Opinión
Los resguardos constitucionales de la democracia y la República
ALBERTO F. ROBREDO (*)
Es público y notorio el estado de caos generalizado que se vive en el país. Desde el punto de vista político – constitucional se asiste a una suerte de catalepsia de los diferentes órganos funcionales del Estado, substituidos en su protagonismo legal y político por la presidenta de la Nación y el presidente del Partido Justicialista.
La división entre el llamado “poder” y la mayor parte de la sociedad, ocasionada por la terquedad oficial en esquilmar al aparato productivo agropecuario, puso sobre el tapete un recurso dialéctico utilizado por la pareja gobernante y sus incondicionales, que por serlo, son enemigos de la Constitución que no admite incondicionalidad en el ejercicio de la función pública. El ariete dialéctico oficial es que la presidenta ganó las elecciones, que fue elegida por un sector numéricamente muy importante y por ende la discrepancia con ella implica alzamiento contra la voluntad popular. La idea es que los diputados le deben acatamiento pues ella simboliza la voluntad del pueblo. Que los senadores deben aprobar sus iniciativas pues ella encarna al pueblo. Que los gobernadores, los intendentes y los demás, entre los que estamos todos, debemos acatar sus decisiones, sin disidencias, ni protestas, ya que la presidenta y su marido son el pueblo, y quienes no se sometan a sus decisiones persiguen un golpe de estado. Este es el discurso oficial, pero no es la ley, no es la Constitución , ni es la república ni la democracia. Mas allá de las dudas que puedan despertar las últimas elecciones presidenciales, en aquéllos que las tengan, en el discurso oficial hay un grave ataque a la esencia misma de las instituciones. En efecto, los diputados y senadores nacionales lo son en virtud de un pronunciamiento electoral, de contenido tan válido como el de la presidenta de la Nación. Los gobernadores, los legisladores provinciales y los intendentes lo son en virtud de un pronunciamiento electoral de tanto vigor como el de la presidenta de la Nación. Por ende, es de la esencia de los cargos representativos ejercerlos de acuerdo al leal saber y entender de quienes los desempeñan. Y si en el ejercicio de su función se enfrentan a la voluntad presidencial, ello es propio de las obligaciones emergentes de su cargo, que se sustentan en normas de jerarquía constitucional. Para que quede mas claro: todo aquél que presione, intimide, amenace e impute arremetimiento contra la voluntad popular a un ocupante de una función gubernamental por discrepar u oponerse constitucionalmente a un proyecto o a la voluntad presidencial, incurre en las conductas especialmente penadas por los artículos 226, 227, 227 bis y 227 ter del Código Penal, que contemplan penas gravísimas para estos delitos contra el orden constitucional y la vida democrática. O sea que estos oficialistas extremos están atentando contra el orden constitucional. Ellos son los que se alzan contra la voluntad popular, la permanente que es la plasmada en la Constitución Nacional. Otra argucia argumental del oficialismo extremo es la acusación de golpismo descargada contra el campo, contra los dirigentes de la oposición, contra quienes desde distintas tribunas discrepan contra la política cónyugo-presidencial. Discrepar y alzarse contra la política del gobierno forma parte del derecho de todos, siempre que lo hagamos en el marco de la ley, que incluye hasta la impugnación judicial y el ejercicio del derecho de huelga en toda la magnitud de la acepción. Estas conductas discrepantes no importan propensión al golpe de estado. Pero cuidado: que la democracia y la república no son impidientes del derecho a la protección contra la ineptitud y contra la arbitrariedad, que preserva la sociedad en el marco de la Constitución.No se necesita ser opositor, sino simplemente no ciego, para apercibirse que el país está inmerso en el mas profundo de los caos. La producción está sometida al mas arrebatado ataque desde el poder. Los índices de medición han sido adulterados por completo con la finalidad de desinformar a la sociedad. La inflación se desató en una espiral que se vislumbra imparable, quizá de efectos mas traumáticos que los habidos en tiempos del ministro Celestino Rodrigo. La crisis energética, atenuada en su gigantesca y merecida repercusión por la guerra contra el campo, adquiere ribetes de verdadera catástrofe en tiempos ya previsibles. La magnitud y el costo de la deuda pública, unida al cierre del crédito a la Argentina y al agotamiento de los fondos disponibles en el territorio para la concesión de crédito, hacen ya visible una cesación de pagos del Estado, que ejercerá su tremenda influencia en el territorio y en todos los ámbitos del quehacer nacional. ¿Como protege la ley a la Nación ante este panorama? Por suerte los argentinos aprendimos la lección y la acusación de golpismo solo es hoy aplicable a los que persiguen la imposición presidencial por sobre el vigor de las instituciones. No son las FFAA las llamadas a salvar al país. Es la Constitución. Es la Constitución la que especialmente prevé el derecho y la obligación de la Cámara de Diputados de promover la acusación contra el gobernante, la presidenta, si ésta incurre en mal desempeño en el ejercicio de sus funciones. Poner en movimiento el enjuiciamiento de un gobernante no es prohijar un golpe de estado, sino llamar a la Constitución para que proteja al país, al pueblo, contra el mal gobierno, contra la irresponsabilidad, contra la arbitrariedad, contra la imposición sin atenuante. Claro, también la Constitución prevé el medio para cubrir la vacante. En este momento particular de la Argentina, un vice presidente integrante de la alianza pero ajeno al partido oficial, sería un suplente constitucional políticamente débil. Sin embargo, si se diera el caso, esa debilidad quizá fuera mas que saludable para el futuro argentino, pues fortalecería a los demás órganos funcionales del Estado en todos sus estamentos, que podrían así contribuir al renacimiento de la república, ya sin los temores y los incentivos de un poder con pretensión de autoritarismo, para lo que esa presidencia sería.impotente. (*) Para Corrientes al Día desde Buenos Aires. Robledo es Jurista, Ensayista, Político.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.