Opinión
La continuación del menemismo por otras vías
EL MATRIMONIO KIRCHNER (*)
El matrimonio presidencial tiene valores, que el Gobierno y una escalofriante mayoría del periodismo se encargan de destacar. Es la prensa del gobierno y el gobierno de la prensa que hacen su tarea. Pero el Presidente Néstor Kirchner y su esposa Cristina también tienen atributos muy peligrosos en su cultura política que ahora, afloraron en toda su dimensión.
Todo indica que el matrimonio hizo una lectura equivocada del claro triunfo electoral. Que ambos lo interpretaron como lo que no fue: un cheque en blanco para hacer lo que les plazca. Nadie votó para que el Gobierno sea cada vez más sectario y verticalista. Y eso que el Presidente ni siquiera sacó los votos de Carlos Menem, que, digamos de paso, aun reelecto como Perón, terminó como terminó. Y eso que Cristina Fernández, ni siquiera sacó los votos de Graciela Fernández Meijide, que aún siendo un icono de la transparencia y los derechos humanos, terminó como terminó. Si el matrimonio presidencial quiere emborracharse de poder es un problema de ellos? Hasta que se transforma en un problema de todos los ciudadanos que debemos defender a la República y sus instituciones. Entre los empecinamientos erróneos que parecen formar parte del ADN de los Kirchner, el más grave de todos es que insisten en conseguir por presión, lo que pueden obtener por seducción. Actualmente han multiplicado los ejemplos. ¿O no fue una chicana arrogante la forma en que prorrogaron la emergencia económica y le dieron más súper poderes al Presidente Kirchner, sin dejar siquiera que la oposición expresara su malestar? ¿Cuál fue el objetivo buscado, además de la obvia humillación que solo genera resentimientos y búsqueda de revanchas depositadas a plazo fijo? Pueden sacar todas las leyes que quieran por las buenas, con diálogo y consenso como base del entramado democrático, y sin embargo lo hacen todo a marcha forzada sin siquiera escuchar los gritos de dolor que produce semejante sometimiento. Como si esto fuera poco, la senadora Kirchner decidió no mancillar su trayectoria límpida y optó por no votar esas facultades especiales maquilladas entre la prórroga de la emergencia económica. Esta vez, como en ocasiones anteriores, no quiso pagar ni un gramo de costo político: su estrategia fue salir del recinto para no devaluar su imagen votando superpoderes mientras la tropa de senadores adictos levantaba la mano resignándose y sobrellevando el trago amargo. Cualquier analista político extranjero quedaría totalmente desconcertado si tratara de explicar, qué mecanismos humanos (ya no políticos), se ponen en marcha cuando una senadora ordena a los compañeros de su propio partido, que aprueben algo que ella no esta dispuesta a votar. Una actitud como esta supera los límites de la altanería y sugiere importantes niveles de disociación entre el ser y el parecer; entre el decir y el hacer. Es una suerte de virus informático que se distribuye por todo el tablero democrático y envenena lo que debería ser una sana convivencia o, en otras palabras, una obvia disidencia entre los que piensan distinto. Por eso este gobierno tiene una regla incompatible con la libertad de conciencia. Ha decretado implícitamente que está prohibido decirle que no. Esa palabra, NO, es la que separa las democracias de los autoritarismos. Si no se puede decir que no, el pensamiento se transforma en una cárcel. Es grave para la oposición, que tiene como misión principal decir que no para poner límites sin obstruir el ejercicio del gobierno, y es mucho más grave para los que rodean a Kirchner, que aprendieron que decir que no es un rápido pasaporte al exilio. Lo saben muy bien Horacio Rosatti, Gustavo Beliz, Roberto Lavagna, Rafael y María Eugenia Bielsa, y siguen las firmas. Para el kirchnerismo disidencia es sinónimo de traición. No es casualidad que en menos de 24 horas, dos políticos que están en las antípodas, como Elisa Carrió y Fernando de la Rúa, hayan utilizado el término “fascista” para caracterizar actitudes del Gobierno. Mal que le