A partir de que ganó el certamen Miss Reef San Juan en diciembre de 2005, su vida cambió ciento ochenta grados. Vive en Panamá desde hace un año y recorrió media Europa.

(diariodecuyo.com.ar) Quizá el título de la nota no sea el más elegante, pero es así: Natalia fue premiada en todos los concursos de belleza en los que participó con el número 7. A partir de que ganó el certamen Miss Reef San Juan en diciembre de 2005, su vida cambió ciento ochenta grados. Vive en Panamá desde hace un año y recorrió media Europa. Vive sola en Panamá, “el lugar perfecto”, según dice esta modelo “Reef”, marca de productos e indumentaria “surfer” que se caracteriza por los concursos de belleza que realiza por el mundo en busca de las chicas con mejor “irse”. Todo empezó cuando la sanjuanina Natalia Baccino (20 años) a fines de 2005 hizo valer sus curvas en el concurso de belleza Miss Reef San Juan, en el que sacó el primer premio. Un mes después vino el nacional en Mar del Plata, donde salió segunda pero asumió como reina porque la ganadora abandonó. Finalmente, en abril de 2006 la convocaron junto a otras seis latinoamericanas al concurso internacional de Panamá, quedando elegida como primer finalista. En todas las ocasiones estuvo identificada con el número siete, una cábala que parece haberle resultado. “Siempre guardo los numeritos de recuerdo”, dice. Ahora está de paso por San Juan, visitando a su familia. “Me fui en abril del año pasado por cinco días, y recién he vuelto ahora”, explica. Una historia de Cenicienta que vale la pena conocer. -¿Cómo era tu vida antes de convertirte en una chica Reef? -Yo era muy nena de mamá. Mis padres por suerte son muy jóvenes, tienen 40 mi mamá y 44 mi papá. Son mis mejores amigos. Mamá es profesora de Educación Física y papá tiene una empresa metalúrgica. Tengo dos hermanos: Verónica de 14 y Federico de 13. -¿Terminaste la escuela? -Sí, estudiaba en la escuela de Comercio. De San Juan me fui con 19 años, a principios de 2006, luego de ganar el concurso Reef en Bahía de las Tablas. Ahí pasé al concurso Miss Reef nacional en Mar del Plata, donde salí primer finalista; pero como la chica que ganó no pudo seguir, quedé primera. El 12 de abril ya estaba en Panamá representando a la Argentina. -¿Cómo es la gente de Reef? -Excelente, son muy especiales porque son surfistas, y el estilo de vida que llevan es distinto al de una persona común y corriente. Son personas de muy buen corazón, que ven la vida de otra manera, son chicos sanos, que no fuman, no toman. Es gente humilde, muy buena. -El concurso te cambió la vida. -Totalmente. Considero que tuve muchísima suerte el año pasado. Un Dios aparte. Fue mi año. Obviamente que al estar lejos de la familia una se expone a muchos peligros y cosas para las que no está preparada, menos con 19 años. Antes había viajado al exterior, pero nunca sola. -A nivel de exposición física, ¿habías tenido alguna experiencia semejante? -No, para nada. Una tiene que estar primero cien por ciento segura de sí misma para hacerlo. No sólo en lo físico, sino en la personalidad. Hay que tener muy en claro lo que se quiere, y después saber hasta dónde una quiere mostrar. De todos modos, el de Reef es un concurso de playa, y nosotras, las mujeres de la Argentina, tomamos sol con “hilo dental” en el club, en la playa, en todos lados, sin importarnos la edad, la cantidad de hijos o la situación familiar. Entonces tampoco es tan raro esto. San Juan sí es un poco difícil en este sentido, porque hay muchos prejuicios. Antes ya había participado de un bikini open aquí en la provincia, que me sirvió para soltarme un poco. Ahí también salí primer finalista. Desde entonces empecé a hacer desfiles, y armé mi propia agencia de modelos. -¿Cómo cuidás la figura? -Por suerte vengo de una familia deportista. Mi abuelo es cardiólogo, llevamos siempre una vida sana. Mi papá tuvo un gimnasio mucho tiempo, mi mamá compite a nivel nacional en levantamiento de potencia. Llevo internamente eso, desde comer sano hasta ir al gimnasio todos los días como forma de vida. Me divierte muchísimo y me distrae. -¿Cómo empezó lo de Panamá? -Luego de ganar en Mar del Plata volví a San Juan. Iba a retomar la universidad (estudiaba traductorado de Inglés en Mendoza), pero me llegó un mail de Reef Internacional invitándome al concurso que se realizaba en Panamá. Yo saltaba de la alegría, leí veinte veces el mail, se lo hice leer a mis papás, no me creían. Tenía un mes para sacar el pasaporte y prepararme físicamente. -¿Participaron muchas chicas? -Había una de Brasil, otra de Chile, Costa Rica, tres participantes de Panamá y yo. Otra vez me tocó el siete. Fue mi número de la suerte todas las veces que participé en concursos. En Panamá me encontré con gente de diferentes países. Estábamos alojadas en el mismo hotel con los surfistas y la gente de la organización de Reef. Nos cuidaron mucho, tanto hacia el público como hacia la prensa. En Panamá el concurso Reef genera muchísima expectativa. Lo hicieron en una playa muy bonita, y asistieron 8.000 personas. La euforia de la gente fue impresionante. -¿Qué evalúa el jurado? -Tres características principales: primero, miran de la cintura para abajo, porque Reef es una marca que muestra a las chicas desde atrás y generalmente no se les ve el rostro. Lo segundo que observan es la manera de caminar