Opinión
Las complejidades de la información periodística
TRAGEDIA FERROVIARIA (*)
La información periodística honesta, debe tener por objeto volcar la noticia y la opinión al gran público, con aciertos o con errores, pero sin una motivación subyacente u oculta que malverse el propio juicio.
Nunca, y menos en una cuestión de la magnitud dañosa de este evento, la gente común quiere optar por una u otra trinchera, el gobierno o la oposición. Lo que quiere es la verdad, con ella la justicia y las soluciones.
La labor periodística tiene que ver esencialmente con la libertad. Un juicio libre publicado por la prensa, es necesariamente producto de un pensamiento libre, esto es sin los condicionantes de una subordinación autogenerada o impuesta, que haga prevalecer determinados intereses por sobre el verdadero criterio del periodista.
Lógicamente que quienes informan, opinan, muestran, comentan, los hechos de interés público en los medios de comunicación, son personas, seres humanos, y como tales sus conceptos siempre son subjetivos, influenciados por la propia formación, sus creencias, su propia historia, sus instintos, el medio social. Pero subjetividad no es parcialidad y menos interés disimulado detrás de la propia opinión.
Es decir, la información periodística honesta, debe tener por objeto volcar la noticia y la opinión al gran público, con aciertos o con errores, pero sin una motivación subyacente u oculta que malverse el propio juicio, es decir sin que exista una intención secundaria de inclinar la opinión pública para un lado o para el otro, porque esa no es la función del periodismo, puede serlo válidamente de la actividad política, de la empresaria, de la simple posición de un ciudadano, pero no la del periodismo, según mi modestísimo juicio.
Con todos estos conceptos, con el maniqueísmo campeando por doquier en el gobierno y en la sociedad, con la visión de blanco-negro, amigo-enemigo, todo bien-todo mal, en la Argentina de hoy resulta muy difícil separar la paja del trigo, y advertir los juicios periodísticos serios, responsables, sin segundas intenciones, en medio de muchos que están teñidos de presupuestos o posicionamientos preconcebidos. Cualquier hecho está en el campo de combate, desde los estrictamente políticos, hasta aquellos que no parecerían estar tan mezclados con las cuestiones del poder, cómo un deleznable hecho de abuso sexual u otros por el estilo.
Mientras tanto, el ciudadano común, aquél que vive su vida relacionado con las cosas verdaderas, su familia, su trabajo, sus amigos, sus penas y alegrías, su relación con los semejantes, debe hacer un doble o un triple esfuerzo para comprender los hechos que conoce a través de los medios masivos, para que no le vendan “pescado podrido”, para formarse su propio juicio sin los condicionamientos de interesadas pantallas, puntos del dial, hojas de papel diario o páginas web.
Es que, a tal punto hemos llegado, todas las cuestiones que suceden en la Argentina parecen estar a favor o en contra del modelo, llevan el agua para uno u otro molino, aportan a la causa o la bombardean; y todo cuanto sucede también puede sumar para la posición oficial de la “década ganada” o a la opositora de la “década perdida”, aunque sean los terribles dramas de los muertos en las tragedias ferroviarias o la muerte de una chica abusada.
Con dos programas televisivos, quiero ejemplificar aquello que intento decir en este artículo. 6, 7, 8, cómo arquetipo del periodismo del poder, se encargó como hace siempre- de darle a la noticia una interpretación rebuscada, haciendo recaer en los medios no oficialistas una responsabilidad de “ataque a la democracia” al informar sobre la tragedia ferroviaria.
Del otro lado, TN, en sus distintas salidas, mezclaba el análisis imparcial del suceso, con continuas referencias demagógicas a la corrupción gubernamental como causal directa e inmediata del choque, confundiendo o anticipando de alguna manera los resultados de la necesaria investigación.
Gran parte de la prensa juega el juego del “toma y daca” propuesto por el poder, y utilizó este desdichado acontecimiento para acercar agua al molino de sus respectivas segundas intenciones, generando una suerte de noticia pre digerida que puede esconder las razones verdaderas y las responsabilidades consecuentes. Para el gobierno seguramente es políticamente conveniente que el accidente se deba al error humano, y tuvo a “su” prensa trabajando para instalarlo. Para los que están del otro lado de la trinchera, la causal políticamente beneficiosa es la negligencia y la inacción gubernamental por el mal estado de los trenes, y también tuvo prensa que lo direccionaba.
Sin embargo, nunca, y menos en una cuestión de la magnitud dañosa de este evento, la gente común quiere optar por una u otra trinchera, el gobierno o la oposición, 6, 7, 8 o TN, Página 12 o Clarín, Verbitsky o Lanata. Lo que quiere es la verdad, con ella la justicia, y obviamente las soluciones.
No es un secreto para nadie que los ferrocarriles son una gran “materia pendiente” en nuestro país, cómo se encargó de reconocerlo Randazzo, en un inusual gesto para un funcionario de este gobierno. Pero son una materia pendiente desde hace más de cincuenta años. Lo es para este gobierno, que desde hace diez años no uno- subsidia un sistema ineficiente, no controla la aplicación de los fondos públicos en el transporte, hace anuncios faraónicos sin sustento fáctico (tren bala), y con aspirinas intenta revivir un enfermo grave (infraestructura obsoleta, cara, ineficiente).
Lo es, también, el gobierno menemista, que como respuesta a la ineficiencia de la gestión estatal, se encargó de desguazar el ferrocarril y condenar a la agonía a tan crucial sistema de transporte, que florece en las sociedades avanzadas. Pero lo fueron también los gobiernos anteriores que no tuvieron la visión de estructurar planificadamente los recursos y mecanismos para comenzar el paulatino recupero y dejaron que el deterioro nos acercara al abismo.
Hoy, estamos de cara a un problema de magnitud, tal como sucede con la energía, en el que se necesitan grandes inversiones y planes de mediano y largo plazo. Es decir, se necesitan créditos internacionales (que no los tenemos o los tenemos en cuenta gotas y a tasas usurarias por falta de credibilidad) y un plan serio, progresivo, responsable, que tampoco tenemos o conocemos.
El accidente de Castelar puede deberse a una falla humana, o al mal estado del material, o a ambos, y sin dudas esto debería determinarse en la investigación, dicho esto en potencial teniendo en cuenta los antecedentes de Once. Pero no queremos tener la versión de los militantes periodísticos de una u otra causal de la tragedia, queremos la verdad, dolorosa e indignante seguramente, pero la verdad. Es de la única manera que sabremos juzgar los hechos con nuestro propio razonamiento y criterio, y no con el que nos desean imponer a través de versiones interesadas que responden a segundas intenciones que nada bien le hacen al periodismo.
Si hay dos elementos esenciales en la democracia, la política y el periodismo lo son. Unos deben hacer, otros hacer conocer. Ambos deben ser creíbles. La democracia no se mejora reemplazando la política sino mejorándola, el periodismo que ha sido el sustituto en la credibilidad social ante la defección de la política- debe reforzar su rol con más periodismo, más transparencia, más debate, más crítica, pero nunca con segundas intenciones o con segundos intereses.
(*) Por Jorge Eduardo Simonetti – Corrientes – Argentina
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.