pese al Gobierno hay que caer otra vez en el ejemplo de Menem y Fernández Meijide para recordar que hay momentos históricos, en que los políticos son blindados ante las balas. La opinión pública les acepta casi cualquier cosa. Pero hay otros momentos de quiebre de expectativas económicas, donde las facturas acumuladas caen en catarata sobre la cabeza de los más pintados o los más votados. Otro handicap importante es la arbitrariedad estructural del pensamiento. Es la que genera valoraciones absolutamente injustas y análisis equivocados. Decir que Luis Patti es un violador de los derechos humanos y por lo tanto no merece ser diputado aunque lo hayan votado 400 mil argentinos y no tenga ninguna condena de la justicia, es contradictorio con sostener que Lorenzo Borocotó (quien fue compañero de ruta y de fórmula de Patti), es una persona digna contra la opinión de toda la oposición, que condenó su tranfugueada, y también con el silencio de la propia tropa kirchnerista, que calla y otorga porque ni el miedo ni la disciplina partidaria son sonsos. Supera todos los niveles de soberbia creer que los malos se hacen buenos solo por nuestra compañía. O que la historia de la patria comienza con nosotros. En todo hogar decente se enseña desde chico que hay algo imperdonable: patear al caído. Aprovecharse del más débil. Es casi la contracultura de un progresismo declamado. Hacer cuernitos contra Menem al que Kirchner acompañó en 7 ocasiones en la boleta electoral y dentro del mismo Partido Justicialista, y burlarse de Fernando de la Rúa cuando ni siquiera puede subirse a la lona, son actitudes que se explican por sí mismas. Y es mucho más grave si se tiene en cuenta, que Kirchner no tolera ni la más mínima crítica a su gestión y que manda a decir, a través de Alberto Fernández, que la prensa está en retroceso, mientras multiplica por diez el presupuesto de la publicidad oficial. La actitud más difundida y la que más miedo mete entre los actuales militantes progubernamentales es el desagradecimiento como respuesta blindada hacia los que ayudaron a los Kirchner a llegar adonde llegaron. Es como si no quisieran testigos incómodos, salvo los soldados que estén dispuestos a inmolarse. O que en su inseguridad no admitieran que -como todo el mundo- necesitaron la ayuda de alguien y no podrían haberlo hecho solos. Y en este plano juegan con el fuego de las instituciones. Construyen desde el precipicio como le gusta al Presidente. ¿Qué hubiera pasado si aquel día en que juró Felisa Miceli y ante los cantitos agresivos de los piqueteros contra Roberto Lavagna el ministro saliente se retiraba del recinto al comprobar que Kirchner los toleraba y tal vez los disfrutaba? ¿Cuánto daño le hubiera hecho al gobierno Lavagna como venganza si no fuera el profesional responsable y prudente que es? ¿Kirchner cree que el resultado electoral demandaba que lo desplazara a Lavagna de esa manera? Y si lo cree, ¿por qué no dijo en la campaña que si lo respaldaban electoralmente iba a jubilar a Lavagna? ¿Cuál sería la gravedad de la crisis si Daniel Scioli, avergonzado por los retos públicos de la primera ciudadana, hubiese amenazado (aunque sea) con presentar la renuncia? ¿Qué hubiera pasado si Rafael Bielsa, en lugar de poner la otra mejilla y de haberse incinerado en el altar de la obediencia debida kirchnerista, hubiese denunciado la violencia moral a la que fue sometido durante la campaña hasta el punto de vaciarlo de contenido democrático y caballeresco? Preguntas con respuestas más que inquietantes. Conclusiones y humildes sugerencias: no se puede pedir lealtad y además complicidad con sus propias desmesuras. No se puede apostar todos los días en la ruleta rusa. No se puede representar a todos los argentinos con esa bulimia de poder que todo lo tiene y todo lo quiere. El gobierno está muy confundido si cree que todo vale. Que todo se puede comprar, silenciar, subsidiar o transar. Eso sería, vaya paradoja, la continuación del menemismo por otras vías. (*) Fuente web Club del Progreso.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.