Opinión
Otro capitulo del “divide y reinarás”
ALBERTO MEDINA MÉNDEZ (*)
En torno al conflicto del campo, el oficialismo ha intentado muchas veces seguir ese consejo que dice “divide y reinarás”, y que propone un pragmatismo vacío de principios.
Hace meses que están convencidos de que lograrían que la “mesa de enlace” sucumbiera ante los reiterados intentos del poder. Probaron de todo. Quisieron disuadir con sus discursos altisonantes, amenazar con medidas extremas, seducir con ofrecimientos parciales, provocar que algunos se cortaran solos. En definitiva, trataron de romper el equilibrio que proponía una mesa diversa en su origen y prácticas, pero evidentemente convencida de que la batalla no se podía ganar sin la unión de aquellos que pese a sus divergencias precisaban sostenerse alrededor de consensos generales. El oficialismo confió en sus habilidades. Creyó en que alguna de esas técnicas les daría la clave para pegar en el punto débil. Entendían que esa heterogeneidad de sectores rurales que representaban a diferentes visiones, derivaría irremediablemente en un quiebre. Sucedería en algún momento. El tiempo jugaría a favor del gobierno. Mientras tanto, ellos seguirían recaudando y el campo no podría evitarlo. Pasaron los meses, pero no ocurrió eso. Las proyecciones no se cumplieron. Intentaron desde el oficialismo incluso deslumbrar con las alfombras del poder a algunos, pero ni siquiera eso pudo lograr que los dirigentes rurales dejaran de lado sus acuerdos. Ante la intransigencia oficial y la paciente capacidad de la dirigencia rural se sucedieron las semanas. También los intentos se reiteraron. El desanimo colmó la paciencia de muchos. El tiempo pasaba y pese a las convicciones de cada uno de ellos, el conflicto prometía llevarse puestos a sus protagonistas. El campo ya no está dispuesto a generar conflictos que impliquen enfrentarse con la sociedad. La paciencia ha sido una virtud de las organizaciones rurales. Sabían que eso tendría un costo económico y de desgaste personal e institucional que soportar. El gobierno jugaba con ello. Hay que ver cuanto aguantan, se decían los intrigantes de la política, esos que tienen pocos escrúpulos cuando de torcerle el brazo al adversario se trata. Son capaces de recurrir a cualquier medio que les garantice el éxito. Si eso además implica que el enemigo se arrodille y capitule en sus convicciones, cuanto mejor aún. La crisis llegó por meritos locales más que internacionales y se empezaron a sentir en el cuero propio los alcances de la desidia, la irresponsabilidad y la inoperancia. Un fenómeno natural como la sequía agravó la cuestión y el agotamiento de las reservas de todo tipo, las económicas y las morales, se vislumbraban. Pese a todo, primaron las profundas convicciones de que esta batalla era necesaria y que no podían bajar los brazos. Era un juego en el que el manejo de los tiempos políticos parecía medular. Después de todo, la bisagra política de este país ha sido mérito de esta dirigencia rural capaz de aglutinar a sectores disímiles. Lograron que, el campo y la ciudad alinearan su visión y que todos reconocieran que el campo, y no la industria, es el sector dinamizador de esta economía. Lo que no logró una oposición timorata lo consiguieron dirigentes sectoriales que mostraron su capacidad de privilegiar acuerdos por sobre sus diferencias personales, que seguramente, las tienen. Hicieron, desde el gobierno, varios intentos más. Todo hacia pensar que era una historia de nunca acabar. Que el acuerdo era inviable y que esto no terminaría así nomás. Casi de la noche a la mañana, la habitual actitud prepotente y soberbia, de no dialogar, ni abrir las puertas, dio paso a esta nueva. Todo se modificó casi sin explicación. Lo que parecía imposible se convirtió, sin más, mágicamente, en el nuevo presente. Un buen día se juntaron los que no se reunirían nunca y hasta la Presidente se tomo la tarea de sumarse al encuentro con el campo, con sus principales dirigentes y en forma personal. El gesto parecía digno de elogio. Después de