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El conflicto que desnuda una patología

LA CRISIS DEL CAMPO (*)

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No cabe ninguna duda. Lo que está sucediendo en Argentina pone de manifiesto la terrible crisis de la clase política. Si un extraterrestre desembarcara en el Río de la Plata y pretendiera comprender la situación política generada en torno al reclamo del sector agropecuario, no encontraría una explicación racional.


El conflicto con el campo no es de naturaleza económica. Simplificaríamos el asunto si lo limitamos a un mero problema de caja. El aumento desmedido a las retenciones -que no sólo se contrapone a la lógica más elemental, sino que también vulnera principios consagrados en la Constitución Nacional- no representa para el gobierno un capital que le permita cambiar la historia. Si bien es cierto que lo recaudado le otorga una caja chica, que puede usar a discreción para favorecer a sus aliados circunstanciales, no lo es menos que el conflicto suscitado le ha llevado a tener pérdidas infinitamente mayores. El problema central, a pesar de su origen, no es esencialmente económico. Tampoco el problema medular es de naturaleza política. Cuando consideramos a la política en un sentido agonal, como lucha por acceder y mantenerse en el poder, la racionalidad sigue siendo un componente importante del concepto. Se hace todo lo necesario, normalmente sin limitaciones éticas, para incrementar la cuota de poder de un determinado actor estratégico. Y si algo queda claro, a estas alturas del conflicto, es que el gobierno no sólo no ha conseguido acumular más poder, sino que, por el contrario, se ha empecinado en despilfarrar, consiente o inconscientemente, todo el capital político construido hasta el presente. Con buen criterio, el director de la Revista B1 acostumbra graficar la actitud del gobierno, con la del conductor de un Mercedes Benz último modelo, quien arremete contra un pobre don nadie, sólo por la adrenalina y la morbosidad del hecho. No tiene nada para ganar y todo por perder… y sin embargo se empecina en llevar a cabo su locura. El problema central, a pesar de un fuerte componente político, no encuentra explicación en esta rama de la actividad humana. ¿Y qué decir de la ideología? ¿Existen componentes ideológicos en este gran problema nacional? Por supuesto que sí. Basta analizar las consignas lanzadas por los voceros del oficialismo para comprender la vertiente ideológica donde abreva el ataque a los productores agropecuarios. “Oligarquía vacuna, corporaciones multinacionales, aliados del imperialismo, amigos del proceso, golpistas, simpatizantes de Martínez de Hoz, videlistas, cómplices del genocidio, terratenientes”, son algunos de los epítetos esgrimidos contra el campo por los nuevos “iluminados” de la Argentina. Y los voceros más ruidosos del gobierno son precisamente algunos, que acompañaron la demencial acción terrorista en la década del 70. Infiltrados ahora en el entorno K, encontraron la oportunidad histórica para “volver” a la plaza de donde habían sido expulsados, para imponer una adaptación siglo XXI del proyecto socialista con que habían soñado en los 70. Más inteligentes, ya no buscan abolir la propiedad privada de los medios de producción. Ahora se trata de quedarse con la renta de los sectores productivos. El “Tu” trabajas, “él” trabaja, “ellos” trabajan… y “nosotros” disfrutamos las ganancias, parece ser el lema de la nueva visión progresista. Pero los que conocen de primera mano la vida del matrimonio K y han seguido de cerca su manejo del poder, saben que el setentismo auténtico es una deuda pendiente de los actuales inquilinos en la Casa Rosada. Cuando ser montonero era un riesgo para la vida, los jóvenes K, que hoy canonizan a los guerrilleros terroristas, corrieron a esconderse en Río Gallegos… para desde allí, al más fiel estilo del capitalismo liberal extremo, llenar sus bolsillos rematando las viviendas de los pobres que no podían pagar el dinero adeudado. Un hermoso anticipo del capitalismo de amigos que se desarrolla en el presente, bajo el paraguas protector de la utopía revolucionaria de los 70. Entonces ¿Cuál es la raíz última de este conflicto que amenaza con despertar los fantasmas de la violencia? Si decimos que el orden económico no alcanza a explicar el problema. Si sostenemos que la mera puja política no termina de explicar el sostenimiento de una confrontación de la cual todos salen perdiendo. Si el componente ideológico, importante para algunos cuadros de las segundas líneas, no constituye un aspecto trascendente en la vida de los Kirchner ¿Por qué este empecinamiento por mantener y avivar el conflicto? Esa es la pregunta que no encuentra respuesta en una mente sana y bien intencionada. Y ese es el problema de fondo. La prudencia y la racionalidad política sólo pueden esperarse y exigirse a una persona equilibrada mental y emocionalmente. El problema de Néstor, que se traduce a Isabelita, perdón, a Cristina, es de orden patológico. Enfermo de poder, con fuertes complejos de inferioridad, el emperador sureño no puede aceptar que se discuta su pensamiento. Como todos los que se creyeron iluminados en la historia, no comprenden el ejercicio de la política desde el consenso. No les importa si algo es bueno o malo para el conjunto. Lo importante es que se respete su voluntad todopoderosa. No importa que esa actitud los lleve a la derrota. Es preferible el fracaso más estrepitoso, que aceptar humildemente haber cometido un error. Y pobres de aquellos que se atrevan a contradecir sus mandatos divinos… Este es el fondo del problema argentino. Por eso el conflicto se torna cada día más insoluble. Por eso se aviva el fantasma de volver al pasado. La enfermedad de un hombre y la incompetencia de una mujer, que cada día se parece más a la chabela, están poniendo al país al borde del caos. Urge en Argentina el establecimiento obligatorio de un examen psico-técnico para acceder a puestos públicos. Mientras tanto, sigamos rezando para que Cristina Kirchner asuma sus responsabilidades, ordene ponerle un chaleco de fuerza al marido y comience a gobernar para todos los argentinos. Pidamos también porque la sociedad no caiga en la trampa. El nuevo Nerón está buscando excusas para incendiar nuestra patria… y es responsabilidad de todos apagar el fuego de la violencia. Hoy más que nunca, me parece muy atinado seguir el consejo del Editorial de la Revista B1 Nro 10: “Nadie debe alentar, implorar, favorecer, etc, desestabilizaciones de ningún tipo que puedan convertir en víctima a este gobierno montonero… La hora de la verdad, en las urnas y en los tribunales, les tiene que llegar de forma clarísima, por vía del voto del pueblo argentino en las elecciones de 2009 y 2011”. (*) Recibido por María Cecilia Pando. Publicado en Diario Digital BWN Patagonia y politicaydesarrollo.com

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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