Opinión
He dado mi última clase en la Universidad
TIEMPO LIBERADO (*)
Cuando hoy iba a despedirme de mis alumnos, después de 34 años como profesor en la universidad, me preguntaba si no sería mejor regalarles algunos poemas de Galeano, Benedetti o Whitman. O pedirles que me preguntaran lo que quisieran ya con un pie en el estribo del tren que me aleja de la actividad docente reglada. Cuando crucé la puerta, sentí que el suelo cedía: la enorme clase estaba de bote en bote.
Subí a la tarima y mientras ajustaba el micro comprendí que allí estaban docenas y docenas de antiguos alumnos, de licenciados, de compañeros en los viajes a África y a América, de alumnos que regresaban de Canadá, de EEUU, o que partirían pronto para Alemania, Inglaterra, Francia o China. Estaban todos mezclados con los alumnos de este año. Y en primera fila mis compañeros de fatigas en Solidarios, también ellos antiguos alumnos míos. Todos en silencio y con una mirada de complicidad que colmaba el ambiente. No quise ceder a la emoción, me senté, después de pasear la mirada abrazándolos a todos que respondían sonriendo, y comencé: “Bueno, voy a contarles por qué un profesor en la Universidad me llama “profesor heterodoxo”… Orto-doxia, una opinión; hetero-doxia otra opinión. No dogmas, ni mágicas imposiciones… Fue una clase hermosa. Conté cómo comencé siendo un estudiante ortodoxo, igual que en el deporte y en todos mis estudios hasta llegar a estudiar teología en la más importante universidad pontificia del mundo: la Gregoriana. Pero la Filosofía en Salamanca había sido clásica, aristotélico tomista y casi una apología o teodicea que te dejaba a las puertas de aquella monolítica teología. Esta experiencia de 4 años en Roma no fue sino un esplendor de cultura, de erudición, de profesores formidables, de encuentros enriquecedores y de viajes inolvidables. Pero no era eso lo que yo buscaba. Desde la niñez crecí en un ambiente cristiano, la formación y los estudios en busca del Bien y de la Verdad más que de la Justicia para todos, para pasarme muchos años explicando la Historia del Pensamiento Político y Social desde esa óptica. Conté mis padecimientos al explicar a David Hume, a Bentham, a Voltaire, a los Ilustrados, a Nietzsche etc., mis huidas llamado por “la ausencia”, viajes y lecturas estudios, idiomas y encuentros en lucha con el Ángel de la contradicción, hasta que hube de abrazar la incertidumbre y me topé con el hambre, con el dolor, con la explotación, con la enfermedad, con la discriminación y con la exclusión, durante los viajes por 20 países de Latinoamérica dando conferencias o cooperando en servicios sociales y otros tantos de África creando Centros de Medicina Preventiva en sus universidades.. Nunca me he “caído de un caballo cerca de Damasco”: fue un largo proceso de reflexión, de estudio, de búsqueda, de desarraigos y de huidas que me conducían al principio. Pero “un hombre puede ser destrozado pero no derrotado”, como quería el Viejo del mar. No era un eterno retorno sino la búsqueda de la identidad perdida. Y ante tanta injusticia, ante un modelo de desarrollo inhumano, ante un mundo sin fe ni esperanza pero aferrándose a mitos y a tabúes en busca de seguridad para mantenerse a flote, comenzó la rebeldía durante 20 años. Luchando, ahora sí, con el Ángel antes del amanecer… a brazo partido, a corazón roto, a tientas como un “ciego en Gaza”. De ahí la heterodoxia ante ideologías hueras y carentes de sentido pero que, en su anquilosamiento, aherrojaban a las gentes, a los dirigentes y a los pueblos, ante instituciones obsoletas, ante costumbres bárbaras y sin sentido… y las clases se convirtieron en un batallar en busca de la justicia, de la igualdad, de la solidaridad, de la soledad compartida. Por eso, les animaba a leer a Unamuno, a Camus, a Saint Exupéry, a Whitman, a Jalil Gibran, a Nietzsche, a la Yourcenar, a Magris, a García Márquez, a Carpentier y a tantos y tantos hasta llegar a ese centenar de mi canon vital. También a los luchadores de nuestro tiempo contra el pensamiento único que nos asola, contra los fanatismos de derechas y de izquierdas, judíos o musulmanes, católicos o protestantes, contra tabúes absurdos pero de los que tendríamos que servirnos para poder navegar en este piélago. Como quiere Kant,”actuar como si”, y tratando de no alejarnos demasiado de un cierto imperativo moral “vive de forma que tu conducta pueda ser la norma de un obrar general” pero abriendo espacios a lo inédito, a la libertad, a la experiencia, a la duda, al fracaso para aprender a levantarnos de nuevo para seguir luchando no contra el Ángel sino con él… En fin, fue una clase hermosa, toda la audiencia estaba allí porque había querido y tenía derecho a exprimirme, a verificar la coherencia del discurso, a abrazarme con sus feed backs que les hacían comprobar que no todo había sido un sueño. Que valía la pena arriesgarse para poder decir “Yo sé quien soy” y que ya no busco certezas, sino experiencias y ternura, sosiego después de la lucha y recuperar el reino de los sentidos, de las emociones y de la comprensión compartida… al fin y al cabo, ¿qué más da? ¡Claro que hubo aplausos que casi me desmoronan! Cómo no sabía qué hacer les dije que les dedicaría a cada uno un libro en conmemoración de este día. Fueron cuatro de mis becarios y amigos a buscar unas cajas de “Jhany, una búsqueda” y de la 6ª ed. del Manual del voluntario… Y me senté a firmar más de cien libros ¡y no repetí ni una sola dedicatoria! Le miraba, preguntaba su nombre y sentía como si me arrancase aquellas palabras que quizás no pudo escuchar durante todo el curso. Fue algo mágico, increíble. Y yo eché de menos a muchos seres queridos, a amigos ciertos, en uno de los días más importantes de mi vida. Ni las licenciaturas ni el doctorado ni las oposiciones ni los premios o distinciones recibidas podían compararse con esta experiencia que me alejaba el suelo de los pies y me hacía expandir el alma. Pero, los ausentes no lo estaban tanto puesto que los evocaba al tiempo que escribía. Después, bajé a mi despacho y me senté ante el ordenador para trabajar en mi correo… porque no quería dejarme vencer por la emoción y para, como buen Nesemu, cuidar el fuego para que no se apagase; y nada mejor que la ceniza. Sabemos que esto no ha sido más que un rite de passâge. Comienza otro laberinto en la fase del “tiempo liberado”. Nada ha terminado, todo se transforma vivo y ardiente. Claro que los quiero. Ellos también son sangre de mi sangre y vida de mi vida. Esto es la eternidad. Anhelada tan ardientemente como el Viejo a su pez y Achab a Moby Dick. (*) Recibido por Corrientes al Día del Centro de Colaboraciones Solidarias (CCS), de la Universidad Complutense de Madrid, por José Carlos García Fajardo, Profesor Emérito de la Universidad Complutense de Madrid (UCM) y Director del CCS
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.