Opinión
Piedra libre para la destrucción en La Revolución Imaginaria
LA MARGINALIDAD ESTÁ PEOR QUE EN 2001 (*)
Los cristinistas se enojan cuando se confirma, desde aquí, que “la marginalidad en Argentina está hoy peor que en 2001”. Y se agrega: “excitada por el narcotráfico y franeleada con el cuento de la inclusión social”.
En realidad, lo que sociológicamente espanta, aún no se entiende, es el significado explícito del 2001. Donde la marginalidad muy poco tuvo que ver. Lo que estalló, en aquel final ardiente del año, fue la paciencia colmada de sectores maltratados de las capas medias.
MADRES DEL BANCO DE GALICIA
En el primer año del siglo, la desesperación encegueció al pequeño burgués clásico (para decirlo en la superada terminología marxista).
La marginalidad está peor que en 2001Fue al descubrir que sus fondos depositados en dólares repentinamente se habían diluido. Cuando se ponía el plástico en el cajero automático y no aparecían los billetes apaciguadores. Detonante principal de las bulliciosas protestas que derivaban en actos próximos a la barbarie. Encabezadas, por entonces, por las Madres del Banco de Galicia (según la acertada concepción del pensador Ignacio Zuleta).
Se registró, en la práctica, la transferencia de recursos más letal. Desde el patrimonio de las hipersensibles capas medias hacia la picaresca de los endeudados en dólares. Fueron los que supieron aprovechar los beneficios posteriores de la pesificación asimétrica, indiferentes al tendal que dejaron al descubierto. Dispuestos, en adelante, a acumular rencores y desconfianzas.
En cambio, lo que se reconoce como “marginalidad” quedó entonces mayoritariamente empatada. Casi a mano. Porque era muy poco o nada lo que aquel marginal de 2001 tenía para perder. A lo sumo se distanciaba mucho más del casi extinguido proceso de estratificación social.
Es decir, la posibilidad del ascenso de clase, un fenómeno que sigue aún -aceptémoslo- casi vedado. Reducido apenas al territorio de la utopía o del braguetazo.
Con lo cual se asiste, además, al fracaso estrepitoso de un gobierno de procedencia básicamente peronista, como el que se padece y termina, sin relevos que hasta ahora entusiasmen.
El peronismo -que todo lo abarca- supo caracterizarse también por presentarse como una máquina reproductora de clase media. A los efectos de facilitar el traspaso. Desde la marginalidad del desposeído hacia las sutiles contradicciones de una clase media, primero, baja. Pero con posibilidades de acceso hacia la educación, que sistematizaba la realidad del progreso y que hoy es víctima de la misma decadencia.
LA IDENTIDAD RESQUEBRAJADA
La marginalidad está peor que en 20012001 representó, en principio, un contundente empobrecimiento de las capas medias que protagonizaron creativos escenarios de barbarie acotada. Y la consolidación simultánea de una marginalidad cada vez más alejada de una posible integración al proceso productivo.
Después de la magnífica transferencia de recursos, desde las capas medias hacia la especulación triunfal de los beneficiarios, comenzó con Duhalde, El Piloto de Tormentas (generadas) el ciclo de crecimiento (que iban a desperdiciar sus dos sucesores).
Claro que se crecía con la dupla Duhalde-Lavagna, pero desde la ventaja comparativa que ofrecía la gran decepción de estar en la lona. Desde abajo, en general, suele ser más factible el logro de incorporarse un poco.
Y aquellos sectores medios que perdieron, paulatinamente iban a recuperar -merced al crecimiento- partes considerables de lo transferido. Y volverían, más resignados que vencidos, a ponerla en los bancos.
Es precisamente a partir de 2003, a través de la Revolución Imaginaria que impulsa el kirchnerismo, cuando se reciben los réditos de la recuperación que se inicia con Duhalde. Y cuando comienza el despliegue de desaciertos presentados como méritos, que se las ingenia para desperdiciar imperdonablemente la etapa de prosperidad más extraordinaria. Merced a la prepotencia ascendente del commodity principal. El poroto subestimado que aún nos sostiene.
Aquel desperdicio histórico concluye con la impúdica marginalidad de hoy. Con los abyectos desmanes de anoche que sólo pueden sorprender a los distraídos y que pudieron contemplarse grotescamente por televisión. Cuando los violentos marginales salieron de sus refugios normales para banalizar penosamente el saludable acto de gratitud. El reconocimiento que “la sociedad blanca” ofrendaba a la selección nacional de fútbol, que consiguió el meritorio segundo puesto en el torneo Mundial de Brasil. Mucho más, en cierto modo, de lo que se merecía. Y de lo que se esperaba de ella.
La marginalidad está peor que en 2001Aparte, “la sociedad blanca” aprovechaba también para homenajearse a sí misma, en los alrededores del Obelisco. Lo necesitaba. Como si se complementara con los sectores más osados que se desplazaron hacia Brasil, para pintarrajearse, conmoverse, gastar a los brasileros y simular que pertenecían a una barra brava elegante. Porque gracias a un conjunto de futbolistas regulares podían consolidar ciertos aspectos de la identidad resquebrajada (Ver “La sociedad blanca recupera el fútbol” cliquear).
PIEDRA LIBRE
Aquí también se dijo que explicar los escatológicos incidentes de anoche, a través de la derrota, es ingresar por la puerta equivocada. Porque el vandalismo estaba garantizado. Aunque Higuain o Palacios hubieran acertado con su puntería y se les ganara a los alemanes.
El acontecimiento del fútbol producía la legitimidad de la aglomeración. De ningún modo el violento marginal podía desaprovecharlo. Algo siempre puede robarse y destruirse.
Aparte, no hay fundamentaciones para sorprenderse. Cualquiera sabía que la ciudad no se encontraba siquiera preparada para soportar el autodenominado día del hincha de fútbol. Derivó en violencias devastadoras similares a las de anoche. Y en el mismo escenario.
LA MARGINALIDAD ESTÁ PEOR QUE EN 2001
Como balance -y aunque se enojen- el cristinismo produjo efectos catastróficos en las tres grandes franjas sociales. En trazo grueso, arriba, en el medio, pero sobre todo abajo.
En los márgenes. Donde el narcotráfico cometió su turno prioritario para el estrago. Y donde se subsidió a la bartola y sin el menor objetivo de contención. A través del excitante cuento de la inclusión social, basamento teórico de los logros supuestos de la Revolución Imaginaria, y en una atmósfera de permisividad más irresponsable aún.
Con una idea prejuiciosa, casi culposa, del derecho del Estado a ejercer la represión. Recurso entendido, por los progresistas de ocasión, como una patología.
Piedra libre, entonces, para el robo y la destrucción. Es gratis.
(*) Escribe Carolina Mantegari, especial para www.jorgeasísdigital.com.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.