Puerta, pese a un desgarro, entregó alma y corazón, arrancó ganando y soñó. Pero cayó como un grande. El rey en el polvo de París fue Nadal.

¿Te gustaría ser Mariano Puerta? ¿Te gustaría estar en la cancha central de Roland Garros, al lado de Zinedine Zidane, Galáctico del Real Madrid, escuchando cómo te ovacionan de pie 15.000 personas, el mundillo del tenis, la crema de la crema, el rey de España, Vilas, McEnroe, Wilander y miles de franceses que nunca viste en tu vida? ¿Te gustaría ver a tu mujer llorando de orgullo? ¿Y qué te parecería entrar al court más sagrado para los tenistas argentinos, nuestra Meca, para disputar un partido que se televisa a 193 países? Y que encima veas banderas de Córdoba, Tierra del Fuego, una de Boquita, claro que sí, y camisetas de la Selección, de Los Pumas, gorros albicelestes, que te canten “olé, olé, olé, olé, Puertaaaa, Puertaaaa”, y que después los franceses te alienten con su “¡allez, Puertá!”. ¿Eso te gustaría, no? Pero, ojo, que no es tan fácil ser Mariano Puerta. El año pasado miró la final entre Gaudio y Coria por televisión. Sancionado por doping, tenía planeada la vuelta para julio, pesaba 94 kilos y estaba en proceso de bajar siete… para después bajar ocho más. Venía de superar una depresión, de descender hasta el puesto 440 del ranking… Y ayer, a las 15.02 de París, el que entró primero al Philippe Chatrier para disputar la definición de Roland Garros fue él. Segundos después lo hizo el español Rafael Nadal, un prodigio de 19 años, máquina de ganar, debutante en este torneo pero favorito desde el primer día. Para la enorme mayoría, Nadal no podía perder. Ya se había sacado de encima al suizo Roger Federer, el N° 1 del ranking, en una semifinal. Y Puerta venía luchando demasiado: levantó un 1-2 contra el indestructible Cañas (en cuartos) y otro 1-2 con el complicado Davydenko (en semi). Y se sabe que su estilo, batallador hasta el último minuto, quema mucha nafta del tanque. Antes de la final, ¿tenías ganas de ser Mariano Puerta? Nublado, con ganas de llover, 15 grados y un viento menos molesto que el del viernes. Empieza la final. Y empieza mal, porque Nadal, tal su especialidad, quiebra en el primer game. Puerta tiene dos break points para empatarlo en el siguiente, pero Nadal los neutraliza. Es bravo este pibe: las corre todas (y llega a todas), contragolpea como pocos, tiene un tremendo drive cruzado de zurda y muestra una mentalidad de veterano. Igual, Mariano está jugando bien y gana su primer game (1-2), aunque sufriendo porque Nadal tuvo break point. El Rafa se va 3-1 en el siguiente. El argentino vuelve a sufrir para ponerse 2-3, porque Nadal desperdicia una ventaja de 15-40. Y en el medio de ese game Puerta pide atención médica. Van 24 minutos de partido. Dolor en el aductor derecho, pinchazo fuerte. Le hacen masajes, lo vendan. Y ni en gestos admite su secreto: en la tarde del sábado fue a una clínica por una molestia que le dejó la extenuante semi con Davydenko; la ecografía marcó un desgarro de medio centímetro en el muslo izquierdo. Jugó igual. Un león. A los cinco minutos vuelve a la cancha y sigue lo más bien. Le dolía, pero se la bancó. Tanto que quiebra para 3-3 y el set se hace muy disputado: 4-3, 4-4 (Nadal deja en cero a Puerta), 5-4 (Puerta deja en cero a Nadal), 5-5 (Nadal deja en cero a Puerta). La cuestión es que el 6-6 los manda al tie-break. Mamita. Una hora de partido. Mariano arriesga, porque Nadal devuelve todo y contraataca con passings impresionantes. Todo es punto a punto hasta que el Rafa la tira afuera en el 6-7 de la muerte súbita. Set para Puerta, 7-6 (6). Señores, gana Mariano. Sin embargo, comienza el momento más flaco del partido para él. Porque Nadal se viene con todo y quiebra para 3-1. El argentino manda cuando cruza el drive, es siempre agresivo, pero el Rafa se defiende muy bien. Y, a la carrera, mete winners de antología. Puerta se pone 2-4 con un ace, el segundo. Y se manda un jugadón para el 3-5, en una imagen que se recordará por siempre: volea de palomita, como solía hacer Boris Becker. Se levantan los argentinos y suena fuerte el “olé, olé, olé”. ¿Estamos en el Lawn Tennis de Palermo? Nadal no se intimida: gana el set, 6-3. Y arranca el tercero con un quiebre (¡otra vez!). Puerta tiene dos breaks point para 2-2, pero no puede. Y el Rafa repite quiebres en el quinto y en el séptimo games. Sí, es 6-1, aunque Puerta luchó hasta el final. El set lo cierra con una doble falta, la segunda hasta el momento. Son las 17.35 (mediodía en la Argentina), ya van casi dos horas y media de partido. Quiere llover, pero no llueve. Ahora habrá que jugarse a la remontada épica, de nuevo, como contra Cañas y Davydenko. ¿Todavía te gustaría ser Mariano Puerta? ¿Entrando 1-2 contra Nadal al court central de Roland Garros? Ahora, el que primerea es Mariano. Quiebre en el arranque (recién en la tercera chance, porque a Nadal hay que ganarle mil veces el punto). Pero la alegría dura poco, cuando el Rafa contesta y coloca el 1-1. Que se va transformando en 1-2, 2-2 (Puerta lo cierra con un ace), 2-3, 3-3, 3-4 (ay, Mariano desperdicia un 0-40, se lamenta, mira al cielo). Partidazo de nuevo. Son las 18.12. Los franceses se copan y hacen la ola. Dan tres vueltas al estadio. Fiesta. Puerta pone el 4-4 y después el 5-4 esperanzador, cierra el puño con ganas, la barra explota, va a sacar para mandar el partido a un quinto. Y ahí te quiero ver, nene. Pero con Nadal no se puede decir nada: 5-5 a pesar de los tres set points de los que dispuso Mariano. Los jugó bien el argentino; los jugó mejor Nadal. Y esta vez no hay tie-break, porque el español quiebra y define el set 7-5, a Puerta se le va ancha la pelota y Roland Garros encontró a su nuevo campeón: Rafael Nadal, destinado a hacer historia. Son las 18.38. Jugaron tres horas y 24 minutos: 6-7 (6), 6-3, 6-1 y 7-5. Entonces, ¿te gustaría ser Mariano Puerta? Me imagino que sí: Zidane, ovación, dinero, casi top ten, finalista de Grand Slam, ídolo, prestigio, fama, un recibimiento en Buenos Aires que será emocionante. Pero después preguntale cómo llegó hasta acá. Cómo se preparó para dar la sorpresa, cómo llegó a cada pelota imposible, cómo subió 430 puestos en un año, cómo puede un tipo ganar dos partidos seguidos en el quinto set y después jugarle así, de igual a igual, al fenomenal Nadal. Y te darás cuenta que es bravo hacer lo que hizo. Que las seis horas de entrenamiento diario (domingos incluidos) son apenas una parte. La otra historia habrá que buscarla más adentro. Su corazón sabrá qué lo impulsaba a seguir adelante cuando, en todo el mundo, sólo él y nadie más que él, quería ser Mariano Puerta. Fuente: ole.clarin.com