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La problemática de una falta de política ambiental

MEDIO AMBIENTE (*)

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Hace apenas unas décadas atrás, el ambiente no formaba parte de las principales preocupaciones de la humanidad. Ese rol lo ocupaban otras cuestiones entonces más importantes en la agenda pública internacional, como la guerra fría, la deuda externa y otros problemas.


Hoy en día, por suerte, la conciencia de que el ambiente en el que vivimos no es un recurso inagotable e invulnerable se está instalando en la cultura de las sociedades actuales y en la agenda pública de los estados. Sin embargo, la gestión de las políticas ambientales se halla aún en pañales frente a los urgentes desafíos de las próximas décadas en las que no es aventurado suponer que asistiremos a una profunda reconversión ambiental del desarrollo y la política. La política ambiental es la fijación de un conjunto armónico e interrelacionado de objetivos, que se orientan al mejoramiento del ambiente y al manejo adecuado de los recursos naturales. A estos objetivos se deben incorporar decisiones y acciones específicas destinadas al cumplimiento de los mismos, con el respaldo de normas, instituciones y procedimientos que permitan lograr la funcionalidad. Una política ambiental implica un desafío, y al mismo tiempo un compromiso. Como parte de un concepto innovador, no se debe separar lo ambiental de lo social. Hay que tomar conciencia de que los aspectos sociales están ligados al ambiente, así como el ambiente está ligado a la sociedad. Una política ambiental busca que los ciudadanos sean un gran aporte a la consecución de los objetivos propuestos. Conseguir estos objetivos va más allá de incorporar cambios de actitud en prácticas diarias de trabajo, ya que también buscamos que el ciudadano lleve estas nuevas prácticas a sus hogares, los aplique, y así generar ambientes más saludables, llenos de vida, elaborados a conciencia, y sobre todo pensando en el legado que estamos dejando a las futuras generaciones. Los conceptos de gobernabilidad e institucionalidad son fundamentales para la construcción de una política ambiental sustentable. El continente americano ilustra muy bien la transición de la pobreza y la contaminación hacia la riqueza y la salubridad. Por un lado, Canadá y Estados Unidos son países ricos y desarrollados que hace muchos años hicieron esta transición. La gente en esta parte de América generalmente vive muchos años, se beneficia de una economía e infraestructuras totalmente integradas, y tienen pocos problemas ambientales locales como contaminación, aguas sucias, y mala salubridad. Esto trae beneficios a la salud humana, la gente por lo general vive por más años y no tienen que realizar trabajos pesados. En contraste, los demás países del continente americano, Latinoamérica y las naciones del Caribe, se encuentran en una etapa temprana de desarrollo. Estos países cuentan con diferentes prioridades y muchos aún necesitan llevar a cabo la transición para convertirse en naciones tecnológicamente sofisticadas y completamente desarrolladas. Muchos de los países latinoamericanos aún sufren del subdesarrollo, de la corrupción, y de la carencia de instituciones que permitan el crecimiento económico. Algunos no cuentan con instalaciones sanitarias básicas, y mucho menos con las tecnologías médicas sofisticadas que disfrutan sus contrapartes de los países desarrollados. En lo referente al caso que nos ocupa, el ambiente, nos encontramos con diversas políticas: severa, lábil, suave, flexible, entre otras. Si la problemática ambiental es de carácter político, así debe ser su tratamiento en la elaboración de planes, programas, y proyectos de desarrollo. Y así también debe ser la articulación de los distintos niveles de toma de decisiones; es decir, se debe tratar de promover el debate y la participación ciudadana, garantizando su efectividad a través de la educación ambiental, la información verídica y otros instrumentos de participación regional y local. No hacer nada en este campo también es una política. La política del no hacer. Es una política en si misma. La falta o ausencia de una política permite el establecimiento de procesos productivos sin un control adecuado, aceptando sus inconvenientes, promoviendo su instalación, en la búsqueda de un beneficio supuesto de oferta de mano de obra. La contracara es la política del impedimento. Las reglas del mercado pueden regular una política y viceversa. Una política hiperrestrictiva, hipercontroladora y sobredimensionada puede ocasionar el colapso de un sistema de producción. Hace mucho que Argentina carece de política ambiental. En todos los conflictos de raíz ambiental por los que hemos transitado en los últimos años lo más notable ha sido el absoluto silencio de nuestras autoridades ambientales. Silencio que hace creer que no tenemos una oficina que se ocupe del tema. La evolución de la política ambiental en la Argentina demuestra que uno de los principales obstáculos con que ella se enfrenta radica en la ausencia de un definido marco de distribución y coordinación de competencias entre la Nación y las provincias, incluyendo la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para la formulación de las políticas y la aplicación de la legislación ambiental. El escenario institucional ambiental de nuestro país comprende una serie de reparticiones nacionales, provinciales y locales, con competencias atomizadas, fragmentadas, que en muchos casos se superponen y hasta se contradicen. Esto genera un alto nivel de incertidumbre al momento de formular la política y, especialmente, al momento de aplicarla, lo cual impacta tanto en la calidad de nuestro ambiente como en la dinámica de la economía. El diseño de políticas ambientales debe considerar la estrecha vinculación que existe entre el desarrollo social, el crecimiento económico y la protección del medio ambiente, priorizando las necesidades de los países en vías de desarrollo para el logro del crecimiento económico sostenido y la erradicación de la pobreza. En este sentido, los gobiernos locales son los que actúan como primer escalón del sistema estatal y por lo tanto, los responsables de ejercer influencia sobre los modos y prácticas de la población de manera de afectar estratégicamente las condiciones de producción, consumo y estilos de vida. El objetivo