Opinión
Acerca de papeleras, papelones y subdesarrollo autoinducido
CARLOS A. ORTIZ (*)
Con muy fuerte componente mediático recientemente tomó estado público una protesta pública realizada en Entre Ríos, en contra de la instalación de fábricas papeleras en Uruguay, a la vera del río homónimo.
Tal como es una ya inveterada costumbre de la amplia mayoría de los medios televisivos, cuando de un tema ambiental se trata, “los medios” tienen una acentuada tendencia a mostrar solo un enfoque, constantemente favorable a todo tipo de reclamos, sin analizar la lógica, la fundamentación, y menos aún intentar hacer oír “la otra campana”. Resultó muy claro observar que la metodología de protesta es la típica de Greenpeace: muchas pancartas, muchas frases rimbombantes, muchas “denuncias” de peligros potenciales casi nunca demostrados, muchas “frases hechas” muy pegajosas que “enganchan” a mucha gente de buena voluntad pero no entendida en el tema, etc. Hasta en los estadios de fútbol de Buenos Aires se vieron las consabidas pancartas de “No a las papeleras”. Pero tal como decía Don Arturo Jauretche, hay que intentar “verle las patas a la sota”, o “ver que se traen abajo del poncho”. Tal como siempre repito a mis alumnos, es imprescindible utilizar la metodología de la duda permanente como base de los análisis, no dando por supuesto nada hasta que se haya sometido a análisis, así sea el del más elemental sentido común. Los ultra ambientalistas por definición, y acordes a los dogmas del “Club De Roma” se oponen a todo lo que implique desarrollo socio económico, siendo de hecho partidarios y “punta de lanza” de la aplicación de la terrible filosofía del “crecimiento cero”…aplicable justamente y con la mayor crudeza a los países subdesarrollados. Eso en buen romance significa ni más ni menos que condenarnos al subdesarrollo crónico, lo cual equivale a la miseria crónica en su más abyecta dimensión de degradación humana. Ni más ni menos que un genocidio masivo a escala planetaria…excepto en los opulentos países de la “Sociedad Post Industrial”. Tal como puede constatarse, los movimientos ultraecologistas se oponen prácticamente a toda nueva industria, a toda nueva gran obra pública, a la soja transgénica (“casualmente” hoy la mayor fuente de divisas de Argentina) y un largo etcétera. ¡¡¡Pero no ofrecen ninguna alternativa válida para el desarrollo y la creación de nuevas fuentes de empleos, excepto la remanida frase de los supuestos “extraordinarios potenciales turísticos”, como si solo con eso podría asegurar-se trabajo digno para todos!!!. Podemos constatar que los países serios por supuesto explotan el turismo, pero no por ello se niegan al desarrollo industrial ni a la creciente modernización y ampliación de sus obras de infraestructura. Así lo demuestran Brasil, España, Suiza, otros países de la Unión Europea, EEUU, y un largo etcétera. En el otro extremo podemos citar a países con condiciones naturales excepcionales para el turismo, como República Dominicana y otros estados isleños del Caribe, que explotan el turismo pero carecen de otras alternativas importantes de generación de empleo. En la mayoría de esos países la miseria socio económica es la constante; pues sus desarrollos tecnológicos e industriales son bajísimos o inexistentes. Es decir que el turismo por si solo no es suficiente para generar trabajo abundante para todos, así sea complementado con otras “alternativas ecológicas de producción”. En Misiones tenemos tres grandes fábricas celulósicas y papeleras. Cada una de ellas es un factor de primerísima importancia para la generación de muchos puestos de trabajo en sus zonas de influencia; trabajos que por lo general –al ser especializados- tienen niveles de retribución bastante por encima de la media salarial vigente en esta querida pero empobrecida provincia. Aquí que conocemos los efectos positivos de estos grandes conglomerados industriales, con seguridad a ninguno de los empedernidos y dogmáticos ultraecologistas (que también hay por estos lares) se les ocurriría montar una marcha de repudio contra las papeleras, ¡pues sería un verdadero papelón! (valga el juego de palabras), pues de seguro no contarían con muchos adeptos. Menos aún se les ocurriría esa parodia de democracia que son los plebiscitos prearmados, en los que a la gente se la satura con una sola idea fija del NO a todo lo nuevo y NO al progreso. Mas aún, en Misiones los usualmente muy ruidosos ecologistas antirrepresas, son notablemente callados aún para protestar