Opinión
La perversidad de los impuestos
ALBERTO MEDINA MÉNDEZ (*)
A diario se nos intenta convencer, acerca de la “bondad” de los impuestos. Hasta el punto de hacernos creer que quienes lo pagan tienen mayor autoridad moral. Estar al día con el fisco, parece otorgar un status en el que se pueden presumir mayores derechos que los que incumplen. El hecho de sufrirlos brinda un aura moral que el resto no tiene.
Tan hondo ha calado esta idea, que hasta parece bueno erogarlos. Así es que permitimos que el Estado lleve adelante su “acción solidaria”. Escuelas, hospitales, obra pública, apoyo a los productores y seguridad social, suelen ser las excelentes justificaciones que no solo ofrece “el sistema”, sino que algunos de los que “contribuyen” suponen con cierta resignación, alimentar para calmar su ambigua sensación. Debemos asumir que los impuestos no son mas que “un mal necesario” Desde la creación del Estado, frente a la necesidad de que ALGO pudiera resolver aquello que individualmente no se podía solucionar, se asumió que para que esto sea posible, los particulares deberían solventar los gastos que ello involucraba. Primero fue la necesidad de que se pudieran dirimir civilizadamente las diferencias entre los individuos y que alguien, imparcial ( ? ), garantizara el pleno ejercicio de los derechos, en esta suerte de JUSTICIA. Luego fue la necesidad de negociar entre naciones, y allí precisaríamos alguien nos representara formalmente, entonces la CANCILLERIA fue justificada. Después fue la prioridad de que cierta fuerza que emanara de alguna parte, nos brindara SEGURIDAD para evitar los abusos y el imperio de la ley del más fuerte. Finalmente surgieron necesidades “modernas”, la educación, la salud y hasta las tan mentadas políticas activas en materia económica. Probablemente este no haya sido el orden…..o si, pero esto es, en definitiva, anecdótico. Para sostener este CRECIENTE andamiaje, el recurso ineludible debieron ser los impuestos, léase la apropiación compulsiva por parte del Estado de una parte de los ingresos generados por un individuo a través de su esfuerzo personal. El complejo moral de no “contribuir” se ha hecho carne y nos hace sentir culpables cuando no aportamos a la GRAN CAUSA. Vivimos en un país donde el “progresismo” se puso de moda. Gordon Liddy, periodista norteamericano decía que “Ahora resulta que “progresistas” son aquellos que se sienten enormemente solidarios con el prójimo y entonces pretenden ayudarle no con su propio dinero, sino con el tuyo.” Tiempo atrás tuve la oportunidad de visitar una exposición. Era un día algo nublado. Clima y horario, cercano al mediodía, generaron condiciones ideales para buscar algo para el almuerzo. Así, me aproxime a un improvisado puesto donde un hombre preparaba comida autóctona tradicional. Lo ayudaban un par de personas que preparaban la materia prima para su posterior cocción. También colaboraba alguien más que se responsabilizaba de la caja y entregaba la mercadería lista para consumirla. El hombre, propietario y cocinero a la vez, hacia su tarea frente a una especie de parrilla que denotaba cierta artesanal construcción. Difícilmente esa herramienta podría haber sido adquirida. Debió haber sido fabricada por alguien manualmente. Dialogue con el propietario del puesto mientras el trabajaba. Primero fueron preguntas generales, consultándolo acerca de la marcha del negocio a lo que respondió con singular entusiasmo y visión positiva. Al profundizar la charla, me contó con orgullo mas detalles de cómo empezó, de su “secreta” receta, y de cómo ideó, imaginó y construyó esa extraña parrilla. Compartió con humildad y al mismo tiempo satisfacción, sus aciertos y errores. También, de como esa parrilla funcionaba primero con un motor de lavarropas lo que dinamizaba el mecanismo que permitía girar a esos improvisados rodillos. Luego le coloco un motor de mayor fuerza, pero resultó ser excesivamente potente. Precisó entonces del asesoramiento de un amigo, ingeniero él, para lograr regular la fuerza del motor al punto justo, lo que finalmente consiguió. Además construyó con idéntico entusiasmo ese “carrito” que servía de puesto y que ruedas mediante, trasladado por un remolque, permitía ser transportado a cada evento que congregara gente en el lugar de la ciudad y la provincia al cual fuera interesante ir a ofrecer sus deliciosos productos. Lo comprado resulto exquisito, pero mucho más sabrosa fue la experiencia de charlar con este “emprendedor”. Todo esto ocurrió un día domingo, de esos que se dedica al descanso reparador. Este hombre es, sin dudas, un ejemplo de esfuerzo, de trabajo de sacrificio, un auténtico emprendedor