Opinión
El que juega por necesidad, pierde por obligación
ALBERTO MEDINA MÉNDEZ (*)
El triunfo electoral de un candidato ha puesto de manifiesto, una vez más, la mente mágica de los argentinos. Un sector importante de la sociedad critica duramente la gestión del actual Presidente. No es nada nuevo que existen sospechas que vinculan a muchos funcionarios con maniobras relacionadas a la corrupción.
El gobierno también es blanco de cuestionamientos por el alineamiento internacional al que han empujado al país, por los problemas de inseguridad que no se resuelven, y porque no, por el cada vez menos disimulado espíritu antidemocrático que pone en jaque a la libertad de expresión, por solo nombrar algunas situaciones. Ese sector de la comunidad ante la necesidad de lograr alternancia en el poder, o al menos, establecer un aceptable límite republicano, sueña con la aparición de quien o quienes se constituyan en alternativa evidente. Mucho se ha dicho sobre las preferencias en las encuestas nacionales del matrimonio presidencial. No obstante ello, salvo los fanatizados de siempre, buena parte de la sociedad, aun quienes simpatizan con el oficialismo, aspiran a que aparezca un líder de la oposición que sea capaz de aglutinar ideas, soluciones y carisma, lo que conjuntamente con una construcción política viable, se constituya en el eje de un frente o coalición capaz de enfrentar con alguna chance, o al menos que con algo de dignidad, sea capaz de hacerle frente al poder que parece hoy indiscutible de cara a octubre de este año. Cada vez que ha aparecido un candidato en algún distrito, muchos argentinos han renovado esa típica actitud infantil de creer que ALGUIEN puede constituirse en ese centro de la oposición que tanto esperan muchos. La política no es un juego. Es la herramienta central para cambiar la realidad. Por lo tanto, esperar algo de ella, sin hacer el debito trabajo al respecto, suena cuando menos, ingenuo. Sin embargo, muchos argentinos, que se quejan a mares de su realidad cotidiana, denigran la actividad política, y hasta la toman como un juego. Es como si se tratara de un partido de fútbol donde unos ganan y otros pierden, y si el resultado no sale como nos gusta a esperar hasta la próxima fecha. Dicen que mi abuelo solía reiterar una frase que decía “el que juega por necesidad pierde por obligación”. Es una de esas típicas menciones vinculadas al juego, y recuerda que aquel cuyo único móvil es lo que necesita, estadísticamente pierde y la suerte no lo acompaña. El punto de contacto entre el juego y la política, lo incorporan quienes participan de esto como espectadores convirtiéndolo en algo superfluo, azaroso, lúdico, pero que, pruebas sobran, tiene un impacto inimaginable en nuestras vidas, nuestro presente y futuro. La búsqueda de ese hombre o mujer síntesis, capaz de enfrentar al oficialismo actual, es anhelada por la sociedad. Ese exceso de necesidad ha planteado que frente a la aparición de un candidato, que consigue un éxito contra el oficialismo en cualquier distrito, se multipliquen escenas de triunfalismo tanto en la comunidad, como en los medios de comunicación, analistas políticos y cuanto hombre allegado a este ambiente se refiera. Esa necesidad genera a la vez procesos sociológicos complejos de explicar. Aparece entonces como primer paso, la idealización. De pronto el elegido es inteligente, con estampa de estadista, eficiente, simpático, humilde, gran constructor de una estructura política. Esa deformación tan humana que consiste en ese enamoramiento tan fugaz como irreal pone en el tapete un nombre, que en cuanto bajamos a tierra nos damos cuenta que no es tan así, y el proceso de desilusión nos pone en un lugar peor al anterior. La otra reacción sociológica tradicional que se sucede es la de minimizar defectos, pasando todo por el proceso de olvido, mecanismo psicológico muy humano que genera negación política, dejando de lado algunas cuestiones que por obvias, parecen dejarse de lado. Esta es la forma en la que concebimos la política en la argentina. Buscamos hombres que saquen a otros hombres del poder. Cuando nos cansamos del que elegimos, porque finalmente nos damos cuenta que no es un príncipe, sino que el encanto termino y se trata solo de una ilusión, empezamos a recorrer idéntico proceso. Así nos hemos pasado muchos años, muchas décadas, sacando a civiles y reemplazándolos por militares y al revés. Nos hemos “enamorado” políticamente de los Alfonsín para luego pedirle que se vaya antes de tiempo y pasarle el poder a Menem, a quien luego le renovamos el crédito como sociedad en su reelección para finalmente, hacerlo reemplazar por la ilusión aliancista de la mano de De La Rua que terminó con la parodia de los 5 presidentes. Luego vinieron las historias conocidas de un candidato que saliendo segundo en una elección presidencial, logro luego consolidar un poder que hoy parece que nadie puede siquiera aspirar. Alguna vez comprenderemos que no se trata de hombres, ni siquiera de nombres. Se trata de la forma de hacer las cosas. No nos podemos ilusionar con políticos a los que el “encanto” típico del triunfalismo y la euforia argentina intentan mostrar como diferentes por el solo hecho de que no provienen de la militancia universitaria o de las tribunas partidarias. Un hombre que se erige como candidato de una fuerza y elige sus compañeros de formula y de lista con procesos democráticos inexistentes, no es otra cosa que mas de lo mismo. A los hombres diferentes se los nota porque hacen cosas diferentes. No solo se trata de ser buen gestor, de ser eficiente en una gestión privada. La política es bastante mas compleja. El marketing político, se encarga de hacer parecer lo que no se es, opinar y hacer según convenga. Es decir más de lo mismo. Encabezar una lista de legisladores, no para ejercer el cargo, sino porque electoralmente conviene, no es diferente. Utilizar el triste recurso de vaciar un espacio legislativo, recurriendo, a la aceptable desde lo jurídico, artimaña de evitar el quórum para que una votación no sea posible porque no nos gusta el resultado, no es nada distinto, es mas de lo mismo. Esconder profundas convicciones por el solo hecho de que algunas de ellas no traen votos, o bien los espantan, no es nada distinto, es mas de lo mismo. Abandonar al aliado porque supuestamente ha caído en desgracia, es una vieja practica de la política nacional. No es nada distinto, es más de lo mismo. A los hombres los definen sus hechos y no sus dichos. No caigamos en la trampa de construir ídolos de barro. La política es bastante más seria de lo que parece. Que quede claro. La cosa no es con este candidato. Es solo un ejemplo más de los tantos protagonistas de la ilusión que hemos construido ficticiamente en los últimos años. Es una critica si, a la renovada actitud de un electorado que no se toma en serio la política y pretende soluciones mágicas sin tomar las riendas del asunto. Tendremos la dirigencia política que nos merecemos en tanto no nos tomemos seriamente esta responsabilidad. No tenemos en quien delegar esta cuestión. Mientras tanto, mientras sigamos tomando estos temas como un simple acontecimiento derivado del azar, seguirá vigente la frase del abuelo ” el que juega por necesidad pierde por obligación” (*) Nota de opinión recibida por Corrientes al Día, de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@arnet.com.ar, 03783-15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.