Producto de una larga carrera realizada a base de constancia, está atravesando uno de sus mejores momentos laborales. En la telenovela Se dice amor, carga con la responsabilidad del protagónico femenino, rol que le llega por primera vez en la vida. Cultora de los valores que signaron su infancia, piensa primero casarse, para después formar una familia.

Se dice una mujer normal. Pero esa descripción no se evidencia sólo en su discurso: ella, con su sencillez al hablar, con sus naturales gestos y sus despojadas bromas, confirma que su simpleza es real. Seguramente esa humildad se enraiza en los valores que Ofelia, su mamá, y Pedro, su papá, le inculcaron cuando correteaba por las calles del Barrio Marina, en la localidad bonaerense de Ramos Mejía. Eugenia guarda en sí la inocencia de quien juega al quemado y al poliladron con los chicos de la cuadra, de quien se entretiene, sin demasiados recursos, convirtiéndose una vez en maestra, otra en secretaria, otra en vendedora, siempre en lúdicos y poco pretensiosos rituales infantiles. Orgullosa de haber sido protagonista de una carrera de pasos cortos, pero sostenidos (recorrió infinidad de castings, soportó más de una puerta cerrándose ante sus narices y finalmente empezó en 1996 con una pequeña participación en Montaña Rusa), es la dueña de una actitud nada soberbia, que por estos días, le resulta más que útil a nivel laboral. Es que esta blonda de sinceros ojos claros, cuyo DNI acusa 30 abriles, obtuvo el corolario perfecto para tanto paciente empeño: su primer protagónico en televisión. Con poco maquillaje, sin grandes peinados, con sólo dos pares de jeans, dos de zapatos y algunas remeras, se muestra en la pantalla a través de la vida de Noel Gutiérrez, una luchadora de clase media-baja cuya historia se refleja a diario en Se dice amor (Telefé). Nada tiene que envidiarle Tobal a los personajes que suele interpretar. Eugenia imagina su futuro junto a su novio, Rodrigo Doxandabarat, a quien conoció de una manera que bien podría haber sido pergeñada por el mejor de los guiones: él, durante la invasión a Irak, ofició de escudo humano; ella, al otro lado del mundo, se emocionó hasta las lágrimas deseando que volviera sano y salvo a su hogar, donde sus padres lo esperaban desconsolados. Al cabo de un año lo conoció y se enamoraron. Hoy puede decirse que Eugenia es, en la realidad y en la ficción, una joven cuyo máximo anhelo es: ¡qué si no!, el de muchas mujeres: casarse, tener hijos y formar una familia a imagen y semejanza de la que la contuvo en su Ramos natal, ese lugar en el mundo que, a juzgar por sus dichos, sigue siendo su lugar. -¿Te sentís cómoda con tu nuevo rol? -Era lo que estaba esperando. El 2005 fue especial: no hice mucha televisión, pero lo que hice sobresalió muchísimo; en el medio hice teatro (Don Juan, junto a Federico Olivera). Esto llegó en el momento indicado, para empezar un año mucho mejor. -¿Cómo es ser protagonista? -Para mí es lo mismo, a todos los personajes los trabajo como si fueran protagónicos. El primer mes lo sufrí, no porque me la hayan hecho pasar mal, sino por la responsabilidad de sacar esto adelante como protagonista. Me impuse mucha presión, porque encabezar implica más responsabilidades, la historia transcurre a través tuyo, hay un peso que cuando sos parte de un elenco no sentís. Tenés que asumir ese rol y además, generar buen clima, porque los elencos se conforman bien cuando de arriba para abajo está todo bien. Era todo nuevo: género nuevo, nuevo lugar (a eso se sumó, en lo personal, casa nueva). Tenés que estar muy preparado, por suerte, me tocó en este momento y a esta edad. -Además de la responsabilidad autoimpuesta, ¿sentiste alguna presión externa? -No, sólo la exigencia personal. Afuera me apoyan incondicionalmente Telefé, Villarruel, Estevanez… está todo más que bien. -La tele está muy competitiva. ¿Hay alguna imposición que se les hace a los actores en pos de estar al nivel de la competitividad? -No. Lo que estamos padeciendo nosotros es la locura de trabajar por un número, algo que antes no sucedía. Eso te baja el ánimo, porque lo artístico queda en un plano medio de m… y solamente importa lo económico. Pero no tiene que ver con los actores, tiene que ver con las cabezas que manejan todo. De todos modos, nosotros ¡estamos midiendo muuy bien! Yo no he sufrido ninguna presión por esta