Opinión
La memoria de cada muerto de la Embajada y de la AMIA exige que la verdad salga a la luz
GUSTAVO HIERRO
Aunque los líderes K tilden al caso como “persecución política” en alegre estudiantina, están procesados por delitos aberrantes contra los derechos humanos.
Con la excepción del genocidio, difícilmente pueda encontrarse en la historia de un país un delito de tanta gravedad como el de Traición a la Patria. Si cualquier dignatario público con rango de funcionario político o de miembro de alguna fuerza de seguridad, hubiese incurrido en semejante infamia en tiempos de la emancipación nacional, próceres como José de San Martín o Manuel Belgrano hubiesen ordenado, sin dudas ni medias tintas, la inmediata ejecución sumaria del miserable delincuente ante un pelotón de fusilamiento.
(http://extranews.com.ar) Afortunadamente para Cristina Elisabet Fernández de Kirchner y para muchos de sus cómplices laderos, Argentina transita el siglo XXI y no el XIX. La Justicia se modernizó. La vida, en cuanto valor, es un bien a preservar en un país moderno, republicano y democrático. Y las formas de punir los delitos mejoraron en forma sustancial, prácticamente en todas las naciones de Occidente, incluida la nuestra. No como ocurre en Irán, donde todavía existe la pena de muerte y la lapidación de mujeres infieles, por mencionar un ejemplo.
Esta mañana, el país amaneció con una espectacular seguidilla de procesamientos, órdenes de detención, operativos de arresto y pedido de desafuero para la ex Presidenta, que nacieron de un dictamen del juez federal Claudio Bonadío. Se trató de una importante –y esperada- avanzada de la causa por encubrimiento del atentado a la AMIA, que investiga el pacto firmado entre los gobiernos argentino e iraní en 2013, y que reivindica prácticamente en su totalidad la acusación que pocos días antes de su muerte aun no esclarecida formulara el fiscal de la UFI-Amia Alberto Nisman, quien no pudo presentar su caso ante el Congreso de la Nación como tenía previsto, porque fue asesinado en su domicilio pocas horas antes.
Con diversos subterfugios, como aprietes a la Justicia en el mejor de los casos, o como intervención directa en las decisiones judiciales en el peor, el kirchnerismo intentó, mientras tuvo poder, evitar el avance de la verdad. Una verdad que se mostró desde un principio transparente, en la letra de un tratado que habilitó a una nación acusada de haber cometido dos actos de guerra contra nuestro país, a designar a sus propios jueces para investigarse a sí misma.
Semejante idea, negociada por el ex canciller Héctor Timerman –cuya traición debiera considerarse agravada, por su doble condición de argentino y de miembro de la colectividad judía en nuestro país- parece una burla grotesca hacia las víctimas del atentado a la embajada de Israel, ocurrido el 17 de marzo de 1992, y del ataque a la AMIA, que tuvo lugar el 18 de julio de 1994. Dos agresiones dantescas, que enlutaron al país y terminaron con un total de 107 muertos y 542 heridos argentinos, sin distinción de religiones, creencias o filiación política.
Para instalar esta maniobra aviesa de transfiguración de la realidad, el gobierno K contó con la invalorable colaboración de un aparato de medios adictos y de propagandistas y operadores políticos que se definían a sí mismos como “periodistas militantes”, los cuales operaron sin pudor para tergiversar la verdad y desviar la atención de lo que fue, desde su inicio, una aberración jurídica e inconstitucional, que quitó a los jueces argentinos su potestad de tribunal de origen en beneficio de una nación agresora.
También ayudó al kirchnerismo gobernante contar con dos aparatos de inteligencia –uno oficial, la ex SIDE, y otro paralelo e ilegal, a cargo de la inteligencia del ejército que comandó el genocida César Milani- que se dedicaron a entorpecer y a licuar la investigación del caso, a borrar evidencias y –lo más importante- a “neutralizar” al agente acusador, el fiscal Nisman, asesinándolo.
Cristina Elisabet Fernández enfrenta hoy, en forma oficial e institucionalmente asumida, la acusación de ser jefa de una organización criminal cuyo fin fue garantizar la impunidad de los agresores en dos hechos de lesa humanidad que constituyeron un ataque directo contra la Nación Argentina y contra sus ciudadanos.
Ya no es la prensa, ni la opinión de algún político opositor a la ex mandataria, sino la Justicia argentina, la que coloca a Kirchner en situación de procesamiento y pide al Congreso su desafuero para enfrentar los cargos en su contra desde prisión. El juez entiende, en su decisión, que la ex Presidenta en libertad y amparándose en sus fueros de flamante senadora, podría activar mecanismos para entorpecer la investigación en su contra.
La lectura política de esta decisión del juez Bonadío, en cuanto al estilo de los procedimientos que ordenó, los tiempos judiciales, la oportunidad del estallido del tema ante la opinión pública y el rol que habría jugado el Gobierno frente a la cuestión –si acaso hubiera jugado alguno- será materia de otro análisis.
Lo que sí puede asegurarse es que, en el frente netamente jurídico, hay fuerte sustancia, prueba acumulada y consistencia en la causa del fallido Pacto con Irán y encubrimiento del atentado a la AMIA para avanzar con las medidas que se concretaron esta mañana.
La concreción de este paso tan trascendente en la administración de Justicia, en el que los procesados tendrán la oportunidad de demostrar su inocencia a una ofensa tan grave hacia los argentinos como sería una Traición a la Patria, reivindica la memoria de dos argentinos que no pudieron vivir este momento, pero que tuvieron mucho que ver con las circunstancias que provocaron en nuestros tribunales esta búsqueda de verdad.
Hablamos, en primer lugar, del fallecido periodista José “Pepe” Eliaschev, quien había denunciado desde el diario Perfil un pacto secreto entre el canciller argentino Timerman con su par iraní Walid al-Mohalem, y con el propio presidente Bashar al-Assad, con quienes se reunió el 23 y 24 de enero de 2011 en la ciudad siria de Alepo, encuentro del cual se retiró con un borrador de lo que terminaría siendo un nefasto acuerdo de impunidad con un Estado Terrorista.
Aunque la reunión fue sistemáticamente negada por propagandistas del kirchnerismo –entre ellos el doble agente de Montoneros y del Proceso Horacio Verbitsky-, terminó siendo reconocida varios años después, tanto en su ocurrencia como en sus términos, en grabaciones que implican a los propios protagonistas.
La segunda reivindicación, la más obvia, corresponde a la persona del fiscal Alberto Nisman, quien movido por la inquietud que le había causado aquel impresionante artículo del colega Eliaschev se volcó a investigar el caso, y generó la investigación por el encubrimiento del Atentado a la AMIA a través de aquel pacto espurio y criminal, que terminó en una acusación colosal.
El fiscal alcanzó a reunir la prueba que hoy coloca a la Ex Presidenta Cristina Elisabet Fernández, a sus principales colaboradores y a algunos exponentes de la violencia marginal que rodeó al régimen kirchnerista, en el banquillo de los acusados. Nisman ofrendó su vida por ello. Lo mataron de una manera cruenta, y desde el propio Estado no se reconoció el magnicidio ni se respetó su memoria. Muy posiblemente, los culpables de este crimen jamás pagarán sus culpas ante la Justicia.
Los argentinos deseamos que la muerte del fiscal no haya sido en vano, por lo cual es fundamental que se sustancie un juicio transparente, que contemple todas las garantías y que no se aparte ni por un instante del debido proceso. Ahora, la Justicia tiene la última palabra.
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.