en contra de los efluentes que las papeleras han volcado por años a nuestro majestuoso Río Paraná. Esos efluentes contaminantes se volcaron en grandes cantidades al río (los he visto y pude sentir sus penetrantes y desagradables emanaciones de olores, en algún raíd náutico realizado entre Iguazú y Posadas. Pero sin duda que tienen que existir los medios técnicos para impedir el volcado de esos efluentes, tratándolos adecuadamente en las plantas industriales antes de ser liberados a la atmósfera y a las aguas. ¡Pero de allí a pasar al disparate de pedir el cierre de las plantas celulósicas y papeleras, hay una enorme diferencia! Pretender impedir una importantísima inversión (la mayor que ha recibido Uruguay) y la generación de 4.000 puestos de trabajo directo, en lugar de exigir todas las medidas de cuidados ambientales (que pueden y deben realizarse), evidentemente es una monstruosa incoherencia. Pero debe hacerse notar que ese “papelón” ha sido también protagonizado por las actuales autoridades de Entre Ríos, y precisamente por el mismo gobernador que pocos años atrás se prestó al juego de política de muy bajo vuelo, perfectamente funcional con el ultraecologismo, que significó la Ley Antirrepresas de Entre Ríos. La misma ley que en su momento abortó la construcción de Paraná Medio, eliminando una enorme fuente potencial de limpia energía hidroeléctrica, la cual, ¡oh paradoja!, tuvo que ser reemplazado por varias usinas termoeléctricas alimentadas con petróleo o gas, y por ende mucho más contaminantes; además de quemar recursos naturales no renovables y no abundantes en Argentina. En todo este aquelarre vergonzoso, deben destacarse algunos hechos muy significativos: El sepulcral silencio de la enorme mayoría de nuestra dirigencia política de nivel nacional, provincial y municipal (estas dos últimas consideradas en las distintas provincias y municipios). En algún caso las opiniones no salieron de los “clichés” preestablecidos y “políticamente aceptables”, aunque signifiquen barbaridades técnicas sin sustento. Referente a lo anterior, el generalmente muy pobre nivel de información seria y bien fundamentada que maneja buena parte de nuestros diversos niveles dirigenciales (incluyendo a los estamentos políticos, gremiales, académicos, empresariales, de “fuerzas vivas”, etc). La clara tendenciosidad proclive al ultraambientalismo de los medios de difusión de cobertura nacional, principalmente la TV; seguramente muy influenciados por los extensos y seguramente muy bien pagos minutos de publicidad directa y encubierta, que deben solventar las transnacionales de la ecología. La carencia –desde hace muchos años– y sólo parcialmente revertida en este período presidencial, de una clara y fuerte política industrialista. A propósito, ¿no hubiese sido mejor que los cuatro mil nuevos puestos de trabajo se hayan creado del lado argentino, en vez de las reclamaciones huecas, que solo ahuyentan inversiones y no generan alter-nativas válidas de trabajo bien remunerado en gran escala? El fundamentalismo ecologista sigue siendo usado como la excusa perfecta para concretar el subdesarrollo autoinducido; haciendo olvidar a nuestro pueblo la imperiosa necesidad de concretar un fuerte proceso de desarrollo socio económico autosustentable, para el cual el desarrollo tecnológico e industrial, así como las grandes obras de infraestructura, son piezas vitales e imprescindibles. Lo contrario es condenarnos a la miseria estructural y al subdesarrollo crónico, prolegómenos claros de la subsecuente disgregación nacional; proceso al cual contribuye el pobre nivel actual de la educación argentina en los tres niveles, sobre todo a partir de las nefastas “reformas educativas” implementadas en las últimas dos décadas. ¿Pueden esos señores fundamentalistas de la ecología, los políticos oportunistas que les hacen el juego, y la buena gente que ingenuamente se prende de esos reclamos, explicarnos como reemplazarán al papel, si se oponen frontal y totalmente a toda planta industrial celulósica y papelera? ¿O volveremos a los papiros, las tablillas de arcilla y las escrituras toscas sobre piedras? ¡Argentina, despierta de tu largo letargo! ¡Argentinos, manos a la obra! ¡Podemos y debemos construir un gran país! (*) Recibido por Corrientes al Día de la Fundación Argentina de Ecología Científica. Carlos Andrés Ortiz, Docente e Investigador de la Facultad de Ciencias Económicas (Universidad Nacional de Misiones).
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.