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“Amado Boudou, o el regreso de Isidoro Cañones”

POR CARLOS SALVADOR LA ROSA (*)

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El General Perón, que -por lógica- conocía perfectamente a los peronistas, solía caracterizarlos -en sus comportamientos invariables- con dos contundentes frases que mantienen total vigencia:


Primera: El peronismo es una bolsa de gatos que si uno la ve desde afuera, parece que los gatos se estuvieran matando entre sí, pero si uno la ve desde adentro descubre que lo que están haciendo es reproducirse.

Segunda: El peronismo es una bolsa donde son bienvenidos todos los que pongan algo dentro de ella, pero lo único que no está permitido es sacar nada de la bolsa.

Por eso les va tan mal a los conversos que se hacen peronistas por conveniencia, porque minimizan o desprecian esas dos frases culturalmente fundamentales.

Eso les pasó a los montoneros en los ’70, que cuando quisieron que los peronistas se hicieran como ellos en vez de hacerse ellos peronistas, Perón los echó a puro insulto de la plaza. O a María Julia Alsogaray, que creyó que el peronismo se había convertido en la vanguardia del liberalismo.

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Cuando al poco tiempo el peronismo devino vanguardia de una ideología antiliberal, ella terminó pagando sus culpas y las culpas de todos los peronistas convertidos al menemismo, que, precisamente por vivir siempre dentro de la misma bolsa, jamás pagan ninguna deuda y, además, ya todos eran kirchneristas.

Ahora es el turno de Amado Boudou, que ni siquiera tuvo en cuenta el precepto que la posmodernidad menemista incluyó entre las frases célebres del peronismo: Si se roba hay que robar para la corona y esperar humildemente la recompensa que el rey de turno decida otorgarle al fiel ladrón, mientras que en el caso que nos ocupa el susodicho se cortó solo. Y eso no se perdona, no se pone las manos en el fuego por el que saca los pies del plato. Peronismo básico.

Boudou e Isidoro. De Boudou se dice -tanto en cenáculos K como anti K- que es una especie de infiltrado menemista en el palacio kirchnerista, que a pesar de su formal conversión nunca pudo dejar de lado las conductas nocivas de aquellos tiempos. Pero en realidad Boudou es mucho más que menemista o kirchnerista; él es parte del ser nacional de los argentinos, claro que no en su mejor faz. Él es émulo de una figura clásica de la historieta argentina, de Isidoro Cañones; casi, diríamos, su reencarnación.

Patoruzú e Isidoro. Patoruzú es un cacique patagónico (perteneciente al pueblo originario tehuelche se diría hoy). Es multimillonario, dueño de media Patagonia y ultra-nacionalista, lo cual podría remitir a algunas comparaciones con la realidad actual, aunque, por cierto, no todo es comparable.

Patoruzú es -como muchos otros héroes de historieta- tan invencible como puro, generoso e inocente, pero tiene una debilidad: su padrino Isidoro, el cual no se cansa de traicionarlo o de usarlo para sus propios intereses. Sin embargo, el indio siempre lo perdona, ante la incomprensión de sus laderos más fieles, que viven advirtiéndole acerca de la maldad de su protegido.

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Esos laderos son su hermano menor Upa (que, como Máximo, no habla o habla mal), su servil pero incorruptible capataz Ñancul (igualito a Guillermo Moreno cuando éste se viste de gaucho) y su nodriza, la Chacha Mama, que siempre le recuerda la grandiosidad de su papá Patoruzek, exigiéndole ponerse a su altura (una especie de hermana Alicia con pipa).

La debilidad afectiva de Patoruzú por el tránsfuga de Isidoro es uno de los grandes interrogantes irresueltos de la historieta nacional. Es como si le sirviera de equilibrio a su bondad frente a la maldad del mundo, ya que Isidoro es un vivillo que se las conoce todas.

Por eso, quizá, Patoruzú le perdona todas. Isidoro no es un delincuente cabal sino un vivillo oportunista y cobarde que, a veces, parece tener dudas morales, alguna gratitud con ese indio que trata de rescatarlo de la noche y de la timba, aunque raras veces lo logre. Sin embargo, más allá de las infinitas interpretaciones, ambos son parte de la mitología nacional argentina en lo mejor y lo peor de ésta.

Y para intentar entender la realidad política actual, quizá sirva recordar algunas andanzas de tan singular dúo.

Isidoro imprimiendo billetes se saca la lotería. Revista “Andanzas de Patoruzú”, número 173, titulada “Embargo internacional”, de noviembre de 1969”: Patoruzú e Isidoro viajan al imaginario Ducado de Limburgo donde son detenidos porque la Argentina mantiene una deuda con ese país que nunca canceló (¿coincidencia con la realidad?). Para no ir presos, Isidoro le ofrece al rey pagarle la deuda creando la lotería del reino.

