Opinión
Carta del periodista de Clarín que fuera calificado de nazi por la Presidente
OSVALDO PEPE RESPONDE (*)
La Presidenta creyó anoche necesario defender a La Cámpora, la joven organización kirchnerista nacida al calor del poder y con espacio creciente en el mismo.
Esa actitud no tiene nada de cuestionable. Y hasta posee cierta razonable lógica política que se haya esmerado en proteger a quienes han sido entrenados para asentir y apoyar su gestión contra viento y marea. Esa defensa fue sostenida en base a una refutación párrafo a párrafo de la nota de mi autoría en la página 2 de Clarín de ayer (“Los imberbes de Aerolíneas” ), aunque haya guardado la fingida elegancia de no arrojar mi nombre en la hoguera pública del poder, práctica habitual del kirchnerismo con los periodistas.
Tampoco está mal que la Presidenta refute a un periodista. Los periodistas podemos y debemos ser criticados porque eso forma parte de algo que es el corazón mismo de la democracia. Y no es una mera palabra, sino un núcleo de valores en sí mismo.
Esa palabra es libertad. Y esa libertad, en tanto magma de la democracia, es la que iguala a un ciudadano común, ejerza la profesión que ejerciere, con un jefe de Estado. Aceptar y asumir la libertad es aceptar el disenso, la crítica, el pensamiento diferente. Dicho de otro modo, que la opinión no se penalice, ni siquiera con el disfrazado simbolismo de la descalificación, el agravio o la desinformación histórica.
La Presidenta hizo abuso de poder para castigar el derecho a expresar mis ideas, que es un derecho humano inalienable, además de un tesoro constitucional.
Le hubiese bastado una respuesta con altura acorde a su investidura. Palabra por palabra. Pero no. Asoció ese texto, e indirectamente a mi persona, con el dictador Videla y con cierto aire nazi.
Si usara sus propios modismos, le diría “too much ”, Presidenta. Prefiero usar mis propias palabras castellanas.
Estuvo injusta y desacertada. No por rechazar mi escrito, sino por el modo en que lo hizo.
Hay veces en que las formas desnudan las ideas y las personalidades.
Lo que dije fue que el estilo político de La Cámpora observaba el mismo gen (político) que la conducción de Montoneros, no de sus bases, peronistas de cabo a rabo en su enorme mayoría, masacradas por la dictadura militar cuando sus cuadros de conducción más notorios prefirieron refugiarse bien lejos de aquella ordalía.
Mucha gente prefiere ponerse a resguardo de las dictaduras . No es valiente, apenas humano. Pese al azote presidencial, ratifico lo que escribí, porque es lo que pienso. No sé si la Presidenta quiso hacer una defensa de aquella organización armada o sólo poner bajo su ala maternal a sus pichones de La Cámpora.
Me pregunto de qué vale haber encabezado una gestión que suprimió el agravio y la injuria como argucias jurídicas que buscaban silenciar al periodismo si desde un micrófono oficial se disfrazan esas figuras desde el corazón del poder para solaz de aplaudidores bajo obediencia debida.
Presidenta, se equivoca, no en criticarme, sino en pretender descalificarme sin conocer mi historia personal y profesional. No responderé a la provocación de nazi por razones obvias: los disparates merecen el manto de la piedad y la prudencia del silencio.
A Videla lo sufrí tanto como usted y millones de argentinos. No sé si con su intensidad, pero sí le puedo asegurar que fue en carne propia. Con lágrimas y angustias por familiares desaparecidos, y además con un largo tiempo de desempleo en el periodismo, en plena dictadura, simplemente por ser un periodista peronista que nunca ocultó su identidad.
De adolescente estuve en la Plaza de Mayo aquel 1° de mayo de 1974 que usted recordará, seguramente tanto como yo. Y me quedé en la Plaza cuando “el General”, que todavía no tiene un mausoleo para honrar su memoria a casi 38 años de su muerte, echó a aquellos “imberbes” de entonces que lo desafiaron y creyeron ver en él apenas “un viejo fascista”.
Muchos piensan ahora lo mismo y creen que el peronismo sólo fue Evita, gloriosa y enorme como lo fue.
Presidenta, su diatriba de anoche, que procuró lesionar mi dignidad de trabajador del periodismo, me hace recordar a aquellos cuadros que nunca hicieron una autocrítica sobre los errores del pasado y que con obstinación aún piensan que tuvieron razón. Y también, tristemente, a aquellas prácticas y estilos de la dictadura , tan cara a la memoria de los que bordeamos los 60: “Y en algo andaría …” .
No ando en nada más que hacer mi trabajo con la mayor honestidad y responsabilidad profesional, aún en el error o en la apreciación equivocada. Coincido con usted en que los jóvenes que hoy hacen política son bienvenidos, también los de La Cámpora. Pero si lo hacen en base a una reescritura parcial de la historia, parten de un mal puerto.
Y si se entrenan en el ataque, en el ejercicio virulento de la palabra, en la estigmatización antojadiza, peor aún. Los jóvenes argentinos son muchos más que aquellos privilegiados que acceden a las prebendas del poder.
Son los que cada mañana viajan, y hasta mueren, en un tren por negligencia de quienes deben controlar el transporte público y no lo hacen. Los que estudian, trabajan y sueñan con un futuro mejor, tengan o no una identidad política acorde a la que pretende el kirchnerismo.
Finalmente, Presidenta, creo que usted debería poner más empeño en aceptar al que piensa distinto. Los microclimas son peligrosos. Un micrófono da poder, el 54% de los votos da poder y legitima ese poder. Pero nada hay más poderoso que la palabra dicha en libertad, sin la pretensión de querellas inútiles y dicha con honestidad.
Sospecho que tildando de nazi a un periodista usted no abona el camino para una sociedad más pluralista, más tolerante, más abierta, más razonable en el modo de tratar y de cuestionar a quienes no coincidan con usted, aunque alguna vez la hayan votado.fin
(*) Respuesta del periodista Clarín, Osvaldo Pepe, a la Presidente de la Nación, quien lo calificó de Nazi
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.