Perdió 2-0 con el Rojo. Igual tuvo su fiesta en Avellaneda porque Vélez no pudo ganar en Liniers. Es el quinto título del equipo rosarino en el profesionalismo. El Tolo Gallego se convirtió en el segundo entrenador en dar la vuelta olímpica con tres equipos diferentes (River, en dos ocasiones, Independiente y Newell”s).

Por suerte para la salud del fútbol argentino, esta vez no se produjo el clásico empate salomónico de final de campeonato e Independiente superó con una llamativa claridad al nuevo monarca doméstico. A Newell”s pareció superarlo el contorno, ese marco multitudinario que tiñó de rojinegro las tribunas de la Doble Visera. Perdió la memoria en el momento menos adecuado, pero la suerte del campeón estuvo de su lado y terminó celebrando a lo grande gracias a la impericia de Vélez. De todos modos, Newell”s es el legítimo ganador del Apertura porque supo aparecer en momentos en que el certamen no tenía un candidato definido y sumó puntos clave mientras los demás los dilapidaban. Además, tuvo en el paraguayo Justo Villar, en Fernando Belluschi y en Guillermo Marino a los tres mejores jugadores del torneo en sus puestos y contó con la valla menos vencida, un mérito decisivo teniendo en cuenta la irregularidad de la totalidad de los equipos. Independiente pudo haberse ido al descanso con por lo menos dos goles de ventaja. Petrificado e irreconocible, Newell”s le dio todo tipo de facilidades en el fondo y los locales dispusieron de cuatro chances claras para marcar, además del gol convertido por el colombiano Jairo Castillo, a los 10. Federico Insúa, quien complicó siempre con su movilidad y sus intentos punzantes, la puso en el corazón del área y Castillo no tuvo más remedio que definir. Un minuto antes, el colombiano había quedado cara a cara con Villar, pero terminó la acción como en una práctica y el arquero le tapó el remate. Esa no fue la única jugada en la que Castillo, acaso presionado por las amenazas que un grupo de barrabravas le realizó al plantel durante la semana, resolvió con cierta displicencia. A los 26 sacó un tiro cruzado que no fue ni centro ni remate al arco. Así y todo la pelota pasó cerquita. Y, a los 39, mandó un centro casi de compromiso que Sergio Aguero no llegó a conectar. En esa jugada el colombiano bien podía haberse acomodado para patear hacia la valla. Newell”s no supo emerger nunca con claridad en el mediocampo y fue muy poco lo que produjo en la ofensiva. Apenas un tiro libre de Ariel Ortega que dio en el travesaño, a los 15, y una entrada de Guillermo Marino que concluyó en las manos del capitán Carlos Navarro Montoya, a los 37. Américo Gallego intentó modificar el rumbo del partido con los ingresos de Ariel Zapata y Rubén Capria por Ariel Rosada e Iván Borghello. y Newell”s, con el esta vez irresoluto Ortega, ya de delantero, estuvo cerca de la igualdad en dos ocasiones en el arranque de la etapa final. En la primera, el Burrito, acaso en la única jugada que armó bien en todo el partido, dejó en el camino a dos rivales y mandó un centro que Marino conectó con una volea imperfecta que el Mono alcanzó a mandar al córner. Y, en la segunda, el arquero se anticipó a una muy peligrosa llegada de Luciano Vella. Los intentos de Newell”s fueron perdiendo vigor y claridad a medida que pasaban los minutos y apenas estuvo cerca del 1-1 con un tiro cruzado de Capria que pasó al ladito del palo izquierdo. Independiente estiró la ventaja a los 32 cuando Newell”s se regaló en defensa y Castillo habilitó en profundidad a Insúa, cuyo tiro rasante dejó sin respuestas a Villar. Los hinchas de uno y otro equipo se miraban incrédulos, nadie podía entender lo que pasaba y entonces la atención se trasladó a Liniers a través de las portátiles. Una mezcla de temor, nerviosismo y tensión invadió a la masa rosarina, hasta que, cuando iban 40 minutos en Avellaneda, el partido se terminó en el José Amalfitani y, entonces, Newell”s largó el grito que tenía contenido. Y llegó la vuelta olímpica bañada en lágrimas, con futbolistas de Newell”s que confesaban no poder creer que son campeones del torneo Apertura de Primera División. “Es para toda esta gente de Newell”s, para mi familia, para mi hijo”, se lo dedicó el arquero paraguayo Justo Villar con la voz entrecortada, sin poder disimular la emoción. Así, el equipo leproso vuelve a festejar después de doce años un campeonato local, el quinto de su historia. Aunque por Avellaneda todavía resuenan los ecos festivos de una tarde para el infarto. (Fuente: Terra.com)