competitividad. -Y este avance de las escenas hot tan explícitas… -¡Oh!, es un tema ese. Hay una sobreexposición de lo sexual y creo que no es necesario, pero están y hay que hacer esas escenas. A la gente le gusta verlas y eso hace que mida más: cuando la gente quiere ver, las cosas aparecen. -Pero incomoda.. -¡Es una c…! Son situaciones muy violentas, uno está muy expuesto, más allá de que si la gente viera cómo se hacen se daría cuenta de que el resultado final realmente es ficción absoluta. No creo que haya actor que lo disfrute porque no son escenas muy lindas para hacer. Resumiendo (con tono didáctico): las escenas de sexo no me gustan realmente. -Estás en un medio en el que la imagen es todo. ¿Tu belleza te allanó caminos? -Si uno tiene belleza, a lo mejor tiene un poco más de suerte. Pero la belleza sola no hace nada, hace falta ángel, talento, carisma, cosas que perduran. En mi caso, capaz que sí tuvo que ver la belleza, pero siempre prioricé otros aspectos. Además, la belleza es relativa. -¿Vos te sabés bella? -Por momentos me siento linda y por momentos ¡un espanto!, como todas las mujeres. Cuando estoy en días femeninos (acentúa con voz de arrabalera), ¡no quiero ni salir de mi casa!. Me gusta sentirme linda, pero la inteligencia está en ser bella más por dentro que por fuera. Hoy a mi mamá la veo mucho más linda que antes, porque está tan bella ella (ahora madre… abuela). ¡Está cada vez más linda la vieja!, con sus arrugas y todo. -¿Sos consciente de que movilizás las hormonas masculinas? -¡Está bueno despertar fantasías!, pero no estoy muy atenta a si las despierto… sé que sí sucede y, para no mentir, me divierte si me dicen algo en la calle o si me entero de algún amigo de un amigo que, me revelan: “¡Ahhh!, ¡muere por vos!”. -¿Te hicieron alguna vez una propuesta indecente? -Hay mucha fantasía con eso, aunque a veces, es real que hay propuestas indecentes para acceder a trabajos. Yo nunca pasé por esa situación, ¡por suerte!, porque no debe ser nada agradable… Salvo que aceptes (ríe). Sí cuando hacíamos el personaje con Caro (Carolina Peleriti) en 099 Central (interpretaban a una pareja de lesbianas) me aparecían propuestas del mismo sexo, eso fue llamativo, ¡raro!. Lo que sí me di cuenta es que el hombre es más tímido, que son mucho de la boca para afuera. -Estás de novia, pero ¿sos encaradora o esperás? -¡¡Ah, sííí!! A mi novio lo encaré yo (ríe), y ¡está buenísimo!, lo recomiendo: ese arrebato te hace sentir bien. Ojo, digo el arrebato bien, no es cuestión de desnudarse así como así… O sí… qué sé yo. Hice todo lo posible para que se produjera el encuentro y, cuando salimos la segunda vez, también lo besé yo. -Y el tercer paso ya ni pregunto… -No, el tercer paso fue… fue… Yo todavía soy virgen (ríe y pide entre más risas) Esto por favor no lo pongas como título. De mis intimidades y fantasías sexuales no hablo. -¿Con qué soñas? -Sueño con que me tapen bien las ojeras… En lo profesional me siento muy orgullosa de mí, por cómo llevé mi carrera, aunque suene vanidoso. Nadie me regaló nada. Me costó mucho, y ahora es tiempo de mantenerse, que es más difícil que llegar. Mi deseo es que cada paso sea adelante, aunque sean pasos cortos. -¿Creés en el amor para toda la vida y el matrimonio? -Creo en el amor y apuesto al matrimonio. Mis papás están casados, mis hermanos son casados y ¡están felices!. En lo que no creo es en el amor para toda la vida, ¡ojalá suceda!, pero el amor se cultiva todos los días. A lo que apuesto es a elegir al amor todos los días. -¿Y Rodrigo es el chico? -Rodrigo tiene lo que me gusta: es buena gente, tiene humor y es inteligente, además es muy buen mozo. Me calzaba justo con lo que decía mi abuela: es reversible. Por ahora es el chico, claro. Por eso apostamos. -¿Para cuándo agendo: “casamiento de Eugenia”? -Ojalá suceda en algún momento, porque para formar una familia es bueno que sea desde la base del compromiso, del amor y de apostar a algo que esté formalizado en algún lado. Los niños tienen que llegar después, espero que sea luego porque en eso soy convencional, estructurada. Ahora no voy a ser madre… ¡No puedo porque Quique (Estevanez) me mata! (risas)… Sueño con una familia, soy de las que desean ser madres. El sueño de Susanita, ¡bah! ¡Mirá vos!, yo pensé que era Mafalda y ahora me doy cuenta, que en realidad, soy Susanita. -LORENA LEMOS.