Opinión
La lucha por el Banco Central de la República Argentina
WALTER FORMENTO Y GABRIEL MERINO (*)
“Denme el control del suministro de dinero de una nación y no me interesa quien haga sus leyes”. M.A. Rothschild
Más allá de las formas y ribetes que adquiere el hecho del pedido de renuncia del presidente del Banco Central Martín Redrado, y su resistencia a dejar el cargo y las discusiones formales e institucionales acerca de la conformación del Fondo del Bicentenario, lo que está en juego es el control del Banco Central de la República Argentina por parte de los distintos proyectos estratégicos en pugna que configuran el drama de nuestro presente y de nuestra historia. La creación de un Banco Central independiente y autónomo de las políticas de gobierno, controlado por los pulpos financieros transnacionales a través de sus cuadros (léase Martín Redrado) formados en sus universidades (Harvard, etc.) y en sus organismos financieros (Director Gerente de Security Pacific Bank; Salomon Brothers), es una de las formas institucionales claves que adquiere el control global del dinero y del sistema financiero global para apropiarse de la riqueza producida por los pueblos. Un Banco Central por país y un Banco Central Global que es el Banco de Descuentos Internacionales de Basilea. A esto le sigue un conjunto de instituciones globales de control, coerción, reglamentación e instrumentación de las políticas neoliberales cuyas máximas expresiones son el FMI y el Banco Mundial. Dos instrumentos legales cristalizaron en Argentina el cambio de correlación de fuerzas a favor del poder financiero transnacional, con preponderancia de las redes angloamericanas, y sellaron el triunfo de dicha estrategia: la Ley de entidades Financieras sancionada en la dictadura neoliberal del 76’ y la Carta Orgánica del Banco Central creada en los 90’ bajo el menemismo, con la conducción arquitectónica de Domingo Cavallo, mediante la cual se planteó como objetivo del Banco Central solamente el sostenimiento del valor de la moneda quitando a la entidad el compromiso con el empleo, el desarrollo nacional y el crecimiento económico. Con estos dos instrumentos legales se formalizó el control del sistema financiero argentino por parte del bloque de poder financiero-primario exportador, con la consecuente destrucción de las fuerzas productivas nacionales y el pasaje de de la pobreza del 5% del total de la población (1974) a casi el 60% (2002) y de la desocupación de un 3% (1974) al 28% (2002) llegando al 50% si se le agrega la subocupación. La creación del Fondo del Bicentenario por parte del ejecutivo nacional para usar parte de las reservas acumuladas fue lo que medió para que estallara el enfrentamiento por el control del Banco Central. La aparente contradicción de que dicho fondo se utilice para pagar deuda o para garantizar la misma con el fin de obtener tasas más bajas y, por otro lado, que los mismos tenedores de la deuda (las redes financieras y sus instrumentos: fondos de inversión, bancos, aseguradoras, etc.) así como sus representantes y el conjunto de fuerzas del proyecto estratégico colonial financiero-primario-exportador (de derecha, centro, centro-izquierda, izquierda, más arriba o más abajo, concientes o funcionales, pertenecientes a una u otra fracción, pero todas parte del régimen y consecuentes con sus 200 años de historia) otorga un manto de oscuridad a la situación. LA PREGUNTA ES, ¿POR QUÉ ESTA APARENTE “TIBIA” MEDIDA PROVOCA TAL REACCIÓN DE ESCALA INTERNACIONAL? Parte de la explicación podemos encontrarla mucho antes desde los propios órganos del globalismo financiero con el pago de la deuda al FMI, que deja manifiestamente ridiculizada la incapacidad intrínseca de algunos sectores pretendidamente populares para comprender la realidad sobre la cual intervienen y, por lo tanto, interviniendo mal, en contra de los intereses del pueblo. El periódico The New York Times es muy claro con respecto a este hecho: “…el pago de 9.800 millones de dólares es un hecho simbólico importante y una señal más de que el presidente Néstor Kirchner parece estar concentrando más poder en sus manos e inclinando el gobierno hacia la izquierda. Desde una victoria electoral en octubre, Kirchner avanzó para establecer una alianza con el líder populista de Venezuela, Hugo Chávez, y para extender el control estatal en la economía, el poder judicial y los medios de comunicación … se asoma la