Opinión
Al cuarto poder le falta sopa
ALBERTO MEDINA MENDEZ (*)
En Argentina cada 7 de junio se celebra el día del periodista. La fecha elegida es discutible y el hito que pretende destacar, mucho mas aún. Ese día es considerado como punto de partida de interpretaciones tan difusas como imprecisas. La famosa “Gazeta” de Mariano Moreno NO fue el primer medio de prensa, como muchos suponen.
Alguna reconstrucción histórica, que presenta el contemporáneo Jorge Lanata, menciona al menos tres antecedentes previos a esa publicación. El pionero, según esta visión, fue el español Francisco Antonio Cabello y Mesa, que el 1° de abril de 1801 presentó El Telégrafo Mercantil. Si se decidiera dejar de lado al mismo, por el mero hecho de ser extranjero, recuerda también a dos criollos anteriores a Moreno. Uno de ellos, Juan Hipólito Vieytes, que el 1° de septiembre de 1802 publicó El Semanario de Agricultura, Industria y Comercio y luego Manuel Belgrano, quien a principios de 1810, dirigió el Correo de Comercio de Buenos Aires. Un dato, no menos relevante, es que la norma que dispone la fundación de La Gazeta que lleva la fecha del 2 de junio de 1810, llevó sólo la firma de Moreno, aunque se “supone” que su texto fue acordado por toda la Junta. Por otro lado, cabe consignar que “La Gazeta” era el órgano oficial de un gobierno revolucionario respecto de España, y no precisamente un periódico privado independiente. En todo caso “La Gazeta” encarna el primer antecedente autóctono de la prensa pública, del periodismo estatal plenamente al servicio del nuevo poder. Moreno tampoco es exactamente el hombre que mejor enarbola la visión del periodismo libre. En un material que llevaba el titulo de “La libertad de escribir”, a Moreno se le atribuye una cita que decía “Debe darse absoluta franquicia y libertad para hablar en todo asunto que no se oponga en modo alguno a las verdades santas de nuestra augusta religión y a las determinaciones del gobierno”. En definitiva, nuestra tradicional historieta, cuenta las cosas que prefiere, del modo que le resulta más funcional a sus parciales intereses y al giro ideológico reinante. La necesaria existencia del CUARTO PODER, como tantos lo prefieren llamar, se sostiene sobre la base de constituirse en un verdadero contrapeso frente al resto de los poderes públicos. El periodismo debe ser invariablemente crítico. No existe tal cosa como la prensa oficialista. Quienes tienen como tarea adular al poder de turno, exacerbar sus logros, minimizar sus defectos, no hacen periodismo. En todo caso son meros relatores de discursos ajenos y por lo tanto empleados del poder. El periodismo supone el pleno ejercicio de la crítica en libertad. No se trata de una labor destructiva, sino del necesario equilibrio que debe aportarle a una sociedad pretendidamente seria, que necesita evitar los abusos del resto de las autoridades. La información, la crónica, la opinión, son las herramientas válidas para que los medios de comunicación mantengan a la ciudadanía con los ojos abiertos. La eventual filtración de irregularidades, errores, decisiones desacertadas, exabruptos, abusos, es lo que, en definitiva, pone límites a los impunes de siempre. Sin un periodismo profesional, capaz de ejercer su rol compensador, no existe República posible. La prensa servil no ayuda a una construcción positiva. Solo logra una deformación constante de los acontecimientos, en forma premeditada, quitándole la chance al que ejerce la autoridad, de redimirse y corregir rumbos. Pasa en todos los ámbitos, en el deporte, en el espectáculo, en el entretenimiento, no importa lo banal que parezca la cuestión que se aborde. La actitud genuflexa del periodista “amigo”, impide el progreso, aburguesa a los protagonistas, los llena de laureles que no le corresponden y hasta les hace creer que son lo que realmente NO serán nunca. La prensa libre tiene un rol. El de convertirse en el verdadero instrumento de las sociedades modernas. Marcar el rumbo, criticar los errores, depurar el sistema expulsando a incapaces y corruptos. Cuando el periodismo no cumple su papel, contribuye funcionalmente a mucho de lo que crítica por lo bajo y que ni siquiera se anima a plantear en público. Suponer que la prensa es una simple espectadora de lo que sucede, es realmente un infantilismo. Y no es que alcance con lograr una prensa más profesional. No alcanza, pero resulta imprescindible para recuperar la credibilidad de una sociedad que necesita confiar en algo para motorizar los cambios que anhela y que hoy visualiza tan distantes. Una prensa libre, podría devolver algo de confianza, enterraría la resignación popular y sembraría las bases de una sociedad distinta, capaz de seleccionar con más y mejor criterios, a los mejores hombres y mujeres para conducir los destinos de la Nación. No alcanza con una prensa seria, pero vaya si resulta imprescindible. A no confundirse, construir un “cuarto poder”, dignificar el oficio periodístico, moralizar la profesión, no depende de los políticos, de los medios, de la pauta pública, mucho menos aún de los gobiernos. Hace falta algo más trascendente. Es necesaria una profunda autocrítica por parte de los que aman la profesión. Abandonar la comodidad de los calores del poder, para pasar al ejercicio digno de un oficio que merece ser protagonista del cambio. Se trata de esa revolución destinada a devolverle a la sociedad el marco de libertad necesario para construir ciudadanía y que permite que sean los individuos de una comunidad los que establezcan las reglas, fijen sus preferencias y no se dejen avasallar por los mezquinos intereses sectoriales a los que eventualmente representa un poder público cualquiera. La prensa puede ser un actor central del cambio que tanto esperamos. Pero hace falta bastante más que buenos discursos, locuaces arengas y punzantes entrevistas. Se precisa una determinación singular, un coraje a prueba de las tentaciones de la comodidad y el decidido abandono de las prácticas aduladoras tan diseminadas en nuestro continente. No es preciso inmolarse, pero si, decidir claramente si se pretende hacer periodismo o una simple parodia de esta profesión, asumiendo el rol elegido con absoluta honestidad intelectual. La prensa puede dar el puntapié inicial y establecer NUEVAS reglas que equilibren la balanza del poder. También puede elegir seguir siendo “el trapo de piso” de los poderosos de turno. Es una elección, libre por cierto. Queda en manos de los periodistas. De esa decisión depende buena parte de la oportunidad de recuperar algo de dignidad y respeto, que tanto se reclama y por la que se hace bastante poco. Hasta ahora, no supimos conseguir una prensa capaz de constituirse en el eficaz CONTRAPESO que la sociedad necesita. A este CUARTO PODER le falta sopa. (*) Recibido por Corrientes al Día de Alberto Medina Méndez- amedinamendez@gmail.com. Corrientes – Corrientes – Argentina. www.albertomedinamendez.com- Skype: amedinamendez
Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.
Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo. Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico. Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!
Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles. Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan. Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.
Pobres Alberdi y Sarmiento. Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria. Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.
Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.
¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar. El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.
Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.
El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias. Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.
Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.
¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país. ¿En serio? ¿Se puede ser tan caradura? Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?
También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio? “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.
Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos? Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.
Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.
Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.
El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.
(*) Rogelio López Guillemain
La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.
Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.
Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.
También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.
Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.
Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables y caminos nuevos para salir adelante.
Pienso que un camino de desarrollo es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.
Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo foco en nuestros recursos y liderar.
Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos el compromiso de crear un cambio duradero.
Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner. Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.
El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".
En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.
La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.
Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.
Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.
En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.
La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.
(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.