todo, es lo que esperaban muchos, no ahora, sino hace mucho tiempo. Abrir el juego, ser capaz de escucharlos, ya no por los medios sino en ese esperado cara a cara que permitiera lograr acuerdos en aquello que fuera posible era una aspiración. Llego el día, y apareció la foto que encuentra a la Presidente y los dirigentes rurales juntos, sentados alrededor de la misma mesa. Las lecturas posibles son múltiples. Algunos podrían pensar que finalmente el poder cedió, entendió que el dialogo era el camino y que necesitaban del campo para seguir avanzando. Sobre todo cabria pensar que harían un esfuerzo para evitar una caída en las preferencias sociales que los dejara aún mas débiles desde lo electoral. Cuesta “comprar” esa historia casi de caricatura infantil. Tal vez sea demasiado ingenuo pensar que la “esencia” de estos políticos desaparece casi por arte de magia. Estos dirigentes no se arrepintieron públicamente. No hablaron de humildad, ni de reconsideraciones globales. Ellos no reconocerían nunca un error. Es más fuerte que ellos. Creen que hacerlo es un signo de debilidad. Ellos militan en el “divide y reinarás”. Están plenamente concentrados en lo electoral. Los obsesiona el poder, y por ende la caja. Sin ella, sus probabilidades de sostener el oscuro aparato clientelista es improbable. La precisan como al aire para respirar. La sensación es que solo han mutado. Ellos solo se aggiornaron. Esta vez intentan una nueva forma de dividir. Les fracasó su visión de dividir dirigentes según su sesgo político. También fracasó el intentar fraccionarlos seduciendo a algunos con las luces del poder. Tampoco tuvieron éxito al pretender dividirlos creando antinomias entre dirigentes o entre organizaciones rurales. El manual del “divide y reinaras” empezaba a fallar. Saben que su poder se sostiene sobre la incapacidad de los opositores de aglutinar esfuerzos. Sus méritos tienen que ver con esa ilusión de lograr que los más parezcan menos. Eso es viable cuando los más pueden ser quebrados numéricamente, haciéndolos aparecer como minorías incapaces, mezquinas y hasta inescrupulosas. Dominan esa forma de hacer las cosas. Después de todo, así llegaron al poder, logrando que un porcentaje que no es mayoría lo sea. En realidad, estamos frente a otro intento de este culto al “divide y reinarás”. Retorcido pero inteligente planteo. Hasta es probable, que esta vez lo logren. Encontraron otra forma de dividirlos. Ahora lo harán segregando a los dirigentes pero según sus productos. Propusieron soluciones al maíz, al trigo, la leche y las carnes. Se mostraron dialoguistas, como cediendo, dando concesiones técnicas, en muchos casos menores. Su esencia no se modificará, ellos siguen siendo los mismos. Solo cambiaron lo táctico. Lo estratégico sigue en el mismo lugar. Su ideología de base es la misma. Están contra la producción y el campo. Solo quieren utilizar el esfuerzo de otros para sostener el clientelismo, esquema central de la demagogia populista, su sello indiscutible. Del otro lado, esta vez, quedarán la soja y el girasol. Las retenciones que garantizan la vigencia de la recaudación y por lo tanto el corazón de lo que ellos llaman el MODELO no se tocan, ni se tocarán. Se preparan para dar la batalla legislativa que el campo ya anticipo en cuanto a retenciones. Pero llegarán a esa confrontación con sectores que ya no persistirán en el reclamo, que ya habrán resuelto sus cuestiones y que solo acompañaran moralmente. Muchos pueblos ya no llenarán plazas y los productores habrán dado por concluida la cuestión. El espíritu del campo puede sucumbir. Lo que no pudieron algunas tácticas tal vez esta renovada forma de plantearlo lo pueda. Ellos son profesionales del poder. El oficialismo razona de esta manera. No los subestimemos, ellos son especialistas. Lo que parece un gesto de grandeza es solo “otro capitulo del “divide y reinaras”. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez. E- Mail: amedinamendez@gmail.com Corrientes – Corrientes – Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.