Opinión
Cristina y el vacío de poder
CRUDO ANÁLISIS (*)
Dice Cristina Kirchner que lo que quiere un conjunto maligno de “intereses financieros, económicos y mediáticos”, cuya presunta existencia le molesta, es un Gobierno “más light”, o sea, “más débil”. La Presidenta se equivoca. Si hay algo que preocupa a aquellos “intereses” que la desvelan, esto es precisamente la extrema debilidad del Gobierno que ella encabeza. Aún no se ha recuperado del mazazo que le propinó el campo y tal y como están las cosas no lo hará nunca.
Los más conscientes de esta realidad son los peronistas. Saben que el país acaba de experimentar un cambio climático y que a menos que se adapten a las nuevas circunstancias compartirán el destino de los dinosaurios. Sobrevivientes profesionales, en cuanto logren identificar al próximo caudillo no vacilarán en encolumnarse detrás de sus banderas. ¿Entienden la Presidenta y su consorte que la política nacional ha entrado en una etapa agitada en la que está gestándose un orden bastante distinto del que les permitió gozar de un lustro de poder casi hegemónico? Puede que sí, pero puesto que para ellos terquedad es sinónimo de fortaleza y, de todos modos, ya han agotado el contenido de su pequeña reserva de ideas clave, quedarán inmóviles donde están ahora mientras que el resto del país siga su camino, internándose cada vez más en el aún borroso mundo postkirchnerista en el que no habrá ningún lugar digno para el matrimonio antes todopoderoso. A la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el ex presidente Néstor Kirchner ni siquiera les esperará un retiro tranquilo en sus extensos dominios calafateños. Abogados leguleyos, jueces ambiciosos y otros están preparando listas de preguntas que tarde o temprano tendrán que contestar. ¿Cómo se las arreglaron para enriquecerse tanto comprando terrenos a precio vil para después venderlos casi cincuenta veces más caros, anotándose un beneficio del 4.800 por ciento? ¿Y los fondos de Santa Cruz más los intereses devengados durante su larga estadía en Suiza? ¿Tienen razón los opositores que afirman que están en juego mil millones de dólares? ¿Manipularon las cifras confeccionadas por el INDEC con el propósito de estafar a los bonistas? Y esto es sólo para comenzar. Se trata de preguntas incómodas, pero no tan incómodas como las planteadas por los vínculos entre el Gobierno y el empresario de la salud Sebastián Forza, cuyo cadáver fue encontrado con los de dos amigos en una zanja en General Rodríguez, por un lado, y entre Forza y narcotraficantes colombianos y mexicanos por el otro. Es de suponer que los Kirchner nunca supieron que uno de los donantes más generosos a su campaña electoral del año pasado tuviera conexiones de algún tipo con gente nada recomendable, pero con razón o sin ella muchos se resistirán a creerlo. Las dudas son naturales, puesto que ya se había instalado la convicción de que buena parte del dinero recaudado para la campaña proselitista de Cristina fue aportado por chavistas, empresarios cortesanos comprometidos con el capitalismo de los amigos y los contribuyentes a través del Estado nacional. Si agregamos a esta mezcla la sospecha de que también aportó su cuota el crimen organizado, es evidente que la forma de financiar el Frente para la Victoria merece una investigación exhaustiva. El gobierno kirchnerista ha sido salpicado por el triple asesinato y por las revelaciones alarmantes que provocó; no le será del todo fácil sacarle toda la mugre. Por lo demás, si en los meses próximos se intensifican las actividades de los narcos en la Argentina, los Kirchner serán acusados de, por lo menos haberles abierto la puerta. Jaqueado el Gobierno por una multitud de problemas que es incapaz de atenuar, la clase política ha comenzado a darse cuenta de que una vez más se ve frente a un panorama sumamente confuso. Luego de más de cinco años de dejar todo en manos de los Kirchner, ahorrándose así un sinfín de responsabilidades engorrosas, sus integrantes tienen que resignarse a que de su desempeño colectivo dependerá el futuro del país. Aunque casi todos insisten en que lo que más quieren es que Cristina termine bien su mandato porque, nos recuerdan, su eventual éxito sería el del país también, no pueden sino entender que la posibilidad de que el Gobierno se ponga a la altura de las circunstancias se reduce día tras día. El “relanzamiento” soñado no se ha producido: convencidos de que un cambio drástico sería interpretado como una rendición, los Kirchner quieren que todo vuelva a ser como era antes de que Cristina diera comienzo a su gestión. Como un emperador derrotado que se resiste a entender que sus legiones han perecido, siguen procurando movilizar a huestes que