Opinión
Coimas y Cachetada
FTGC (*)
Desde tiempos inmemoriales, la polémica popular que suscita, la pregunta si el dinero puede comprar la felicidad, anima diversos planteos, que obviamente nunca obtendrá una respuesta certera y concreta. Primero, porque la felicidad no es una finalidad, sino un estado, y el dinero, puede resultar una buena o ineficaz herramienta de acuerdo a cada caso particular. Pero siempre será una condición necesaria y no suficiente.
Segundo porque el dinero, no esta destinado (originaria y conceptualmente) a adquirir cosas abstractas, sino bienes materiales. Pero la ambición del hombre (filosófica, no monetaria) lo lleva a intentar adquirir mediante el dinero, cosas abstractas (felicidad, libertad, amor, paz). Es decir alguien puede pagar a una meretriz para tener relaciones sexuales, pero nunca podrá adquirir, únicamente, por este medio el amor de una mujer. Mediante el dinero, se puede lograr una mejor atención médica, pero nunca se podrá obtener inmortalidad. Incluso, a través del dinero, se pueden comprar voluntades para aprobar una ley, dado que una ley, es algo abstracto y no material y por tanto no se puede comprar. Lo que sí se puede adquirir es la voluntad momentánea, en este caso de un legislador, para que ante un proyecto determinado, se pronuncie en un sentido. Claro, que ante esta hipótesis, nos encontramos ante la situación engañosa, que nos brinda, el tratar de adquirir algo abstracto (en este caso la voluntad). Para ejemplificarlo de otra manera, estaríamos en el mismo momento engañoso, en que un hombre, al mantener relaciones sexuales con una meretriz, escucha que esta le susurra al oído, “te amo”. Los que pagan, por intentar obtener algo abstracto, se están comprando un problema. Optan por adquirir una meta a corto plazo, (en los ejemplos, aprobar una ley, hacer el amor) obstaculizando la finalidad natural, por las cuales se movilizan las cuestiones trascendentes. Es decir, sí se compra en forma temporaria la voluntad de un legislador, también se puede adquirir el resultado de una elección (mediante prebendas, medios, etc), pero nunca se logrará tener, la legitimidad (no por algo hasta no hace mucho se encontraba tan cuestionada), desnaturalizando, en definitiva, el sentido esencial de las cosas. Además, la obtención temporaria de algo abstracto, por intermedio del dinero, garantiza el presente, pero no el futuro (la ley laboral sospechada de haber sido aprobada mediante coimas, en el Senado de la Nación, ha quedado derogada). La aparición del dinero, como reemplazante, de los verdaderos móviles de la discusión política (ideología, propuestas, modelos de país, proyectos, etc) más allá de la gravedad moral, concierta una mecánica, en donde, las posiciones y las disputas políticas, se concentran en quienes controlan los recursos, para ver quién paga a quién. El modelo, capitaneado por el dinero que pretende comprar lo abstracto, se esparce por la sociedad toda, por citar un ejemplo más entre miles; los piqueteros más allá de que puedan percibir fondos, sin trabajar, jamás obtendrán, mediante está mecánica, la dignidad. Por ello, es muy extraño, que un proyecto político, cómo el oficialista a nivel nacional, pretenda cambiar sus conceptos centrales, que permitieron la defensa de la institucionalidad (desde 2003), la no criminalización de la protesta social, la dignidad ante los organismos internacionales de crédito, la revalorización de la militancia política, por sobre el vacuo gerenciamiento, la justicia y la memoria, por sobre la impunidad, a los efectos de contar con un presupuesto, que no se le ha negado, por parte de las diferentes oposiciones a ningún presidente constitucional, mucho menos, sí la ley, dispone que en caso no contar con uno nuevo, regirá el anterior. Pero claro, por intermedio de la que el dinero compra, nos intentan, mostrar la cara o faceta, de la corrupción generalizada (que podría existir en determinados funcionarios, pero no cómo política de estado) a los efectos de que la sociedad, sienta que vivimos en una comunidad prostituída. Y esto tiene efecto, no sólo, por la reproducción