Este domingo, a las 7.30, Boca y Milan comenzarán la carrera para ver quién es el verdadero Rey de Copas; será la revancha de la final de 2003.

YOKOHAMA (La Nación Por Nicolás Balinotti. Enviado especial ) El entusiasmo pasea por las calles de esta ciudad portuaria, antiguo pueblo pesquero y ahora urbe industrial, y centro de negocios. Aquí los japoneses hicieron gustosos un alto en sus tareas diarias hechizados por la irradiación de dos poderosos del fútbol mundial: Boca y Milan. En Yokohama, argentinos e italianos volverán a enfrentarse mañana, a las 7.30 de nuestro país, en el estadio Internacional (televisa Fox Sports). Los recuerdos de aquella definición ganada por los xeneizes hace cuatro años por la Copa Europeo-Sudamericana aún están frescos e intactos. Sin embargo, este es un nuevo capítulo de una historia que encierra diferencias y similitudes, y que consagrará, en definitiva, al mejor club del mundo. Con economías incompatibles, difícilmente Boca pueda con el músculo financiero de Milan, que dispone de un presupuesto anual de 250 millones de euros contra los 10 del club argentino. Así, el magnate Silvio Berlusconi, presidente de Milan, puede darse el lujo de pagarle a Kaká, el jugador estrella, unos 5,8 millones de euros por temporada. Sin embargo, por suerte para el espectáculo, en el fútbol aún el misterio se mantiene vigente hasta el comienzo de las acciones por más que uno sea David y el otro Goliat desde el poderío económico. Y Boca lo sabe bien: desafió los pronósticos y al favoritismo ya varias veces, dos de ellas, aquí en Japón, frente a Real Madrid y Milan, en 2000 y en 2003, respectivamente. De la definición de hace cuatro años todavía quedan sobrevivientes en ambos equipos. Sebastián Battaglia y Fabián Vargas en los argentinos, y once jugadores en los italianos, entre ellos Kaká, Seedorf, Pirlo y Maldini, tal vez los hombres más temidos por los xeneizes. Esa temporada, Boca llegó a Yokohama tras haberse consagrado campeón del torneo Apertura al vencer a Arsenal 2-1 en la última fecha. El triunfo por penales (habían igualado 1-1 en el tiempo reglamentario) sobre Milan cerró un año ideal, que dejó una huella profunda en la memoria del club. Disminuido por la ausencia de Juan Román Riquelme, una corriente de irregularidad arrastró en este último tiempo al equipo. A contrapunto de 2003, ahora el desembarco en Japón se dio con varios cabos sueltos y un proyecto dubitativo, puesto bajo la lupa de la intolerancia en estado permanente, y no sólo por hinchas, sino también por dirigentes. Aquí radica un punto en común con Milan, que está a 19 unidades de Inter, el líder del calcio y el rival inmediato en su regreso a casa. Como si fuera poco, el malestar de los tifossi se disparó, tras alcanzar un récord negativo: hace nueve partidos (desde abril) que el equipo no festeja en el Giusseppe Meazza, su estadio. En el juego de semejanzas, vale una mención aparte para los entrenadores. Miguel Angel Russo y Carlo Ancelotti tienen planteos casi idénticos. El italiano, que se atornilló al cargo hace siete años, no se mueve del 4-3-1-2, el mismo que utilizaba el DT de Boca con Riquelme y Gracián, pero que ahora lo reemplazará por el clásico 4-4-2. Los dos se destacan por la rigidez para mantener el orden, más allá que puedan considerarlos poco vistosos. En los xeneizes, la expulsión de Vargas en la semifinal ante Etoile le abrió las puertas a Alvaro González, un volante peligroso que puede aportar más que el colombiano en la ofensiva. Mientras que en Milan se prevén los ingresos de Cafú e Inzaghi por Oddo y Gilardino, respectivamente. El recorrido de ambos equipos hasta el Mundial de Clubes ha sido un trayecto pródigo de batallas y epopeyas. O acaso se puede olvidar fácilmente la eliminación de Boca a Vélez en los octavos de final gracias a un gol de Riquelme a 13 minutos del desenlace. Después quedaron en el camino Libertad (Paraguay), Cúcuta (Colombia) y Gremio (Brasil), la llave que los xeneizes cerraron con más diferencia: 5-0 fue el resultado global. Con capítulos angustiantes y algunas proezas, Milan se ganó con justicia el derecho a competir en el certamen de Japón. Se adjudicó su zona apenas por un punto sobre Lille, de Francia, y luego superó obstáculos empinados como Bayern Munich, Manchester United y Liverpool, al que venció 2-1 en la final de Atenas, con tantos de Inzaghi. Tan distintos a veces, pero tan parecidos otras tantas, Boca y Milan definirán mañana el Mundial de Clubes con otro agregado: el vencedor será el equipo con más títulos internacionales del mundo. Hasta ahora, la historia y las estadísticas proyectan una igualdad, con 17 trofeos para cada uno, a pesar que un dirigente del club milanés desafía a la leyenda, y afirma que no se han registrado dos Copa Latina, en 1951 y en 1956, lo que le daría un ventaja a los rojinegros . Sea como fuere, mañana en Yokohama se pondrá fin a la discusión y se conocerá al verdadero Rey de Copas . BOCA Lo positivo: Palermo y el peso en el área rival La principal arma de ataque que tiene Boca es el poder ofensivo de Martín Palermo, que trabajará sobre la zona de Nesta y Kaladze. Además, con Cardozo y Alvaro González el equipo de Russo también tiene desnivel por los costados y llegada al gol. Lo negativo: la pelota parada y el juego aéreo El punto débil del equipo de Russo son las pelotas paradas defensivas. Caranta duda en los centros y Maidana y Paletta, por momentos, se desconcentran. MILAN Lo negativo: tampoco llega su mejor versión Como Boca, tampoco llega en su mejor momento a nivel equipo. Tiene la cuenta pendiente de cómo responderá Inzaghi, si finalmente ingresa por Gilardino. Lo positivo:El triángulo Pirlo- Kaká-Seedorf El juego de Milan se apoya en la sociedad de toque y circulación de pelota que arman entre Pirlo, Kaká y Seedorf, que en realidad son tres N° 10 reubicados en distintos sectores. En los tiros libres, Pirlo hace de Riquelme en Milan.