Opinión
La discriminación silenciosa
AMIA (*)
Se cumplió otro aniversario del atentado que enlutó a la Nación toda. Se ha leído mucho respecto de este tema. Algunas opiniones solo han sumado lo habitual, el pensamiento moralmente correcto de solidarizarse, de hacer memoria y pedir justicia.
Sin embargo subyace otra realidad que rodea a este tema y que nos muestra un costado no tan grato de nuestra mirada como sociedad. Se trata de esta extraña, pero no por ello menos preocupante, forma de discriminar que hemos desarrollado en estas tierras. No es nada nuevo que buena parte de la comunidad argentina crea con absoluta convicción que este atentado solo lo sufrió la comunidad judía y no el país en su conjunto. Están los obvios discursos que intentan mostrar ese acompañamiento genuino, sobre los cuales no puede pesar sospecha respecto de su sentimiento profundo. Sin embargo esos mismos, caen en la trampa de establecer argumentos tan distanciados de la realidad como claramente discriminatorios. Mostrar solidaridad con la comunidad judía por este atentado es asumir que el hecho es un patrimonio propio del judaísmo local y no de la sociedad argentina, real victima de este acto criminal perpetrado por seres humanos, que con intencionalidad, sin demasiados escrúpulos, y en nombre de vaya a saber que retorcido principio moral, se adueñaron de vidas ajenas, sin importarles demasiado las consecuencias del hecho. Frente a otros atentados realizados en todo el globo se han tomado actitudes bastante diferentes. A nadie se le ocurre que lo de las torres gemelas fuera un tema del mundo financiero, ni que lo ocurrido en el pentágono, lo fuera de los hombres de las fuerzas de seguridad. Madrid y Londres también han sido blancos elegidos por el terrorismo y nadie siquiera pensó que se tratara de un ataque a los medios de transporte. Las acciones de las guerrillas locales, en España, Colombia por solo citar algunos casos, o las internacionales de Oriente no son la excepción. Sus reprochables actos son siempre contra la esencia de la vida, combatiendo nuestra forma de concebir la interrelación entre seres humanos. Sin duda alguna, estas acciones son movilizadas por el odio, y pretenden encontrar justificación en complejos argumentos difíciles de explicar, mucho mas aun de comprender, cuando se trata de quitar vidas. Los medios de comunicación tampoco han sabido interpretar adecuadamente lo que ocurre, y el aniversario de este mes de julio no hace mas que mostrarnos nuevamente este costado simplista, lineal, ingenuo, que intenta, tal vez sin intención, que la sociedad crea que este es un problema exclusivamente judío. La reiterada consulta a los dirigentes de organizaciones judías respecto de la marcha de la investigación, acerca de los avances y aportes a las causas judiciales, ponen sobre el tapete esta mirada que pretende asignar a la comunidad judía la responsabilidad que las instituciones de la república no han sabido asumir con efectividad. Tal vez debamos remarcar una cuestión. Las únicas organizaciones sociales que se ocupan de recordar estas fechas, de mantener viva la memoria, de exigir justicia allí donde corresponde hacerlo, son las instituciones vinculadas a la comunidad judía. Esto también es un síntoma de esta extraña forma de discriminación silenciosa. Resulta extraño que organizaciones sociales que no tienen vinculación alguna con la comunidad judía no sean capaces de tomar la posta, de asumir un rol mas activo, que vaya mas allá del cumplido de participar para la foto en actos conmemorativos, o enviar misivas firmadas renovando esta adhesión solidaria que suma pero no se compromete. Probablemente, si el atentado se hubiera cobrado 85 víctimas fatales en cualquier otro lugar de nuestro país, el compromiso de todos los sectores sería sensiblemente mayor, pero esto es solo otra hipótesis que queda a criterio del lector. Las formalidades se cumplen razonablemente, pero subyace esta silenciosa forma de discriminar. Ya no se trata de lo que parece, sino de lo que realmente se hace, se deja de hacer y se piensa en la intimidad. La reiterada imagen cobarde del mensaje de texto, del posteo en un blog, de la opinión virtual en un foro o del grafitti en una pared de la ciudad, son diferentes formas de manifestar esa discriminación instalada que escondida siempre detrás del anonimato da rienda suelta al odio, al rencor y a lo peor de los seres humanos. Esos que anónimamente atacan al que sienten diferente, ni siquiera están orgullosos de lo que piensan. Por eso se ocultan detrás de la impunidad que provee el no poner la firma, el no identificarse. En público se muestran tolerantes, democráticos, pero en las penumbras, allí donde ninguno los escucha, se manifiestan como son. Argentina tiene una rica historia en esto de abrirle las puertas a todos, aceptando las diferencias de origen, raza o religión. Hemos sabido avanzar en esto de aceptar la diversidad, pero debemos estar atentos para no caer en los extremos de la paranoia viendo en todo una actitud discriminadora, y al mismo tiempo siendo todos severos vigilantes de los síntomas, por pequeños que parezcan, que muestren aquella actitud discriminatoria que debemos repudiar porque es el caldo de cultivo de las formas de violencia mas repudiables. Cuidar esto, es una responsabilidad de todos, para que lo de la AMIA sea el símbolo de lo que nunca debió ser y que permita demostrarnos que podemos vivir en comunidad asumiendo que los problemas son de todos y no de algunos, y que la búsqueda de justicia y de verdad nos compromete a cada uno de los que deseamos seguir viviendo en esta tierra. Queremos justicia, aspiramos a la verdad. La necesitamos como Nación para estar en paz. Mientras tanto, estemos todos alertas para poder convivir aceptando las diferencias, asumiendo nuestros problemas como sociedad sin hacer la mirada a un lado. Estas muestras cotidianas de profunda intolerancia preocupan porque amenazan con ser una moderna forma de discriminación silenciosa (*) Recibido por Corrientes al Día, de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@arnet.com.ar, 03783-15602694, Corrientes – Corrientes – Argentina.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.