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Cómo viví el 3-1 en tierras mexicanas

CANTA Y NO LLORES (*)

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El pueblo mexicano se quedó triste con la inmortal frase de su Cielito Lindo. Volvieron a llorar una eliminación en octavos de final. Nosotros, argentinos viviendo en México, nos quedamos cantando, bajito para no provocar enojos, como hace cuatro años. El mundial nos permitió vivir en estas latitudes una intensa semana de esperanzas, enojos, miradas encontradas y amenazas solapadas. Al final brindamos con un buen vino tinto. Por lo que fue, por lo que vendrá.


Llegamos a cuartos de final en el Mundial. Volvimos a ganarle a México. Rodeado de mexicanos volvimos a festejar en un clima donde todo se había mezclado desde los días previos. Lo que la TV intentó inflar, la xenofobia, las esperanzas genuinas del pueblo mexicano, las diferencias ciertas entre ambos equipos. Un cóctel que pudo ser explosivo pero que al final sólo resultó un trago más a la salud del equipo argentino. La afición mexicana hubiera dado su reino para congelar la sensación que los recorría en los primeros 15 minutos del partido. Un tiro en el travesaño, otro que pasó muy cerca del palo izquierdo y el exitismo de los comentaristas televisivos había llevado la sensación que la hazaña estaba ahí no más, al alcance de la mano. Pero cayó el gol de Tévez y con él las quejas. “Fuera de juego, pinche árbitro, fuera de juego”. “Nos roban la ilusión”. Gritos por todos lados. Todos buscan dónde hay un argentino para reclamarle. Nosotros miramos la pantalla fijamente. Los nervios juegan su partido. Ricardo Osorio primero le regala la pelota a Higuaín, luego lo quiere tumbar como si se tratase de lucha libre, la pelota toca el fondo de la red y la garganta se llena de gol de todos con camisetas albicelestes. Ya no queda lugar ni para las quejas por el gol en off side. Otra vez, suspiran muchos. Esta desazón tiene su explicación. 4 AÑOS EN 5 DÍAS Desde que en el Mundial del 2006, Argentina había eliminado a México 2- 1, los mexicanos hicieron propia una frase repetida hasta el cansancio en todos los medios de comunicación: jugamos como nunca, perdimos como siempre. Detrás de ella, escondieron la idea que había sido injusto aquel resultado y que sólo el azar los relegó. No hubo en estos 4 años manera alguna de razonar con ellos otra idea de aquel partido disputado en 120 minutos muy intensos. Gracias a las características extraordinarias del zapatazo de Maxi Rodríguez para el segundo gol, se permitieron esconder todo lo demás. Por esta decisión colectiva del mundillo futbolístico mexicano, más el influjo de los dos emporios televisivos (Televisa y TV Azteca), en esta parte del planeta, estos últimos 5 días fueron un constante revivir de esa historia del mundial jugado en tierras alemanas, alentando la posibilidad que esta vez “sí se podría”. “Ya es hora de la revancha”, se expresó cientos de veces en estos últimos días, y de tanto reiterarla esa frase se manifestó cual fórmula mágica para disipar en parte el denso pesimismo que era, en realidad, la sensación mayoritaria el martes pasado cuando quedaron confirmados los partidos de octavos de final. También estas jornadas que nos tocó vivir luego de la definición de los grupos de este Mundial 2010, sirvieron para alimentar – por si hiciera falta- la pésima fama que nos acompaña a los argentinos en el exterior, y disparar emociones nacionalistas o xenófobas, según como lo queramos ver. El diario Récord (un matutino especializado en deportes) llegó al punto extremo al colocar en su portada con letras gigantescas “Vieron: los argentinos no son perfectos”, con una imagen de Guille Franco (correntino naturalizado mexicano) lamentándose por uno de los tantos goles desperdiciados en tierras sudafricanas. Los programas de TV repitieron esta fórmula con escasa sutileza. Todo apuntando a que el deseo de venganza rompa el clima de pesimismo. Claramente, el tema quito espacios a otras cuestiones que habían ocupado primordialmente los espacios informáticos, en jornadas anteriores, como las nefastas consecuencias del derrame petrolero en el Golfo de México o las interminables balaceras entre grupos antagónicos dedicados al narcotráfico. Si el “resto de la realidad” siguió funcionando, aquí casi nadie lo llegó a advertir. La vida cotidiana de cada argentino que habita suelo mexicano nos fue