, con valores superiores. A esta altura de los acontecimientos políticos locales, el desdoblamiento se propone solo como una forma más de ese “abuso de la estadística” con la que tan escépticamente describiera Borges en ese intento por caracterizar a la democracia. Es tiempo de moralizar la política. Para ello, se requiere algo más que manipuladores del ejercicio electoral. Hacen falta ciudadanos dispuestos a explorar otros modos de ejercer el derecho a construir una mejor democracia. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@arnet.com.ar. 03783-15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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