con mayúsculas. No parece un empresario, para la concepción tradicional, sin embargo ESTE sí lo es. A estas alturas se podría pensar que tendrá que ver este emprendedor con los impuestos y con la perversidad que intentamos retratar. Mucho más de lo que podamos imaginar. Este emprendedor, no entregaba ni facturas ni ticket a sus clientes. Sería una sorpresa que estuviera registrado como contribuyente en AFIP. Difícilmente haga declaraciones de IVA. Es bastante improbable que este pagando impuesto a las ganancias. Ni siquiera, tal vez, esté inscripto como monotributista. Tampoco resulta probable que aporte a Rentas Provinciales. Si así fuera, no precisaría contador que lo ayude con esto de cumplir con el fisco. Sus “colaboradores” no deben contar con recibo de sueldo en blanco, o sea que seguramente carecen de aportes previsionales. En materia de permisos municipales, tal vez no cuente con la habilitación respectiva, ni mucho menos haya pasado por controles de bromatología y autorizaciones de esa índole. La tradición culposa e hipócrita de una sociedad que sigue recitando que pagar impuestos otorga jerarquía moral juzgaría a este hombre como un vivillo, un pícaro, un delincuente, un evasor y hasta un criminal, según la dureza con la que se quisiera expresar el interlocutor de turno. No sabemos si todas estas presunciones acerca de la conducta impositiva de este personaje son solo eso, presunciones, o finalmente confirmadas certezas. Dado el perverso, voraz y alevoso mecanismo impositivo que el Estado ejerce sobre los ciudadanos de este país, es bastante razonable pensar que si este hombre pagara la totalidad de los impuestos que el Estado Nacional, Provincial y Municipal le requieren su negocio seria INVIABLE, es decir no lo podría desarrollar, mucho menos aun, dándole trabajo a esos colaboradores que lo ayudaban con similar entusiasmo. Si el Estado se hubiera percatado de su presencia, este negocio seguramente no existiría. En lo personal me hubiera privado de conocer a este soñador, disfrutando de su historia y manjares. Pero la humanidad se hubiera privado del aporte creativo, de su dignidad y de ese orgullo que le permitió salir de la pobreza, sentirse útil para con la comunidad, seguir soñando con crecer y mostrar a su sociedad que, con inteligencia, puede aportarle mucho, sin la necesidad de presumir títulos universitarios. Son estas experiencias concretas las que confirman la visión de que los impuestos son perversos mecanismos de confiscación legalizada. Cuando alguien lleva adelante un acto mediante el cual, por medio de la fuerza o la amenaza de fuerza, extrae o se apropia de la riqueza o bienes adquiridos por otro individuo se llama ROBO. Cuando ese mismo acto tiene como protagonista al Estado se llama IMPUESTO. En el primer caso, la gente se indigna y acepta que tenemos derecho a defendernos del agresor. En el segundo caso, la gente se resigna y acepta al agresor como su “benefactor”. Vaya paradoja. Cierta cita anónima dice “no robaras, porque el Estado no admite competencia” La historia de nuestro personaje nos plantea un dilema moral complejo. Seguir los patrones sociales siendo un fiel y cumplidor contribuyente para no quebrantar la ley haciendo inviable miles de brillantes ideas creadoras, productivas y generadoras de riqueza. O traspasar esa línea, esquivando con mayor o menor inteligencia las perversas normas que se nos imponen a diario para dar paso a la oportunidad de nuestras energías Decía ese escritor estadounidense, Henry David Thoreau un par de siglos atrás ” Si el Estado me dice “la bolsa o la vida”, ¿por qué debo obedecer y darle el producto de mi esfuerzo? Me sentiría indigno si lo hiciera.” Otra cita ayuda a darle contexto a esta mirada. Un escritor estadounidense, Patrick Jake O”Rourke decía que “El impuesto ha creado más “criminales” que cualquier otro acto del gobierno al obligar a miles de personas a mentir para protegerse del expolio.” Ese mismo escritor profundizaba la idea diciendo que “Al Estado le interesa la gente de la misma forma que a las pulgas les interesan los perros.” El sistema es perverso. Es evidente. Pero preocupa la aceptación popular del que goza pese a su demostrada inmoralidad. P.D: Ha sido necesario apelar a una licencia literaria, cayendo en cierta involuntaria ambigüedad en aquellos párrafos donde se describe tiempo, espacio y actividad de nuestro emprendedor. La voracidad fiscal de nuestro Estado omnipresente no hubiera podido evitar salir en su búsqueda. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@gmail.com 03783-15602694. Corrientes – Corrientes – Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.