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Cuando la soberbia convive con la torpeza

JORGE SIMONETTI (*)

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Si en el pequeño plano familiar uno tiene la obligación de estar preparado ante la posibilidad de una adversidad económica, ¿es imaginable en un país normal que sus  gobernantes no tengan pensado un plan alternativo ante un acontecimiento negativo altamente previsible? Está claro que el Gobierno argentino es un pésimo negociador en todos los ámbitos. Es un déficit de personalidad, no de estrategia. O entrega todo, como en el acuerdo con Irán o el arreglo con el Club de París, o camina al otro extremo, como en este caso, que se pretende negociar con una contraparte a quien previamente se insulta.


FONDOS BUITRES

No pasarán”, retumbó el grito heroico de Axel Kicillof, que fantaseaba inmerso en la trinchera de la guerra soberana argentina contra los malos del mundo. Su jefa, Cristina, con el casco puesto, daba las órdenes de resistir hasta el “default” el ataque de los acreedores. ¿Qué se creen los fondos buitres? ¿Pretender cobrarnos la deuda?

 

Ante el fallo adverso, la Presidenta mandó urgente la remisión de un proyecto de ley para “democratizar” la justicia norteamericana, “en todos lados estos jueces son lo mismo”, parecía pensar mientras se ajustaba el casco. “No aceptaremos decisiones judiciales contrarias”, coreaba el joven ministro a su lado.

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Las fantasías del autor se mezclan con la crudeza de los hechos del presente. Es que esa pesada carga de relato fabricado y realismo mágico combinados, vuelve una y otra vez sobre las anchas espaldas del pueblo argentino que, incrédulo, asiste nuevamente a la escenificación gubernamental de una obra conocida y repetida: la improvisación en género dramático.

 

Pareciera que la decisión de la Suprema Corte de los EE.UU. nos hubiera tomado de sorpresa, que no hubiéramos valorado con suficiente claridad que en la justicia podemos ganar o perder, y que en este caso en particular (lo sabe cualquier mediano conocedor de los temas jurídicos), las posibilidades de éxito eran absolutamente magras.

 

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Si en el pequeño plano familiar uno tiene la obligación de estar preparado ante la posibilidad de una adversidad económica, ¿es imaginable en un país normal que sus  gobernantes no tengan pensado un plan alternativo ante un acontecimiento negativo altamente previsible?

 

Anunciar la imposibilidad de cumplimiento o cambiar el lugar de pago, con la emisión de nuevos bonos bajo ley argentina para los sufridos bonistas que entraron en los primeros canjes, significa técnicamente el “default” (cesación de pagos), una respuesta ya conocida de nuestro país, que nos aisló del mundo y nos privó del acceso al crédito internacional a tasas razonables. ¿Para qué arreglar con el Club de París, suscribir un compromiso de pago a Repsol, concluir con los juicios del Ciadi, si terminaremos igual en “default” al escabullirnos de la justicia norteamericana? Habrá que camuflar la Fragata Libertad, los aviones de Aerolíneas y otras tantas lindezas impropias de una nación seria, para evitar el embargo judicial.

 

Esto se veía venir. Sin embargo el Gobierno no tenía “plan B”, parece que la única estrategia era el “plan vemos”, como lo definiera muy ingeniosamente el periodista Marcelo Longobardi.

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Está claro que el Gobierno argentino es un pésimo negociador en todos los ámbitos. Es un déficit de personalidad, no de estrategia. O entrega todo, como en el acuerdo con Irán o el arreglo con el Club de París, o camina al otro extremo, como en este caso, que se pretende negociar con una contraparte a quien previamente se insulta.

 

Sin embargo, al César lo que es del César. Esta administración no endeudó al país por dos razones: un ciclo económico favorable y la inaccesibilidad a créditos internacionales baratos. Ello hizo posible que el aislamiento económico internacional de Argentina no fuera tan perjudicial en la década pasada. Pero hoy los tiempos no son los mismos, y el “vivir con lo nuestro” significará continuar con la actividad de la “maquinita de hacer dinero”, con la consecuente inflación tan dañina para los bolsillos.

