Opinión
Moisés Lebensohn y la Argentina soñada
PEDRO J. AZCOITI (*)
Corrían los días de Junio de 1923 cuando en un modesto periódico de la campaña del interior bonaerense un joven de tan solo quince años escribía con la pasión propia de su edad: “Nuestra voz se hará sentir con toda vehemencia cuando ello sea necesario en salvaguarda de los derechos e intereses del pueblo”.
Tres décadas mas tarde, ante la inminencia del final de su corta pero fecunda vida, un hombre de tan solo 45 años exclamaba impotente ante la tarea inconclusa: “En el país hay mucho que hacer. Hay que luchar, luchar, luchar…”. Estos dos momentos señalados, el de la vehemencia juvenil y el del mensaje final ante la muerte, cobran el valor de toda una síntesis de lo que fue y representó la vida de Moisés Lebensohn, pues de él se trata. El suyo es uno de esos casos en que el olvido deliberado y culposo en que se lo pretende sumergir por parte de ciertos sectores, no hace otra cosa que acrecentar su recuerdo y revivir su prédica constante que a pesar de todo, todavía resuena en los pueblos más remotos de esta provincia de Buenos Aires que lo vio sin pausa ni cansancios recorrer sus polvorientos caminos llevando el mensaje de su fervor nacional y su auténtica concepción radical. Fue la lucha el símbolo de su vida, la misma que entregó generoso y sin vacilaciones a la causa del pueblo, a la que dio lo mejor de si. Y frente a ese pueblo que genialmente Yrigoyen definiera como la Causa, estaba el Régimen, a quien Lebensohn con precisión meridiana definiera en 1937 como “los restos de la oligarquía terrateniente enriquecida por la valoración de la tierra forjada por el esfuerzo de dos generaciones; los especuladores y financistas impacientes que juegan en gigantesca tómbola con el trabajo nacional; los grandes capitales que monopolizan los recursos de nuestra economía succionándola con sangría permanente; la sedicente minoría ilustrada que coloca el prestigio de sus apellidos y de su figuración política y social al servicio de los trusts internacionales”. ¿Y cual era para Lebensohn la herramienta adecuada para llevar a cabo la reparación nacional? El radicalismo por un lado, y el protagonismo popular por el otro. LA JUVENTUD Y EL PROGRAMA “Esta es la hora del hombre del pueblo… si es que queremos alcanzar la victoria no temamos la participación dominante del hombre del pueblo, que es nuestra única fuerza. Que él sea la figura central de nuestro partido”, solía repetir en todos los lugares. Y porque creía en las posibilidades transformadoras de la Unión Cívica Radical y conocía cuales eran los defectos y falencias de la vieja máquina partidaria, dedicó sus esfuerzos a combatir lo que el entendía eran los factores que impedían al radicalismo retomar el cauce yrigoyeniano. Fue Lebensohn un convencido que solo los jóvenes sin complicidades con el pasado serían los artífices del cambio añorado. Por eso contribuyó como ninguno a nutrir y enriquecer ideológicamente a la Juventud Radical, que lo tuvo como el más entusiasta de sus animadores y bajo cuyo influjo y dirección se inició una serie de grandes congresos juveniles que fueron delineando el bagaje doctrinario que diera origen en 1945 al Movimiento de Intransigencia y Renovación. Animador permanente del accionar de la Juventud Radical, por aquellos años cuarenta, Lebensohn esbozó en cada uno de sus incontables discursos producto de esa militancia juvenil, las aspiraciones y sentir de los jóvenes radicales de entonces, que son sin duda también las mismas que trazan la línea gruesa del pensamiento que anima a quienes hoy han recogido su legado. A su inspiración y redacción se debe el programa de la Juventud Radical de 1944, que reclamara en lo interno el voto directo de los afiliados, la representación de las minorías y la realización de asambleas, y ofreciera en lo externo todo un programa de realización en el camino de la liberación definitiva de Argentina. UNA VIDA CORTA PERO INTENSA En un plano meramente biográfico, digamos que Moisés León Lebensohn nació en Bahía Blanca el 12 de agosto de 1907 a las dos y media de la mañana. Su padre -Salomón- un médico ruso de vasta cultura que habla y escribía en nueve idiomas, que adhirió con fervor a la UCR, fue una referencia indiscutida en su formación. Instalado en Junín, se recibió de abogado en La Plata a los veinte años y a los 24 fundó el diario “Democracia” que dirigió hasta su muerte. “Durante la década del 30 al 40, -cuenta Osvaldo Álvarez Guerrero- Lebensohn estudia, lee, escribe, desarrolla su intelecto y va componiendo un proyecto de transformación profunda de las estructuras políticas, económicas y sociales del país”. Con una militancia activa en el radicalismo juniense, logró acceder a una banca de concejal en el período 1936-40, dejando de su brillante actuación y de su concepción municipalista, el testimonio de un libro: “Acción Municipal”. Su trajinar incansable dio sus frutos en la concreción de la organización de la juventud radical y la realización de sus diferentes congresos, especialmente aquel de 1942 en Chivilcoy, el programa de 1944, y el surgimiento del Movimiento de Intransigencia y Renovación, del cual fuera un principal impulsor. Le tocó a Lebensohn ser actor principal de una etapa ardua y conflictiva de nuestra vida política; época de pasiones encontradas, de intolerancias recíprocas y enfrentamientos permanentes; pero ni el fragor de la lucha, ni las cárceles soportadas lograron desviarlo de sus profundas convicciones y de su respeto por le hombre anónimo de carne y huesos. Ello no implicó que renunciara a ser un crítico implacable de los desvíos y abusos del peronismo en el poder, como lo refleja su fogosa intervención en su carácter de presidente del bloque radical, en la sesión del 3 de Marzo de 1949 de la Convención Nacional Constituyente, cuando se decide el retiro de la representación partidaria frente a las pretensiones reeleccionistas del oficialismo. Lebensohn no dejó obra escrita más allá del libro citado y sus editoriales periodísticos; al decir de Álvarez Guerrero “piensa por medio del discurso, y su oralidad es el modo natural en que expresa su pensamiento”, a través de ellos, de sus intervenciones en los numerosos congresos que bajo su presidencia (1949-51) organizara el Comité de la Provincia (agrarios, de la mujer, de la juventud, obrero, etc.) es posible reconstruir la profundidad de sus concepciones ideológicas. En 1953 asumió la presidencia de la Convención Nacional, el máximo organismo partidario, allí en una tumultuosa asamblea pronunció el 25 de Abril el que sería su último gran discurso, donde dejara con meridiana claridad expuesta su visión del país y el mundo y los deberes del radicalismo. La feroz resistencia al cambio de los sectores más conservadores del partido, las agresiones verbales allí sufridas, la intolerancia, la cárcel sufrida, hicieron mella en su ya debilitado y descuidado físico, su corazón cansado ya de tanto trajinar, y quizás con un ignorado infarto previo, dijo basta el 13 de Junio de 1953, truncando su vida cuando aún le quedaba mucho por hacer. Queda como síntesis de su lucha y de sus sueños, pero también como un mandato en marcha pero que aún espera su realización total, su fe en la concreción de esa Argentina soñada que el imaginara. (*) Diputado de la Nación. UCR-Buenos Aires
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.