amenaza antiinflacionaria y Kirchner respondió de una manera estatista, intentando imponer controles de precios a ciertos productos esenciales… Chávez ya compró más de 1.000 millones de dólares en bonos y podría comprar otros 2.000 millones más. Eso, más las fuertes exportaciones, le dieron a Kirchner el margen que necesita para cancelar las obligaciones con el FMI y postergar futuras negociaciones sobres cuestiones como política monetaria y tarifas de servicios públicos.” (citado por el diario Clarín, 4 de enero de 2006). Como claramente lo observa el propio periódico de Nueva York, el pago de la deuda al FMI, que fue coordinado regionalmente con Brasil y Venezuela, significó un “giro a la izquierda”, un cambio drástico en la política regional para avanzar en el control de la economía por parte del estado en detrimento del “mercado” (léase del capital concentrado conducido por los grandes jugadores mundiales). Es decir, un avance de la autonomía relativa nacional-regional para desarrollar un proyecto propio de industrialización y valor agregado o, por lo menos, para cercenar el poder del bloque neoliberal. Obviamente, existía y existe otro escenario posible que es el no pago de la deuda externa por ser una herramienta de saqueo de los pueblos impuesta a partir de la dictadura con la estatización de la deuda privada y la imposición de deuda a las empresas públicas para luego ser privatizadas a precio vil. Siempre existe en términos abstractos un escenario más progresivo, un escenario puro e ideal. Sin embargo, existe una correlación de fuerzas concreta, existen otros que tienen otros objetivos y fuerza para llevarlos adelante y bloquear las estrategias que afectan sus intereses; y, por otro lado, aunque fuera posible llevar adelante la medida máxima del no pago del 100% de la deuda no por ello hay que dejar de observar el significado concreto de un hecho a la luz del enfrentamiento del conjunto de los intereses en pugna. Parafraseando: ‘un paso adelante del movimiento vale más que mil gramos de teorías y proclamas’. Será un ex director del FMI para el hemisferio occidental, el argentino Claudio Loser (formado en la Universidad de Chicago y el argentino que más alto llegó en el Fondo Monetario Internacional), quien desde la vereda de enfrente ponga claridad sobre el asunto del Banco Central y el Fondo del Bicentenario: “‘Mi interpretación y de otros es que el gobierno quería tener más recursos para gastar internamente ya que el presupuesto tenía las partidas’ previstas para la cancelación de vencimientos de deuda de 2010” (El Cronista Comercial, 16 de enero de 2010). Tal cual lo señala y reprueba Claudio Loser, la medida del gobierno significa, en primer lugar, mayor inversión pública con lo cual se fortalece el mercado interno y se motoriza la economía en un escenario de crisis internacional que constituye una oportunidad para los países dependientes o semi-coloniales para desarrollar sus propios objetivos nacionales. Ante la posibilidad de pagar deuda con reservas o garantizarla para bajar la tasa de interés que se debe pagar por el préstamo, quedan liberados recursos del presupuesto para destinarlos al mercado interno a través de la inversión pública, que los neoliberales denominan “gasto público” como forma simbólica en su lucha para deslegitimar y propiciar la destrucción de lo público-estatal-nacional-regional. Por ello el diario Londinense Financial Times, principal órgano financiero global angloamericano, advierte sobre la cuestión: “El sumario despido del presidente del Banco Central de la Argentina Martín Redrado, por parte de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, es una señal más de que dicho potencialmente próspero país está siendo conducido en círculos por el filoso timón del populismo peronista.” (Financial Times, 10 de enero de 2010). Dicha editorial observa como populista el destinar fondos para el mercado interno y la inversión pública, en vez de guardar dichas reservas para proteger el sistema financiero hecho a su imagen y semejanza, que en algún momento derramará prosperidad más allá de los bolsillos de un puñado de empresas. Es decir, las reservas tienen que estar, por ejemplo, para fugar capital con total tranquilidad como hicieron los últimos dos años con cifras exorbitantes y no para invertir internamente ya que ello es populista y afecta la prosperidad del país –o mejor dicho su prosperidad. En segundo lugar, la creación del fondo significa saltear el ahogo financiero externo, establecido tácitamente a través de las tasas usurarias del 15%, establecidas a partir del “riesgo país” (que para los países semi-coloniales o dependientes mide el grado de acercamiento o alejamiento con respecto a los grandes intereses financieros en general y con respecto al JP Morgan en particular), que actúa como forma de apriete para que la Argentina se discipline a las reglas impuestas por los pulpos financieros mundiales, esto es, según el decálogo establecido: achicamiento de la inversión pública (salud, educación, trabajo, infraestructura, etc.