 

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Con historia y discursos no solucionaremos el problema, como parecieran creer los actuales inquilinos del poder, pero -nobleza obliga- un poco de historia indica que son los gobiernos argentinos anteriores los que endeudaron gravemente al país, los que incautaron los depósitos bancarios, los que declararon el más grande “default” de la historia mundial, con todas las fuerzas políticas aplaudiendo de pie en el Congreso. Casi nadie, entonces, puede sacarse el sayo. Eso explica la falta de reacción de la oposición.

 

En 2005, el entonces presidente Kirchner lanzó el primer canje de deuda, al que adhirieron aproximadamente un 76% de los bonistas. En 2010 Cristina lanzó el segundo, completando una reconversión de la deuda con el 93% de los acreedores. No hubo negociación, el país propuso el canje en determinadas condiciones y los tenedores de bonos (muchos son pequeños ahorristas) no tuvieron más remedio que aceptar, ante la posibilidad de un “pagadios” o un interminable y costoso juicio.

 

Pues bien, algunos de ellos, principalmente aquellos que hoy son denominados “fondos buitres” por haber adquirido bonos de la deuda argentina “defaulteada” a muy bajo valor, decidieron no aceptar el canje e hicieron juicio para cobrar en las condiciones de la emisión original. Desconocer su derecho al cobro es de ignorantes, demagogos o de mala fe. Ningún acreedor hace beneficencia con su dinero, es ingenuo, torpe y malicioso decir que los que aceptaron el canje lo hicieron para apoyar a la Argentina; la realidad es que lo hicieron porque no les quedaba otra.

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La cuestión es que hoy estamos en un muy difícil momento, producto de gobiernos anteriores que no supieron manejar los resortes  económicos y del actual que sigue jugando al relato heroico que distorsiona la realidad, que esconde la verdadera naturaleza del problema, aunque en el camino sigamos dejando jirones del pellejo argentino y continuemos en caída libre como país serio y cumplidor de sus obligaciones ante el mundo.

 

Con un gigantesco gasto público, una perspectiva de continuidad del esquivo crédito internacional caro y escaso, un contradictorio comportamiento gubernamental que por un lado paga casi sin cuestionamientos y por el otro “defaultea” con ínfulas heroicas, el panorama futuro no es nada halagador.

 

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Sin dudas que este estado de cosas nos vuelve a plantear, como antes, como siempre, un dilema existencial del ser argentino: ¿podremos seguir transitando por la vida, indemnes a las consecuencias de nuestros propios actos? ¿Podremos seguir poniendo caras de patriotas cuando tomamos medidas bucaneras? ¿Podremos seguir engañando al mundo y engañándonos a nosotros mismos? ¿Podremos llamar a las cosas por su nombre y lo que es “default” es “default” y no actitud heroica de soberanía?

 

Una cosa es cierta: los que vivimos en esta querida patria, no tenemos otra que soportar los desaciertos de nuestros gobernantes. El error consiste en suponer que los de afuera también tienen que hacerlo.

 

Cuando la soberbia convive con la torpeza, la combinación es letal. El verbo “negociar” debió conjugarse antes de las decisiones judiciales. Hacerlo hoy, es llegar tarde y mal, algo ya normal en esta administración.

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Para colmo, la fama de “defaulteadores seriales” no nos ayuda.

 

(*) Recibido por www.corrientesaldia.com.ar

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Opinión

Cuando el mérito no importa

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Dijo en San Juan el presidente Fernández: “lo que nos hace evolucionar o crecer no es el mérito, como nos han hecho creer en los últimos años, porque el más tonto de los ricos tiene muchas más posibilidades que el más inteligente de los pobres”.


Esto es tan falso, tan terriblemente insultante para la inteligencia, que es difícil decidir por dónde empezar a analizarlo.  Sólo diré que Steve Jobs (Apple), Bill Gates (Windows), Jeff Bezos (Amazon) y Marcos Galperin (Mercado Libre), son algunas de las fortunas más grandes del mundo y de Argentina, y NINGUNO fue hijo de rico.  Este pelotudismo socrático y retrógrado ha sido totalmente superado en los países desarrollados… ¡Y PRECISAMENTE PORQUE LO SUPERARON SON DESARROLLADOS!

