En Liniers, y con un primer tiempo muy lucido, Boca batió 3-1 a Vélez (Palacio -2- y Cardozo, descontó Pellegrino), logró su quinto éxito consecutivo en el certamen y alcanzó la punta; ganó mucha serenidad en la semana previa al superclásico.

LA FICHA DEL PARTIDO La bofetada anímica padecida a mitad de semana en la altura de Cuzco, frente a Cienciano, hizo aventurar a más de uno que allí había finalizado la fructífera racha de Boca y hasta Russo reconoció graves dificultades de madurez. Que a partir de allí el equipo xeneize comenzaría a desinflarse. Sin embargo, a sólo cuatro días de aquel inesperado traspié, y con el superclásico como estación más próxima, el conjunto de la Ribera aprobó un examen de valentía en Liniers, porque superó con amplitud (3-1) a un rival que nunca es dócil (Vélez) y aprovechó la caída de San Lorenzo para lograr un lugar en la punta por primera vez en el Clausura (sin tener en cuenta la 1a fecha, claro). La actuación xeneize fue ciclotímica, ya que construyó un primer tiempo para el aplauso, pero se despintó en los 30 minutos iniciales del segundo período; de todos modos, la clase individual de los visitantes (ayer se iluminaron Palacio, Caranta y Riquelme) prevaleció en un choque entretenido y espinosamente disputado en cada sector del campo. Nervioso y perturbado, así lució Vélez en los primeros 45 minutos. Y Boca no dudó en sacar provecho de eso. Porque inmediatamente -a los 2 minutos y 23 segundos de juego- una inocente pifia de Pellerano le posibilitó a Palacio encarar hacia el área local y habilitar con un pase atrás a Cardozo, que tuvo frialdad para acomodar la pelota y vencer a Sessa con un derechazo cruzado contra un palo. Con el resultado en su favor, se observó la mejor versión boquense. El equipo conducido por Russo lució confiado y pausado; con Riquelme afinado, en la tarea que más le agrada -dominar la pelota, tocar corto, enfriar al rival y lanzar pases profundos- y Palacio muy picante en todo el frente ofensivo. Vélez, en tanto, fue la imagen de la confusión total. El dibujo táctico ideado por La Volpe comenzó con cinco defensores, que se transformaron en tres después del primero gol en contra; sin embargo, ninguna variante le otorgó seguridad a la última línea. Por eso no llamó la atención la sucesión de acciones peligrosas en favor de los xeneizes. A los 10 minutos, Palacio le erró a la pelota con el pie izquierdo a pocos metros de Sessa, y a los 24, un fuerte tiro del activo Cardozo hizo revolcar al arquero. Más allá de alguna falta de justeza en el último toque, la gran intensidad que Boca les imprimió a sus ataques logró su merecido: a los 26, Sessa salió jugando inadecuadamente con Pellegrino, que, atorado por Palermo y Palacio, perdió la pelota y este último se enfrentó con el N° 1 de Vélez, lo esquivó y definió de zurda. De aquí y hasta el final del primer tiempo Boca continuó avasallando a Vélez, y si no hubiera sido por la falta de puntería de Palermo, el equipo auriazul podría haberse ido al descanso con más beneficios. Así y todo, y casi sin proponérselo, Vélez pudo haber descontado en el último suspiro: tras un centro de Escudero -el más empeñoso y desequilibrante de los locales-, Balvorín, sin ningún tipo de obstáculos, desvió un frentazo . Con vergüenza propia y el hábil aporte del escurridizo Ocampo -reemplazó a Papa-, Vélez cambió su imagen en el segundo período. Tras un enorme gasto físico, Boca se quedó sin piernas y fue allí cuando su arquero, Caranta, debió responder: primero, le tapó un mano a mano a Moreno y Fabianesi; luego, tras una veloz triangulación, rechazó una volea de Ocampo, y más tarde, sacó al córner un nuevo remate del hombre que les cambió la cara a los locales. A los 33 minutos no pudo hacer nada con el fulminante cabezazo de Pellegrino, pero no fue su responsabilidad que el defensor haya rematado en soledad. El descuento de Vélez hizo imaginar que podría alcanzar el empate. Pero en la próxima jugada, fue allí cuando Riquelme y Palacio, discontinuos en esos primeros 33 minutos, se volvieron a comprometer con el juego y crearon una precisa combinación que finalizó en el tanto del veloz atacante. Y ahí sí, partido definido. Con momentos de gran lucidez, Boca dejó atrás una compleja parada, logró su quinta victoria consecutiva en el torneo local y alcanzó la punta. El próximo domingo, ante River, tendrá una inmejorable posibilidad de revalidar su sueño de campeonar. FAVALE Y UNA ACTUACIÓN CON BLANCOS Y NEGROS Si bien ninguna decisión de Gabriel Favale influyó directamente sobre el resultado, la tarea del árbitro fue regular, ya que debió castigar con tarjetas amarillas a algunos futbolistas, sobre todo a Matías Silvestre, por una fuerte falta a Lucas Castromán. El juez fue bastante permisivo. Fuente: La Nacion.com