= “gasto” público), suba de las tarifas de los servicios públicos, no intervención del estado en la economía (control de precios, retenciones a las exportaciones, estatizaciones, inversiones, etc.) salvo para defender los intereses del capital concentrado, imposición de las reglas de juego pretendidas por los inversores extranjeros que se denomina “seguridad jurídica”, etc. En tercer lugar, significa mermar la autarquía e independencia del Banco Central respecto de los intereses nacionales y, por lo tanto, mermar su heteronomía y dependencia con respecto al capital financiero, especialmente a las redes angloamericanas transnacionales, de las cuales Martín Redrado (presidente del Banco Central, proveniente del Cavallismo, graduado en Harvard y ligado a Alberto Fernández) es su fiel representante. Este punto es central ya que hace al problema estratégico, al fondo de la cuestión. Por ello, la primer acción de Redrado, junto con los distintos actores del bloque agro-mediático-financiero, fue obstaculizar la conformación del Fondo del Bicentenario. Y, ante el pedido de renuncia por parte del gobierno, atrincherarse en su cargo mediante las formas institucionales como fiel guardián de la “independencia” del Banco Central o, desde el otro lado del mostrador, de la dependencia del Banco Central con respecto al bloque de poder establecido a partir de la dictadura del ´76 y consolidado en los ´90 después de terminar de destruir al pueblo mediante la Guerra de Malvinas y el Golpe Hiperinflacionario del ´88- ´89. Con la conducción de Redrado en el Banco Central se garantizó la fuga del país de 37.178 millones de dólares entre 2008 y 2009, seis veces lo que significaría el fondo del bicentenario. Evidentemente, en ese momento no le interesó demasiado cuidar el dinero de los argentinos sino que por el contrario, en plena crisis internacional, avaló en la práctica, esgrimiendo su autonomía e independencia del gobierno, una impresionante fuga de capitales que representan aproximadamente un 10% del PBI. Es decir, como garante del poder financiero, formado en las redes que tienen al Citigroup como vértice (la fracción de capital más golpeada con la crisis financiera ya que al Lehman Brothers se lo tiraron sobre sus espaldas) garantizó que dispongan libremente de la riqueza argentina en un contexto en dónde más había que protegerla. El decidió, fiel a sus intereses, proteger al poder financiero en detrimento de los intereses nacionales. Poco creíble su actual defensa acérrima de los “ahorros de los argentinos” y demás arengas en defensa de los intereses nacionales. Redrado, sabiendo que su salida del Banco Central es cuestión de tiempo ya que la comisión que se conforma en el congreso para evaluar su destitución es sólo consultiva, logra producir elementos para orquestar una “crisis institucional” mediante la amplificación mediática y la puesta en funcionamiento de los resortes de poder de la restauración conservadora, además de que se posiciona como posible candidato a Ministro de Economía de cara al 2011 (o antes) si logran su cometido de derribar al gobierno; posibilidad “diagnosticada” por el semanario financiero británico The Economist (diciembre de 2009), propiedad de Rothschild-Financial Times (aquí Cronista Comercial, propiedad práctica aunque no teórica de De Narváez). En realidad, la llamada “crisis institucional” no es más que otro momento superior de la crisis orgánica de la Argentina producto de la lucha por la hegemonía entre proyectos estratégicos. La institucionalidad, cristalización de una correlación de fuerzas, institucionalización de los intereses dominantes en el estado, es lo que está en crisis desde la propia crisis de la convertibilidad que era el manto jurídico a partir del cual se consolidó el bloque de poder neoliberal