de una política ambiental es lograr un desarrollo sustentable, no obstante las políticas económicas, globales y sectoriales, se formulan sin considerar que las implicancias de largo plazo en los objetivos macroeconómicos, pueden llevar a impactos negativos en el ambiente. Por otro lado la brecha existente entre las definiciones de política ambiental en la Argentina y las acciones y resultados concretos, indican la necesidad de generar herramientas que permitan orientar la toma de decisiones políticas en función de la revalorización de los recursos ambientales, Se debe desarrollar sobre la base de tres componentes: la económica, la de índole política e institucional y la relativa al proceso productivo y el ambiente. El propósito final de la política ambiental es guiar el desarrollo a fin de alcanzar una calidad de vida satisfactoria para la población de Argentina, y hacer ese desarrollo sustentable, justo y equitativo. Basado en esas metas generales, se proponen los siguientes objetivos: Disponer de información adecuada sobre la cultura y los ecosistemas nacionales para impulsar el desarrollo sustentable: Los ecosistemas naturales de Argentina están profundamente alterados y altamente explotados. El desarrollo sustentable requerirá apoyar los cambios en la forma en que se utilizan los recursos naturales y humanos. La ciencia y la tecnología -y la obtención de información – son fundamentales en ese proceso. La generación y procesamiento de la información; la transferencia y adopción de la tecnología; y, sus apropiados, dependen de una política ambiental bien constituida. Conservar la biodiversidad y la información genética: Los ecosistemas naturales del Uruguay han demostrado una excepcional capacidad de producción sustentada. La conservación e investigación de los ecosistemas menos alterados especialmente los ecosistemas de praderas – deben servir de base para la definición de nuevas tecnologías que permitan la intensificación del desarrollo pecuario y apoyar otras alternativas de desarrollo. La conservación de humedales, montes y costas puede requerir su expropiación por parte del Estado o incentivos a los propietarios. El manejo puede ser atendido por organizaciones especializadas, públicas y privadas. Disminuir los residuos e incrementar el reciclaje: El concepto de que aún los bienes utilizados recuperan valor a través de reciclaje está basado en una sólida experiencia y en un manejo ambiental bien orientado. Este concepto se aplica a varias escalas de productividad y de densidades poblacionales. Para alcanzar este objetivo se requiere, desde el manejo de incentivos fiscales hasta la provisión específica de financiamiento que aliente la demanda de bienes a reciclar y desincentive la dispersión de residuos contaminantes y/o biológicamente no degradables. Conservar la energía e intensificar el uso de fuentes renovables: La política energética es parte esencial de la política ambiental. El aprovechamiento energético debe formularse en función de su efecto en la calidad de vida, en la conservación de fuentes de energía, en la captación de fuentes ambientalmente benignas y con potencial uso comercial. Resulta de mucho interés la generación de energía eléctrica utilizando el potencial eólico del país; si bien esto no incidirá sustancialmente en la oferta de energía comercial, permitirá en cambio continuar el desarrollo de dicha tecnología y diversificar las fuentes tradicionales, en un campo en el que Argentina es altamente vulnerable. Mantener el control ambiental compartido localmente: La ejecución de la política ambiental que sea socialmente relevante requiere de una concientización social de la población y de mecanismos consistentes de gestión pública y privada. Eso, a su vez, requiere el fortalecimiento del sistema educativo formal que integre el individuo y la sociedad en un contexto donde la ciencia ambiental pueda jugar un papel de importancia. Los medios de comunicación y la organización social existente deberán tener una participación mayor y más positiva en la difusión, investigación y desarrollo de pautas y valores ambientales. Al mismo tiempo, esos dos agentes constituyen los más eficaces mecanismos de control de la calidad ambiental. De igual manera una legislación ambiental que incorpore el consenso social alcanzado servirá de apoyo al objetivo de mantener la calidad de vida. Cada sociedad tiene una prioridad social, económica o política diferente. El grado de interés dependerá de la realidad que les toque vivir a cada una de ellas. Es cierto que la prioridad social de los argentinos hoy se relaciona más con sus necesidades básicas. ¿Pero no es una cuestión básica el tener en cuenta el cuidado de nuestro propio planeta? El ambiente también necesita de políticas, iniciativas y programas que abarquen los desafíos que hoy enfrenta el país y el mundo. Pero en la Argentina pasa a ser un tema más dentro de una larga lista de promesas. Es una decisión de toda la dirigencia renunciar a los problemas de fondo. El poder político abandonó el proyecto de país, por lo que es coherente que hoy también abandone el tema del cuidado del planeta. Tal vez entonces sea hora de que todos lo incluyamos en nuestra agenda. Nuestra generación se enfrenta a la oportunidad más extraordinaria de grandeza que ninguna otra generación en la historia de la humanidad haya tenido jamás. Si no cambiamos nuestro rumbo y simplemente nos detenemos a dejar que el planeta colapse, seremos más odiados que ninguna otra generación que haya existido. Las futuras generaciones sabrán que nosotros éramos concientes de la peligrosa explosión demográfica de nuestra especie, de la pérdida de la biodiversidad, del calentamiento global, de la contaminación de los mares, el aire y la tierra, del adelgazamiento de la capa de ozono. Podrán observar que teníamos información más que suficiente para comprender que los problemas que habíamos provocado requerían de soluciones: y verán con igual claridad que fallamos para actuar con la fuerza suficiente para salvar a la Naturaleza. Y nos odiarán por eso porque habremos cambiado nuestro confort por su futuro. (*) Recibido por Corrientes al Día de Cristian Frers. El autor es Técnico Superior en Gestión Ambiental y Técnico Superior en Comunicación Social – E-mail: cristianfrers@hotmail.com

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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