Con su andar sugestivo y seductor, Karina Mazzocco (34) desembarca por primera vez en la Isla de Caras dispuesta a dejarse fascinar no sólo por la increíble belleza natural, sino también por la paz que reina el lugar. Apenas desciende del Tinhoso, el típico barco que la cruza desde el continente, la actriz, hoy conductora de “Transformaciones”, respira profundo, entrecierra sus ojos y casi susurrando asegura “¡Esto era lo que necesitaba! Siento que llegué al Paraíso. Es una buena sorpresa para esta altura de mi vida. Siempre viene bien desenchufarse un poco. Y lo necesitaba, porque tuve un 2004 en el que, aunque no figuré ante las cámaras, estuve trabajando a full”.

—¿Fue un parate decidido por Ud. o por una cuestión laboral? —Fue un año de mucha introspección, de grandes reflexiones. Por lo tanto, también de grandes cambios, de separación y, lamentablemente, de irreparables pérdidas. (Aunque no quiere profundizar se refiere al fallecimiento de su representante y amigo Marcelo Rey). Porque se me fue la primer persona de esas que uno elige tener en la vida. Eso me resultó muy fuerte, porque la separación es una decisión nada más. De lo único que no se vuelve, es de la muerte. Entonces todo lo que va pasando en la vida, son desafíos, son apuestas que uno hace. Sin embargo a pesar de esos dolores irreparables que viví, me siento más viva que nunca. —¿Recibió propuestas laborales raras durante ese tiempo? —Extrañas sí. Me propusieron conducir, actuar, hacer teatro pero ninguna me parecía lo suficientemente interesante. Por lo general, los artistas tenemos el temor ese de pensar ‘¡Ay! Dios mío, si desaparezco un año de la tele, ¿qué va a pasar con mi carrera?’ Pero a pesar de esos flashes que a veces me aparecían, estaba muy bien plantada y me sentía segura en que uno también puede lograr un crecimiento retirándose. Dejando descansar la imagen. Además, tuve un año alejada pero no fue una retirada total, porque hice mis ‘touch’, mis toquecitos. Recuperé a la actriz y eso me devolvió las ganas de retomar mis estudios de actuación, porque me di cuenta que es algo que me gusta mucho. Por primera vez me tocó interpretar a una villana en Padre Coraje y en la miniserie de Pol-ka. Las dos participaciones fueron muy jugadas y tuvieron muy buena repercusión. —¿También resultó un tiempo de repasar lo vivido? —Hace un tiempo leí un artículo en el que decían que los balances no son tan buenos. Que no se deben realizar porque al hacerlos, por lo general, uno se encuentra con las cosas y los sentimientos que ya no tiene. Por eso no me gusta mucho repasar las experiencias vividas. Pasé un año muy enriquecedor pero yo vivo siempre con las pilas puestas en lo que vendrá. —Durante ese tiempo de introspección del que Ud. habla ¿experimentó cambios internos y externos en su vida? —Creo que siempre los grandes cambios, sean internos o externos tienen un rebote en la otra parte. Se reflejan claramente. Si uno realiza un cambio en su interior, inmediatamente se manifiesta también en su exterior. Y si, por ejemplo, uno decide someterse a una cirugía, resulta algo que viene deseando desde hace un tiempo y es algo para lo que tiene que estar muy preparado internamente. Esto tiene que ver con las transformaciones que tenemos los seres humanos. Por eso yo creo que los cambios, siempre son generales. —¿Esos momentos le generan miedos? —Los temores siempre existen. Yo estoy plantada y me siento muy segura. Desconfío de las personas que dicen que jamás sienten miedo ante nada. Yo sí y creo que es una buena postura. Primero siento temor, mido, estudio y después me mando. Cuando uno está dando pasos grandes, lo está haciendo sobre un terreno que no conoce. Por eso yo suelo atemorizarme ante aquello que desconozco y no sé qué me deparará en el futuro. Igual estoy buscando constantemente la plenitud, la felicidad, la excelencia… Sí tengo ese pequeño instante de parálisis cuando me pregunto ¿y ahora qué.? Pero me lo permito. Porque funciono así. Después arranco y no me para nadie. —¿Su carrera se caracteriza por los pasos pequeños pero firmes? —Estoy orgullosa de haber ido ascendiendo paulatinamente. Nunca mi meta fue ser una número uno. Me parece que hay una gran diferencia entre ser famoso y ser profesional. Por ahí suena un poco drástico. Pero a mí no me interesa ser famosa, sí buena en lo que hago. Por eso prefiero ir muy de a poco pero siempre para arriba. —¿Esa fama la sintió en algún momento como un peso? —En cierta etapa de mi vida, me quitó la privacidad que yo tanto cuidaba y sigo cuidando. ¡No podía creer tener fotógrafos en la puerta de mi casa por