en los 90’ . Cada medida transformadora, cada reforma que implique un cambio de orden, una nueva correlación de fuerzas, un cambio que no puede ser absorbido por el sistema neoliberal, pone en crisis la institucionalidad emanada del mismo. El enfrentamiento entre poderes del estado y la lucha con la utilización de instrumentos institucionales no refleja otra cosa que el enfrentamiento entre proyectos en el estado de correlaciones de fuerzas en nuestro territorio nacional-latinoamericano que se expresa incluso como contradicciones al interior del propio gobierno, producto de que la crisis orgánica de la Argentina , en el marco de la crisis global, barrió con los partidos políticos que organizaban a la sociedad y que pasaron a organizar –una vez destruidos y cooptados- el régimen de dominio de saqueo del pueblo y la desorganización del pueblo. Pero la escala de la crisis orgánica, que aquí se desarrolla en todo su esplendor y en plena superficie, es parte de la crisis orgánica de Nuestra América que se debate entre lo nuevo –el proyecto nacional, popular y latinoamericano- y la restauración de los viejo –el proyecto financiero primario exportador (neoliberalismo en términos generales)- , y es parte de la crisis internacional que no es otra cosa que la lucha por el establecimiento de un Nuevo Orden Mundial. Incluso Chile, país exaltado como modelo por las distintas fracciones neoliberales, entró en crisis con su modelo de progresismo financiero global-neoliberal, señalando que no existe posibilidad del híbrido neoliberalismo socialdemócrata (aquí ya estalló con la caída de De la Rúa, quien fue su estandarte), de un rostro progresista manteniendo la estructura excluyente, la fragmentación social, la desigualdad y el conjunto de los derechos humanos-sociales básicos privatizados. Las llamadas “traiciones”, “golpes institucionales”, “movidas destituyentes” al interior del palacio protagonizadas por supuestos representantes del propio “gobierno”, que cambian su postura de la noche a la mañana, en realidad no expresan otra cosa que los tornillos que se aflojan a medida que se sumerge el submarino. Es decir, a medida que se profundiza el proceso de transformación, a medida de que en la resultante del gobierno –el poder ejecutivo- se producen cambios y reformas que rebasan los niveles de tolerancia de las estructuras de poder del régimen de dominio tradicional de la Argentina y sobrepasan los límites impuestos por los distintos intereses del bloque político-mediático financiero-primario-exportador porque producen transformaciones que instituyen los intereses del bloque nacional-popular de desarrollo industrial autónomo sostenido por el Estado, la producción y el Trabajo; a medida que se dan esos pasos, aunque fueran pequeños pasos, aunque a veces desde el campo del pueblo parezcan medidas tibias, los representantes de los intereses neoliberales, de sus distintas fracciones y expresiones políticas, de aquellas más débiles que incluso hasta ayer acompañaban -en función de sus intereses- el proceso histórico (cómo los grupos económicos locales), necesariamente se pasan “del otro lado”. En realidad no se pasan a ningún lado, siempre estuvieron allí, simplemente el tren siguió andando y ya no podían ir hacia la siguiente estación, se lo impide su lugar en el drama de la historia, en la estructura político-social, sus intereses concretos-materiales y su formación cultural. Tanto Redrado-Citigroup-Clarín-Cavallo en la pelea por la política del Banco Central, como Cobos-Alberto Fernández-Clarín-Cargill-Citigroup con la 125 en 2008 o el Duhaldismo y el Vaticano en la discusión de la profundización del bloque suramericano-popular, la pelea contra el ALCA, la redistribución del ingreso con el restablecimiento de las paritarias y la presencia pública-estatal en la economía en 2005, ante ciertas medidas que afectan profundamente sus intereses estratégicos deben pasarse plenamente a la oposición política, utilizando incluso sus cuadros al interior del sistema institucional y que forman parte del “gobierno”. LA RECUPERACIÓN DEL BANCO PARA LOS INTERESES NACIONALES La respuesta institucional del gobierno al interior del Banco Central quitando la suma del poder a su presidente y volviendo el control del banco al directorio, es una medida central que trasciende incluso la coyuntura de la pelea con Redrado. Al haber delegado los poderes, el presidente del Banco Central