canallesca de ciertos grupos concentrados de la comunicación, sino más que nada, porque como sociedad, y esto es un problema estructural y cultural, vivimos desde hace tiempo en una sociedad que muchas veces se sostiene por patrones que abogan por la prostitución social. Así nos sentimos cuando vemos por los programas de televisión, que el éxito no esta asociado al estudio o al trabajo, sino a la exhibición de las partes pudendas de señoritas abotagadas de silicona o la comicidad de conductores televisivos que para darse aires de intelectuales, publican libros a mansalva, a los fines de contribuir con el acervo cultural de nuestro país. Así nos sentimos, cuando ya, más que ultrajado el principio de autoridad, las candidaturas políticas, no sólo que siguen en las mismas manos de los de siempre, sino que además, y no conforme con tamaña actitud antidemocrática, ahora avanzan con la no importancia del principio de pertenencia geográfica del candidato, destrozando hasta el más común de los sentidos. Así nos sentimos, cuando los medios de comunicación, regados por la voluptuosidad generosa de las pautas publicitarias, o por intereses concretos de grupos concentrados que ofician como partidos políticos, escondidos en la independencia periodística se elevan sideralmente en años electorales, ocluyen con el poder de la indiferencia, las voces ciudadanas que sin intenciones políticas, intentan construir con la crítica, un porvenir más ecuánime. Así nos sentimos y actuamos. Sí podemos conseguir un falso parte de enfermo, no dudamos en hacerlo, para disfrutar de la señal de cable, por la cuál no pagamos, ya que estamos colgados. Iremos al supermercado, tratando de pagar en la cola con menos personas, por más que sea la fila para embarazadas y discapacitados y ni estemos ni seamos. Intentaremos, hacer pasar la moneda o el billete falso, que aquella noche oscura nos diera el taxista o remisero. Evitaremos el pago al fondo del incentivo docente, y también el darle la moneda al cuida-coche, total no ha ganado ni una licitación para estar donde esta y nuestro auto no ha sufrido daño. Si expedimos boleta o factura en nuestra actividad preguntamos al cliente si la necesita, y sí vamos como cliente, preguntamos al comerciante, sí nos hace algún descuento si no nos expide el comprobante de pago. Protestamos porque en la escuela de nuestros hijos, hay ratas, humedad y los pupitres están destrozados, pero desaparecemos cuando hay que colaborar con la cooperadora o cuando nos cobran algún impuesto. Formamos parte de uno de los países en donde se lee menos de un libro por año, pero nos agolpamos en la feria del libro, para tomar gratis la clase de reiki brindada por la editorial esotérica. La esperanza que no siempre es lo último que se pierde, en este caso, se encuentra en las generaciones más jóvenes, que podrán ejercer el debido y natural proceso de la rebeldía, tratando de trasladar a la inmoralidad y la ilegalidad, al lugar que les corresponde, sacándolas del reinado actual que tienen sobre nuestras normas, usos y costumbres. Y no se podrá negar, que parte de esta nueva generación, inicia su vínculo con la política y con las cuestiones del estado, mediante lo generado por el oficialismo gobernante, él mismo que intenta ser acusado de pagar por lo que no se paga y defendido por jóvenes acusados de emular o de rescatar de las sombras de un oscuro pasado, procesos genocidas, que dicho sea de paso, también son juzgados, por el mismo oficialismo atacado. En conclusión una ley o voluntad, no se compra, no se paga, por quienes pelean por otras cosas, cómo tampoco se paga la inteligencia o la astucia, cómo para atacar políticamente por donde más duela, hasta es más fácil, dar un golpe o una cachetada, que dar un billete, o en todo caso, son la misma cosa, de lo otro, se encargan otros y lo seguirán haciendo, hasta que se den cuenta, que lo sustancial, no pasa ni por lo primitivo de un golpe, ni por lo material de una moneda. (*) Recibido por Corrientes al Día de Francisco Tomás González Cabañas; Escritor. www.franciscotgc.com.ar
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.