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Además, se postula para imprimir los billetes a sortear (¿otra coincidencia?) y también para sacar del bolillero el primer número premiado… que resulta ser el suyo. O sea, se saca la lotería con el billete impreso por él y con el sorteo cantado por él.

El pueblo lo muele a patadas y el rey anula el sorteo (acá realidad y ficción no parecen coincidir). Sin embargo, al final de la historieta, Isidoro se roba los últimos dineros que quedaban en la quebrada caja del reino, se va con la princesa a Montecarlo y hace saltar la banca, con lo cual paga la deuda que la Argentina tenía con el ducado.

La aventura termina con Patoruzú diciendo: “Por lo menos una vez uno ‘e los vicios del padrino sirvió pa’ algo bueno, po”. Otra vez lo perdona y ambos vuelven aclamados y felices a la Argentina de sus amores.

Isidoro de rey de la noche se convierte en revolucionario. Revista “Locuras de Isidoro”, número 6, titulada “El Che Isidoro”, de diciembre de 1968: Un oscuro personaje contrata a Isidoro como animador de una cadena de night clubs en Centroamérica. El desconocido en realidad es el testaferro de un tal Pancho Fidel, jefe guerrillero de una isla caribeña.

Por una serie de confusiones, Isidoro se encuentra con Pancho Fidel, quien lo cree uno de los suyos y lo hace guerrillero. Isidoro acepta para salvar el pellejo, pero a fin de no participar en los combates, seduce a las chicas guerrilleras, quienes hacen el trabajo violento por él. Al final, cuando lo descubren, Pancho Fidel lo quiere fusilar, pero una guerrillera regordeta -enamorada de él- lo hace escapar. Isidoro huye pero cuando está a salvo traiciona a la guerrillera y vuelve a las juergas argentinas.

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Isidoro es electo vicepresidente de un presidente patagónico y multimillonario. Revista “Andanzas de Patoruzú”, número 229, titulada: ¡Presidente!, de marzo de 1973: Isidoro se dice a sí mismo: “El indio sin saberlo, sin quererlo y sin proponérselo, tiene condiciones de líder…  No estaría mal verlo sentado en el sillón de Rivadavia”. Y mientras cavila, se hace los rulos: “La cantidad de prebendas que yo podría maquinar con el indio en la Rosada”.

El indio acepta la candidatura y la fórmula resulta ser “Patoruzú presidente, Isidoro vicepresidente”.

La campaña electoral transcurre sin opositores con chances y Patoruzú gana con  más del 54%. Así lo dice el locutor de la tevé que anuncia su triunfo: “Señores, esto no es una elección, esto es un plebiscito. Patoruzú gana por excepcional unanimidad; hasta los candidatos de los otros partidos han votado por él”.

Isidoro besa en la frente a Patoruzú mientras la Chacha Mama le advierte los riesgos que corre con su vice. Patoruzú no le hace caso porque sigue creyendo poder reformar a Isidoro, pero -como era de suponer- a los pocos días de asumir, Isidoro falsifica la firma de Patoruzú en un decreto, eximiendo de impuestos aduaneros a los licores y cigarrillos importados para su uso personal. “Con esto me paro para toda la cosecha”, dice.

Cuando el desfalco es descubierto por la prensa, Patoruzú -indignado- reúne al pueblo en Plaza de Mayo y cachetea al indigno vice ante la multitud (acá la historieta no parece coincidir tanto con la realidad).

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Isidoro conquista Mar del Plata y una bella compinche bastante más joven que él. Fue tan importante la figura de Isidoro en la historieta argentina que llegó a tener su propia revista, sin Patoruzú.

En ella se cuentan las aventuras de este porteño vivo, quien transforma a la ciudad de Mar del Plata en emblema de todas sus juergas (¿otra coincidencia?). En la Ciudad Feliz, junto a sus amigos de parranda (una manga de vagos, vivillos y oportunistas como él, que viven de la plata de sus parientes y que están a la espera de cualquier oportunidad para enriquecerse sin trabajar), deviene rey de la noche (y siguen las coincidencias).

Conoce a una chica bastante menor que él, llamada Cachorra, que comparte su filosofía de vida y que defiende a Isidoro en las buenas y en las malas (¿parecida a Agustina?).

Isidoro habla en el Congreso de la Nación. Isidoro y los personajes de la historieta hablan con una jerga porteña, bien costumbrista: cachafaz, vodevil, mequetrefe, cachivache, bambolla, tirifilo, esbirro, petitero, boite, petrimetre…

Muchas de esas palabras, ya pasadas de moda, fueron dichas por el vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, en su alocución de esta semana en el Congreso de la Nación, cuando fue reencarnación cabal de Isidoro Cañones, salvo que lo que en la historieta es cómico, en la realidad es farsesco. Dan más ganas de llorar que de reír.

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(*) http://www.losandes.com.ar/notas/2012/4/8/amado-boudou-regreso-isidoro-canones-634827.asp

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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