Opinión
El Éxito y el Fracaso esos dos impostores
FRANCISCO TOMÁS GONZÁLEZ CABAÑAS (“)
Tal frase inmortalizo el escritor y poeta Kipling, de tanta valía que ameritaría el pensar y derrapar tinta, para buscar las razones de semejante afirmación. El éxito es una invención y el camino hacia él una burda ucronía.
Tanto la verdad, como el ser y la exposición de teorías ontológicas no son más que raptos vanidosos de individuos que denostan el rigor de un oficio, de personas sufridas por un amor no correspondido o en el mejor de los casos por hombres sedientos de venganza por ser víctimas de alguna severa discriminación de la sociedad.
El camino al éxito no es ni dificultoso ni tampoco un mero capricho de la suerte, es tan solo una necesidad, una patraña soez del mundo, imposible de perseguir, de alcanzar, a la cuál sólo se debe observar bajo una sarcástica risa, pues los actores de tal pantomima son escogidos por lo ilógico y risible de la necesidad, con todo lo anárquico que ello conlleva.
¿Existiría una persona en el globo, capaz de ver no los actos físicos de los individuos, sino las intenciones que a estos impulsan a realizar tales acciones?, es decir, con la capacidad visual de hacerse de las imágenes no de la chica poniéndose el bronceador en su cuerpo, si no de él impulso intencional que la lleva a esparcirse la crema por el torso. ¿Existirían tales imágenes?, ¿cómo serían?.
En el hipotético caso de que existiese alguien con tal gracia sería automáticamente declarado loco, nadie lo entendería, salvo alguna que otra confusa interpretación de algún seguidor de Freud, Lacan o Jung, operaría con supuesta seriedad para con un individuo dotado de tan magistral capacidad. Pese a que alguien así se vería obligado a vivir en una eterna incomprensión, en una inacabada soledad y no precisamente por una falencia personal, todo lo contrario por un pecaminoso saber que obstaculizaría su normal desenvolvimiento con los demás.
A ese genio solitario, suponiendo su existencia, no lo encontraría nunca y muy difícilmente, en le utópico caso de que lo encuentre, podría llegar a comprender la calidad de sus observaciones. Yo, alejado abismalmente del común de los humanos y de sus preocupaciones, sentí una fuerte vinculación con el hipotético sujeto y sus maravillosos atributos, tales así que me dedique a imaginar como sería estar en la piel de un individuo de tal índole.
Los cuerpos son borrosos no se los puede distinguir a uno de otros, de ellos salen delgadas líneas de varios colores que terminan en un encuentro en el firmamento. Rojas, verdes y azules con las tonalidades más comunes, varían en intensidad y estrechan lazos con las líneas semejantes que emanan de otros individuos.
Los objetos carecen de entidad y la gente avanza por una suerte de desierto en el cuál sólo se perciben las estridencias de las gamas de los colores. Lo pintoresco del cuadro es sorprendente, de una belleza estética inigualable, eso sí el significado de las tonalidades supera mi saber y de alguna manera obstruye un gozo completo. Existen algunas líneas negras que producen determinados cortocircuitos cuando confrontan con las rosas o las azules, las blancas también son escasas y cuando convergen con las verdes o amarillas, se libra una especie de gran resplandor.
Las imágenes me son cercanas al pincel de Monet, no son del todo concretas y pecan por una falta de nitidez, de todas maneras son muy sugerentes y variopintas. Quizá se deba esta particularidad a algún tipo de patología adquirida o algún tipo de falla genética, lo único que realmente me representó interés es el hecho de que puedo ver a los humanos, de otra forma, bajo un cariz totalmente distinto y verdaderamente bello.
Los valores, la búsqueda de la verdad y el respeto y la admiración por los seres pensantes, son parámetros de una Grecia que no sólo es antigua también peca por vetusta y anacrónica. El levantar la bandera de tales perspectivas de vida son meros recursos que muy a menos poseen los hipócritas llamados célebres, vencidos por lo sofisticado de la técnica del tiempo, exclamaban a cuatro vientos lo demoníaco de la marcha de los acontecimientos, pero callan con cobardía y mentira lo imprescindible de tal situación y para mal de la verdad, esconden con trabajado arte el hecho de que ellos mismos no se reprochan cuando echan a mano a las innovaciones del mundo.