 

Luego invocó a Alberdi y Sarmiento, reinterpretándolos con un pensamiento tan retorcido que los vuelve irreconocibles.  Dijo admirarlos porque “vislumbraron la importancia de la educación pública, que nada es más importante que el conocimiento humano” y del sanjuanino aseguró que “en un gesto inigualable de igualdad, resolvió que todos los que estudian en la escuela pública calcen un guardapolvo blanco para que las diferencias sociales allí donde se aprende no aparezcan.  Con todo eso nos dijo que el estado debe estar muy presente en el desarrollo humano y que finalmente lo que más vale es la igualdad, es propender a un sistema más igualitario”.

 

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Pobres Alberdi y Sarmiento.  Si pensamos cuales referentes históricos argentinos estuvieron absolutamente en contra de la intromisión del estado (que debía ser pequeño) en el quehacer cotidiano de los ciudadanos, fueron sin dudas estas dos inmensas figuras de nuestra patria.  Hacer semejantes distorsiones de su pensamiento es una ofensa a sus memorias y, como se hacía en la escuela, debería lavarse la boca con jabón para limpiar sus palabras.

 

Alberdi decía que “la omnipotencia del Estado es la negación de la libertad individual” y que “la grandeza del vecino, forma parte elemental e inviolable de la nuestra”, LO OPUESTO al igualitarismo y el desconocimiento del mérito.

 

¿Y qué pensaba Sarmiento?, al que dijo admirar.  El sanjuanino dijo: “las cumbres se alcanzan doblando el empeño” y “toda la historia de los progresos humanos es la simple imitación del genio”; Don Domingo era un ferviente defensor del mérito, concepto que el señor presidente denigra.

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Es increíble que en la actualidad, con lo fácil que es conocer la realidad de otros países, todavía existan personas “educadas” (en realidad son apenas instruidas, la educación implica pensamiento crítico algo que les es ajeno) que sean tan ciegas como para dejarse engañar así.

 

El presidente habla de defender el federalismo y a las provincias del “pulpo” del puerto, cuándo el mayor héroe de esta gente fue Rosas, quien prohibió los puertos del Paraná para que todo el comercio exterior pasara por Buenos Aires, empobreciendo a las otras provincias.  Obsesión rosista por el monopolio del puerto porteño que condujo a la muerte a valerosos patriotas en la Vuelta de Obligado, sacrificio disfrazado con la mentira de la “defensa de soberanía”.

 

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Valga la apostilla: ese fue el mismo Rosas que le quitó los sueldos a los docentes de las escuelas y universidades estatales, hundiendo en la ignorancia a los pobres y yendo en contra de la tan mentada “igualdad de oportunidades” con la que se llenan la boca.

 

¿Habla del federalismo y de trato igualitario para todas las provincias?, cuando el peronismo fue el mayor promotor del crecimiento del conurbano bonaerense y que le otorgó tantos subsidios a la luz, el gas y a los combustibles, que hacía que en Buenos Aires se pagara hasta 5 veces más barato los servicios públicos que en el resto del país.  ¿En serio?  ¿Se puede ser tan caradura?  Y lo peor, ¿se puede ser tan idiota como para creerles?

 

También dijo Fernández: “lo que uno más debería desear como argentino, es que cada argentino tenga la oportunidad de nacer…”, ¿oportunidad de nacer?, ¿de qué oportunidad de nacer habla quien defiende el aborto?, ¿se puede ser más cínico y contradictorio?  “…Y de morirse feliz después de haber vivido bien, en la provincia donde ha nacido”, ¿morirse feliz?, ¿Cómo Solange que murió sin ver a su padre?, ¿o Facundo Astudillo?, ¿o Franco Martínez?, ¿o Franco Isorni?, ¿o Luis Espinoza?, todos desaparecidos y muertos en democracia en este 2020.

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Entiendo (no comparto) que los que “están prendidos” defiendan “el modelo”… ¿pero el resto?, ¿el laburante que deja más de la mitad de su sueldo en impuestos para mantener punteros y para que le den por sus impuestos la porquería de salud, educación, seguridad y justicia que tenemos?, ¿el profesional que como universitario debería ser capaz de ver más allá de las mentiras de los demagogos?  Cómo decía Sarmiento y se aplica a los “educados” que egresan de la universidad: “era el que más sabia… Pero el que menos entendía”.