ya no les responden. Al difundirse la sensación de que hay un vacío incipiente de poder en el país, políticos ambiciosos se han puesto a maniobrar. El ex presidente interino Eduardo Duhalde, motivado quizás por el deseo comprensible de desquitarse por los agravios que le dedicaron los Kirchner cuando la fortuna les sonreía, raramente deja pasar una oportunidad para manifestarles su desprecio. Aunque confiesa que se excedió al comparar el estilo retórico fanatizado de Néstor Kirchner con los de Adolf Hitler y Benito Mussolini, sus palabras contribuyeron a opacar todavía más la imagen ya deslucida de un hombre que hace pocos meses era el político más popular y más respetado del país. ¿Fantasea Duhalde con un regreso triunfal como piloto de tormentas? Es factible, pero en el caso poco probable de que lograra volver se vería frente a una situación bastante distinta de la que siguió al colapso de la convertibilidad, ya que lo que está agotado es la versión kirchnerista del “modelo productivo” que él mismo armó con la ayuda de Jorge Remes Lenikov y Roberto Lavagna. También está en la arena el héroe del voto en el Senado que marcó formalmente el fin de la hegemonía de los Kirchner, Julio César Cleto Cobos, pero si bien disfruta de un índice de popularidad muy superior a los ostentados por Cristina y Néstor, convertirlo en poder político no le está resultando nada fácil. Muchos lo consultan, pero pocos quieren comprometerse con él. Para que ello ocurriera, tendría que producirse una emergencia institucional que le permitiera mudarse por algo más que un par de horas al simbólico sillón de Rivadavia, aunque en tal caso la confusión sería tan grande que correría el riesgo de caer por una de las grietas que se abrirían. Mientras tanto, lo único que puede hacer el vicepresidente es charlar amablemente con personas cuya mera existencia fastidia a los Kirchner, correr maratones y esperar a que por algún milagro las estrellas se alineen a su favor. Por su parte, Mauricio Macri no puede mostrar apuro. Sería lógico que, luego de una etapa inicialmente esperanzadora pero después decepcionante signada por el populismo revanchista, la resurrección del esquema “industrial” promovido por el primer peronismo y el aislacionismo resultante, la mayoría llegara a la conclusión de que convendría probar suerte nuevamente con recetas menos excéntricas, pero la mutación necesaria aún no se ha producido. Macri tenía los ojos puestos en el 2011, ya que nadie previó que el kirchnerismo se desintegrara en la primera mitad del 2008, pero no podrá darse el lujo de tardar mucho tiempo en elaborar un eventual programa de gobierno encaminado a rescatar al país de las ruinas de un “modelo” que tiene los días contados. Un motivo por el que todas las sucesivas crisis argentinas han parecido ser “terminales”, consiste en que antes de que todo se haya venido abajo, ningún dirigente prestigioso se arriesgó planteando una alternativa convincente. La Coalición Cívica de Elisa Carrió tiene la desventaja de que podría servir de base para un gobierno aceptable en una Argentina más serena y mejor organizada que la que efectivamente existe, pero no parece poseer las cualidades que se requerirían en medio de una crisis tumultuosa del tipo que suele surgir en el intervalo entre el naufragio de un “proyecto” y la botadura del siguiente. Aunque los peronistas están habituados a plantear el tema de la gobernabilidad con el propósito de intimidar a la sociedad, esto no quiere decir que carezca de importancia. Por el contrario, es fundamental, de suerte que para cumplir un papel que no sea sólo el de una comentarista aguda, en la etapa que se ha iniciado Carrió tendría que aliarse con figuras que parezcan poseer la autoridad necesaria para inspirar confianza en la ciudadanía. ¿Y el campo que asestó el golpe de gracia a la siempre precaria hegemonía kirchnerista? En teoría, un partido agrario –como uno de los jubilados– podría adquirir dimensiones significantes, pero se trataría de un fenómeno pasajero porque a pesar de la unidad que ha mostrado frente a un matrimonio que por razones ideológicas la consideró nada más que una fuente de ingresos fáciles, en términos políticos el campo es casi tan heterogéneo como el país mismo, con izquierdistas, centristas, conservadores y algunos adictos a movimientos extravagantes. Con todo, no sorprendería que el grueso optara por respaldar a un conservador centrista como Macri que entiende que en el mundo actual, la libertad de comercio constituye una alternativa decididamente más prometedora que el proteccionismo favorecido por el lobby industrial y sus amigos. (*) Por James Neilson. Revista noticias
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.