Sí comentar en forma cruda las acciones que demuestran la naturaleza perversa del hombre, desnudando así las falacias de espejos, los paisajes novelescos de una sociedad que se empeña en caracterizar a los malos e injustos en un sector, a los buenos y justos en otros, que nos intenta mentir en forma descarada acerca de las bondades de un sistema que se eleva a expensas del sufrimiento y la necesidad de la mayoría. Sí señalar que no existen instituciones puras ni organizaciones impuras, si delatar a un degenerado que usa una sotana como máscara, si criticar a un ciudadano, por más que pertenezca a una comunidad sufrida, si levantar las banderas de los que no poseen voz, si ponerse en el lugar de un asesino, como para tratar de entender el porque de sus actos, si escribir tales cosas en un texto, como lo hice, me conducen a un supuesto muladar del infierno, que sea así. Mi voz será escuchada por individuos que no tengan más que la nada como sostén, dado que los otros están tan viciados con parámetros tan equívocos y erróneos, que encuentran respaldo instituciones que defienden lo temerario y absurdo de que existen santos y demonios, víctimas y culpables, ignorantes y sabios.
El mundo de las significaciones y de la lógica racional del hombre, se pierden en el inmenso océano de la nada, cuando uno siente que todo esta viciado por lo mezquino del interés, aromatizado por el hedor nauseabundo del materialismo, corroído por las ceras de la mediocridad, bañadas por las aguas de la envidia y el rencor, petrificadas por la gélida ventisca de la ambición desmedida, y santificadas por la máscara pedante, enferma y perversa de una hipocresía, macabra, pérfida y espeluznante.
Empantanado en espeso y lúgubre lodo, uno consigue en tal particular estado abstraerse de una visión egocéntrica del mundo, desligarse de ambiciones desmedidas, alejarse de pretensiones inalcanzables y se permite tan solo entregarse por completo al sujeto con el cuál se construye el amor o se desea el amar. Pasear despreocupado bajo la única y absoluta compañía de la sombra hecha carne, compartir la eternidad del tiempo, con el bálsamo fiel de esa imagen reflejada de uno. Actividades, simples, lisas y llanas, pero alimentadas y propulsadas por el flamígero y centellante fuego de la ardorosa y viva pasión de la esencia más pura y radical; el deseo amoroso.
Pero a la vida se la critica porque existe, la misma nos puede parecer despreciable, sin embargo, es una presencia ineluctable, un campo en primavera, una playa al amanecer, un pájaro de libre vuelo, una flor saliendo del capullo, imágenes implacables de que vivir es tan trágico, porque tras sí acumula un misterioso caudal de inabordable belleza. Y todos los que critican con obsesión la condición de vida se esfuerzan en realidad en encontrar una mayor perfección, dentro de lo eterno y maravillosamente bello.
Mientras un padre acompañe a su hijo a la escuela, mientras un par de jóvenes rubriquen con besos el pacto del amor, mientras ancianos recuerden con nostalgia, mientras el mar derrape en la arena, mientras la luna acompañe las estrellas, mientras el sol acabe con la lluvia y mientras una mujer ría por el simple echo de vivir, la vida continuará otorgando posibilidades.
Nada es comparable a los acordes de la satisfacción, al verso poético de la vida, al puerto adecuado que una nave en la marea encuentra. Voluntad, amor, deseo, hombre, palabras y sentimientos que al conjugarse logran la alquimia única, el elixir de las hadas, el sombrero de los duendes, la sonrisa de los ángeles y que gracias a ella, uno pese a todo puede volver a levantarse, regresar de las tumbas y resucitar, como para andar por los caminos rebosantes de esperanza y bondad.
El éxito y el fracaso, no ya en relación a fines u objetivos materiales, sino a la vida misma, que de tanto en tanto, o a cada rato, según cada quién, se obtenga o no, no dejan de ser palabras, para definir una actitud ante la vida, conceptos profundos que no se cuentan como el dinero, ni se mercantilizan como el ganado, que no se persiguen como el poder, ni se ostentan como una gloria ficticia, simplemente se sienten, se perciben, como el viento, como una melodía, o como el silencio que nos grita, donde y de que forma estamos parados ante la vida.
(“) Francisco Tomás González Cabañas; Escritor. Secretario de Cultura del MUP; www.franciscotgc.com.ar
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.