Opinión
Tinellización de la Televisión
GRAN CUÑADO
(Por Hugo Presman) El notable dirigente sindical Germán Abdala sostenía que los obreros, los sectores más humildes eran los que más necesitaban de la política. Decía textualmente: “Hay que volver a hacer creer que la política sirve, porque este es tal vez el triunfo más alto de ellos, o sea de los poderosos, de los que no necesitan la política para manejar el poder, porque tienen el dinero, tienen las armas, tienen todo eso. El pueblo necesita la política para ponerle reglas de juego a ellos.”
En cualquier sociedad y especialmente en las nuestras, el poder real siempre está en manos del poder económico. El poder político, cuando lo ejercen gobiernos populistas, a través del Estado y las movilizaciones populares pueden establecer un equilibrio inestable. Hace varias décadas el Estado Argentino, como en Francia o Alemania actualmente, contribuía en el 50% del producto nacional. Hoy a duras penas alcanza en nuestro país al 30%. A su vez la concentración económica de las principales 500 empresas avanza raudamente hacia el 50% del PBI. La desigualdad de fuerzas es enorme. Se debilitó el Estado, se concentró e incrementó el poder económico. Por eso, los periodistas que se autodefinen de independientes, tomando distancia de los gobiernos, lo que es correcto, omiten sibilinamente que son dependientes del poder real, el económico. Se proclaman independientes del poder político gubernamental y esconden sigilosa e hipócritamente ser funcionales y voceros del poder real. Así Nelson Castro pertenece a la escudería Clarín, Joaquín Morales Solá responde a los intereses económicos de La Nación, o Magdalena Ruiz Guiñazú a los del Grupo español Prisa. Eso no impide que se presenten como asépticos, objetivos e independientes. LA TINELLIZACIÓN DE LA SOCIEDAD A menos de dos meses de las elecciones, Marcelo Tinelli volvió con su humor escatológico, su “Bailando por un sueño”, ahora en versión infantil, y con el Gran Cuñado, en una nueva edición, tomando la configuración del producto holandés Gran Hermano, tributario lejano de “1984”, la novela de Georges Orwell. Tinelli también asume el mismo argumento del periodismo independiente. Posa de “valiente” e independiente. Más allá de muchas conductas indeseables de los políticos, funcionales a los poderosos, junto con la caricaturización acertada de muchos de ellos, se arroja a la basura la política como instrumento transformador. Pero Tinelli es un actor de reparto en esta mezcla de comedia y drama. Lo que debe ser sujeto de estudio es una sociedad que lleva a que cuatro de cada diez televisores estén encendidos en Showmatch, con picos cercanos al 50%. La misma que convierte a Julio César Cleto Cobos en una figura popular por haber votado, con voz temblequeante, de la misma manera que se hace en Gran Cuñado: en forma no positiva. En contra del gobierno del que formaba parte y es defendido con entusiasmo digno de mejor causa por aquellos que predican un discurso vacío, lleno de republicanismo y democratísimo. La misma que convierte a Raúl Alfonsín en un prócer a su muerte, cuando debía ser escondido en los actos políticos de los últimos años de su partido, porque entonces era piantavotos especialmente después del Pacto de Olivos, del apoyo reticente a De la Rúa, de la huída de este, la reducción del partido más antiguo a una secta que llegó a obtener el 2% de los votos, hasta llevar en el 2007 un candidato presidencial extrapartidario por carencia de presentables con posibilidades. La muerte de Alfonsín, y su conversión en héroe de Billiken, produjo un fenómeno casi religioso de resurrección de un partido y potenciación de uno de sus hijos de notable parecido y obviamente portación de apellido. Es la misma sociedad, en sus sectores medios, que convierte a un escritor superficial y mediocre, columnista de La Nación, como Marcos Aguinis, en el de mayor venta en el rubro ensayo y novela. El ensayo, cuyo único acierto es autodenominarse panfleto, lleva por título “Pobre Patria mía”. La novela llamada ¡Ay Carmela! transita por un nivel similar. Más de doscientos mil ejemplares lleva vendido el libro del periodista radial Ari Paluch con su sugestivo título de “El combustible espiritual”, un trabajo que se desplaza de la autoayuda a la autosuperación aplicando “el camino de la sabiduría a la vida cotidiana. Todo esto más allá de las trampas de comercialización y “prestigio” que revela Orlando Barone en la Revista Debate del 1° de Mayo: “Me cuentan que en la Feria del Libro algunos de los escritores exitosos que presentan sus obras a sala llena y figuran como los más consultados, no actúan por cuenta propia. Les ponen el público para que la sala desborde y, además, tienen un plantel de aliados, que en las computadoras de la Feria ponen el nombre del escritor o de su novela y aprietan “enter” decenas de veces. Y así aumenta el rating del elegido. Aunque a veces ni hace falta: hay periodistas cautivos del marketing cultural instigados a escribir loas a un ornitorrinco, y hay páginas de cultura prósperamente contratadas para no desairar la fama de “nadies” ni el mecanismo del mercado” Hay un punto donde se mezcla Tinelli, la “popularidad” de Covos, los altibajos y glorificación de Alfonsín, los éxitos comerciales de Aguinis y Paluch. Es en las figuras que se proyectan como presidenciables de la Argentina para el 2011, las que se caracterizan por ser una mezcla de los perfiles de Tinelli, Cobos, Aguinis y Paluch. Variantes del establishment, como Mauricio Macri, Carlos Reutemann, Francisco De Narváez, Felipe Solá, versiones light como Hermes Binner o acomodaticias con escaso basamento ideológico como Daniel Scioli. EL GRAN CUÑADO IMPOSIBLE Marcelo Tinelli, como el periodismo independiente, puede burlarse de los políticos pero nunca del poder real del que son parte como integrante de reparto (Tinelli) o voceros como los segundos. Por eso es impensable un gran cuñado donde entren a la casa los integrantes del poder económico. ¿Alguien puede imaginarse que los protagonistas de gran cuñado sean Gustavo Grobocopatel, Paolo Rocca, Luís Pagani, Cristiano Ratazzi, Julio Werthein, Enrique Eskenazi, Eduardo Eurnekian, Jorge Brito, Héctor Méndez, Eduardo Elztain, Carlos Pedro Blaquier; Amelita de Fortabat, entre otros? O un gran cuñado mediático, en el que convivieran Ernestina Herrera de Noble, Julio Cesar Saguier, Matilde Ana María Noble Mitre de Saguier, Alejandro Luís Saguier, Jorge Fontevecchia, Héctor Magnetto, Gerardo Ferreyra, Osvaldo Acosta, José Luís Manzano, Daniel Vila, Antonio Mata, con sus periodistas estrellas como Joaquín Morales Solá, Mariano Grondona, Ricardo Kirschbaum, Eduardo Van Der Koy, Ricardo Roa, Nelson Castro, José Pepe Eliaschev, Jorge Lanata, Ernesto Tenembaum, o columnistas como Marcos Aguinis, Beatriz Sarlo, Santiago Kovadloff, Magdalena Ruiz Guiñazú. No se haga ilusiones. Esto es imposible. Sería intentar violar la ley de gravedad económica. En términos vulgares: con el poder económico y el mediático no se jode. Incluso en la actual versión de Gran Cuñado, Marcelo Tinelli introduce en la casa a Alfredo de Ángeli, un sojero que alquila 800 hectáreas y es funcional a los sectores concentrados y no a un personaje tan caricaturizable como el entrerriano pero integrante del poder real como el presidente de la Sociedad Rural Hugo Biolcati. GRAN CUÑADO La estudiantina de Tinelli proseguirá, con su humor apuntando siempre a alguien tomado como punto, con pasajes escatológicos, con gritos destemplados, transmitido por Canal 13 del grupo Clarín, con libretos de Nik, el humorista de La Nación. Con rating record. Con la misma densidad mínima de los libros de Aguinis. Equivalente a “la verborragia” de Reutenmann. Con la expresividad de Binner. Y con la idea publicitaria de la eficiencia ejecutiva sin ideología de los empresarios Macri y De Narváez. Con las visiones apocalípticas de Elisa Carrió. Por eso, a dieciséis años de su muerte, cuando sólo tenía 38 años, las palabras de Germán Abdala resuenan con más fuerza: “Hay que volver a hacer creer que la política sirve, porque este es tal vez el triunfo más alto de ellos, o sea de los poderosos, de los que no necesitan la política para manejar el poder, porque tienen el dinero, tienen las armas, tienen todo eso. El pueblo necesita la política para ponerle reglas de juego a ellos”.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.