cambiada. Fuimos más observados que de costumbre, recibimos muchos más comentarios, muchas más preguntas. Las pasiones que se desatan en todo el planeta con el mundial de fútbol nos pusieron en sintonía con lo que estuvo latiendo en el vivir mexicano de los últimos días: cualquier amistad, cualquier atisbo de buena onda iba a quedar suspendido por 90 minutos, o 120 si se necesitase tiempo suplementario, o 180 si la opción final eran los penales. Así que nos dieron estas horas para prepararnos dónde, cómo y con quién ver el partido. DOMINGO DE GLORIA Así llegamos a este domingo. El pueblo mexicano, con profunda tradición de fe, también buscó aliados en energías sobrehumanas. Playeras (camisetas oficiales), diademas (vinchas) y todo tipo de atuendos con los colores verde, blanco y rojo fueron ofrecidos en altares a la Virgen de Guadalupe, al Señor de Chalma, a san Judas Tadeo, por nombras tres de las imágenes más veneradas en estas latitudes. Asegurados los ruegos, los grupos de amigos se fueron juntando y unos a otros se daban ánimos con innumerables cervezas. Como en ritual se fueron reuniendo y algunos se sumaron a concentraciones grandes, como el Fan Fest que en el zócalo capitalino (la plaza central del Distrito Federal, frente al Palacio de Gobierno y a unos metros de lo que fue la Pirámide Mayor de Tenochtitlan) reunió a más de 80.000 fanáticos. Esperanzados, o no, todos gritando al límite de sus posibilidades y cantando, cada tanto, el infaltable Cielito Lindo. Internamente la melodía que escuchamos es otra: “Olé, olé, olé, olé, olé, olé, olá. ¡Cada día te quiero más! Soy argentino, es un sentimiento, no puedo parar”. Nuestra canción se hizo más armoniosa después del golazo de Carlitos Tévez. Cómo no abrazarse después de un zapatazo así. Luego, por influjo de lo que nuestro equipo proponía, nos ganó el sopor de la siesta. El gol de México mejoró el semblante de la multitud. Pero no hubo tiempo para más. Mirando a toda esta gente, pensaba que se los convocó a una hazaña y llegaron esperanzados en festejar. Ni los litros de cerveza consumidos les ayudaron a darle una tónica festiva al domingo. Los mundiales de fútbol son una repetida historia de ilusiones que se pinchan en algún momento. Demasiada reflexión de nuestra parte, mientras en la pantalla Maradona sigue abrazando y besando a nuestros jugadores. EL DESENLACE DE UNA PELÍCULA QUE YA SE HABÍA VISTO El desenlace de esta historia trajo al pueblo mexicano la certeza de una película que ya habían visto. Como a cualquiera que nos ha tocado perder este tipo de partidos en los mundiales de fútbol. Con el alma destrozada, con la ilusión hecha jirones y con la cabeza repleta de ideas que repasan momentos del partido que “si hubieran” sido distintos… Fue igual en reuniones familiares como en las plazas donde se juntaron de a miles. “Pinches mamones, otra vez”, fue una de las frases más repetidas. Que nadie crea que era una exhortación a hincar un tenedor en una sabrosa fruta de mamón que aquí se la conoce como papaya. No. La traducción más publicable sería “malditos engreídos, una vez más nos ganaron”. La tristeza terminó por acentuar la sensación de otra vez no se pudo. Y ese tal vez es el punto en el que nuestro festejo se fue diluyendo. Porque en estas calles, con esta gente es con la que en este momento de nuestras vidas compartimos las luchas cotidianas, los avatares de la economía, la crianza de nuestros hijos. A los argentinos no se nos va a borrar la sonrisa estilo “feliz cumpleaños”, por varios días y con ella seguramente querremos recuperar a nuestros amigos mexicanos, a los que una vez más nos tocó eliminar de un mundial de fútbol. Aun sabiendo que la sed de revancha les hará tomar partida por los alemanes para el próximo sábado. No importa. La absurda dinámica de la vida en cualquier punto de Latinoamérica se sigue sosteniendo con un vaivén de amores, frustraciones, esperanzas, odios y contradicciones. Mucho más allá del sueño que se llama Mundial de Fútbol que hoy a los argentinos nos sigue envolviendo en cualquier ciudad del mundo donde estemos y que – pase lo que pase- a partir del 11 de julio será sólo una anécdota. (*) Especial para Corrientes al Día de David Gauna, desde México

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Cuando el mérito no importa

OPINIÓN (*)

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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