 

Lo cierto es que a decir del gran sanjuanino: “la ignorancia es atrevida”, pero aún es más atrevida la avaricia, la soberbia y el despotismo de quienes conducen hoy el destino de nuestra patria y que lejos están de seguir el siguiente principio rector del cuyano: “fui criado en un santo horror por la mentira, al punto que el propósito de ser siempre veraz ha entrado a formar el fondo de mi carácter y de ello dan testimonio todos los actos de mi vida”.

 

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Quienes creemos en la Libertad, en la igualdad ante la Ley y no por la Ley, y en el Respeto por la vida y la propiedad del prójimo, no solo tenemos el deber ético y moral, sino también la impostergable necesidad de oponernos y manifestarnos en contra de los atropellos que se están cometiendo contra los argentinos y contra la República.   

 

El momento es YA… antes de que terminen de hundirnos y de someternos, antes de que no quede nada por salvar.

(*)  Rogelio López Guillemain

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Opinión

Reconvertir proyectos e innovar

POR MARIA EUGENIA MANCINI

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La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto profundo en nuestras sociedades. Además de la crisis sanitaria, ha afectado la educación, la vida social y los medios de subsistencia. A una economía difícil, esto lo ha profundizado aún más.


Para nuestros jóvenes muchos de estos impactos será a largo plazo y multidimensionales: Por ejemplo, 191 países han implementado el cierre de escuelas a nivel nacional o local, y 1,5 mil millones de personas no pueden asistir a la escuela ya que no disponen de tecnología básica para acceder a las plataformas educativas.

 

Sin embargo, hay muchos jóvenes liderando esta crisis y no se han quedado de brazos cruzados. Hay una Juventud que está apoyando el diseño y la ejecución de programas sociales pensando en caminos creativos y de respuesta.

 

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También debemos destacar la variedad de emprendimientos que han surgido adaptando propuestas comerciales a estos nuevos tiempos donde se pudo ver la creatividad y el desarrollo de productores locales.

Es fundamental continuar apoyando estos proyectos para que tengan continuidad formulando estrategias competitivas, incentivando y se conviertan en micro empresas sustentables económicamente.

 

Sumar programas de recuperación en base a economías locales y ver como su fuerza creativa comienza a enriquecer a instituciones, proyectos sustentables  y caminos nuevos para salir adelante.

 

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Pienso que un camino de desarrollo  es no solo fortalecer las economías regionales sino volver a los oficios, capacitarnos y tener herramientas prácticas para generar recursos propios.

 

Estamos atravesando un momento de reinvención muy grande y donde más que nunca necesitamos estar unidos, sacar nuestras fortalezas y trabajar juntos como sociedad pensando en lo que queremos construir, diseñando la sociedad futura, poniendo  foco en nuestros recursos y liderar.

 

Es fundamental generar herramientas para crear una sociedad más igualitaria y solidaria y no solo como respuesta a la pandemia sino también pensando a largo plazo y abordando todos  el compromiso de crear un cambio duradero.

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Opinión

La “borocotización” de Alberto

(*) OPINIÓN

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Recuerda una crónica del diario perfil: “Eduardo Lorenzo Borocotó el 23 octubre de 2005 obtuvo una banca. Pero antes de asumir algo cambió. El 9 de noviembre visitó la Casa Rosada, acompañado por su hijo. ¿Con quién tenía cita? Con el actual presidente Alberto Fernández, quien era jefe de gabinete de Néstor Kirchner.  Borocotó se reunió con los dos. A Kirchner no lo conocía. A Fernández, sí.


El mismo día del encuentro en la Rosada, Borocotó anunció su partida del bloque macrista: armó un mono-bloque independiente, afín al kirchnerismo. Alberto Fernández explicó la jugada: "Tenemos que ser amplios. Hay muchos votantes y dirigentes de ARI que están descontentos con Carrió, por ejemplo. Y nosotros estamos abiertos a recibirlos, así como a los radicales, peronistas y a todos los que crean en el proyecto del Presidente".

