Opinión
De la prensa oficialista y la contrera
INFORMACIÓN PÚBLICA (*)
Los que tengan un manejo fluido de las herramientas provistas por los medios de comunicación (los que lean el diario de tanto en tanto, escuchen la radio y vean la tele, bah), se habrán percatado de una cosa: todos los titulares de dependencias estatales, llámense ministerio, secretaría, subsecretaría o dirección, siempre, invariablemente, desarrollan un “intensa actividad”, realizan “pormenorizados estudios” y “coordinan acciones”.
Cuando el ministro, secretario, subse o director tiene entre su ADN el gen de la generosidad, también “articula acciones con”. Todos saben más o menos cómo se maneja la prensa con respecto al poder, o mejor, como maneja la prensa el poder. Las divisiones están bien marcadas y no admiten la sutileza de los grises: la prensa es oficialista o contrera. La prensa oficialista consta de dos componentes que interactúan y a veces cohabitan en sus ámbitos de acción. Por un lado, están los departamentos llamados “de prensa” dentro de los esquemas organizativos oficiales. Estos departamentos se tratan, casi siempre, de cubículos mugrosos y sin ventilación que antes de ser acondicionados como refugios del cuarto poder albergaban escobillones, máquinas de escribir viejas y biblioratos con olor a meo de rata. Dentro de esos sucuchos es posible ver al típico representante del agente de prensa de la gestión gubernamental: un tipo macilento, con el pelo grasoso y los dientes chuecos y una camisa con el cuello demasiado grande, o una mujercita con cara de nada, anteojos de carey y unos zapatos abotinados de cuerina comprados de apuro cuando la llamaron para el puesto. Estos ejemplares por lo general son jóvenes, carne fresquita fresquita de la carrera de Comunicación Social, donde le enseñaron toda una ética que deben olvidar ni bien pasan la puerta del ministerio o secretaría o subse, bla, bla, bla, de marras. El tinterillo oficial tiene la necesidad de seguir sintiéndose periodista en serio dentro de su nueva función de propagandista, quizás como una forma de seguir sintiéndose humano. Con pasión, aplicando todos los protocolos de estilo aprendidos entre mates y mensajitos de texto en Comunicación, el periodista oficial se dedica a la cobertura de “acciones” (no olvidar esta palabra, en los organismos públicos siempre se efectúan “acciones”) tan trascendentes como la entrega de una gruesa de papel higiénico en Tapebicuá o de biromes para mancos en Isla Cuatro Arroyos. Un modelo típico de todo lo que una buena nota periodística oficial vernácula debe contener sería el siguiente. En ella, los tics ineludibles de escritura están remarcados con negrita. Dirección Protesiaria de Protección Dental de Gallináceos y Palmípedos. Una fuerte apuesta a la calidad digestiva de nuestros hermanos de dos patas Una intensa actividad fue la desarrollada ayer por la DPPDGP en la localidad de Soó Né, en las afueras de San Benítez. Hasta allí se trasladó la titular del área, Licenciada (nota: los títulos en gacetillas oficiales SIEMPRE deben escribirse con mayúscula) Ignacia Palmira Azcuénaga, para proveer de prótesis dentales a unos cinco mil patos y aves de corral cuyos casos fueron oportunamente evaluados por la Dirección. “Esto es un avance importantísimo en la calidad de vida de estos gallináceos y palmípedos”, destacó Azcuénaga. “Estamos hablando de gallinas y patos correntinos- y hasta un par de gansos inscriptos a último momento luego de estudiar sus casos puntuales- que a partir de ahora volverán a sonreír sin vergüenza con estas dentaduras, confeccionadas por manos correntinas con materiales reciclados correntinos, como cáscaras de naranjas, semillas de ñangapirí y huesos de Carau triturados”, dijo la funcionaria. En la licitación para la provisión de las dentaduras se otorgó la concesión a la empresa Gasparín S.A., que resultó ganadora ante otras cuatro. Cabe destacar que la inversión total del Gobierno Provincial, encuadrada dentro del Proyecto “Y Sonrían los Patos Ndayé”, asciende a 354.000.000.000 de pesos, de los cuales la mitad fue destinada a la compra de las dentaduras. Al final del Proyecto, con un presupuesto total de 678.000.000.568.9997.245.111, más de cien mil aves de corral podrán masticar pororó y cepillarse los dientes, lo que redundará en un crecimiento exponencial de las ganancias de los vendedores de maíz frito y de pasta dental, trayendo el tan ansiado desarrollo, eje principal de la gestión de gobierno. Hasta ahí, un botón de muestra del estilo manejado por la prensa de pasillos oficiales. Nótense el énfasis, el acento en las cifras, la apreciación subjetiva dejada escapar entre líneas y que dice “pero que bien, che, como estamos con este gobierno”. El aparato recluido en el cuarto de las escobas, ante esto, sólo busca justificaciones a su deplorable oficio con sandeces del tipo de “y, bueno, que querés si no hay laburo, y en los diarios tampoco sos independiente” o, si el escriba tiene un poco de vuelo, “al final, no nos engañemos, la prensa independiente no existe”. Mientras tanto, se oxida junto a las patas de su escritorio en un lugar del que jamás saldrá con la cabeza alta. El otro partícipe de la prensa oficialista ya tiene otro perfil, mora en una oficina linda decorada con reproducciones de Degas y pone a Pat Metheny en un equipo de audio empotrado en un estante. Usa chalequitos con yacaré bordado y camisas de 200 mangos para arriba. Él es el capo di tuti capi, el mandamás, el Gran Poronga de la comunicación institucional. Él, amigos, es el Director de Información Pública. A él responden todos los infelices de ojos enrojecidos y tos perpetua, y él es quien coordina la “estrategia comunicacional” (a estos les gustan los eufemismos grandotes y que no dicen nada) del Gobierno. Hablan con el gobernador, aparecen abrazados a él y, lo más importante, manejan la guita de la publicidad oficial. Que es mucha guita. Los periodistas se pelean por hacerse amigos, lo llaman por el nombre o le ponen un apodo cariñoso, o sea, si el fulano se llama Juan le dicen Johnny, si es Carlos, Cachito, si es Francisco, Panchito, y así. Todo por una pauta súper sobrefacturada que les garantice pagar el crédito de la scooter comprada en cuotas. Este elemento se mueve en escalas impensadas para los pobres cretinos que escriben pelotudeces que ni ellos se creen, y ya ni recuerda la última vez que se sentó ante un teclado. Los suyo es la administración de plata, en ese cargo. Y no sé si ya les dije que es mucha guita. En lo que coinciden los dos mundos es en la convicción férrea de que al patrón se lo debe hacer ver rubio, de ojos verdes, inteligente y honesto. Se deben remarcar sus muchas virtudes, se debe recordar lo agotadora de sus tareas, se deben describir al detalle sus actos humanitarios. La prensa contrera, mientras tanto, se agazapa en las sombras para chorrear bilis contra el sistema, a la espera de la posibilidad de que su veneno sea escuchado por el poder para poner un precio a su silencio. Ejemplos de estos dados vuelta son muchos, y no los voy a recordar por evitar quilombos judiciales; reporteros contestatarios que ni bien cazaron una propagandita del Gobierno, se guardaron la lengua en el mismo baúl donde duermen la foto del Che, los años de militancia por los Derechos Humanos y los textos de Walsh. En realidad, lo mismo que hacen los del otro bando, también, con mayor o menor éxito. (*) Recibido por Corrientes al Día de Nicolás Toledo. Corrientes, Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.