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Persevera y triunfarás

ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)

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Definitivamente la lucha aislada no sirve, al menos no alcanza. Ellos, los que están en el poder saben que estas espasmódicas reacciones populares se ponen de moda y luego caen por su propio peso. La gente se desanima pronto y todo queda en la nada, renovando nuevamente la desilusión. Ellos lo saben, solo deben tener algo de paciencia. La historia dice que “ya se les va a pasar”.


Nadie parece recordar el “que se vayan todos”. Tampoco el “no se olviden de Cabezas” o cada una de las numerosas marchas pidiendo justicia para esclarecer cada aberrante crimen. Donde quedó aquella convocatoria para hacerle frente a la inseguridad que llenó una plaza con miles de ciudadanos que decían BASTA?. Que sabemos hoy de la movilización provocada por la indignación que produjeron los hechos de Cromagnon o mas recientemente, por donde anda la causa del campo ?. Los argentinos decimos querer cambiar la historia, pero para eso deberemos aprender antes, que esta es una lucha dispar. Eso no hace imposible ganarla. Pero si implica, la imprescindible necesidad de entender que para triunfar habrá que desarrollar una habilidad, una virtud, de la que, al menos hasta a hoy, hemos mostrado poco y nada. Las causas nobles siempre ganan, pero precisan de importantes esfuerzos y de una perseverancia que solo es propia de aquellos que entienden y están comprometidos con esa lucha. Debemos dejar de ser tan REACTIVOS. Hasta ahora nos hemos comportado como simples espejos que refractamos la situación del momento. Ellos, establecen la agenda de discusión. Plantean el tema, el como y el cuando. La sociedad mientras tanto solo atina a vociferar críticas, quejarse hasta el cansancio y bailar la danza que propone el poder. Antes fue la preocupación por la inseguridad, luego lo del campo, hoy el tema previsional. Pero no venimos ganando batallas, solo hemos conseguido postergar cada problema importante para darle paso al nuevo asunto que propone la agenda oficial. Es bastante probable que dentro de unos pocos meses estemos hablando de la crisis económica, de la institucional, o mucho peor aun, de alguna otra causa más frívola o irrelevante que la actual. Para ese entonces, las actuales luchas habrán quedado en el olvido, como tantas otras veces en el pasado. Es en esa falta de perseverancia donde perdemos territorio, es allí donde nos aplastan, y ellos lo saben. Lo más grave es que lo saben, conocen nuestro comportamiento social y conocen también con bastante certeza que nos volverán a derrotar, como lo hacen casi siempre. Salvo que esta vez, lo hagamos de un modo diferente. El mensaje no pretende ser negativo, ni pesimista. Muy por el contrario, lo afirmado pasa por recordar que si simplemente REACCIONAMOS no iremos demasiado lejos. Ganaremos pequeñas contiendas, pero solo harán que el adversario se repliegue para buscar una nueva y mas refinada estrategia para terminar torciéndonos el brazo. Ellos, las minorías organizadas siguen triunfando. Nosotros, las mayorías desorganizadas seguimos acumulando derrotas. Tal vez sea tiempo de parar la pelota y organizarnos, para asumir determinados roles. Necesitamos gente que sea capaz de dar lucha desde su lugar, desde la política o el arte, desde la tribuna académica o las organizaciones sociales, desde el deporte o el periodismo. NO sirve que todos hagamos de todo. Es inconducente. Abundan pruebas sobre ello. Precisamos bastante más que bronca para cambiar la historia. NO alcanza con encontrar un nuevo Mesías que reemplace al que nos viene desilusionando en el presente. Esas historias ya las conocemos, De hecho hoy convivimos con esos personajes que nos vinieron a rescatar de la corrupción y de la impunidad. Argentina parpadea. Pasa de la resignación a la impotencia, para luego envalentonarse y confrontar con el poder por espacio de algunas semanas, llevando como bandera el circunstancial tema del momento Es que la resignación es parte de la estrategia de los oficialismos de turno. Ellos saben que pueden hacernos sentir a los ciudadanos, esa sensación de que no vale la pena, que mas vale plegarse a la realidad y entregarse mansamente. Trabajan a diario para que esa resignación se desarrolle y para que creamos que no esta a nuestro alcance cambiar el rumbo. MUCHOS trabajan para ello, para que tengamos esa sensación de que nada podemos hacer. Al éxito se llega con buenas ideas, con creatividad, siguiendo a veces el menos convencional de los caminos. Pero ninguna buena idea, se logra, sin perseverancia, sin tenacidad, sin convicciones. Creer que las grandes batallas se ganan sin superar previamente escollos en el camino, es no haber tenido sueños. La concreción de las ilusiones, solo se consigue después de haber saltado vallas, muchas por cierto, y de haber tropezado varias veces en el proceso. No existe tal cosa como el éxito sin inconvenientes. Por eso, la lucha, el premio, el éxito, valen la pena en tanto uno está dispuesto a perseverar. Los intentos solitarios, la falta de determinación, la inconstancia, solo pueden conducirnos nuevamente al fracaso. Y con ello llega la frustración. Ya lo dice aquella famosa cita. El camino al infierno esta plagado de buenas intenciones. Se trata pues de no quedarse en el discurso bonito y llevarlo a la acción. La retórica es un excelente recurso, pero resulta insuficiente sin una consecuente acción. Los hombres que cambiaron la historia, los que dejaron algo positivo en esta vida terrenal, los que legaron a sus hijos alguna lección, son aquellos que tuvieron un sueño, pero apostaron por él con cada centímetro de su ser, arriesgando todo por ello. Cuando miramos con admiración lo que han logrado otras sociedades, o nuestros antepasados en otros tiempos, debemos entender que no llegaron allí con un simple chasquido de dedos. Lo lograron con esfuerzo, tenacidad, y hasta alguna cuota de tozudez Para los que dicen que no se puede cambiar la historia de nuestro país, de nuestra provincia, de nuestra ciudad, de nuestro barrio, solo hay que recordarles que el éxito tiene un costo. El esfuerzo debe encontrar soporte en las convicciones, y estas requieren de tiempo, perseverancia, tenacidad para plasmarse. Si no estemos dispuestos a ello, tal vez sea tiempo de que aceptemos que no podemos cambiar la realidad. Pero a no quejarse. La batalla se gana solo con esfuerzo, lo otro es solo impotencia e ingenuidad. Los poderosos están equivocados pero, hay que reconocerlo, han sido tenaces. A su evidente perversidad le han agregado una importante dosis de insistencia. Todos ellos llegaron luego de importantes historias de intentarlo hasta el cansancio. Es tiempo de aceptarlo, los profesionales de la crítica solo muestran retórica, pero la historia no se cambia solo con eso. Estamos en caída libre hace ya bastante tiempo. Cambiar esa fuerza inercial depende de nosotros, pero no será con voluntarismo que lo lograremos. Para salir de ese camino circular, hace falta mucho más que un ampuloso discurso e impulsivas reacciones sociales. Necesitamos objetivos claros y férreas convicciones. Será la única forma de hacer historia, recordando eso que tantas veces les decimos a quienes nos rodean: PERSEVERA Y TRIUNFARAS. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez, amedinamendez@gmail.com. Corrientes – Corrientes – Argentina.

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Cuando el mérito no importa

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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