 

En nuestras democracias actuales, se debería empezar a pensar en que los ciudadanos, en vez de elegir a personas que encarnen proyectos, ideologías, o letras muertas de lo establecido en partidos políticos, votemos directamente, proyectos, propuestas, modelos o formas de hacer las cosas y que la ejecución de las mismas, pase a ser un tema totalmente secundario, esto sí podría denominarse algo que genere una revalidación de lo democrático, pero no estamos en condiciones de hacerlo actualmente, primordialmente porqué el gobierno de ese pueblo, está en manos de uno sólo, a lo sumo, en cogobierno por un legislativo (con flagrantes problemas en relación a la representatividad, que sería todo un capítulo aparte el analizarlo) y supeditado a un judicial, que siempre falla, de fallar en todas sus acepciones, liberar la opción de ese pueblo, para que elija su gobierno, mediante las ideas que se le propongan, sin que sea esto eclipsado por la figura de un líder o lo que fuere, en tanto y en cuanto siga siendo uno, recién podrá ser posible, cuando su vínculo con la vida y la muerte, no tenga que ser anatematizado mediante la creencia o no creencia, que como vimos son las dos caras de una misma moneda, en un ser único y todo poderoso, creador de este mundo y de todos los otros, los posibles como los imposibles.

 

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La violencia del estado que en la actualidad se traduce en su sobre-presencia en ciertos sectores a costa de la ausencia del mismo en vastas áreas y bolsones, la sobreactuación de un supuesto sentir o hacer democrático, en donde sólo se ejerce una dudosa aclamatoria de mayorías (sistemas de preselección de candidatos cerrada, como internas que no se llevan a cabo, que transfieren el sentido de elegir por el de optar, entre quiénes ellos, de acuerdo  a sus reglas disponen que tengamos que optar, es decir elegir condicionados) debería estar tipificado en la normativa, como uno de los delitos más flagrantes contra las instituciones y el pleno ejercicio de la libertad, de tal manera, la ciudadanía no tendría excusas como para no levantarse en puebladas, en manifestaciones que dan cuenta de la total y absoluta anomia, en que la incapacidad de cierto sector de la clase política nos puede volver a conducir en cualquier otro momento u oportunidad. Propuestas es lo que sobra, se precisa de predisposición de estos para hacerles sentir a la ciudadanía que algo determinan, con el pago de sus impuestos y con sus votos. En tiempos electorales, una práctica que debería ser desterrada y que es una muestra expresa del democraticidio, es la compra de votos, sea mediante una dádiva, prebenda, por intermedio de corte de chapas, dinero, mercadería, merca o lo que fuere, como de las mentiras flagrantes e inconsistentes las que ofrecen por doquier. Como también lo es la no sanción de los hechos de corrupción, o la dilación en demasía para resolver los mismos, perpetrados por hombres que hayan pertenecido al funcionariado público.

 

Si somos presa de políticos corruptos seguiremos encarcelados en el imperativo de una sociedad penalizada y penalizante para sancionar delitos y no para reconvertir conductas que no nos lleven a ellas.

 

Hasta aquí sí se quiere, nada nuevo bajo el sol, o desconocido para todos aquellos a quiénes, Alfonsín nos prometió que con “la democracia se educa, se come, se cura, no necesitamos nada más, que nos dejen de mandonear…” la nueva modalidad, de estas suertes de “democraticidios” que nos afectan, es que el poder unipersonal del ejecutivo nacional, pasó a un sistema, tal como lo definió un constitucionalista “vicepresidencialista” y por tanto, Alberto, el creador del “borocotismo”, tal como Víctor Frankenstein, pasó a ser víctima de su propia creación, de su mutación práctica de lo representativo.

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En la aceleración, profundización o intensificación del cristinismo, camporismo o kirchnerismo recargado, en el que recayó Alberto, no quedaría otro espacio en la historia para él, que un título de un libro escrito por Miguel Bonasso, acerca de Héctor Cámpora; “El presidente que no fue”.

 

La mayoría que se construyó a tales efectos, con una propagación mayor que la de un virus desconocido y contagioso, se reconstituye con proverbial dinámica y en las próximas elecciones demostrará cuán cerca o lejos puede estar de un poder político, en la actualidad, “borocotizado”.

 

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(*) Por Francisco Tomás González Cabañas.

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