Opinión
Magnetto y el Loco de la Motosierra
JORGE FERNÁNDEZ DÍAZ (*)
Una actriz cierra los ojos y se lleva una mano al corazón rodeada de mariscales de la derrota que alzan los dedos de la victoria. Es una foto feliz, todos están emocionados. Asaltaron el Palacio de Invierno y derrotaron al Napoleón del crimen. Por fin la Argentina se libró de las cadenas del mal. Almas tiernas los ayudaron hace cuatro años, gente bienintencionada y tan pero tan progresista que acompañó la sanción de una ley de medios hecha a medida de un matrimonio feudal. No hay nada de malo en fabricar motosierras, el problema es regalárselas al descuartizador del barrio en el Día de los Inocentes.
Después pasan por la televisión extraños personajes, surgidos de la Tierra de los Muertos Vivos (pero muy vivos). Ellos nos sugieren que la larga mano invisible de Magnetto es la que produjo el golpe de mercado contra Alfonsín, el giro neoliberal de Menem, el boicot contra la Alianza, la debacle económica de 2001 y la entronización de Duhalde. Es un hombre tan genial y poderoso que ha eclipsado a la mayor de todas las corporaciones. Me refiero a ese grupo de millonarios que siempre están preocupados por los pobres (porque siempre siga habiendo muchos), y sin el cual es realmente imposible gobernar la nación: el peronismo.
Es este mismo movimiento inevitable y sucesivo, representado por barones y duques provinciales propensos al travestismo, el nepotismo, la corrupción y la censura, quien dicta cátedra ahora sobre libertad de prensa utilizando el viejo truco de los nacionalismos. Goebbels lo llamó Principio de Simplificación y del Enemigo Único. Es así como un empresario voraz y muchas veces impiadoso (quienes competimos con él en distintos medios lo sabemos de sobra), que tuvo relaciones con los distintos gobiernos (como todo el establishment), se transforma de repente en la clave y razón de todas nuestras penurias. Ya el mundo no se explica por derechas e izquierdas, ni por la lucha de clases, ni siquiera por la tensión comercial entre el imperio y las colonias. Todo se explica por este Anticristo mediático, culpable del analfabetismo, la desigualdad, la inflación, el calentamiento global y las alergias subcutáneas.
Dicho sea de paso: la palabra “democracia” en boca de quienes han militado ardorosamente para toquetear su disco rígido, demostrando que confunden simple sufragio con república y que practican un gobierno cerradamente unitario mientras glorifican a los caudillos federales del siglo XIX, parece una broma más de esta época dominada por el chiste y la farsa.
Hubo que poner el cuero y la palabra durante estos años para que no se llevaran puesta a la Corte Suprema, que fue atacada ferozmente por el Poder Ejecutivo y sus artistas de variedades. El reciente fallo fue celebrado obviamente por el feudoprogresismo, que esta semana ha descubierto las bondades de la independencia judicial luego de haber hecho todo lo posible para hundirla.
El fallo es consecuencia entonces de un primer error irreparable: haber cedido a la tentación de impulsar un honesto y necesario reordenamiento del espectro audiovisual bajo la urgencia de una batalla política que llevaban a cabo dos presidentes dominados por un odio patológico hacia el periodismo, con muchísimo que ocultar, un manejo discrecional de la pauta publicitaria y una larga tradición en el arte de acallar críticas. Algunos de los ideólogos y acompañantes sinceros de aquel error descomunal se arrepienten hoy de lo que hicieron ayer.
Es que con pleno aval para avanzar sobre el asunto en tanto que se resolvía la cuestión judicial del Grupo Clarín, el Loco de la Motosierra confirmó lo que en verdad pretendía con los medios: acentuó su apoyo publicitario a privados para que divulgaran el relato, hizo la vista gorda con multinacionales que se le rendían, favoreció amigos que rompían reglas para quedarse con radios y canales nuevos, frenó las chances de emprendimientos independientes y trató, en suma, de construir con el erario un gigantesco monopolio oficialista. Todo esto mientras presionaba a supermercados y afines para que retiraran sus avisos de los diarios y les produjeran un grave perjuicio. Motosierra para todos y todas.
Los alumnos de la Afsca se desmayaban de gratitud estos días frente a la sentencia y aseguraban que la Corte consagró un cambio de paradigma: la libertad de expresión no es más un derecho individual (concepto “de claro corte liberal”), sino que pertenece al derecho colectivo. Esto corre para el espectro, que es finito, pero deja abierta la idea de que podría extenderse a otros ámbitos. Si es un derecho colectivo, en el futuro sólo el Estado podría decidir sobre el tema. Recordemos que para los acólitos del Gobierno, el periodismo con avisos privados es sospechoso y acaso perverso; en cambio, con fondos públicos y alineado con los “intereses populares”, se vuelve magnífico. Por supuesto, el pueblo nunca fue capaz de escuchar la radio que quería ni de ver el programa político que se le antojaba. Es por eso que ahora vendrá la Presidencia de la Nación, que es tan pluralista, a otorgarnos la libertad.
Según algunas musas de la Afsca, con la anterior norma “la información estaba bastante lejos de los derechos de los ciudadanos y bastante cerca de los balances de contadores”. Donde dice contadores, ahora habrá que poner funcionarios, burócratas, punteros y militantes. No importará si los medios son rentables, puesto que la plata la seguirán aportando los esforzados contribuyentes. Lo único que importa es que no disientan del amo.
Lo mejor de los “especialistas” oficiales llega, sin embargo, cuando sostienen que toda esta metamorfosis obedece al propósito de terminar con el “discurso único”, al que por supuesto la revolución cristinista no aspira. Y que todo se hace para propender a “un mundo plural y diverso”, donde la “tolerancia es necesaria”. Hay muchos ejemplos entre los socios del Gobierno sobre cómo se propende a estos altos valores: no hace falta más que ver cómo funcionan ya la tolerancia y la diversidad en Tucumán, Formosa, Chaco, Jujuy, La Rioja, Salta, Santa Cruz y Santiago del Estero, y cómo florecen en los medios del Estado nacional, donde pueden oírse voces tan antagónicas y donde a los periodistas se les permite formular preguntas incómodas, como la que le hizo Juan Miceli a aquel verdadero gladiador de la libertad de prensa.
El fallo le dio una transfusión de sangre a un gobierno negador, que nunca asumió la derrota electoral y que ahora tiene la oportunidad de seguir jugando el juego que más le gusta. Clarín cometería una grave equivocación si se lanzara a una escalada mediática, porque resultaría de ese modo funcional al kirchnerismo, que quiere erigir un ring en medio de la emergencia gestionaria para llevar a cabo su pugilismo de pacotilla y así no tener que debatir una agenda abierta donde deba dar respuesta a las verdaderas razones del voto castigo: hay 11 millones de pobres a pesar del viento de cola, y desde abril hasta ahora, por efecto inflacionario, se agregaron otros 490.000.
Los narcos colombianos hacen negocios en estos territorios, y el paco avanza y multiplica la inseguridad. La hemorragia de reservas es alarmante, las inversiones están congeladas, el déficit fiscal se ahonda y los agentes de Cristina andan por Washington tratando de convencer a Obama, al FMI y al Club de París de que somos un país serio y de que deberían defendernos frente a los fondos buitre, mientras en Buenos Aires actúan esta desopilante comedia chavista.
(*) Diario La Nación
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.