poseía el control absoluto de la entidad. Si bien debía disciplinarse a la correlación de fuerzas y a las negociaciones con el gobierno, el margen de maniobra del presidente del Banco Central seguía siendo muy grande como para preservar la institucionalidad neoliberal y garantizar el control del sistema financiero argentina por parte de los Monopolios Financieros Transnacionales, Multinacionales y Regionales. Al haber 7 de los 10 directores del banco comprometidos o, por lo menos, cercanos a la idea y a los intereses que pretenden recuperar el Banco Central como herramienta de desarrollo nacional se da un paso concreto en el cambio de direccionamiento de la entidad. Si esta ecuación se mantiene, con la política del Banco Central decidida por el directorio, incluso el otorgamiento de la presidencia a otro de los principales cuadros locales de los intereses financieros transnacionales, como lo es Mario Blejer, no mermaría el paso adelante que se ha dado. Sin embargo, es solamente mediante la modificación de la Carta Orgánica del Banco Central, la sanción de una nueva ley de entidades financieras y la conformación del Banco del Sur junto con el establecimiento de la moneda común del Sur –el Sucre- y el desarrollo de un Fondo Soberano del Sur, que se puede retomar el control del Sistema Financiero nacional-latinoamericano, para que el sistema financiero deje de ser la herramienta central de despojo de los Argentinos y Latinoamericanos, desde el cual se subordinan-controlan el conjunto de actividades productivas para apropiarse de la riqueza producida por los pueblos. No es casualidad que el gobierno de Venezuela, el 11 de enero de 2010, tomara la medida de utilizar las reservas para crear un fondo de desarrollo, en línea con la estrategia de la Argentina. Venezuela posee 35 mil millones de dólares de reservas y se consideran 28 mil millones el nivel a partir del cual se considera de libre disponibilidad (En argentina hay 47mil millones y 30mil millones sería el limite de libre disponibilidad) por lo cual va a destinar los 7mil millones de diferencia para la creación de dicho fondo. Es decir, se trata de una misma estrategia suramericana en línea para la creación del Banco del Sur, la moneda del Sur y Fondo del Sur para lo cual es imprescindible recuperar el control soberano del Banco Central y de las reservas. Es importante entender, para no caer en proposiciones abstractas y voluntaristas, que la única posibilidad de tener la suficiente masa crítica de poder para recuperar el sistema financiero y el control soberano de la moneda, así como también para cesar el pago de la deuda e iniciar su revisión, es mediante la integración Suramericana y la conformación del Banco del Sur junto, la moneda del Sur y el Fondo del Sur. La importancia del Fondo del Sur, en la triada de instrumentos, es central ya que constituye el instrumento económico estratégico desde el cual desarrollar las fuerzas productivas endógenas, en una escala regional y con conocimiento estratégico propio. Sumando además, su capacidad flexible de desplazamiento rápido para desarticular diferentes modos subterráneos de ataques financieros destituyentes. Bajo las formas actuales de producción, junto con la banca como instrumento formal del desarrollo de las finanzas se desarrollan, por debajo de la superficie y como unidad económica central, los fondos de inversión, los cuales constituyen un sofisticado instrumento de inteligencia-inversión que maneja una enorme masa de dinero invertida en acciones, bonos, etc., y a partir del cual se controlan los directorios de bancos y corporaciones tecnológicas, automovilísticas, energéticas, mediáticas, comunicacionales, agrícolas, educativas (y de todo tipo). Es decir, se desarrolla la red financiera transnacional, en donde los bancos constituyen parte de la gerencia estratégica y los fondo de inversión son el dispositivo central de una red hiper-diversificada, con un máximo de anonimato y “clandestinidad”, donde se concentra la capacidad estratégica de operar globalmente controlando (y disputando el control) de las principales corporaciones multinacionales, que a su vez controlan hacia abajo a su red de proveedoras y tercerizadas. Por ello en el escenario actual el conjunto de países-actores-territorios subordinados desarrollan estatalmente los fondos soberanos de inversión para contar con una herramienta económica (nutrida por lo general de las rentas