si me había separado, si salía con alguien..! Y a mí siempre me gustó manejar un equilibrio. Entendí la lección. Comprendí que la fama tiene su costo y que eso implica saber con quién salís. Aprendí que vende más mi vida privada que mi trabajo. —Como los personajes que en algún momento le han tocado interpretar en la ficción ¿Ud. hace todo por amor? —Sí, hago todo por amor a mis ideales, a mis deseos. Soy muy luchadora. Soy una guerrera que sale a pelearla todos los días. Pero también soy muy diplomática y me gusta tener buen feed-back con todos. Aunque ahora me estoy permitiendo mis momentos en los que sale un poco la mujer que va al frente. Estoy como más sincera. Antes tenía cierto resquemor de pensar ‘voy a romper la armonía’. Ahora, cuando algo me molesta, lo digo. Creo que es parte del proceso interno que viví y me está resultando mucho mejor. —¿Le molesta llevar el título de una de las mujeres más sexys? —Mi objetivo nunca fue ser una de las mujeres más sensuales de la Argentina pero, si es así, está buenísimo. Me encanta serlo. No estoy concentrada en eso. Pero me gusta escucharlo y para nada lo vivo como una carga porque no es algo que haya generado yo. Es un halago porque en este país hay mujeres muy bellas, sexys, provocativas, de todo tipo… Soy consciente que además de la belleza debe haber alguna otra cosa. Debe ser un combo y a muchas siempre les falta un cuarto para el peso. Yo estoy concentrada en otros puntos. No quiero que la gente me identifique sólo por ser un cuerpo lindo sino por algo trascendental, algo que perdure y nunca se vaya. Que no sea por la belleza y la juventud, que en algún momento se van. Me gustaría que me relacionen con algo de eso que no envejece, que no se vuelve feo… —¿Ud. considera que es una mujer feliz? —Sólo de a ratos. La felicidad es un instante. Apenas pequeños momentos. Yo soy una buscadora permanente de la felicidad. Y, a veces para encontrarla tenés que caminar por zonas de mucha oscuridad y de gran tristeza. Yo tengo la convicción de que todo eso te enriquece y te hace crecer. Aunque el crecimiento sea a través del sufrimiento. Lo que tengo muy en claro, es que ser feliz no depende de tener un hombre a mi lado. —¿Está sin pareja? ¿La asusta la soledad? —Hoy estoy sola. Muy solita. Estoy aprendiendo a convivir con la soledad. Vivo sola y experimento momentos en los que es maravillosa la soledad. Hay ocasiones en las que sólo quiero llegar a mi casa para estar sola y hay otras, en las que me doy cuenta que me quiero escapar porque no estoy acostumbrada a estarlo. Hace sólo un año y medio que vivo solita y todo es nuevo y muy bueno. Tengo toda mi casa decorada según el Feng Shui y así dicen que voy a alcanzar la felicidad total. —¿Le molesta que la gente le busque novio? —Me gusta preservar mi intimidad y, diciendo que estoy sola, ya dejo de hacerlo. Pero siento que es el momento en el que más debo preservarme. Y no lo hago por ser misteriosa, simplemente por cuidarme. —¿Se volvió una mujer independiente? —No soy tan independiente como aparento. Estoy aprendiendo a serlo y a no reportarme, a no marcar tarjeta. Todo eso es nuevo. Por eso ahora quiero soltarme un poco más. Estoy disfrutando de mi libertad. —¿Para lucir tan bien realiza un trabajo físico y espiritual? —No soy una obsesionada del cuerpo. Sí soy consciente que el físico hay que cuidarlo. Yo vivo de mi combo que es imagen más intelecto. Me gusta armar mi agendita con actividad física, tres o cuatro veces por semana. También trato de comer muy bien, la mayor cantidad de veces posible. Mi debilidad y placer total, son los masajes. Me hacen estar bien y conectarme con cosas buenas. Por otro lado, desde hace 6 años realizo una terapia metafísica, que es un camino espiritual. Eso me hace trabajar todas mis partes negativas. Me ayuda a quitar esos patrones negativos que uno recibe a través de la cultura, de la crianza. Lo hago para viajar más liviana, para ser más feliz. Continúo intentando lograr la meditación porque me dicen que es maravillosa una vez que la alcanzas. Aseguran que conseguís acallar el diálogo interior las voces que uno lleva adentro y llegas a una quietud increíble. —¿El programa que está haciendo ahora, Transformaciones, es también parte de su propio cambio? —Estoy con todo el entusiasmo que te imprime un programa nuevo. Con él venía soñando desde hace largo tiempo. Si bien estaba feliz con el ciclo que realicé antes Grandiosas, quería hacer algo periodístico-documental, que tiene un gran compromiso. Además, de movida me propusieron estar sola en el programa y yo decidí jugarme con todo esa ficha.