en pasarela, y la tercera es la actitud, porque uno puede tener una cola perfecta y un porte espectacular, pero si no se es natural no sirve. Ni soberbia ni timidez. Mido 1,61 de altura, pero en ese momento estaba más menudita, unos 90-60-93 y 50 kilos de peso. Ahora estoy en un poco más, porque aumenté medidas. -¿En el cirujano? -No, para nada. No tengo ni siquiera agujeritos en las orejas para los aros. HACIA EL MUNDO -Te enamoraste de Panamá. -Totalmente. Ahí salí otra vez primer finalista. La ganadora fue una chica de Brasil, con quien nos hicimos muy amigas y nos quedamos juntas después del evento vacacionando en Panamá. Cambié el pasaje ocho veces, estirando la estadía, hasta que lo perdí. El primer mes me acompañó esta chica, pero después me quedé un mes más sola. Me hice muy conocida en Panamá, la gente me paraba por la calle y me pedía autógrafos, que les firmara las remeras, las tablas de surf. Fui a programas de televisión, me hicieron notas en las revistas. Después conseguí un trabajo en el Hard Rock Café, en la época del mundial de fútbol, animando las televisaciones de los partidos. Luego me volvió a escribir la gente de Reef Internacional para invitarnos a mí y a mi amiga de Brasil a una exposición en Munich, Alemania, que es muy importante porque van las mejores marcas de surf del mundo. Fueron tres días, nos pagaron hospedaje, viáticos y un sueldo. Y cuando terminó eso decidimos quedarnos en Europa de paseo. Abrimos un mapa, pusimos el dedo a ciegas, y salió República Checa, Praga. Tomamos un avión hacia allí. Es increíble ese lugar. -¿Cómo hicieron con el idioma? -Por suerte manejo muy bien el inglés, lo estudié 14 años, lo hablo igual que el español. Me desenvolví bárbaro, jamás tuve problemas con el idioma. También estuvimos en Amsterdam, donde nos invitaron a la fiesta de Miss Reef Holanda en un crucero. Y después decidimos con la brasileña ir a Grecia, donde aprendí un poco de griego. Gracias a Dios, conociendo las bases del inglés y del español el resto de los idiomas se hacen sencillos. Fueron dos meses de vacaciones europeas. Las alargamos bastante, porque las mujeres sabemos gastar menos que los hombres cuando viajamos. Y además somos chicas de playa, así que no tenemos muchos gastos. En este caso, comprarnos un par de zapatos significaba un día menos de vacaciones. Así que no hicimos ningún tipo de compra absurda. Y me llevé una sorpresa con los europeos, porque son muy hospitalarios, no tan fríos como se cree. -Te convertiste en una trotamundos. -Tal cual. Después de Europa, en lugar de volver a Argentina, volví a Panamá. Ya era como mi casa. Allí ahorré un poco para compensar el viaje a Europa. Hice contactos con agencias de modelos y, como ya era conocida, cobraba mejor que las otras chicas. Entonces me dediqué a viajar muchísimo por el interior de Panamá. Es maravilloso. Hasta que en noviembre Reef me invitó al internacional que se hizo en Costa Rica, y conocí también ese país hermoso. -¿Cómo empezaste el 2007? -Llena de proyectos. Ahora me vine unas semanas a ver a mi familia, nos extrañábamos mucho. Pasé el Día de la Madre, mi cumpleaños, las fiestas de fin de año, todo sola. No aguantaba más las ganas de verlos otra vez. Me fui por cinco días a Panamá y tardé un año en volver a San Juan. Fue mucho tiempo. Pero están felices por todo lo que hice. -¿Qué opinan tus padres acerca de tu experiencia? -Como ellos han sido deportistas, entienden esto y les gusta mucho. Se llevan bien con el cuerpo. Y se cuidan también, mi mamá tiene un cuerpazo. No tienen ninguna clase de prejuicios. -Hablemos de amores. -He tenido tres novios hasta el día de hoy. Con los tres duré dos años. Y el año pasado, con tanto viaje, me la pasé sola todo el tiempo. Pero es bueno estar sola, porque se madura y se gana independencia. -Supongo que el año pasado habrás tenido más ofertas sentimentales que en toda tu vida, incluso descabelladas. -La verdad que sí. Muchísimas y de toda clase. Pero una tiene que saber lidiar con eso y poner en claro los límites. Siempre tuve una personalidad fuerte, así que sé manejar esas cosas. Desde chiquita. Mi abuela me enseñó a leer y a escribir antes de los seis años, así que cuando empecé la escuela me pasaron directamente a segundo grado. -¿Te has encontrado con ambientes difíciles? -No, gracias a Dios en el concurso en el que estoy se ve gente muy sana. Pero hay de todo. No hace falta ser una súper modelo para que se te acerquen con cosas raras. Eso siempre está, hay gente de muchísimo dinero acostumbrada a comprar todo, incluso a engañarse pensando que la felicidad se puede pagar. Lamentablemente hay chicas de bajos recursos económicos, culturales e intelectuales que caen en esa tentación. -¿Has tenido ofertas de ese tipo? -Sí. Lo que pasa es que en Panamá hay mucha riqueza y poder, pero no hay gente muy linda. Entonces una llega de otra cultura, llama la atención… Y siempre aparecen cosas locas. -¿Por ejemplo? -No sé, desde un departamento en la playa con auto propio, chofer y 7.000 dólares al mes. De ahí para arriba. O para abajo, por supuesto. Estas cosas te llegan por indirectas, hay que estar con los sentidos muy despiertos para alejarse de ellas y dejar en claro que una no es esa clase de chica. -¿Qué clase de chica sos? -Me gusta trabajar por mí misma y conseguir mis logros a partir de eso.