Opinión
Parecen diferentes, pero son parecidos
(*)Alberto Medina Méndez
Corrientes, esta próxima a otro proceso eleccionario. Faltan pocos meses y sin embargo resulta difícil ubicar a los partidos políticos y a sus respectivos dirigentes en el oficialismo o en la oposición.
Esta claro que hace tiempo Corrientes no tiene un liderazgo hegemónico indiscutible, y eso ha llevado a apelar a la siempre presente formula de las alianzas, frentes o la denominación que se prefiera. Se busca construir acuerdos que permitan conformar mayorías, al menos circunstanciales, utilizando los recursos del ajedrez político que permita ver la foto final de vencedores y vencidos. Lo cierto es que cada vez que se avecinan tiempos de contienda electoral, asistimos a este juego de seducción y manipulación que permitirá dirimir quienes van con quienes. Uno podría decir que el hecho de que algunos dirigentes hayan acompañado a un partido antes, a otro después, que estén en esta alianza ahora y en la contraria en la siguiente elección, es un acto de inmoralidad, de incoherencia, o de simple oportunismo o conveniencia. No se puede descartar esa motivación en ningún ser humano, mucho menos aun en movimientos políticos cuyos códigos de valores no le dan jerarquía a la cuestión moral, sino que sus parámetros son casi lúdicos, apostando al simple ejercicio de ubicarse del lado de los triunfadores. Sin embargo, y mas allá de no dejar de lado esas posibles razones, lo cierto es que existe una razón profunda por la cual podemos ver hoy a dirigentes que votaron en contra de este u otro gobierno y hoy están indistintamente dentro o fuera de la alianza oficial, ocupando el espacio inverso a la elección anterior, o porque no, de la anterior a esa. Tampoco resulta demasiado sorprendente ver como aquellos que cooperaron con instalar a estos gobernantes en sus espacios de poder, hoy, con idéntica convicción, se erigen como los opositores de turno. Inversamente a ello, muchos de quienes se opusieron a la llegada de estos gobernantes, parecen hoy buscar espacios dentro del frente oficial. En definitiva, todo parte del mismo juego. En realidad la cuestión más profunda pasa justamente por la similitud de ideas, visiones y proyectos de cada uno de ellos. Eso es, tal vez, el componente que les brinde mayor versatilidad a los dirigentes de los partidos. Casi todos son kirchneristas, oficialistas y opositores. Los que no lo son, tampoco tienen demasiados pruritos para unirse a los K locales de uno u otro lado, siempre alineados a la dinámica electoral de aparecer en la foto del día después, obviamente del lado de los ganadores. Lo preocupante de todo esto, es que en realidad son solo parecidas formas de oficialismo. Se disputan, en definitiva, solo sutiles diferencias en las formas de ejercer el poder. No se difiere en los temas de fondo, solo en lo anecdótico que rodea a los modos. Los partidos políticos correntinos tienen una visión muy similar respecto de muchas cuestiones centrales. Su posición respecto de temas tales como las funciones indelegables del Estado, la independencia de la justicia, la seguridad, la educación, la política, la economía, la producción, la soberanía, la seguridad social, el sindicalismo, los capitales extranjeros, la obra pública, la salud, la vivienda, los impuestos, etc. Hacer un ejercicio al respecto puede ayudar, intentando recordar quienes están a favor y quienes en contra de cada uno de esos temas que pueden cambiar la historia de nuestras ciudades, de nuestra provincia. Todos sabemos cuales son los temas vitales. Sin embargo costara bastante recordar quienes han planteado temas de fondo en los últimos años. Desde el discurso muchos se han animado, pero desde la acción ninguno, ni los que ganaron ocupando puestos ejecutivos, ni los que accedieron a posiciones legislativas desde donde podrían haberlo intentando Incluso respecto de la FORMA de hacer política se pueden establecer estas similitudes. Todos tienen una marcada vocación de poder que se agota coincidentemente en la obtención del mismo como un fin y no como un medio. Apuestan todos al discurso de la reforma política en público y frente a las tribunas, pero la acción concreta pasa justamente por no modificar nada. Nuestros partidos políticos se mueven como una casta defendiendo sus privilegios directos y los que se derivan del derecho a pertenecer. El clientelismo y la dádiva es parte de su reiterado repertorio, rechazado desde el discurso, pero aceptado implícitamente como parte de las reglas de juego de ese sistema que dicen combatir, pero con el cual comulgan diariamente. Elecciones a dedo, procesos democráticos internos poco transparentes, infinidad de secretos a voces respecto de la inmoral forma de hacer y un significativo desprecio por la democracia como forma de gobierno real son algunos de los componentes más habituales. El botín de guerra que implica el reparto de empleos públicos y favores del Estado a los amigos, son moneda corriente, aceptado claramente por una dirigencia que se aprovecha de ello para fortalecer sus arcas políticas, y al mismo tiempo jamás transparentar la estructura de ingresos y egresos de sus andamiajes partidarios. En definitiva, idénticas ideas, iguales visiones, mismos modos de hacer las cosas. No son más que la misma cosa. Solo grupos de dirigentes que se identifican con una tradición, con una historia común, con un color, o con un liderazgo mesiánico de otros tiempos. Por eso no nos debe extrañar esta mezcla de identidades que hace que nadie pueda dilucidar a meses del siguiente proceso electoral, como culminaran los grupos de dirigentes y partidos. En realidad no tiene demasiada importancia. Después de todo, que ganen unos u otros, solo cambiara las vidas de esos dirigentes, con algo de suerte, de esas construcciones políticas, pero seguramente NO de los correntinos. Son iguales, siendo generosos, muy parecidos, por eso pueden terminar conformando cualquier frente, alianza o coalición. Por eso, a no engañarse, parecen diferentes, pero son parecidos. (*) Recibido por Corrientes al Día
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.