producidas por la exportación de materias primas) que le de la fuerza necesaria, con la escala suficiente y la concentración de medios adecuada, para tener una relativa independencia en el escenario global. Este es el caso de China, Rusia e Irán (e incluso Francia) aunque no hay que confundir con otros fondos de países más bien cercanos a los poderes financieros globales, como en el caso de los Emiratos Árabes Unidos. Estos fondos soberanos constituyen una herramienta de poder con el cual avanzar en términos públicos-estatales sobre el control de la economía, enfrentándose al control capilar que las redes financieras mantienen sobre el conjunto de la producción, controlando los nodos centrales del proceso de generación de riqueza. Obviamente, la escala de los fondos soberanos, incluso de China, no llegan a compararse con la inmensidad de la escala de los fondos financieros transnacionales angloamericanos (y otros de menor escala como los japonenses y franco-germanos). Un fondo como el State Street Corp, fundado en Boston en 1832 y ligado al Citigroup (mayor accionista de dicho banco antes de la debacle financiera), tiene bajo custodia 17,9 billones de dólares (superando el PBI anual de los EEUU) y posee bajo administración 1,7 billones de dólares (aproximadamente 5 veces el PBI anual de Argentina), dinero con el cual posee porcentajes de cientos de empresas multinacionales, a través de los cuales es parte de su directorio. Desarrollar una escala regional y pensarnos en términos de nación latinoamericana-iberoamericana es la única forma de: tener la fuerza para imposibilitar las movidas hiperinflacionarias y las corridas financieras que repetidamente los dueños internacionales del dinero lanzan a aquellos que pretenden huir de sus garras; tener la escala suficiente para repatriar las Reservas (que son nuestras pero están afuera financiando, por ejemplo, la capitalización del sistema financiero global para rescatarlo después del desfalco); romper con la dependencia del Central al Banco de Descuentos de Basilea y que pase a depender de Banco Propio; establecer un Fondo de Inversión del Sur para el Desarrollo; controlar soberanamente la moneda (que como equivalente general es ante todo una correlación de fuerzas, por lo cual se entiende que EEUU tenga una emisión monetaria del 340% del PBI, sin ningún respaldo en Reserva y nosotros tengamos una emisión del 16% de nuestro PBI), para que la moneda sirva como instrumento de desarrollo y no como instrumento de estrangulamiento económico y despojo mediante la subemisión monetaria (ver Si el Banco Central fuera nuestro todos los argentinos seríamos ricos, Walter A. Moore, 2-11-09); modificar la carta orgánica del Central para que no sólo proteja el valor de la moneda sino que también tenga como objetivos el crecimiento, el pleno empleo, el desarrollo y la distribución de la riqueza. En Resumen, con el desarrollo y la expansión de las redes financieras transnacionales, al comando del bloque de poder angloamericano, el orden institucional que comenzó a configurarse es el del Estado Global, siendo la crisis actual parte de esa transición. El imperio global del dinero, o la forma imperialista más avanzada del capitalismo financiero transnacional, buscó institucionalizar como núcleo central de su dominio, el control del dinero y el control del sistema financiero mundial. En tanto la forma de capital dominante es el capital financiero, específicamente en su forma transnacional en la escala actual, dicho control permite configurar el mundo a su imagen y semejanza, desarrollar su poder transnacional, subordinar a los pueblos del orbe, como así también a bloques de poder y formas de capital más débiles. Como ya lo dijo con claridad el famoso banquero M.A. Rothschild “Denme el control del suministro de dinero de una nación, y no me interesa quien haga sus leyes”. Eso es lo que está en juego en la Argentina y Latinoamericana, y no si el decreto del ejecutivo es correcto o no, si se dieron los pasos necesarios o no y si se respetó la forma de destitución del presidente del Banco Central. Sobre esta superficie acontece una batalla de escala global, para la cual es necesario comprender profundamente que la nación será latinoamericana o la nación nunca será. (*) Recibido por Corrientes al día desde CIEPE y escrito por Walter Formento y Gabriel Merino. Enero de 2010.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.